martes, 17 de abril de 2012

LOS LOGROS DE DIOS SOBRE UN GRAN HOMBRE


Para una gran parte de la humanidad, a veces es imposible creer que Dios en su gran creaciòn multiforme, haga proezas inimaginables con ella; no esboza la magnificencia de su deidad en cuanto a su poder de transformar, de persuadir con su sagrada voz y de llevar hasta lo mas alto la misma personalidad humana.

Esto, ¡ si ! esto es lo que el mismo ser humano debe reconocer y pudo haber reconocido desde el primer tiempo de su existencia en esta tierra; reconocer los grandes hitos positivos que se han llevado a cabo por medio de los mas grandes eventos de la ciencia en todo su esplendor, que forma parte de èsta creaciòn Divina; pero lo que hace la humanidad es infligir odio, rencores, debilidades, guerras, crear armas biologicas con la ciencia que Dios puso en su mente y no para destruirse entre uno y otro, sino para edificarse como parte de la creaciòn.

Pero habemos otros como parte de esta humanidad que si reconocemos los logros por el poder de la palabra, que Dios sì ha tenido en su haber; hombres y mujeres de ciencia, de paz, de conciencia, unionistas, guerreristas para el bien; hombres y mujeres que han confiado en ese Poder y que agarrados de ese Poder sin mancha, inefable, infalible y unico; han logrado para el mundo y la misma humanidad con todos sus defectos; grandes proezas y destrezas, habilidades aptas para cambiar las malas actitudes y mejoras nuestras aptitudes hacia una vida mejor.

Y se trata con este preàmbulo, de los logros que Dios ha obrado sobre un gran hombre de mente y manos prodigiosas quien con su corazòn altruista llegò hasta las tierras hondureñas, para ser parte de ella y quedarse en ella formando una familia fabulosa; una ejemplar familia cristiana, amante de los logros de Dios en su esposo. Nos referimos al doctor EMEC CHERENFANT mèdico cirujano, especialista en reconstruccion estetica y en la plastica medica; profesional de muchos quilates quien despues de nacionalizado hace muchos años en Honduras; hace unos años mal logrò sus aspiraciones de realizarle una cirugia a Tegucigalpa, por las practicas groseras; defectos de la misma humanidad.

Pero no se inmutò de tal percance y siguiò adelante con su proyecto mèdico, logrando por medio de su programa DOCTOR 5-04 la mas expectante audiencia, pues en Honduras no hay programas similares en esto de traernos en vivo y a todo color operaciones de casos diversos (terribles diria yo) , propios de su profesion y rodeado de los mejores elementos mèdicos que hay en nuestro paìs, incluyendo a su esposa.

Hoy dia; esos logros que Dios ha hecho en este hombre amable, apacible y que en sus ratos de ocio alaba a su Creador con su "Asociaciòn Amor y Fe" de la Iglesia Adventista; han llegado al extremo de bendecir a este pueblo con una obra monumental de ingenieria: el HOSPITAL 5-04 que muy pronto abrira sus puertas en Tegucigalpa; como ejemplo del amor a Dios en primer lugar y el amor que tiene a su segunda Patria el doctor Cherenfant; ejemplo digno que otros no pueden imitar, porque el decàlogo hipocràtico lo han tirado al cesto de la basura y han cerrado asì sus corazònes a los mas desposeidos.

Gracias Dios porque tus logros en los hombres de buena fè y que en realidad creen en ti y en el mensaje divino de tu palabra; riegan los campos del dolor con sus lagrimas, llevando al mismo tiempo un mensaje de aliento para una vida mejor; tambien para no ser egoista, trata con los que no tienen corazon. AMEN

LOLEK

Karol Józef Wojtyła (Wadowice, Polonia, 18 de mayo de 1920Ciudad del Vaticano, 2 de abril de 2005), más conocido como Juan Pablo II, fue el 264.º papa de la Iglesia católica entre 1978 y 2005. Como tal, fue también el jefe de Estado de la Ciudad del Vaticano.

Tras haber sido obispo auxiliar (desde 1958) y arzobispo de Cracovia (desde 1962), se convirtió en el primer papa polaco en la historia, y uno de los pocos en los últimos siglos que no nacieron en Italia. Su pontificado de más de 26 años ha sido el tercero más largo en la historia de la Iglesia católica, después del de san Pedro (se cree que entre 34 y 37 años) y el de Pío IX (31 años).

