martes, 30 de noviembre de 2010

PRINCIPIOS BASICOS DE LA BIBLIA

2.3 LOS DONES DEL ESPÍRITU SANTO


En varias ocasiones, en sus tratos con los hombres, Dios ha delegado en algunas personas el uso de su poder (el "Espíritu Santo"). Sin embargo, esto nunca ha sido en forma de un "cheque en blanco," por decirlo así, que les permitiera hacer lo que les placiera; el uso de este Espíritu Santo ha sido siempre para un propósito específico. Una vez que se ejecutaba, se les retiraba el don del Espíritu Santo. Debemos recordar que el Espíritu de Dios actúa de tal manera que ayude a avanzar el propósito que Él tiene en mente. Este propósito puede permitir sufrimientos de corto plazo en la vida de los hombres, a fin de poner por obra su propósito de largo plazo (véase el estudio 6.1), así que se debe entender que no se usaría su Espíritu Santo necesariamente para aliviar el sufrimiento humano en esta vida. Cualquier alivio semejante que efectúe será para el propósito superior de comunicarnos la mente de Dios.

Esto presenta un contraste notable con la actitud cristiana popular hacia el Espíritu Santo hoy en día; da la impresión de que la creencia en Cristo tiene valor sólo debido a su beneficio físico; por ejemplo, la sanidad de enfermedades o una exaltación espiritual que supuestamente dará el Espíritu Santo. Esto explicaría por qué en países como Uganda, ha habido un notable surgimiento de personas que afirman poseer los dones espirituales de sanidad, e históricamente tales pretensiones a menudo han coincidido con épocas de grandes necesidades para la gente. Esto en sí mismo pone en tela de juicio las actuales pretensiones de posesión del Espíritu; si alguien anda en busca de experiencia que trascienda la crítica situación actual del género humano, es fácil afirmar que ha encontrado algo que llena los requisitos.

Dios siempre ha dado su Espíritu para llevar a cabo objetivos específicos y definidos. Debido a esto, aquellos que verdaderamente poseían los dones del Espíritu, sabían exactamente en qué los iban a usar y, por lo tanto, al usarlos no obtenían tan sólo un éxito parcial. Esto contrasta con los muchos fracasos y curaciones parciales que han experimentado aquellos que pretenden tener hoy en día los dones espirituales de sanidad.

Los siguientes ejemplos indican razones y objetivos específicos que había detrás del otorgamiento de los dones espirituales. En ninguno de estos casos había elemento subjetivo en relación con la posesión de los dones, ni tampoco podían sus poseedores usarlos como ellos estimaran conveniente. Debido a que estamos hablando del Espíritu de Dios, es inconcebible que los hombres pudieran dirigir su uso, ya que les fue dado para que llevaran a cabo ciertos deseos específicos de Dios, más bien que los de los hombres que tenían su uso temporal (compárese con Isaías 40:13).

-A comienzos de la historia de Israel, se les mandó hacer una detallada tienda ("tabernáculo"), en la cual se guardarían el altar y otros artículos sagrados; se dieron minuciosas instrucciones referente a cómo confeccionar todos los artículos que serían necesarios para la adoración a Dios. Para realizar esto, Dios dio su Espíritu a ciertos hombres. A estos se les llenó "de espíritu de sabiduría, para que hagan las vestiduras de Aarón..." (Ex. 28:3).

-Uno de estos hombres, Bezaleel, fue lleno "del Espíritu de Dios, en sabiduría y en inteligencia, en ciencia y en todo arte... para trabajar en oro... y en artificio de piedras... en toda clase de labor" (Ex. 31:3-5).

-Números 11:14-17 consigna cómo le fue tomada a Moisés una porción del poder/espíritu que se le había delegado a él, y le fue dada a los ancianos de Israel con el propósito de que pudieran juzgar correctamente las quejas del pueblo, para que hubiera menos presión sobre Moisés. Poco antes de la muerte de Moisés, se transfirió el poder espiritual de él a Josué, de manera que él también pudiera dirigir apropiadamente al pueblo de Dios (Dt. 34:9).

-Desde el tiempo en que el pueblo de Israel entró en su tierra hasta su primer rey (Saúl), estuvieron gobernados por hombres llamados jueces. Durante este período, a menudo los oprimían sus enemigos, pero el libro de los Jueces narra cómo vino el Espíritu de Dios sobre algunos de los jueces a fin de que salvaran milagrosamente a Israel de sus invasores: Otoniel (Jue. 3:10), Gedeón (Jue. 6:34) y Jefté (Jue. 11:29), ejemplifican esto.

-A otro juez, Sansón, se le dio el Espíritu para que pudiera matar a un león (Jue. 14:5-6); matar a treinta hombres (Jue. 14:19), y romper las cuerdas con las cuales se le había atado (Jue. 15:14), Por lo tanto, Sansón no poseía este "Espíritu Santo" en forma continua: vino sobre él para que realizara cosas específicas, y luego le fue retirado.

