viernes, 28 de octubre de 2011

LA ETICA PROTESTANTE Y EL ESPIRITU DEL CAPITALISMO


Max Weber
En una sola frase la tesis de Weber es que el mundo protestante es más exitoso económicamente que el mundo católico gracias al influjo de la religión protestante en cada uno de sus individuos: amor al trabajo, honradez, ahorro y un apego permitido a lo material, algo que el catolicismo solo supo predicar los domingos pero no controlar ni inculcar en la cotidianeidad de su pueblo.

En base a estudios estadísticos propios, en la Alemania de principios del s. XX, el autor comienza señalando que en dicho país los protestantes participan en la posesión del capital mucho más que los católicos. La primera causa de esta diferencia es que la Reforma trajo consigo una dominación eclesiástico-religiosa de la vida cotidiana mucho más estricta y rigurosa que la católica, en ese entonces un “poder extremadamente suave” sobre la vida de los individuos. La iglesia católica “castiga al hereje, pero es indulgente con el pecador”. Las pujantes clases burguesas aceptaron la tiranía puritana protestante e incluso la defendieron, ensalzando así el trabajo, la vida pura, el ahorro, entre otros.

También sus estadísticas señalan que los protestantes acuden y estudian para profesiones de tipo industrial y mercantil en mayor proporción que los católicos, quienes prefieren en su mayoría los estudios humanistas. Plantea que las causas provienen de características propias a cada confesión y no a contingencias histórico-política.

El gusto por el humanismo en desmedro de la ciencias podría explicarse por un mayor “alejamiento del mundo” por parte del catolicismo, que ha educado a sus fieles en un espíritu de indiferencia ante los bienes mundanos. Los protestantes tachan esto de pereza; los católicos en cambio, a los protestantes, de materialistas… “que sería consecuencia de la laicización de todo el repertorio vital llevada a cabo por el protestantismo”. Weber da a entender que el católico es conformista y prefiere la seguridad, mientras que el protestante se atreve con el peligro y la exaltación.

Las “formas más puras e íntimas de la piedad cristiana” se hallan también en el área protestante. El énfasis protestante no está en la confesión sino en la conducta: trabajo, pureza, no alcohol, no fiestas, si familia, si ahorro. Los protestantes son famosos por su laboriosidad: los hugonotes en Francia son un buen ejemplo en el seno del catolicismo. Énfasis en la conducta: “minuciosa reglamentación religiosa de la vida”. Otro ejemplo es la tolerancia de Federico I de Prusia, quien permitió que los menonitas no hicieran el servicio militar porque sabía de su enorme capacidad de trabajo.

“La falta más absoluta de escrúpulos cuando se trata de imponer el propio interés en la ganancia de dinero es una característica peculiar de aquellos países cuyo desenvolvimiento burgués capitalista aparece “retrasado” en relación a la medida de la evolución del capitalismo en Occidente. Cualquier fabricante sabe que es justamente la falta de conscienziosità de los trabajadores de países como Italia (a diferencia de Alemania por ejemplo) uno de los obstáculos principales de su evolución capitalista, y aún de todo progreso en general”. Estas probidad y escrúpulo en un capitalismo exitoso provienen de la rigurosidad y vigilancia de los preceptos inculcados por el protestantismo en la vida de cada cual.

Continúa con el espíritu del capitalismo: la diferencia entre católicos y protestantes no está tampoco, según él, en la intensidad del “impulso adquisitivo” por parte de los segundos, ni en su desarrollo, puesto que una intensidad desenfrenada, sin escrúpulos, es perjudicial al espíritu capitalista.