Juan Pablo II ha sido aclamado como uno de los líderes más influyentes del siglo XX, recordándoselo especialmente por ser uno de los principales símbolos del anticomunismo y por su lucha contra la expansión del marxismo por lugares como Iberoamérica, donde combatió enérgicamente al movimiento conocido como la teología de la liberación, con la ayuda de su mano derecha, a la postre sucesor, Joseph Ratzinger.
Jugó asimismo un papel decisivo para poner fin al comunismo en su Polonia natal y, finalmente, a todos los de Europa, así como para la mejora significativa de las relaciones de la Iglesia católica con el judaísmo, el islam, la Iglesia ortodoxa oriental, y la Comunión Anglicana.

De entre los hechos más notorios de su pontificado destaca el intento de asesinato que sufrió el 13 de mayo de 1981, mientras saludaba a los fieles en la Plaza de San Pedro, a manos de Mehmet Ali Agca, quien le disparó a escasa distancia desde la multitud. Tiempo después el terrorista fue perdonado públicamente por el pontífice en persona.

Fue uno de los líderes mundiales más viajeros de la historia, visitando 129 países durante su pontificado, hablando además los idiomas siguientes: italiano, francés, alemán, inglés, español, guaraní, portugués, ucraniano, ruso, croata, el esperanto, griego antiguo y latín, así como su natal polaco. Como parte de su especial énfasis en la llamada universal a la santidad, beatificó a 1.340 personas y canonizó a 483 santos, más que la cifra combinada de sus predecesores en los últimos cinco siglos. El 19 de diciembre de 2009, Juan Pablo II fue proclamado Venerable por su sucesor, el papa Benedicto XVI, quien también presidió la ceremonia de su beatificación el 1 de mayo de 2011.

JESUS SIGUE DIVIDIENDO HISTORIAS

Uno de los temas fundamentales en la vida cristiana es el de la resurrección. ¡Jesucristo ha resucitados! Si Jesús no hubiera resucitado seríamos los más miserables de todos los hombres, nuestra fe sería en vano, pero Él resucitó ¿se alegra? Esa es la realidad, Jesús ha resucitado, y eso es importante comprenderlo. Uno de los temas que lamentablemente tenemos que tocar, pero que a nadie le gusta, es el de la muerte. Hay muertos continuamente, este viernes pasado nos tocó acompañar a una familia en el cementerio, la muerte no respeta feriados, fines de semana, cualquier día visita a aquellos que vivimos en este planeta, y observé a muchas otras personas que estaban visitando la tumba de sus seres queridos, adornándolas y seguramente compartiendo su dolor por la separación.

Uno de los principales periódicos de Guatemala dice que en estos días de asueto 53 personas murieron, lamentablemente 30 de ellas sufrieron una muerte violenta. Hace 100 años entre el 14 y 15 de abril de 1912, el Titanic – ese transatlántico impresionante, en su época que  salió de Inglaterra rumo a Estados Unidos, lleno de soberbia y orgullo, del que el fabricante dijo: Este barco ni siquiera Dios lo puede hundir. Lamentablemente en su primer viaje topó contra un iceberg y se fue al fondo del mar. Nos cuentan que mil 512 personas fallecieron. Aún se encuentra ahí en el fondo del mar como una gran tumba.

Cada época tiene sus  grandes acontecimientos. Todos recordamos el 11 de Septiembre del 2001 cuando las torres gemelas, en Nueva York, fueron destruidas literalmente por dos aviones que se impactaron en ellas. La mayoría de los que estamos aquí vimos, por la televisión en vivo y en directo, la muerte de casi tres mil personas. La muerte llega, mueren los no creyentes, mueren los creyentes, pero Jesucristo dijo: El que cree en mí, aunque esté muerto vivirá. Y esa es nuestra esperanza, que moriremos físicamente, pero tendremos vida eterna.

