El caso de Jesús de Nazareth:
1.
Recibir la adopción de hijos (gálatas 4:5), es una meta
alcanzable a la que todo aquel creyente
que quiera dejar de ser un extranjero o advenedizo (como los hay muchísimos en
las iglesias), y verdaderamente pasar a formar parte de la familia de Dios
(Efesios 2:19), debiera aspirar y estar dispuesto a perseguir con diligencia, esmero y obediencia. A esta
meta no se llega de manera automática, instantánea, sino que se requiere hacer
cambios sustanciales en nuestra manera de vivir. Es un proceso de
transformación que va desde la
predestinación hasta la restitución de
la gloria de Dios (Romanos 8:29-30), en esta vida.
2.
Consideremos el caso de Jesús para entender
correctamente este asunto. Cuando Jesús tenía 12 años, ya sabía quién era, de
dónde venía, y cuál era su misión. Tenía suficiente
sabiduría como para maravillar a los doctores de la ley con su inteligencia y
sus respuestas (Lucas 2:41-49), y quizá desde ese momento, ya se había dado
cuenta que el pueblo de Israel estaba como ovejas sin pastor, así que bien podría haber iniciado en ese tiempo su
ministerio.
3.
¿Qué clase de ministerio hubiera desarrollado Jesús de
haberse lanzado a esa obra a los doce años de edad? Todavía no contaba con el perfeccionamiento indispensable para
ser aprobado como ministro de Dios, todavía no recibía el reconocimiento de
hijo amado en quien Dios tiene complacencia, y tampoco había sido ungido con
poder y autoridad de lo alto para realizar la obra. Comparándolo con lo que
verdaderamente hizo al esperar dieciocho años más, podemos concluir que no
hubiera tenido relevancia significativa. Sucede lo contrario con muchos
“ministros de Dios” que, con muy buenas intenciones pero improvisadamente, sin la aprobación del Padre, sin Su
reconocimiento, sin Su unción, se lanzan a hacer la obra. Creen ser hijos y
ministros aprobados, pero no son ni lo uno ni lo otro.
4.
Jesús sabía que era hijo de Dios, que era Dios, y
también que era un ser humano necesitado
de perfeccionamiento a través de aflicciones (Hebreos 2:10) y obediencia
(Hebreos 5:8). ¿Cuáles aflicciones? Las naturales de la vida humana, que son
comunes a todos nosotros, y obediencia tanto a Su Padre celestial como a sus
padres naturales (Lucas 2:51). Nosotros también somos hijos de Dios en cuanto
nuestro origen, pero no en cuanto a nuestra naturaleza espiritual actual. Somos
dioses (Juan 10:34), solo que estamos destituidos de aquella gloria (Romanos 3:23),
y el camino para que seamos
perfeccionados en esta vida al igual que Jesús –no en la otra-, a fin de que seamos
restituidos con la gloria que el
Padre le dio a Jesús (Juan 17:22) es el mismo: Llevar una vida que le agrade, y
luego aflicciones tribulaciones.
5.
Jesús el hombre natural, recibió la adopción de hijo
de Dios en el Jordán, cuando el Padre lo declaró públicamente. Es decir que
Jesús –antes de ese reconocimiento del Padre- ya había agradado al Padre con su
estilo de vida de lo cotidiano, no fue porque Él hiciera algo extraordinario para llamar la atención del
Padre. Esta etapa del proceso en aras de recibir algún día la adopción de hijos, es indispensable que nosotros la
aprobemos en lo cotidiano,
aprendiendo a vivir conforme a los pequeños mandamientos de Jesús,
deshaciéndonos de los mandamientos de la ley, que son débiles e ineficaces y a
nadie pueden perfeccionar (Hebreos 7:18-19).
6.
