Introducción
Se han llegado hacer distinciones entre labor misionera y evangelismo. La labor la remiten a evangelización de los no salvados lejos de nosotros; mientras que evangelismo es para los cercanos. El Dr. Bawinck define misión como una actividad de la iglesia por la cual antes de la proclamación del Reino de Dios llama al arrepentimiento y fe en Cristo, a los pueblos de la tierra, para que sean hechos sus discípulos e incorporarlos por el bautismo a la comunión de los que aguardan la venida de su Reino. En el sentido estricto del nuevo testamento no hay actualmente verdaderos evangelistas. Se dice que el evangelismo en nuestros días más que estar enfocado a Dios, se enfoca en el hombre o en aquellos que deben ser evangelizados. La Teología defendida en el libro es la Reformada, la cual incluye: la doctrina de la trinidad, la deidad de Cristo, el sacrificio sustitutorio, cinco puntos del calvinismo: predestinación absoluta, la total depravación humana, la expiación particular, la gracia irresistible, la eterna seguridad de los creyentes.
CAPÍTULO 1
DIOS EL AUTOR DEL EVANGELISMO
El Dios Trino como autor del evangelismo. El evangelismo tiene raíces en la Eternidad con el Pactum Salutis, según los teólogos, o concilio de Redención o de Paz; el cual consiste en un plan acordado por el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Un plan de salvación de los pecadores antes de que el mundo fuera. Dios Padre tenía que enviar a su Hijo al mundo para redimirlo; el Dios Hijo vendría voluntariamente al mundo para ganar la salvación por su obediencia hasta la muerte y Dios Espíritu Santo aplicaría la salvación a los pecadores trayendo a ellos la gracia salvadora. Dios nos amó y envió a su Hijo en propiciación por nuestros pecados (Cristo habló de la comisión recibida por el Padre). El Espíritu Santo fue enviado por el Padre y el Hijo. El Dios Trino ha ordenado que el Evangelio sea el medio indispensable de salvación.
El Padre como autor del evangelismo Desde la eternidad comisionó al Hijo para ganar la salvación de los pecadores por su muerte y obediencia. Inspiró a los profetas de la antigüedad para preanunciar la venida del Dios Hijo en carne y predecir que entraría en la gloria por sus sufrimientos. Lanzó la invitación por medio de Isaías de "Mirad a Mi y sed salvos todos los términos de la tierra porque yo soy Dios y no hay más"(Isaías 45:22) Ordenó los sacrificios para tipificar el sacrificio salvador del Hijo en la cruz. Al principio del ministerio público del Dios Hombre, el padre envió sobre Él. "El Espíritu del Señor está sobre mí, por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres; me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón, a pregonar libertad a los cautivos y vista a los ciego, a poner en libertad a los oprimidos y a predicar el año agradable del Señor" (San Lucas 4:18-19) Sostuvo a su Hijo al llevar la carga de la ira del santo y justo Dios contra el pecado de toda la humanidad. Levantó al Hijo de los muertos (sello de aprobación sobre la obra perfecta del Hijo) Lo exaltó hasta lo sumo. El Hijo como autor del evangelismo Voluntariamente "se despojó a sí mismo, tomó la forma de siervo y se hizo semejante a los hombres" (Filipenses 2:7) Proclamó el evangelio por los profetas antiguos que anticiparon su muerte redentora.
Cuando profetizaban de la gracia que había de venir era el Espíritu de Cristo que había en ellos. Dio lugar a una nueva dispensación: encargó a los apóstoles y a la iglesia de todas las edades "Todo poder me es dado en el cielo y en la tierra, id por tanto y doctrinad a todas las naciones, bautizándoles en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que yo os he mandado. Y yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo"(Mateo 28:18-20) Es la cabeza de misioneros y evangelistas, es el Gran Evangelista por medio de ellos. Aplica eficazmente el Evangelio por el Espíritu Santo. El Espíritu Santo como autor del evangelismo Movió a los antiguos profetas; el día de Pentecostés capacitó manifestándose mediante viento y fuego. Llama a los evangelistas y los guía. En la Edad Apostólica se hacía por revelaciones especiales; ahora llama y conduce por la providencia y su influencia benévola sobre las mentes y corazones. Preserva la pureza del evangelio.