Uno de los principales obstáculos que tuvo que afrontar el espíritu capitalista fue la conducta tradicional de trabajar para la suficiencia, “ganar lo necesario para seguir viviendo”. De poco sirvió para combatir esta conducta el trabajo a destajo (una temporada corta ganando mucho dinero); luego se intentó lo contrario, bajar el nivel de los salarios, asunto que resultó hasta ciertos límites. Capitalismo como selección económica de sujetos. Los salarios bajos a veces perjudican fisiológicamente y por lo tanto se selecciona a “los más inútiles”. Dice que el salario bajo es contrario a los trabajos cualificados.

El trabajo como un fin en sí, como “profesión”, como algo querido, es algo que el “capitalismo exige”, y que no se logra con salarios altos o bajos sino con educación, mediante moralización religiosa por ejemplo, asociándola con la economía.

Pre-capitalismo: trabajo doméstico, oficios. Por tradicional entiende el trabajo para cubrir las necesidades de la vida y un poco más, sin ansia de capital acumulándose. Esto es típico de sistemas precapitalistas. Pero cuando uno sólo decide enriquecerse (con cambios en sus medios de producción, reorganización de políticas de compras y ventas…) los demás están casi obligados a seguir sus pasos, porque el primero acapara. El hombre precapitalista detesta al capitalista.

Origen del capitalismo; dos leitmotiv según Sombart: la “satisfacción de las necesidades” y el “lucro”. La seguridad eterna, la despensa bien llena, o la capacidad de adquirir cualquier cosa. Así el enriquecerse se convierte en “profesión”.

Niega la racionalización del Derecho privado como algo fundamental en el auge del capitalismo. Tampoco la filosofía laica y racionalista (s. XVIII) “floreció de modo exclusivo ni siquiera dominante en los países económicamente más adelantados”. El racionalismo “no es en modo alguno campo abonado para que florezca esa relación del hombre con su “profesión”, en el sentido misional, que requiere el capitalismo”. “La dedicación abnegada … al trabajo profesional… era y sigue siendo uno de los elementos característicos de nuestra civilización capitalista”.

La palabra “profesión” tiene un matiz religioso en todos los pueblos de mayoría protestante, mientras que carece de él en los católicos, y en las lenguas antiguas sólo el hebreo parece tener un matiz religioso para esa palabra. Beruf, en alemán, y calling, en inglés. Dichas palabras nacieron de traducciones de la Biblia, pero “no del espíritu del texto original sino precisamente del espíritu del traductor”, de la traducción de Jesús Sirach pasó al lenguaje de los demás pueblos protestantes que la adoptaron. Así el trabajo obtiene un sentido sagrado. La “superación de la moralidad terrena” se realiza según el protestantismo mediante el cumplimiento de los deberes que cada cual se impone según su posición en la vida y su profesión, y no mediante la ascesis monástica. Pero sin embargo Weber no considera el sentido del trabajo como castigo desde la expulsión del paraíso, bastante distinto de “misión”, y si los protestantes en su mayoría siguen los preceptos y los sentidos de la Biblia, dicha concepción aparecida en el génesis no debió haber sido omitida.

El protestantismo rompe definitivamente con la vida monástica; según Lutero aquella es “el producto de un desamor egoísta” que “carece de valor para justificarse ante Dios”, que “se sustrae al cumplimiento de los deberes”; en cambio ensalza el trabajo profesional como amor al prójimo. Weber señala el nexo con Adam Smith: “la división del trabajo obliga a cada cual a trabajar para los demás”; de paso anula completamente la autosuficiencia.

La concepción del trabajo y la profesión es una de las mayores aportaciones de la Reforma y de Lutero. Pero Lutero no puede relacionarse directamente con el espíritu del capitalismo, pues se encuentran en sus palabras diatribas contra los grandes mercaderes, contra la usura, el préstamo y el interés.

La visión paulista del trabajo y de la profesión es la de un medio al que no de le debe atribuir excesiva importancia; pues lo importante es conseguir la bienaventuranza (p.69). Es decir que el trabajo no es la bienaventuranza para la concepción paulista. El protestantismo temprano asocia trabajo y profesión al destino: “cada cual debe permanecer en la profesión y estado en el que le ha colocado Dios…”.