-Cuando Dios tenía un mensaje especial para su pueblo, el Espíritu inspiraba a alguien para que transmitiera la palabra de Dios. Cuando terminaba el mensaje, se le retiraba el don espiritual de hablar directamente en nombre de Dios, y entonces las palabras de esa persona eran de nuevo las suyas personales, más bien que las de Dios. Uno de los muchos ejemplos:

"Entonces el Espíritu de Dios vino sobre Zacarías... y... les dijo [al pueblo]: Así ha dicho Dios: ¿Por qué quebrantáis los mandamientos de Jehová" (2 Cr. 24:20).

Véanse 2 Cr. 15:1,2 y Lc. 4:18,19 para otros ejemplos.

Por consiguiente, debiera ser evidente que recibir el don de usar el Espíritu de Dios para un propósito en particular no era

-una garantía de salvación

-algo que duraba toda la vida de una persona

-una fuerza mística dentro de ellos

-algo que se ganaba por medio de "una experiencia personal" extática.

Se debe hacer notar que en relación con los dones del Espíritu Santo hay mucha confusión. Algunas personas afirman que "han recibido el Espíritu Santo", y en más de una asamblea evangélica el predicador ofrece a aquellos que están considerando "aceptar a Jesús" la perspectiva de "recibir los dones espirituales". Pero se debe reiterar la pregunta: ¿Cuáles dones? Es inconcebible que los hombres no sepan exactamente cuál es el don que poseen. A Sansón se le dio un don espiritual para matar a un león (Jue. 14:5,6); cuando enfrentó al rugiente animal, el debe haber sabido exactamente para qué se le había dado el Espíritu. No debe haber habido ninguna duda en su mente: Esto presenta un severo contraste con aquellos que hoy en día pretenden haber recibido el Espíritu Santo. pero que no pueden realizar ningún acto específico; ni tampoco saben cuál don (o cuáles dones) se supone que tienen.

Sin duda no queda más alternativa que concluir que tales personas han tenido una dramática experiencia emocional en conexión con el cristianismo, y que el subsiguiente y drástico viraje en su actitud hacia la vida les ha dejado una extraña sensación de novedad dentro de sí. Dándose cuenta de esto, se han aferrado a los pasajes bíblicos que se refieren a los dones del Espíritu Santo, llegando a la siguiente conclusión: "¡Esto debe ser lo que estoy experimentando!"

Cuando luchamos contra la falacia de nuestros sentimientos (Jer. 17:9), debemos mantener los pies sobre la sólida roca de los principios bíblicos. En nada es más evidente esta necesidad que en un estudio de cómo obra el Espíritu de Dios. A todos nos gusta pensar que el poder de Dios está actuando en nuestra vida, Pero, ¿cómo y por qué lo está haciendo? ¿Poseemos realmente los dones espirituales como los hombres de los anales bíblicos? Si verdaderamente deseamos conocer a Dios y tener una relación viva con Él, reconoceremos la urgencia de entender estas cosas correctamente.

RAZONES DE LA EXISTENCIA DE LOS DONES EN EL PRIMER SIGLO

Teniendo presente los principios básicos que ya hemos aprendido acerca de los dones del Espíritu, veamos ahora lo que dice el Nuevo Testamento de los dones espirituales que poseían en la iglesia primitiva (es decir, los grupos de creyentes que vivieron en la generación después del tiempo de Jesús).En su último mandato, Cristo pidió a los apóstoles que fueran por todo el mundo a predicar el evangelio (Mr. 16:15,16). Ellos lo hicieron, dando prioridad en su mensaje al tema de la muerte y resurrección de Cristo. Pero recuerde que en aquel tiempo no existía el Nuevo Testamento que nosotros conocemos. Cuando en mercados y sinagogas predicaban acerca de este hombre, Jesús de Nazaret, su historia debió haber parecido fantástica: un carpintero de Israel que fue perfecto, murió y luego resucitó en exacto cumplimiento de la profecía del Antiguo Testamento, y que ahora les pedía que se bautizaran y siguieran su ejemplo.

En aquellos días había también otros hombres tratando de atraer adherentes a su culto, Tenía que haber alguna forma de probar al mundo que el mensaje que predicaban los cristianos procedía de Dios mismo, y no de la filosofía de un grupo de pescadores del norte de Israel.

En nuestro tiempo nosotros recurrimos a lo que dice el Nuevo Testamento de la obra y doctrina de Jesús a fin de probar que nuestro mensaje procede de Dios; pero en aquellos días, antes de que fuese escrito y puesto al alcance de todos, Dios permitía que los predicadores usaran Su Espíritu Santo para reforzar la verdad de lo que decían. Esta era la razón específica del uso de los dones a la vista del mundo; la ausencia del Nuevo Testamento escrito habría hecho también que fuese difícil que los nuevos grupos de creyentes desarrollaran su fe. Los numerosos problemas prácticos que surgían entre ellos no habrían tenido una solución precisa; habrían tenido poca guía para desarrollar su fe en Cristo. Así que por estas razones se dieron los dones del Espíritu Santo para guía de los primeros creyentes, mediante mensajes inspirados, hasta que el registro del Nuevo Testamento de estos mensajes y la enseñanza de Jesús fuese escrito y distribuido.

Como siempre, las razones de la concesión del Espíritu Santo se dieron con toda claridad:

-"Subiendo [Jesús] a lo alto [el cielo]... dio dones [espirituales] a los hombres... a fin de perfeccionar a los santos, para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo [es decir, los creyentes]" (Ef. 4:8,12).