Recuerdo la conversación que leí de tres hombres que estaban platicando y decían, entre sí: ¿Qué te gustaría que dijeran cuando estés tendido en tu caja de muerto en la funeraria? Si pudieras oír ¿qué te gustaría oír? Y uno que era muy orgulloso por su formación académica, siendo maestro, dijo: ¡Ah! A mí me gustaría que pasaran mis alumnos y dijeran: Qué gran maestro fue, qué bien me educó, tanto que aprendí de este maestro. Y el segundo dijo: A mí me gustaría oír cunado esté en la funeraria, que pasen mis hijos y que digan: que buen papá tuve, mi papá fue extraordinario, fue ejemplar, fue íntegro, responsable, eso me gustaría oír. Luego el tercero dijo: Lo que a mí me gustaría oír cuando esté en la caja es que alguien se acerque y diga: Se está moviendo, se está moviendo. Pues aunque nadie diga que usted se está moviendo, cuando muera se estará moviendo en la presencia de Dios. Usted resucitará, usted tendrá vida eterna, porque eso es lo que el Señor nos ha ofrecido.

Así como nosotros, a veces, visitamos un cementerio para acompañar a un ser querido y otras veces vamos para adornar el lugar donde descansan los restos de un ser querido, también hubo unas mujeres que amaban a Jesús, y estas mujeres se levantaron muy de mañana para ir a ver el sepulcro donde estaba, porque eso es  lo que uno va a ver a un cementerio, los sepulcros. No están ahí las personas, ahí están los restos de su casa temporal de habitación, nuestro cuerpo es una casa  temporal de habitación que se va gastando, se va envejeciendo hasta que se vuelve polvo. Lo dice Mateo 28:1-10 “Después del sábado, al amanecer del primer día de la semana, María Magdalena y la otra María fueron a ver el sepulcro. Sucedió que hubo un terremoto violento, porque un ángel del Señor bajó del cielo y, acercándose al sepulcro, quitó la piedra y se sentó sobre ella. Su aspecto era como el de un relámpago, y su ropa era blanca como la nieve.Los guardias tuvieron tanto miedo de él que se pusieron a temblar y quedaron como muertos. El ángel dijo a las mujeres: —No tengan miedo; sé que ustedes buscan a Jesús, el que fue crucificado. No está aquí, pues ha resucitado, tal como dijo. Vengan a ver el lugar donde lo pusieron. Luego vayan pronto a decirles a sus discípulos: “Él se ha levantado de entre los muertos y va delante de ustedes a Galilea. Allí lo verán.” ¡Qué experiencia tan impresionante! Yo sé que usted ama mucho a su mamá, pero si se le apareciera, después de tres días de muerta, es probable que se asustara un poco. Y si no es su mamá sino la mamá de su mujer, más se asustaría. A nadie le agrada la idea de encontrarse con un muerto, sin embargo, Jesús le había dicho a sus discípulos: Yo tengo que morir para que se cumplan las Escrituras, pero voy a resucitar, a los discípulos hasta se les había olvidado esa verdad que Jesús les había adelantado. Y eso fue lo que ocurrió.

Por eso las mujeres estaban asustadas, porque además de hablar con un ángel – no se hace todos los  días-, los soldados estaban tan asustados que tenían miedo por encontrarse con un ángel y ver la grande y pesada piedra que cubría la tumba que había sido movida. La realidad es que Jesús resucitó y gracias a estas mujeres obedientes, Jesús les dijo vayan y díganle a los discípulos que ya estoy vivo. Y las mujeres asustadas pero alegres, dice la Escritura, corrieron a dar la noticia. Hay quienes insinúan que el Señor se les apareció primero a las mujeres, porque son más comunicativas, eso no es lo mismo que ser chismosas. Hace muchos años se me acercó una señora muy querida, que ya descansa en la presencia del Señor, y me cuenta: Dicen que yo soy muy chismosa. Tú no eres chismosa –le contesto-, tú eres comunicativa. Se fue realizada, porque tenía un adjetivo calificativo mucho más agradable. La verdad es que en todas partes andaba comunicando el mensaje de Jesucristo. Estimadas mujeres, aprovechen ese don que tienen, compartan con otros que ¡Jesús no está muerto, ha resucitado! Y que Él es nuestro Señor y nuestro Salvador, por favor corran a dar la noticia a todas partes, háganlo todos los días. Y, por supuesto, también hay hombres que tienen ese don de la chismografía. Entonces, pasemos ese buen chisme: ¡Cristo no está muerto, Cristo ha resucitado!