La Reforma es inimaginable sin la evolución “personalísima de Lutero”, pero su “obra no hubiera sido duradera sin el calvinismo”. Católicos y luteranos aborrecen por igual al calvinismo, porque este muestra una enérgica dedicación puritana al mundo.

La reforma o las influencias religiosas no son indispensables ni para el nacimiento ni para el desarrollo del capitalismo pero si participan e influyen en él; basta “establecer si han existido afinidades electivas entre ciertas modalidades de la fe religiosa y la ética profesional” (p.76) para demostrarlo.

Iglesias reformadas, puritanas o ascéticas: calvinismo, pietismo, metodismo, bautistas (bautizantes), presbiterianas. El metodismo nace en XVIII dentro de la iglesia anglicana; se separa de ésta al llegar a América. El pietismo nace del calvinismo inglés y holandés, se unió a la ortodoxia y finalmente se incorporó al luteranismo. El movimiento puritano (o ascético) atacaba los fundamentos del anglicanismo, al parecer igual de poco riguroso con sus fieles que el catolicismo; el puritanismo se abocaba a la fidelidad moral-vida.

El hombre debe recorrer solo su camino en la búsqueda de la felicidad eterna, camino ignorado pero prescrito de antemano: “nadie podía ayudarle; no el predicador, porque sólo el elegido era capaz de comprender el espíritu de la palabra de Dios; no los sacramentos…” porque solo son medios para aumento de su gloria; tampoco la iglesia, que fuerza a los hombres a cumplir esos preceptos. “Este radical abandono… de la posibilidad de una salvación eclesiástico sacramental era el factor decisivo frente al catolicismo. Con él halló acabamiento el proceso de “desencantamiento” del mundo”. El hombre busca él solo Dios y la bienaventuranza, y además está predestinada a encontrarla.

EVANGELISMO PERSONAL

APUNTES DE APOLOGETICA BIBLICA

 "¿Qué es la Apologética Cristiana?"

Respuesta:
La palabra inglesa “apology” viene de una palabra griega que significa fundamentalmente “dar una defensa.” La Apologética Cristiana, entonces, es la ciencia de dar una defensa de la fe cristiana. Hay muchos escépticos que dudan de la existencia de Dios y/o atacan una creencia en el Dios de la Biblia. Hay muchos críticos que atacan la inspiración y la inerrancia de la Biblia. Hay muchos falsos maestros que promueven doctrinas falsas y niegan las verdades claves de la fe cristiana. La misión de los apologéticos cristianos es combatir estos movimientos, y en su lugar, promover al Dios cristiano y la verdad cristiana.

Probablemente el versículo clave en la Biblia para la apologética cristiana es 1 Pedro 3:15, “sino santificad a Dios el Señor en vuestros corazones, y estad siempre preparados para presentar defensa con mansedumbre y reverencia ante todo el que os demande razón de la esperanza que hay en vosotros…” No hay excusa ninguna por qué un cristiano sea completamente incapaz de defender su fe. Todo cristiano debe poder dar una presentación razonable de su fe en Cristo. No, no todo cristiano necesita ser experto en la apologética. Todo cristiano, sin embargo, debe saber lo que cree, por qué lo cree, cómo compartirlo con otros, y cómo defenderlo contra mentiras y ataques.

El segundo aspecto de la apologética cristiana, la cual es evitada muchas veces, es la segunda mitad de 1 Pedro 3:15, “con mansedumbre y reverencia”. El defender la fe cristiana con la apologética nunca debe involucrar el ser mal educado, enojado, o irrespetuoso. Mientras practicamos la apologética cristiana, debemos esforzarnos a ser fuertes en nuestra defensa, y al mismo tiempo, como Cristo en nuestra presentación. Si ganamos un debate, pero alejamos aun más a la persona de Cristo por nuestra actitud, hemos perdido el propósito verdadero de la apologética cristiana.