-Así Pablo escribió a los creyentes de Roma: "Deseo veros, para comunicaros algún don espiritual, a fin de que seáis confirmados" (Ro. 1:11).

En relación con el uso de los dones para confirmar la predicación del evangelio, leemos:

-"Nuestro evangelio no llegó a vosotros en palabras solamente, sino también en poder, en el Espíritu Santo y en plena certidumbre", por medio de la realización de milagros (1 Ts. 1:5; compárese con 1 Co. 1:5,6).

-Pablo podía hablar de "lo que Cristo ha hecho por medio de mí para la obediencia de los gentiles, con la palabra y con las obras [milagrosas], con potencia de señales y prodigios, en el poder del Espíritu de Dios" (Ro. 15:18,19).

-En relación con los predicadores del evangelio, leemos: "Testificando Dios juntamente con ellos, con señales y prodigios y diversos milagros y repartimientos del Espíritu Santo" (He. 2:4).

-Una campaña de predicación del evangelio en Chipre estuvo acompañada de milagros, de modo que "el procónsul [gobernador], viendo lo que había sucedido, creyó, maravillado de la doctrina" (Hch. 13:12).

De esta manera, los milagros hicieron que realmente fueran respetadas las doctrinas que se estaban enseñando. También en Iconio "el Señor... daba testimonio a la palabra de su gracia , concediendo que se hiciesen... señales y prodigios" (Hch. 14:3).

Todo esto se resume en el comentario sobre la obediencia de los apóstoles al mandato de predicar: "Y ellos, saliendo, predicaron en todas partes, ayudándoles el Señor y confirmando la palabra con las señales que la seguían" (Mr. 16:20).

COSAS ESPECÍFICAS EN OCASIONES ESPECÍFICAS

Por lo tanto, estos dones del Espíritu se dieron a fin de realizar cosas específicas en ocasiones específicas. Esto muestra el error de afirmar que la posesión milagrosa del don es una experiencia permanente durante toda la vida de una persona. Los apóstoles, incluyendo a Pedro, fueron "llenos del Espíritu Santo" en la festividad de Pentecostés, poco después de la ascensión de Jesús (Hch. 2:4). Por lo tanto, ellos pudieron hablar en lenguas extranjeras a fin de dar principio al evangelio cristiano de manera espectacular. Cuando las autoridades trataron de restringirlos, "Pedro, lleno del Espíritu Santo", pudo responderles de manera convincente (Hch. 4:8). Cuando fueron liberados de la prisión, los dones los capacitaron para seguir predicando. "Fueron llenos del Espíritu Santo, y hablaban con denuedo la palabra de Dios" (Hch. 4:31).

El lector alerta notará que no dice que ellos, "estando ya llenos del Espíritu", hicieron estas cosas. Fueron llenos del Espíritu para realizar ciertas cosas, pero tuvieron que volver a recibirlo a fin de lograr el siguiente objetivo en el plan de Dios. Asimismo, Pablo fue "lleno del Espíritu Santo" al tiempo de su bautismo, pero años después fue nuevamente "lleno del Espíritu Santo" a fin de castigar con ceguera a un hombre malvado (Hch. 9:17; 13:9).

Al hablar de los dones milagrosos, Pablo escribió que los poseían los primeros creyentes "conforme a la medida del don de Cristo" (Ef. 4:7). La palabra griega para "medida" significa una porción o grado limitado" (Concordancia de Strong). Sólo Jesús tenía los dones sin medida, es decir, con total libertad para que los usara como él deseara (Jn. 3:34).

Ahora definiremos aquellos dones espirituales a los cuales parece que se les menciona con mayor frecuencia entre los que se poseían en el primer siglo.

LOS DONES ESPIRITUALES EN EL PRIMER SIGLO: PROFECÍA

La palabra griega para ‘profeta’ significa alguien que predice la palabra de Dios, es decir, cualquier persona inspirada para hablar las palabras de Dios, que a veces incluía predecir acontecimientos futuros (véase 2 P. 1:19-21). De modo que unos "profetas" –aquellos que tenían el don de profecía– vinieron "de Jerusalén a Antioquía. Y levantándose uno de ellos, llamado Agabo, daba a entender por el Espíritu, que vendría una gran hambre en toda la tierra habitada; la cual sucedió en tiempo de Claudio. Entonces los discípulos, cada uno conforme a lo que tenía, determinaron enviar socorro a los hermanos" (Hch. 11:27-29). Esta clase de profecía, sumamente específica, que tuvo un claro cumplimiento al cabo de algunos años. no se encuentra en absoluto entre aquellos que ahora pretenden que poseen el don de profecía; en verdad, tan seguros estaban los hermanos de la iglesia primitiva de que ellos realmente poseían este don, que dieron su tiempo y dinero para aliviar la penuria que se había profetizado. Pocos ejemplos de esta clase de situación se pueden encontrar en las iglesias que supuestamente están "llenas del Espíritu". En realidad, si se posee el don de profecía debemos poder escribir la palabras ‘profetizada’ y tratarlas con el mismo respeto que tenemos por la Biblia.