Dos mujeres empezaron a contar el mensaje y la BBC de Inglaterra dice que hoy en día el cristianismo es la religión más grande del mundo, con cerca de 2 mil millones, 2.1 billones de seguidores. Por supuesto, en el mundo ya somos más de siete mil millones de habitantes o sea que aunque somos muchos todavía no somos todos. Y por eso tenemos que seguir el ejemplo de estas mujeres y llevar el mensaje de Jesús allá en nuestros colegios, universidades, clubes  trabajos, partidos políticos, equipos de fútbol, donde quiera que estemos tenemos que llevar el mensaje que Jesús está vivo. Hay muchos que por llevar el mensaje de Cristo han dado su vida, han pagado con su propia sangre ese mensaje que han llevado. El Nuevo Testamento está lleno de ejemplos, el primer mártir de la Iglesia se llamó Esteban, él por compartir el mensaje de Cristo lo apedrearon y cuando empezaron a apedrearlo dice que el cielo se abrió y veía sentado al lado derecho del trono de Dios a Jesús. El Señor le permite a usted ver cosas extraordinarias cuando usted muere con la fe puesta en Cristo Jesús.

Es importante entender que esos dos mil 100 millones de cristianos son producto de nuestro Señor Jesús. Hay personajes que han transformado distintos aspectos de la vida del hombre, pero el cambio más grande que se ha dado en la historia se dio a través de Jesús, al extremo que creyentes e incrédulos tienen que citar la historia  diciendo antes de Cristo y después de Cristo. Por eso llevamos más de dos mil años diciendo después de Cristo la historia es esta, pero hay muchos como los que vimos hoy pasar al altar y decir Señor heme aquí, límpiame, transfórmame, para ellos su historia empezará hoy, hoy podrán decir que se encontraron con Cristo y podrán decir mi vida antes de Cristo fue triste, solitaria, amargada, llena de vicios.

Un querido amigo nos contaba anoche – mientras predicaba este tema en el Auditórium Mayor de la Roosevelt- que antes de Cristo era un borracho y muchas cosas más. Y nos dice: “Yo frecuentaba una cafetería llamada Olimpia en la 12 avenida entre 17 y 18 calle de la zona 1, ya no existe, pero esa cafetería no tenía nada, lo que menos bebía la gente, al entrar, era café. Yo llegaba seguido, nos dice este hermano, y lo que hacía era comprar cerveza, beber licor y me sentaba en una mesa en la que me quedaba enfrente un espejo y ahí me tomaba mi cerveza y me quedaba viendo mi cara. Me levantaba, me iba al baño, me fumaba un pito de marihuana, lo que me sobraba lo dejaba ahí en el pestillo de la ventana, regresaba a la mesa, me echaba otro trago, encendía un cigarrillo y volvía a verme la cara en el espejo. Y eso lo hacía muchas veces y salía de ahí loco, borracho, drogado. ¿Qué tanto me miraba la cara en el espejo? A lo mejor estaba enamorado de mi desgracia”.

Hace más de cuarenta años que este mi hermano amado dejó la bebida y dejó todos los pecados y ahora es un siervo del Señor, cristiano, predicador del Evangelio que ya no se mira la cara en ese espejo sino que se mira en el espejo de la Palabra de Dios, para ser cada vez más como es nuestro Señor Jesucristo. Porque ahora marca su vida en un antes y un después de Cristo. Aquí hay miles de personas que nos pueden decir cómo era su vida  antes de Cristo. Usted seguramente conoce a muchos que antes de Cristo no los aguantaba ni su propia madre, pero ahora hasta usted los aguanta, porque el Señor ha obrado el cambio. Dios transforma a la gente.

En otro tiempo ustedes estaban muertos en sus transgresiones y pecados, en los cuales andaban conforme a los poderes de este mundo. Se conducían según el que gobierna las tinieblas, según el espíritu que ahora ejerce su poder en los que viven en la desobediencia. En ese tiempo también todos nosotros vivíamos como ellos, impulsados por nuestros deseos pecaminosos, siguiendo nuestra propia voluntad y nuestros propósitos. Como los demás, éramos por naturaleza objeto de la ira de Dios. Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor por nosotros, nos dio vida con Cristo, aun cuando estábamos muertos en pecados. ¡Por gracia ustedes han sido salvados! – Dígale a su vecino Por gracia usted ha sido salvado-. Y en unión con Cristo Jesús, Dios nos resucitó y nos hizo sentar con él en las regiones celestiales, para mostrar en los tiempos venideros la incomparable riqueza de su gracia, que por su bondad derramó sobre nosotros en Cristo Jesús. Porque por gracia ustedes han sido salvados mediante la fe; esto no procede de ustedes, sino que es el regalo de Dios, no por obras, para que nadie se jacte. Porque somos hechura de Dios, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios dispuso de antemano a fin de que las pongamos en práctica” (Efesios 2:1-10).