Hay dos aspectos primarios / métodos de la apologética cristiana. El primero, comúnmente conocido como la apologética clásica, involucra el compartir pruebas y evidencias que muestran que el mensaje cristiano es verdad. El segundo, comúnmente conocido como la apologética presuposicional, involucra el confrontar las presuposiciones (ideas preconcebidas, suposiciones) tras de las posiciones anticristianas. Proponentes de los dos métodos de la apologética cristiana a menudo se debaten sobre cuál método sea el más eficaz. Parece ser más productivo usar ambos métodos, dependiendo de la persona y la situación.

La apologética cristiana es fundamentalmente la presentación de una defensa razonable de la fe y la verdad cristiana a aquellos que no estén de acuerdo con ellas. La apologética cristiana es un aspecto necesario de la vida cristiana. Somos todos mandados a estar preparados y equipados para proclamar el evangelio y defender nuestra fe (Mateo 28:18-20; 1 Pedro 3:15). Esta es la esencia de la apologética cristiana.

HOMILETICA BIBLICA

EXEGESIS BIBLICA

El término exégesis corresponde a la palabra griega exegesis, que significa explicación, interpretación, y deriva del verbo ex-egeomai, dirigir, sacar fuera; por extensión, explicar, exponer, narrar. En este sentido se usa en lo 1,18: «Nadie ha visto jamás a Dios. Dios unigénito, el que está en el seno del Padre, pl lo ha dado a conocer» (exegesato), lo ha explicado (Lc 24,35; Act 10,18; 15,15; 21,19). Muy a menudo, y por razón de su etimología, el término exégesis se toma como sinónimo de hermenéutica (v. INTERPRETACIÓN), del griego hermeneuo, que significa traducir (lo 1,42; 9,7; Heb 7,2) y exponer (Lc 24,27). El origen etimológico de hermeneuein y de sus derivados es discutido, pero parece conducir a raíces que significan hablar, decir, emparentadas a sermo y a verbum latinos (G. Ebeling, en RGG 111,243).
   
      Algunos autores contemporáneos (p. ej., Ebeling) engloban la e. y todo trabajo bíblico en general con la hermenéutica. Sin embargo, la mayoria de los autores distinguen en la práctica entre hermenéutica y e., entendiendo por aquélla la búsqueda de la naturaleza y de los principios de una justa interpretación, cuya significación no_ tiene evidencia inmediata (R. Marlé, Le probléme théologique de 1'herméneutique, Les grands axes de la recherche contemporaine, París, 1963, 10). Por e. se entiende la exposición y declaración de un libro o de un pasaje del mismo. La hermenéutica es la ciencia (episteme) que señala las reglas que el exegeta debe tener en cuenta para interpretar rectamente un libro (v. INTERPRETACIÓN II); la e. es el arte (texne) de aplicar las reglas de la hermenéutica, de utilizarla como medio para conseguir su propio fin. Si la hermenéutica y la e. tienen por objeto los libros de la Biblia, reciben el calificativo de bíblica o sagrada.
   
      1. Finalidad de la exégesis bíblica. La tarea suprema de la e. b. «es la de hallar y exponer el verdadero sentido de los Libros Sagrados y, al hacerlo, deberá tener siempre presente que lo que más ahincadamente ha de procurar es ver y definir cuál es el sentido de las palabras de la Biblia, que llaman literal» (enc. Divino afflante Spiritu: EB 550). Pero como los libros de la Biblia han sido escritos por inspiración del Espíritu Santo, y Dios en su composición se valió de hombres elegidos, que usaban de todas sus facultades y talentos, se deduce que estos hombres son también verdaderos autores de sus respectivos libros, pues, al obrar Dios «en ellos y por ellos, pusieron por escrito todo y sólo lo que Dios quería» (Const. Dei Verbum, 3,11). Esta dualidad de autores no significa que en el texto sagrado haya dualidad o disparidad de sentidos literales, es decir, un sentido divino, el único infalible, y un sentido humano, bajo el cual se oculta el sentido divino (EB 612). Todo lo que afirman los hagiógrafos, o autores inspirados, lo afirma el Espíritu Santo, y viceversa (v. BIBLIA III).
   