SANIDADES

En vista de que los apóstoles predicaban las buenas nuevas (el evangelio) del venidero reino divino de perfección en la tierra, fue adecuado que confirmaran su mensaje realizando milagros que dieran un sabor anticipado de cómo sería ese tiempo cuando "los ojos de los ciegos serán abiertos, y los oídos de los sordos se abrirán. Entonces el cojo saltará..." (Is. 35:5,6). Para más información sobre las condiciones que habrá en el reino de Dios, véase el Estudio 5. Cuando se establezca el reino de Dios en la tierra, promesas como estas no se cumplirán en medida parcial, ni habrá ambigüedad con respecto a si el reino está aquí o no. Por lo tanto, la milagrosa confirmación de Dios del mensaje de ese reino fue de una forma concluyente y definitiva, que no se podía contradecir; por esta razón, muchas de las sanidades milagrosas que realizaron los primeros creyentes fueron a la vista del público en general.

Un ejemplo clásico se halla en la sanidad que Pedro hizo al mendigo cojo que ponían cada mañana a la puerta del templo. En Hechos 3:2 se menciona que lo ponían allí diariamente; de modo que su presencia debe haber sido una escena conocida. Después de que Pedro lo sanó mediante el uso del don espiritual, "saltando, se puso de pie y anduvo; y entró con ellos en el templo, andando, y saltando... Y todo el pueblo le vio andar y alabar a Dios. Y le reconocían que era el que se sentaba a pedir limosna a la puerta del templo, la Hermosa; y se llenaron de asombro y espanto por lo que le había sucedido. Y teniendo asidos a Pedro y a Juan el cojo que había sido sanado, todo el pueblo, atónito, concurrió a ellos al pórtico" (Hch. 3:7-11).

Entonces Pedro inmediatamente dio principio a un discurso al aire libre acerca de la resurrección de Cristo. Teniendo ante ellos la evidencia indiscutible e irrefutable en aquel mendigo sanado, podemos estar seguros de que deben haber recibido las palabras de Pedro como procedentes de Dios. La puerta del templo, "a la hora novena, la de la oración" (Hch. 3:1), debe haber estado atestada de gente, como una moderna galería comercial en un sábado por la mañana. Fue en un lugar como este que escogió Dios para confirmar la predicación de su palabra mediante un milagro tan notorio. Asimismo, en Hechos 5:12 leemos que "por la mano de los apóstoles se hacían muchas señales y prodigios en el pueblo". Las pretensiones habituales que hacen los sanadores ‘pentecostales’ y otros similares, giran en torno a cosas que han ocurrido al interior de sus iglesias más bien que en las calles, y ante la audiencia de ‘creyentes’ incitados para que esperen que ocurra un ‘milagro’, más bien que en presencia del público insensible de la calle.

De paso sea dicho que el presente escritor ha tenido considerable experiencia en la discusión de estos asuntos con personas que pretenden tener la posesión del Espíritu, y que también ha sido testigo de muchas afirmaciones de posesión del Espíritu. No obstante, ‘mi testimonio personal’ de haber visto tantas ‘sanidades’ poco convincentes y, a lo más curas parciales, no requiere de un detalle específico; cualquier miembro honesto de estas iglesias admitirá que ocurren muchos casos como estos. En muchas ocasiones les he planteado a mis bien intencionados amigos pentecostales: ‘No soy reacio a creer que Uds. puedan tener estos grandes poderes. Pero Dios siempre ha mostrado claramente quién tiene su poder y quien no lo tiene; así que no es irrazonable que yo les pida que demuestren ese hecho, y entonces yo podría sentirme más inclinado a aceptar su posición doctrinal, que por ahora no puedo reconciliar con la Escritura’. Nunca se me ha dado una clara ‘demostración del Espíritu y del poder’.

En contraste con mi actitud, los judíos ortodoxos del primer siglo habían cerrado su mente a la posibilidad de que los cristianos poseyeran los milagrosos dones espirituales de Dios. No obstante, incluso ellos tuvieron que admitir: "Este hombre hace muchas señales" (Jn. 11:47) y: "Porque de cierto, señal manifiesta ha sido hecha... notoria a todos los que moran en Jerusalén, y no lo podemos negar" (Hch. 4:16). Asimismo, aquellos que oyeron a los apóstoles hablar en lenguas estaban "confusos" (Hch. 2:6). Las multitudes que vieron los milagros de Cristo comentaron: "Nunca hemos visto tal cosa" (Mr. 2:12), como si ellos hubieran visto muchos falsos milagros como los que la ‘iglesia’ pretende actualmente, pero los del Señor Jesús fueron de una categoría evidente y diferente. En nuestros días no ocurre la misma respuesta reverente del público general ante el parloteo pentecostal. El hecho de que la gente con mejor disposición hacia los modernos ‘pentecostales’ puedan razonablemente negar que realmente realicen milagros, es sin duda un punto significativo en este debate. Si sólo un milagro se hizo famoso en todo Jerusalén, ¿no es razonable sugerir que si se efectuara un verdadero milagro en la Plaza Trafalgar de Londres, o en el Parque Nyaharuro de Nairobi, habría un reconocimiento a nivel mundial de que hoy en día se poseen los milagrosos dones espirituales de Dios? En cambio, los pentecostales esperan que el mundo acepte las siguientes ‘evidencias’ como razones de su fe en esto:

-Sanado (con el tiempo) de úlceras estomacales; se supone que el proceso de curación empezó después de una reunión de oración.