LAS CREENCIAS ROMANAS EN UNA VIDA DESPUÉS DE LA MUERTE

Los romanos no colocaban las tumbas en un lugar tranquilo y solitario, sino a orillas de las calzadas a la salida de las ciudades, donde los transeúntes podían contemplarlas y admirarlas. En Pompeya todavía podemos contemplar las tumbas a lo largo de las calzadas que salían hacia el norte desde la Puerta de Herculano y hacia el sur desde la de Nuceria.
 
Algunas eran grandiosas e impresionantes y parecían casas en pequeño; otras eran mucho más sencillas. Era una costumbre corriente decorarlas con guirnaldas de flores y colocar ofrendas de vino y comida delante de ellas.

El que enterraran a los muertos en las orillas de sus concurridas calzadas, en lugar de en cementerios tranquilos, no era por parte de los romanos una muestra de falta de respeto hacia aquéllos. Al contrario, creían que, si los muertos no eran debidamente enterrados y cuidados, sus espíritus se les aparecerían y les llegarían a causar daños. Era muy importante proporcionar al difunto una tumba o un sepulcro, donde su espíritu pudiera tener una morada. Pero también se pensaba que el muerto quería estar cerca de los vivos. Hay una tumba que tiene una inscripción: "Veo y contemplo a todo el que va y viene de la ciudad", y otra que dice: "Lolio ha sido colocado al borde del camino para que todos los transeúntes puedan decirle 'Buenos días, Lolio'".

Se creía que su actividad vital continuaba en cierta manera y por tanto había que abastecerlo de las cosas que necesitara. Un cazador querría tener su lanza, un agricultor sus aperos, y una mujer su huso. Si el muerto era inhumado, sus objetos personales eran enterrados con él; si era incinerado, se quemaban también con él.

Un escritor griego llamado Luciano cuenta la historia de un marido que había quemado en una pira funeraria todas las joyas y todos los vestidos de su esposa difunta, para que los pudiera tener consigo en el otro mundo. Una semana más tarde, cuando estaba intentando consolarse con la lectura de un libro sobre la vida en el más allá, se le apareció el espectro de su esposa. Ésta comenzó a reprocharle que no hubiera incinerado una de sus sandalias doradas, que, según decía ella, estaba debajo de un cofre. El perro de la familia comenzó a ladrar y entonces el espíritu desapareció. El marido miró debajo del cofre, halló la sandalia y la quemó.

Se pensaba también que los espíritus de los muertos tenían hambre y sed y por tanto había que proporcionarles bebida y comida. En la tumba se colocaban con regularidad ofrendas de huevos, judías, lentejas y vino. A veces se abrían agujeros en las tumbas para poder echar vino dentro. Se ofrecía vino porque era un sustituto apropiado de la sangre, la bebida favorita de los muertos. No obstante, durante el funeral y en ocasiones especiales se sacrificaban animales y se hacía una ofrenda con sangre.

Con todo, se pensaba que a pesar de esas tentativas por cuidar de ellos, los muertos no llevaban una existencia muy feliz. Para ayudarles a olvidarse de esa infelicidad, sus tumbas se adornaban frecuentemente de flores o eran rodeadas de jardincillos, costumbre que ha perdurado hasta nuestros días, aunque haya cambiado su significado original. Con éste mismo fin, la familia y los amigos del difunto celebraban un banquete después del funeral y en el aniversario de su muerte. Unas veces estos banquetes tenían lugar en un comedor adosado a la tumba misma, otras en el hogar de la familia. Se creía que los espíritus de los muertos prestaban atención a estos acontecimientos festivos y disfrutaban con ellos.

Había también algunas personas que creían en un mundo de ultratumba donde los malos sufrían castigos por las malas acciones cometidas durante su vida y donde los buenos vivían dichosos eternamente. Se contaban relatos sobre el castigo sufrido por malhechores famosos como el malvado Titio, a quien unos buitres le desgarraban a picotazos el hígado, y el de las hijas de Dánao (las Danaides), que fueron condenadas a echar eternamente agua en unas ánforas que no tenían fondo.