Enseguida de ser reconocido como hijo de Dios, el
Espíritu llevó a Jesús al desierto, hacia la vivencia de otra etapa de
perfeccionamiento; y después de haber aprobado ese otro examen, fue ungido con
poder, y empezó su ministerio. Después, no antes. Muchos de nosotros hacemos
las cosas al revés de como las hizo
Jesús: Queremos hacer la obra del ministerio para agradar al Padre. Pero ¿qué
clase de obra podremos hacer, sin antes haber sido adoptados como hijos, sin antes
haber sido perfeccionados por aflicción y obediencia, sin antes haber sido
ungidos con poder de lo alto? Esperar,
no salir todavía (Hechos 1:4 y 8). Pero un supuesto “celo” por las almas
perdidas nos impide obedecer esta orden. No podemos esperar a que pasen muchos
días, ni pocos, quizá cuarenta.
El esclavo no tiene derechos:
7.
Los esclavos no pueden recibir la herencia, pues esta
es únicamente para los hijos de la libre (Gálatas 4:1-2, 24-25 y 30). Bien
claro está que Abraham tuvo 2 hijos: Uno de la libre, otro de la esclava. Y el hijo
de la esclava fue echado fuera, se le trató como esclavo, aunque también era
hijo de Abraham. Es lo mismo hoy: Aunque nosotros creamos que somos hijos de
Dios, y por lo tanto herederos de las promesas, mientras estemos sometidos a la
ley, somos hijos de esclavitud (Agar), y por lo tanto, no podemos heredar las
riquezas del reino: Ninguna gracia, ninguna verdad, ningún tesoro espiritual,
ningún galardón.
8.
Yo sé que la intención del corazón de los ministros es
buena y está puesta en Jesús; pero lamentablemente nos pasa lo mismo que a los
hebreos: Tenemos los ojos puestos en la ley (Hebreos 12:1-2), y nuestros pies
caminan por la ley en sentido opuesto al camino que es Jesús, el único camino
que nos podría llevar al Padre. Despojémonos de la fuerza que la ley le
da al pecado sobre nosotros (1ª. a Corintios 15:56), aprendiendo a sujetar
nuestras buenas intenciones a la voluntad expresa de Dios, y deshaciéndonos de
la ley para ser hallados en Él (Filipenses 3:8).
9.
Desde hace casi dos mil años, el Padre nos ha estado
diciendo que las ofrendas estipuladas en la ley, nunca le agradaron, ninguna. Esa es la razón por la que le preparó
cuerpo a Jesús (Hebreos 10:4-8). El sacrificio de Jesús sí le agradó a entera
satisfacción, tanto así que Jesús es
suficiente, y por ende, ya no es necesaria ninguna ofrenda conforme a la
ley, ninguna.
10.Pero
¿Qué fue lo que sucedió con los hebreos después de recibida la carta? La
mayoría de ellos continuó –ya no digo “deslizándose”- (Hebreos 2:1) sino cayendo de picada en las obras de la
ley, y haciendo caer a otros, porque los hijos de las tinieblas fueron -y
siguen siendo hoy-, más astutos y más numerosos que los pocos mansos a los
cuales sí les resplandece la gloria del evangelio de Cristo. Por eso es que
durante estos 20 siglos la iglesia católica y sus hijas las iglesias cristianas (Apocalipsis 17:5), le han estado
presentando a Dios ofrendas estipuladas en la ley. Abominaciones. Quienes
verdaderamente sean Su pueblo, tendrán que salir de ese sistema de esclavitud tiránico
(Apocalipsis 18:4).
11.
Si nosotros seguimos actuando según nuestras mejores
ideas, o tomando lo que fue la verdad de la ley -que ya no es la verdad
presente- (2ª. de Pedro 1:12), locamente
hacemos, y estamos acarreando para nosotros mismos un desastre peor que si
nos quedáramos quietos, sin hacer nada. Ejemplos de esto para nuestra
enseñanza, los encontramos muy claramente expuestos en el antiguo testamento:
Éxodo 32:5-7, Levítico 10:1-2, 1er.
Libro de Samuel 13:8-13 y 15:23, Jeremías 18:15. Cuando hacemos “para Dios” lo
que Él no nos ha mandado expresamente, o de manera diferente a como Él lo ha
mandado, estamos ofreciendo fuego extraño.
Las evidencias del esclavo:
12.