-Extremidades deformes volviéndose normales.

-La vista o la audición mejoran, aunque con frecuencia vuelven a su estado anterior.

-La depresión se quita.

A estos ejemplos se debe añadir el hecho de que las ambulancias llevaron pacientes del hospital a las cruzadas de sanidades de T. O. Osborn en Nairobi, Kenya; los conductores, enfrentados al dilema ético de quedarse o regresar, se quedaron, y de todos modos, los enfermos no recibieron curación alguna.

No obstante, muchos carteles de publicidad llevan un desafío como éste para asistir a tales reuniones: "¡Vengan esperando un milagro!" De este modo se prepara sicológicamente el escenario para todo género de autosugestión y cosas semejantes. En ningún pasaje del Nuevo Testamento hay la más leve insinuación de que antes de efectuar un milagro se necesitaba semejante ablandamiento sicológico masivo.

Es evidente que algunos de los que fueron sanados en el primer siglo, no tenían fe, y uno de ellos ni siquiera sabía quién era Jesús (Jn. 5:13; 9:36).

Un bombardeo sicológico similar se logra por medio de manipular la mente con oraciones repetitivas, el ritmo de tambores y música estimulante. No puede haber duda de que cualquier percepción racional de Dios, y de todo lo demás, se desvanece con todo esto. El escritor recuerda haber asistido a varias de estas reuniones en diversos lugares, y en cada ocasión experimentó un fuerte dolor de cabeza al tratar de mantener una percepción bíblica racional y equilibrada ante la tentación de dejarse llevar por el ritmo de los tambores y las manos. Que todo esto parece ser el preludio necesario para un ‘milagro’ pentecostal, es prueba suficiente de que las ‘sanidades’ son el resultado del acondicionamiento emocional y sicológico, más bien que la acción del Espíritu de Dios. En contraste, Pedro pudo usar el verdadero don de milagros para sanar a la gente que ponían en las calles (Hch. 5:15). El uso que hizo Pablo de los dones milagrosos fue presenciado por un incrédulo ministro de gobierno (Hch. 13:12), así como por muchos de los paganos que vivían en la ciudad de Listra (Hch. 14:8-13). Como lo requería el propósito y la naturaleza mismos de los dones espirituales, estas cosas se hacían públicamente, y de ninguna manera se podían soslayar con alguna explicación que no fuera la de admitir que aquí estaba el poder de Dios que sus siervos exhibían delante de todos.El efecto de uno de los milagros sanativos de Cristo fue similar: "Todos se asombraron, y glorificaron a Dios, diciendo: Nunca hemos visto tal cosa" (Mr. 2:12).

LENGUAS

Los apóstoles, siendo algunos de ellos toscos pescadores, recibieron la gran comisión de ir a todo el mundo, predicando el evangelio (Mr. 16:15,16). Quizá su primera reacción fue: "¡Pero yo no conozco otros idiomas!" Para ellos ni siquiera era un asunto de: "Yo no era bueno para los idiomas en la escuela", puesto que no tenían instrucción escolar. De todos ellos se dijo que "eran hombres sin letras y del vulgo" (Hch. 4:13) en relación con ese tipo de cosas. Hasta para los predicadores más educados (por ejemplo, Pablo), la barrera del idioma era aún formidable. Cuando se hicieron nuevos conversos, al no poder entenderse entre ellos debido a la diferencia de idiomas, se presentó un gran problema para la mutua confianza que necesitaban tener para su edificación (ya que no tenían el Nuevo Testamento escrito).Para superar esto, se concedió el don de hablar en idiomas (‘lenguas’) extranjeros y poder entenderlos. La nota al margen en algunas versiones vierte ‘lenguas’ como ‘idiomas’. Obviamente hay una total oposición entre este concepto de ‘lenguas’ y el de muchos cristianos ‘renacidos’, que describen como "lenguas" sus extáticas expresiones de sonidos ininteligibles. Esta confusión se aclara al mostrar que la definición bíblica de "lenguas" es "idiomas extranjeros".