      En la S. E. suelen distinguirse varios sentidos (v. NOEMÁTICA), como consecuencia de la riqueza del texto bíblico, al que puede y debe acudir el cristiano para encontrar alimento para su fe, estímulo para su esperanza, impulso para su amor, norma para su comportamiento. Pero esos sentidos no están en contradicción entre sí ni forman una dispersión inorgánica, sino que se basan en uno que debe considerarse primario: el que se llama sentido literal, o expresado por la letra del texto mismo. La Biblia no es una obra esotérica o ambigua, sino profundamente verdadera que nos trasmite un claro y definido mensaje de salvación. Por eso el sentido literal es, como suele decirse, universal (ya que no hay ningún texto bíblico que carezca de sentido) y único (puesto que todo texto tiene un sentido básico, sobre el que pueden apoyarse otros, pero sin contradecirlo). El primer deber del exegeta bíblico es, pues, esforzarse por determinar y estudiar, con todos los medios a su alcance, el sentido literal de un pasaje o libro bíblico.
   
      Pero con ello no está del todo precisada la finalidad de la e. bíblica. En efecto, ¿qué se entiende exactamente por sentido literal? Exegetas y teólogos discrepan a veces en efecto cuando se trata de definir con precisión el sentido literal. Numerosos exegetas, tanto antiguos como actuales, definen el sentido literal bíblico partiendo de la intención de Dios, autor principal de las S. E. Según Patrizzi, sentido literal bíblico es «el que el Espíritu Santo quiso enunciar» (De Interpretatione Scripturarum Sacrarum, Roma 1862, 6). Y Santo Tomás afirma que «vero sensus litteralis est quem auctor intendit, auctor autem Sacrae Scripturae Deus est» (Quodl. VII a14 ad5; De potentia, 9,4, al), es decir, da al sentido literal bíblico una extensión amplia y lo extiende a todas las enseñanzas que Dios, autor primero de la Biblia, nos da por la letra de sus textos. No se pregunta si estas enseñanzas entran explícitamente en la intención didáctica de los escritores sagrados, autores instrumentales subordinados a Dios, que hace que formulen su propia palabra (Grelot, o. c. 312). En este supuesto cabe admitir que Dios pudo dar a las palabras del hagiógrafo un sentido más alto, más amplio y pleno, dentro de la misma línea, que el que quiso expresar el autor humano. Éste pudo conocer sólo en parte el sentido literal intentado por Dios, por ser el hombre instrumento deficiente, de comprensión limitada, con relación a Dios que lo sabe todo (J. Gribmont, Le lien des deux Testaments selon la théologie de St. Thomas, «Ephemerides Theologicae Lovanienses», 22, 1946, 73).
   