Algunas de las acciones injustas y actos impíos que
demuestran con evidencia nuestra condición de que todavía somos esclavos, son:
1.
Vivir todavía devolviendo ojo por ojo (Mateo 5:45),
2.
Preferir un salario de deuda por ser diezmador
(Romanos 4:4), en vez de ir en pos de la bendición de gracia para los hijos,
3.
Apagar al Espíritu (1ª. a Tesalonicenses 5:19),
impedir las lenguas (1ª. a Corintios 14:39), no recibir alguna de las
manifestaciones del Espíritu (1ª. a Corintios 12:7-11),
4.
Usar ilegítimamente
la ley para aplicársela a quienes ya habían sido redimidos de esa maldición
(1ª. a Timoteo 1:7-10, Gálatas 3.13),
6. Edificar
la iglesia según nuestras propias y mejores ideas (1ª. a Corintios 1:25,
Jeremías 18:15, Salmo 92:5, 94:11 y 139:17, Efesios 4:17 y 2ª. a Corintios
4:4),
7. Suprimir ministerios constituidos por Jesús (Efesios 4:11) y
puestos por Dios en la iglesia (1ª. a Corintios 12:28-30), o menospreciar a los
menos honrosos (1ª. a Corintios 12:23-25).
8. No ser
prosperados en todo, en esta vida, más que los diezmadores (Romanos 5:17),
9. Seguir
actuando impíamente (Judas 1:15).
10.Seguir siendo esclavos de la ley y del pecado (Romanos 8:15ª, 1ª. a
Corintios 15:56), continuar bajo su señorío (Romanos 6:14),
13.
Ojo por ojo. La primera evidencia se manifiesta en
quienes todavía no han salido del yugo
de la esclavitud impuesta por la ley, que le da fuerza al pecado sobre ellos (1ª. a Corintios 15:56). Una de las primeras
enseñanzas que se debieran impartir en la iglesia, es esta con la cual
verdaderamente se cumpliría con una parte importantísima de la Gran Comisión: Enseñarles a guardar las cosas que Él ha
mandado (Mateo 28:20).
14.
Para llegar algún día a ser hijo del Padre que está en
los cielos (Mateo 5:45), es necesario ya no devolver ojo por ojo, cosa que sí
pueden seguir haciendo los que están bajo el yugo de la ley, porque la ley se los
permite, porque la ley fue instituida para darle fuerza al pecado, para
tenernos confinados y encerrados en ella, y entregarnos a Cristo cuando viniese
la fe (Gálatas 3:23).
15.
Junto con el cambio relativo a este punto, están todos
los demás pequeños mandamientos de Jesús,
los cuales sustituyen a los
mandamientos de la ley de Dios, porque los perfecciona. Las palabras “Pero yo
os digo: . . . . . . . .” quita el paño viejo y pone uno nuevo. El vino viejo de la ley, Jesús no lo
vierte en el odre de su nuevo pacto. ¿Por qué nosotros sí lo hacemos?
Segunda evidencia:
16.
Recibir un salario de deuda por ser diezmador y no
recibir el de la gracia para el hijo. El viejo pacto contiene un compromiso de
Dios muy fascinante con aquellos que
diezman (Malaquías 3:10), y aunque en la voluntad de Dios ya no está vigente el
viejo pacto, Dios está obligado a cumplir este compromiso suyo con quienes
todavía hoy se sometan a ese mandamiento, inclusive con los que creen seguir a
Jesús y estar adheridos a la vid del nuevo pacto. Pero esas bendiciones por las
cuales algunos ministros están muy satisfechos de ser empresarios, Dios se las
está pagando como un salario de deuda, lo que se le debe pagar a un jornalero,
a un esclavo; no como un salario de gracia para el hijo (Romanos 4:4).
Tercera evidencia:
17.