UNIÓN CON CRISTO EN LA CONSAGRACIÓN

“Después hizo que trajeran el otro carnero, el carnero de las consagraciones, y Aarón y sus hijos pusieron sus manos sobre la cabeza del carnero. Y lo degolló; y tomó Moisés de la sangre, y la puso sobre el lóbulo de la oreja derecha de Aarón, sobre el dedo pulgar de su mano derecha, y sobre el dedo pulgar de su pie derecho. Hizo acercarse luego los hijos de Aarón, y puso Moisés de la sangre sobre el lóbulo de sus orejas derechas, sobre los pulgares de sus manos derechas, y sobre los pulgares de sus pies derechos; y roció Moisés la sangre sobre el altar alrededor.” Levítico 8: 22-24 “Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional. 2No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta.” Romanos 12: 1,2

“Y por ellos yo me santifico a mí mismo, para que también ellos sean santificados en la verdad”. Juan 17:19

En este pasaje del capítulo ocho del libro de Levítico, es importante notar lo que aconteció en la consagración de Aarón y sus hijos al sacerdocio. Se trajo el carnero de las consagraciones; Aarón y sus hijos pusieron sus manos sobre la cabeza del animal, que luego fue sacrificado y su sangre derramada. Enseguida tornó Moisés de la sangre y la aplicó sobre cada uno de ellos, en distintas partes de sus cuerpos.

Aquí tenemos los dos aspectos de la consagración. La sangre derramada es el lado de la muerte; la sangre aplicada, el de la vida. La sangre derramada representa la vida sacrificada, entregada, abandonada; pero en la sangre aplicada al hombre tenemos la vida impartida para obrar en él activa y poderosamente. Cuando esto se reconoce, se entiende lo que es la consagración y también lo que significa la imposición de las manos, o sea el acto de identificación con una vida entregada a la muerte. La sangre aplicada representa una nueva posición; quiere decir que ahora no hay nada de la vida propia del hombre, todo es de Dios pues vive por Él y para Él únicamente. Esto es la consagración.

El capítulo diecisiete del evangelio según San Juan, se conoce corno la oración sacerdotal del Señor Jesús. Allí está, avanzando hacia el altar, en la consagración de sí mismo por Sus hijos, a los que quiere llevar a la gloria para que vean Su gloria, y para que ellos también gocen de esa misma gloria. Aquí tenemos, sin duda, lo que representan Aarón y sus hijos. El Sumo Sacerdote se santifica (se consagra) a sí mismo, como dice, para que ellos también sean santificados (consagrados). El resto de la oración es una maravillosa exposición del significado espiritual de esta parte de Levítico, capítulo ocho. Por medio de estas pocas líneas procuraremos entenderlo mejor.

El hombre entero entra en el terreno de la consagración, en sus dos aspectos de muerte y vida; por un lado la vida entregada, abandonada, y por otro la vida, hallada, que continua, pero sobre una nueva base. Esto concierne al hombre entero representado por su oído, mano y pie. Es un mensaje sencillo y claro para nuestros corazones.

EL GOBIERNO DEL OIDO

Empezamos por el oído:

“…. y tomó Moisés de la sangre, y la puso sobre el lóbulo de la oreja derecha de Aarón”

Esto simboliza que el Señor debe tener el gobierno supremo del oído, que debemos llegar al punto en que el oído está muerto a toda otra voz o influencia que quiera dominarnos, pero que está vivo para Dios y solamente para Él.

Está claro que, en cierto modo, el oído es lo que gobierna cada vida; no necesariamente el órgano exterior, sino la facultad de escuchar voz, de prestar oído a cualquier sugestión. Las sugestiones pueden venir de nuestro propio temperamento y de nuestra educación. Las cosas que nos inspiran en nuestra vida pueden ser nuestros deseos e inclinaciones naturales, las tendencias de nuestra constitución, ambiciones, aficiones e intereses profundamente arraigados en nosotros, sencillamente porque es así nuestra naturaleza. Escuchar esas voces es tener la vida gobernada por nuestros propios intereses. O tal vez sean otras cosas, como las sugestiones, deseos y ambiciones de otras personas para nosotros, la voz del mundo, la voz de los afectos humanos, el considerar lo que a otros agrada.