      «Los antiguos partían de Dios como punto de referencia: Dios habla en las Escrituras. Modernamente se prefiere decir que los autores humanos escribieron bajo la inspiración divina. En ambos procedimientos cabe ver un matiz especial» (L. Cerfaux, Simples réflexions á propos de 1'exégése apostolique, «Ephemerides Theologicae Lovanienses» 28, 1949, 565). Esa afirmación podría ser matizada, a fin de evitar toda contraposición radical, que no corresponde por entero a la realidad, pero apunta no obstante hacia un dato objetivo que repercute en la misma definición del sentido literal. Así, para Benoit, es sentido literal «el que ha querido expresar el autor humano» (La Prophétie, París-Tournai 1947, 355); según G. Courtade, es «lo que el hagiógrafo quiso efectivamente expresar en y por las palabras de que se sirvió» (Le sens de 1'histoire et la classification usuelle des sens scripturaires, «Recherches de Science Religieuse», 36, 1949, 136-141); igualmente, para A. M. Dubarle, «es el sentido querido por el autor humano de un libro inspirado» (Le sens spirituel, «Rev. des Sciences Philosophiques et Théologiques», 31, 1947, 43). Otros autores critican esas definiciones por estimar que colocan el acento en un dato subjetivo -la intención del escritor- difícil de determinar. «La identificación del sentido literal con la intención del autor conduce a una antinomia implacable» (L. Lapointe, Les trois dimensions de l'herméneutique, París 1967, 40; éste es también el pensamiento de G. Gadamer, Wahrheit und Methode, Grundzuge einer philosophischen Hermeneutik, 2 ed. Tubinga 1965). De ahí que algunos definan el sentido literal partiendo de la expresión objetiva de las palabras: «Es el que se desprende de las mismas palabras correctamente interpretadas» (L. Pirot, Initiation biblique, París 1939, 332). «Es sentido literal todo lo que se encuentra en la letra y sólo en la letra, sin preocuparse de si fue conocido y querido a la vez por Dios y el hagiógrafo, o por Dios solamente» (A. Fernández, Apostillas relativas a los sentidos bíblicos, «Biblica», 37, 1956, 187-191). Una posición sintética es la que adopta R. C. Fuller: «el sentido literal de la Escritura es el que se deduce directamente del texto y es intentado por el escritor sagrado» (La interpretación de la S. E., en Verbum Dei, I, Barcelona 1956, n° 39).
   
      Por debajo de esas diversas definiciones aflora un problema de fondo, que influye en la comprensión misma de la e., y que conviene poner de manifiesto. Dicho sintéticamente: un énfasis excesivo en la intención del autor, que podría ser legítimo en el caso de un libro meramente humano, podría conducir la e. bíblica a cerrarse a las aportaciones que vienen de luces que Dios da en momentos posteriores, es decir, a perder el sentido de la unidad de la S. E., etc. Si tenemos presente el designio revelador da Dios y la pedagogía con la que ha procedido en su manifestación, se advierte claramente que no hay dificultad alguna en admitir que el autor humano pudo no tener conciencia clara de la plenitud de la Revelación, a la cual colabora, pero de una manera fragmentaria. Esto es comprensible, sobre todo para los autores de los libros del A. T., los cuales no podían dar una formulación perfecta de la economía de la salvación antes de la entrada de Cristo en el curso de la historia de la humanidad. Pero tenían una conciencia incoativa de estos misterios, y sus escritos contribuyen con un testimonio positivo, que aparecerá en toda su nueva profundidad una vez se lean a la luz de la Palabra de Cristo y del Evangelio (v.) anunciado a todo el mundo. «Entonces desaparecerán las ambigüedades, las insuficiencias se llenarán, sus límites crujirán, ya que los aspectos del misterio que ellos intuían a su manera y que no lograron formular de una manera adecuada, quedan ahora patentes en toda su amplitud. Es perfectamente legítimo otorgar toda esa plenitud de sentido a un texto que, antes, no contenía más que una expresión incoativa de la doctrina» (Grelot, La Bible parole de Dieu, París 1965, 316).
    

¿ CREE QUE EL FIN DEL MUNDO LO PREDICE EL HOMBRE O LA BIBLIA?

LA HISTORIA DEL DIA DE LAS BRUJAS

Trescientos años antes que Jesús naciera, los Celtas habitaron las islas Británicas, Escandinava y Europa Occidental Eran un grupo común y corriente, así como muchos de hoy en día. Su gobierno estaba controlado por una sociedad de sacerdotes paganos llamados Druidas.

Los Druidas eran satanistas que alababan y servían al dios de la muerte Samhain (pronunciando Sa-ma). Estos sacerdotes satánicos literalmente controlaban la vida de las personas a través de un mecanismo de temor, mucha muerte, enfermedades y destrucción les sobrevino a los Celtas como resultado de los Druidas y sus prácticas.