Apagar al Espíritu. Esto es algo que solamente los esclavos se atreven a hacer (1ª. a Tesalonicenses 5:19, 2ª. a Corintios 3:11
y efesios 2:7), para justificar su falta de fe y ocultar su verdadera condición
espiritual. En las iglesias existen muchos “cristianos” que no han recibido
alguna manifestación del Espíritu para
provecho y edificación de los demás (1ª. a Corintios 12:7). Sería temerario
afirmar que el Espíritu no le ha repartido porque no quiere hacerlo (v. 11),
más bien puede ser porque no los han
procurado (1ª. a Corintios 14:1) o han prohibido esas manifestaciones.
18.La
escasa o totalmente nula manifestación de los dones del Espíritu en la
congregación, son una evidencia de que no
se ha recibido la adopción de hijos. Esto se comprueba en la permanente
situación de infantilismo espiritual (Gálatas 4:1-2), porque después de tanto
tiempo, y debiendo ser ya maestros, la mayoría de los cristianos –muchos ministros
incluidos- necesitan todavía que se les vuelva a enseñar los rudimentos de la
fe, y no se les puede dar alimento sólido (Hebreos 5:12-14 y 1ª. a Corintios
3:1-3).
Cuarta evidencia:
19.
Usar ilegítimamente la ley. El uso legítimo de la ley
es aplicársela a los transgresores y desobedientes, a los impíos y pecadores,
etc. (1ª. a Timoteo 1:7-11). Es provechoso predicarles a los inconversos cuál
es su situación delante de Dios a causa de sus transgresiones y desobediencias;
pero una vez que ya han creído en Jesús como único mediador de salvación, y Le
han aceptado y Le han recibido, ya no es legítimo volver a aplicarles ninguna
ordenanza de la ley, porque ya han sido redimidos
de esa maldición por Jesús en quien
están creyendo (Gálatas 3:10 y 13).
20.
Muy equivocadamente se les convierte en practicantes del judaísmo al volver a someterlos
al yugo de la ley; pero ¡qué casualidad! en aquellas cosas que son convenientes
para que los ministros logren sus propósitos personales (Párrafo 36, numerales
del 1-7).
Quinta evidencia:
21.
Las diferencias. En el cuerpo de Cristo –que son las
iglesias-, existen diferentes miembros y diferentes funciones, eso es lo
correcto para que aprendamos a funcionar como cuerpo siendo miembros los unos
de los otros, sirviéndonos unos a otros, sometiéndonos unos a los otros,
supliéndonos unos a otros en nuestras deficiencias, carencias y limitaciones.
Sin embargo, en este otro asunto sobre el que tanto nos ruega Dios (Juan 17:21
y Efesios 4:1-6), no deben existir
diferencias, y si miramos que abundan tanto, esa es prueba contundente de
niñez espiritual (1ª. a Corintios 3:1-4) y de esclavitud.
22.
Muchos líderes religiosos
de hoy, al igual que los de cualquier generación pasada y futura, se dividen
principalmente porque ponen en primer
lugar sus dogmas y doctrinas, y al hacer esto, se muestra la evidencia de que no han recibido la adopción
de hijos.
23.
Por el contrario, los
pocos que son espirituales, ponen en
primer lugar el anhelo de su Señor, y en consecuencia, hacen todo lo que diligentemente sea necesario por amarse
los unos a los otros, servirse los unos a los otros, ser miembros los unos de
los otros, suplirse los unos a los otros, soportarse con paciencia los unos a
los otros; y cuando somos solícitos en obedecer a quien decimos es nuestro
Señor, en guardar la unidad en el Espíritu, los dogmas y doctrinas pasan a un
término secundario.
Sexta evidencia:
24.
Edificar la iglesia según nuestras propias y mejores
ideas. Sabemos que lo insensato de Dios es más sabio que los hombres, (1ª. a
Corintios 1:25), que debiéramos andar en Sus
caminos y no en los nuestros
(Jeremías 18:15), que las ideas que a nosotros se nos ocurren son vanidad
(Salmo 94:11). Decimos que Sus pensamientos son profundos (Salmo 92:5), que Sus
pensamientos son preciosos para nosotros (Salmo 139:17).
25.