En la festividad judía de Pentecostés, poco después de la ascensión de Cristo al cielo, los apóstoles fueron "llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas... se juntó la multitud [de nuevo una presentación pública de los dones]; y estaban confusos, porque cada uno les oía hablar en su propia lengua. Y estaban atónitos y maravillados, diciendo: Mirad, ¿no son galileos todos estos que hablan? ¿Cómo, pues, les oímos nosotros hablar cada uno en nuestra lengua [la misma palabra griega que se ha vertido como ‘idiomas’] en la que hemos nacido? Partos, medos,... les oímos hablar en nuestra lenguas... Y estaban todos atónitos" (Hch. 2:4-12). Es improbable que el doble énfasis en el asombro de la gente y en su admiración hubiese sido necesario si sólo hubiesen oído la farfulla incoherente que expresan aquellos que pretenden tener el don hoy en día; eso da origen a leve sarcasmo o indiferencia, más bien que al asombro y convicción que se produce al entender las palabras que se dicen, lo cual se experimentó en Hechos 2.Aparte del evidente paralelo entre "lenguas" e "idiomas" que se muestra en Hechos 2:4-11, en otras partes del Nuevo Testamento se usa el término "lenguas" inequívocamente con el significado de "idiomas"; la frase "pueblos, naciones, lenguas" se usa cinco veces en Apocalipsis para referirse a toda la gente del planeta tierra (Ap. 7:9; 10:11; 11:9; 13:7; 17:15). La palabra griega para "lenguas" se usa en la versión griega del Antiguo Testamento (llamada la "Septuaginta") en el sentido de idiomas (véase Gn. 10:5; Dt. 28:49; Daniel 1:4).En 1 Corintios 14 se halla una lista de mandatos referentes al uso del don de lenguas; el versículo 21 cita a Isaías 28:11 referente a cómo se usaría este don para dar testimonio contra los judíos: "En la ley está escrito: En otra lengua y con otros labios hablaré a este pueblo..." Isaías 28:11 se refiere fundamentalmente a los invasores de Israel, que hablarían a los judíos en idiomas ("lenguas") que no han conocido. El paralelo entre "lenguas" y "labios" indica que las "lenguas" eran idiomas extranjeros. Hay muchas otras indicaciones en 1 Corintios 14 de que el término "lenguas" se refiere a idiomas extranjeros. Este capítulo es la crítica inspirada de Pablo a los abusos de los dones que se estaban cometiendo en la iglesia primitiva, y como tal entrega mucha información acerca de la naturaleza de los dones de lenguas y de profecía. Ahora haremos un breve comentario sobre este asunto.

El versículo 37 es un pasaje clave:

"Si alguno se cree profeta, o espiritual, reconozca que lo que os escribo son mandamientos del Señor".

Si alguno afirma que está dotado espiritualmente, entonces debe aceptar que los mandatos precedentes acerca del uso de los dones son inspirados de Dios. Por lo tanto, cualquiera que hoy en día desobedezca tales mandatos, está admitiendo claramente que juzga conveniente menospreciar las palabras inspiradas de Dios.

Versículos 11-17:
"Pero si yo ignoro el valor de las palabras, seré como extranjero para el que habla, y el que habla será como extranjero para mí.

Así también vosotros; pues que anheláis dones espirituales, procurad abundar en ellos para edificación de la iglesia.-Por lo cual, el que habla en lengua extraña, pida en oración poder interpretarla.

Porque si yo oro en lengua desconocida, mi espíritu ora, pero mi entendimiento queda sin fruto.

¿Qué, pues? Oraré con el Espíritu, pero oraré también con el entendimiento; cantaré con el Espíritu, pero cantaré también con el entendimiento.

Porque si bendices sólo con el Espíritu, el que ocupa lugar de simple oyente, ¿cómo dirá el Amén a tu acción de gracias? pues no sabe lo que has dicho.

Porque tú, a la verdad, bien das gracias; pero el otro no es edificado".

Por lo tanto, no tiene sentido hablar en un idioma que no entienden aquellos que están presentes en la reunión. El uso de farfulla incoherente queda descartado, pues, ¿cómo se puede decir un verdadero "Amén" al final de una "oración" compuesta de jerga ininteligible que no se puede entender? Recuerde que "Amén" significa "que así sea", es decir, ‘concuerdo totalmente con lo que se ha dicho en esta oración’. Hablar en un idioma que sus hermanos no entienden, no los edifica, dijo Pablo.

Recuerdo que mientras me hallaba distribuyendo folletos al exterior de una cruzada de Billy Graham, pedía a la gente que regresara a un punto de vista más bíblico del cristianismo. Una mujer descontrolada trató de persuadirme de que mi doctrina cristadelfiana era "diabólica", mientras farfullaba en "lenguas" por diez minutos. De ninguna manera eso me "edificó"; sin duda esto es exactamente lo que Pablo recomienda no hacer.

Versículo 18:

"Doy gracias a Dios que hablo en lenguas más que todos vosotros".

Debido a sus extensos viajes en la predicación de Cristo, Pablo necesitaba más que nadie el don de idiomas ("lenguas").

Versículo 19:

"Pero en la iglesia prefiero hablar cinco palabras con mi entendimiento, para enseñar también a otros, que diez mil palabras en lengua desconocida".

Esto es bastante claro. Una breve frase en castellano acerca de Cristo me hará más bien que escuchar horas de predicación en un idioma extranjero o en farfulla incoherente.

Versículo 22:

"Así que, las lenguas son por señal, no a los creyentes, sino a los incrédulos; pero la profecía, no a los incrédulos, sino a los creyentes".