Cada año, el 31 de octubre, los Druidas celebraban la noche del Samhain, mejor conocido como el festival de la muerte, el que es reconocido actualmente por los satanistas.

Antón Lavey, autor de la “biblia satánica” y gran sacerdote de las iglesias satánicas, dice que existen tres días importantes para los satanistas: su cumpleaños, el 30 de abril y el día mas importante: Halloween. Añade que es en esa noche en la que los poderes satánicos llegan a su nivel máximo, y cualquier brujo u ocultista que haya tenido dificultad con hechizos o maldiciones puede alcanzar éxito en sus conjuros durante esa noche.

El 31 de octubre es el comienzo de un nuevo año para la brujería. La enciclopedia Word Book dice que este es el inicio de todo lo “frió, oscuro y la muerte”.

DULCE O TRAVESURA
Los sacerdotes Druidas iban de casa en casa demandando todo tipo de comidas extrañas para su propio consumo y para ofrecerla después en el festival de la muerte. Si la gente se negaba a sus demandas hablaban una maldición demoníaca sobre el hogar, y la historia cuenta que alguien de esa familia moría en transcurso del año.

LA CALABAZA
Los Druidas llevaban consigo un gran nabo hueco al que le esculpían un rostro en la parte frontal, esto para representar el espíritu demoníaco en el cual dependían para obtener poder y conocimiento. Este espíritu es llamado un espíritu familiar.

El nabo encendido con una vela que va por dentro era usado por los Druidas como una linterna conforme iban de casa en casa por la noche, ellos creían que dicho espíritu habitaría en los nabos y los ayudaría a llevar a cabo los hechizos que habían proferido sobre los hogares y vidas de aquellos que se rehusaban ante sus demandas.
Cuando esta practica vino a América, en los siglos XVIII y XIX, los nabos no eran conocidos, pero si tenían un vegetal nativo: LA CALABAZA.

El nombre dado al espíritu que habitaba en el nabo era “Jock” y al llegar a América cambio a “Jack” quien vive en la linterna. Todo esto llego hasta nosotros vía los Estados Unidos.

QUE SIGNIFICA HALLOWEEN?
Cuando el emperador Constantino decretó que los habitantes de su imperio se convirtieran al cristianismo, muchos ritos paganos se introdujeron. Fue así como el festival de Samhain se infiltro.

Ante la imposibilidad de abolir completamente las fiestas paganas, la iglesia decidió santificar algunas de ellas. En el siglo IX el Papa declaro el 1 de noviembre como el día de todos los santos, en honor a todos los martirizados. La misa que se decía en el día de los santos es el “All hallowmas” y con los años se convirtió en All Hallows Eve, All Hallowed Eve y finalmente Halloween.

Sin embargo, la gente no dejo sus ritos paganos ni dejo de alabar a los demonios. Lo que fue en un principio sigue siendo, Halloween es un dia que promueve lo frio, lo oscuro y la muerte.

NUESTRA POSICIÓN COMO CRISTIANOS
Historia de Halloween y La Biblia1. La fiesta de Halloween, es una fiesta dedicada a Satanás y a sus demonios y no consideramos que sea una opción para divertimos. “Y no participéis en las obras de las tinieblas, sino mas bien reprendedla” Efesios 5:11

2. Es una fiesta que ademas apela al consumismo y promueve valores extraños a nuestra cultura.
3. Creemos que lo importante no son las expresiones externas de la fiesta, sino lo que se esconde tras ellas: la adoración a Satanas.

4. Sostenemos firmemente que el unico digno de adoración es JESÚS, el hijo de Dios.

“Para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que estan en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra; y toda lengua confiese que Jesucristo es el Senor para la gloria de Dios Padre”. Filipenses 2:10-11.