Pero resulta que nosotros hacemos lo que se nos ocurre
en nuestra muy ampliamente demostrada capacidad de imaginación inventiva, en vez de seguir las instrucciones claras y
precisas del diseño que Jesús nos ha dado para edificar Su iglesia. A los hijos
no les corresponde pensar ni el qué, ni el cómo, ni el cuándo. Entonces,
¿porqué seguir en la vanidad de nuestra mente, como cuando éramos gentiles?
(Efesios 4:17) Respuesta: Porque la esencia gloriosa del evangelio de Cristo no
nos ha resplandecido a causa de que el entendimiento
está cegado (2ª. a Corintios 4:4) por leer a Moisés. Todo esto tan perjudicial
se nos quitará cuando nos convirtamos de la ley a Jesús (2ª. a corintios
3:14-17).
Séptima evidencia:
26.
Suprimir ministerios constituidos por Jesús (Efesios
4:11) y puestos por Dios en la iglesia (1ª. a Corintios 12:28-30) o menospreciarlos.
Podemos tener muchas buenas razones humanas para eliminar los ministerios de
apóstol y profeta: Que son rebeldes e insumisos, que se creen más que los
demás, que . . . . . . lo que usted quiera. Ninguna razón es válida delante de
Dios. ¿Acaso Él no conoce nuestra naturaleza humana? Y sin embargo, fue Él
quien constituyó estos ministerios como
Sus herramientas indispensables para
perfeccionar a los santos (Efesios 4:12).
27.En
cuanto al ministerio de los maestros, claramente se ve que está relegado a
funciones muy deficientes comparando lo que hacen con lo que debieran hacer, y
a los pastores se les ha encomendado mucho de lo que no les corresponde. Usurpan funciones de otros, y por las múltiples ocupaciones a las cuales deben
dedicarse, su función primera de sanar a las ovejas (Ezequiel 34:1-6) la
realizan con mucha deficiencia.
28.
La eliminación de algunos ministerios, su deficiente
desempeño, el menosprecio expresado por los miembros dignos hacia los menos
decorosos, o el acaparamiento de otro, nos ha traído un costo espiritual muy alto, que es una situación permanente de infantilismo,
la cual nos ha impedido que todos lleguemos a la unidad de la fe, a la estatura
del varón perfecto (Efesios 4:13), en esta vida.
29.
En consecuencia, somos niños fluctuantes llevados por
los vientos de la doctrina de los ministros “cristianos” que practican e imponen
la religión judía, los cuales todavía son muchos dentro de las iglesias, que
han introducido herejías destructoras, pero ya no encubiertamente, porque en la
actualidad se encuentran bien posicionados en el liderazgo de las
congregaciones. ¿Hay alguien que llore por ello? (Filipenses 3:18). No,
más bien yo veo que se festeja.
30.
Estos ministros emplean con astucia las artimañas del error, la cual consiste
básicamente en enseñarnos sumisión a la ley. Por eso el cuerpo no está bien
concertado y unido, y si además todos los miembros se dedican a la misma
actividad, no recibe crecimiento, no se edifica en el amor (Efesios 4:14-16).
Octava evidencia:
31.
Los hijos deben ser más prosperados en todo que los esclavos
diezmadores. Pero la realidad que está comprobada en las iglesias es que los
diezmadores son más bendecidos económicamente por Dios, que aquellos que
no diezman; y esto se toma como prueba de que Dios se agrada con los
diezmadores, pero no es así (Hebreos 10:8).
32.
Dado que quienes no diezman son menos bendecidos
económicamente por Dios que los diezmadores, e inclusive aquellos permanecen en
una situación financiera similar a la de antes de que fueran a la iglesia, esto comprueba que también ellos son esclavos
de la ley por someterse a otras ordenanzas, y viven todavía en el temor
(Romanos 8:15) por las amenazas de los ministros de la religión judía. Por eso es que no han recibido la adopción de hijos.
33.
Sabemos que las
promesas del nuevo pacto son mejores
que las del viejo pacto (Hebreos 8:6), también en este asunto de la economía;
pero la abundancia de la gracia y el don de la justicia no pueden recibirlo los
esclavos (Romanos 5:17).