Por lo tanto, el uso de lenguas se había de emplear principalmente para predicar el evangelio a extranjeros. Pero hoy en día la mayoría de las afirmaciones de posesión de ‘lenguas’ ocurre entre grupos de ‘creyentes’ o (aparentemente) en su experiencia personal e individual, mientras se hallan solos. Hay una ausencia crónica de ejemplos de que tales personas puedan hablar milagrosamente en idiomas extranjeros a fin de predicar el evangelio. A comienzos de la década de los años 90, se abrió la puerta de la oportunidad para predicar a Cristo en Europa Oriental, pero las (supuestas) iglesias ‘evangélicas’ tenían que distribuir su literatura en inglés debido a las barreras del idioma. Si realmente poseyeran el don de lenguas, ¿no deberían haberlo usado allí? Y Reinhardt Seiber, el gran evangelista de masas, aunque afirma disfrutar de una posesión fenomenal del Espíritu, no obstante tuvo que hablar a las multitudes en Kampala, Uganda, por medio de un traductor.

Versículo 23:

"Si, pues, toda la iglesia se reúne en un solo lugar, y todos hablan en lenguas, y entran indoctos o incrédulos, ¿no dirán que estáis locos?"

Esto es exactamente lo que ha ocurrido. Musulmanes y paganos por igual se han mofado del curioso comportamiento en toda África Occidental de aquellos que afirman tener el don de lenguas. Incluso un cristiano ecuánime que se asomara al interior de una reunión pentecostal se vería tentado a pensar que los miembros están locos.

Versículo 27:

"Si habla alguno en lengua extraña, sea esto por dos, o a lo más tres, y por turno; y uno interprete".

Sólo dos o tres personas podían hablar en lenguas durante un servicio. Es improbable que entre el público asistente se hablara más de tres idiomas diferentes. Un servicio pronto perdería toda coherencia si se tuviese que traducir más de dos veces cada frase del orador. Si se manifestara el don de lenguas en una reunión en Hispanoamérica, compuesta por gente de habla hispana, con la presencia de algunos turistas franceses y alemanes, los oradores empezarían así:

Pastor: Buenas noches.

Intérprete para la primera lengua: Bonsoir (francés).

Intérprete para la segunda lengua: Guten Abend (alemán).

Pero, naturalmente, deben "hablar por turno", uno después del otro. Si hablaran todos simultáneamente, se produciría confusión; no obstante, debido a la naturaleza fundamentalmente emocional del "hablar en lenguas" en la actualidad, este fenómeno ocurre cuando muchas personas hablan al mismo tiempo. He observado que cuando empieza alguien, inmediatamente otros se sienten impulsados a hacer lo mismo. Parecería que la iglesia en Corinto tenía algunos que estaban haciendo lo mismo que en la actualidad hacen los pentecostales: se inducían a sí mismos a un comportamiento extático. Y Pablo está criticando esto completamente.

A menudo se debe haber usado el don de lenguas conjuntamente con el de profecía, de modo que se pudiera expresar un mensaje inspirado de Dios (por el don de profecía) en un idioma desconocido para el orador (por el don de lenguas). Un ejemplo de semejante uso de los dos dones se puede hallar en Hechos 19:6. Sin embargo, si en una reunión en Hispanoamérica, compuesta por gente de habla hispana y muchos visitantes franceses, el orador hablase en francés, la gente hispana presente no sería edificada. Por lo tanto tendría que manifestarse el don de interpretar lenguas (o idiomas) para que todos pudieran entender, como en nuestro ejemplo, la traducción del francés al castellano. Asimismo, si uno de los asistentes franceses hiciera una pregunta, el orador no podría entenderla sin ayuda, aun cuando tuviese el don de hablar en francés sin conocerlo personalmente. En consecuencia, para llevar a cabo esto, necesitaría contar con la ayuda del don de interpretación.

Sin la presencia de alguien con el don de interpretación cuando fuera necesario, no había de usarse el don de lenguas: "... uno interprete. Y si no hay intérprete, calle en la iglesia" (1 Co. 14:27,28). El hecho de que muchos que aseveran poseer el don de ‘lenguas’ en la actualidad, hablen en un ‘idioma’ que nadie puede entender, y sin un intérprete, es sin duda un caso de simple desobediencia a estos mandatos.

Versículos 32,33:

"Y los espíritus de los profetas están sujetos a los profetas; pues Dios no es Dios de confusión, sino de paz. Como en todas las iglesias de los santos".

Por lo tanto, la posesión de los dones del Espíritu Santo no puede estar vinculada a una experiencia que saque a una persona de la zona de conciencia normal; el espíritu está sujeto al control del que lo usa, más bien que una fuerza que se apodere de él al extremo de hacerlo actual sin voluntad. A menudo se asevera equivocadamente que los demonios o "espíritus malignos" poseen a los que "no son salvos" (véase el Estudio 6.3), pero que el Espíritu Santo llena a los creyentes. No obstante, el poder espiritual que se menciona en 1 Corintios 14:32 estaba sujeto al control del poseedor para fines específicos; no era una fuerza animadora del bien en contraste con la fuerza del mal que se halla en la naturaleza humana. Además, hemos mostrado anteriormente que los apóstoles recibieron estos poderes del Espíritu Santo sólo en ciertas ocasiones para realizar cosas específicas, y no que los hayan poseído en forma permanente.

La petición de que los poseedores de los dones los usen de una manera acorde con el amor por la paz y el odio al desorden que tiene Dios (versículo 33), parece que cae en oídos sordos, en las iglesias ‘pentecostales’ del presente.

Versículo 34:

"Vuestras mujeres callen en las congregaciones; porque no les es permitido hablar, sino que estén sujetas, como también la ley lo dice".

En este contexto del uso de los dones espirituales, se sostiene innegablemente que una mujer no los debe usar durante un servicio de la iglesia. Un considerable desdén por estas instrucciones se ha de entender si el actual fenómeno de hablar en ‘farfulla incoherente’ se explica en términos de agitación emocional, que pasa de una persona a otra en una reunión. Mujeres, niños y, en verdad, cualquiera de los presentes que tenga la mente dispuesta, pueden resultar afectados por semejantes estímulos y de esta forma producir jergas extáticas que se hacen pasar por ‘lenguas’.

La prominencia de mujeres en pretendidos dones de ‘hablar en lenguas’ y de ‘profecía’ en las iglesias modernas simplemente no se puede reconciliar con el claro mandato de este versículo. El ridículo y desesperado argumento de que Pablo no simpatizaba con las mujeres queda invalidado en uno de los versículos posteriores. "Si alguno se cree profeta, o espiritual, reconozca que lo que os escribo son mandamientos del Señor" (1 Co. 14:37), no opiniones personales de Pablo.

Cualquier creyente en la Biblia inspirada debe aceptar que estos mandatos de 1 Corintios 14 se deben tomar con toda seriedad; menospreciarlos públicamente sólo puede indicar una falta de creencia en la plena inspiración de la Escritura, o la admisión de que uno no está dotado espiritualmente, ya que alguien que carece de los dones negará que los mandatos de 1 Corintios 14 son mandatos del Señor para nosotros. La lógica de este argumento es elocuente, en verdad, devastadora. A la luz de esto, ¿cómo puede usted seguir siendo miembro de semejante iglesia, o estar dispuesto a unirse en comunión a ellos?Como nota marginal de esta sección, es altamente significativo que se haya demostrado científicamente que aquellas sectas que aseveran hablar en lenguas tienen mayores niveles de depresión en comparación con gente de otras tendencias. Keith Meador, profesor de siquiatría en la Universidad de Vanderbilt, U.S.A., realizó un estudio especializado analizando la relación entre la depresión y la formación religiosa. Descubrió que "la tasa de depresión seria entre cristianos pentecostales era del 5.4% en comparación con el 1.7% del grupo total del estudio". Los resultados de su trabajo están consignados en la revista "Hospital and Community Psychiatry" de diciembre de 1992.

Un artículo interesante, que llega a la misma conclusión, apareció en el International Herald Tribune, del 11 de febrero de 1993; el título habla por sí mismo: "Los pentecostales encabezan los listados en relación con la melancolía". ¿Qué significa esto? Sin duda tiene que ver con el hecho de que la ‘experiencia’ de posesión espiritual que pretenden los pentecostales (y otros), no es más que una penosa autosugestión sicológica.

jueves, 25 de noviembre de 2010

PRINCIPIOS BASICOS DE LA BIBLIA

2.2 INSPIRACIÓN

Hemos definido al Espíritu de Dios como su poder, pensamientos y disposición, los cuales Él revela por medio de las acciones que ejecuta su Espíritu. En la sección anterior mencionamos que se podía apreciar la obra del Espíritu de Dios en la creación: "Su Espíritu adornó los cielos" (Job 26:13). El Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas para realizar la presente creación (Gn. 1:2). No obstante, también leemos que "por la palabra de Jehová" fue hecho el mundo (Salmos 33:6), como se ejemplifica en la narrativa de Génesis, que anota que "dijo Dios" cosas que se iban a crear, y así sucedió. Por lo tanto, el Espíritu de Dios se refleja en gran manera en su palabra. De la misma manera nuestras palabras expresan con toda propiedad nuestros pensamientos y deseos interiores, nuestro verdadero "yo". Jesús señaló sabiamente: "De la abundancia del corazón [mente] habla la boca" (Mt. 12:34). Así que si queremos controlar nuestras palabras, debemos primeramente dominar nuestros pensamientos. La palabra de Dios es, pues, un reflejo de su Espíritu o pensamientos. Es una gran bendición que tengamos anotadas en la Biblia las palabras de Dios para que podamos entender el espíritu o mente de Dios. David habló de cómo la palabra de Dios y su corazón son paralelos (2 Sam. 7:21). La mente/espíritu de Dios es expresada en su palabra. Dios logró este milagro de expresar Su Espíritu en palabras escritas por medio del proceso de INSPIRACIÓN. Este término se origina en torno a la palabra "espíritu".

IN-SPIRACIÓN

"Espíritu" significa "aliento" o respiración. "Inspiración" significa "inhalación". Esto quiere decir que las palabras que los hombres escribieron mientras se hallaban bajo la "inspiración" de Dios, eran las palabras del Espíritu de Dios. Pablo exhortó a Timoteo a no permitir que su conocimiento de la Biblia le hiciera olvidar lo maravilloso del hecho de que son las palabras del Espíritu de Dios y que, por lo tanto, proporcionan todo lo que necesitamos para tener un verdadero conocimiento de Dios:

"Desde la niñez has sabido las Sagradas Escrituras, las cuales te pueden hacer sabio para la salvación por la fe que es en Cristo Jesús. Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra" (2 Ti. 3:15-17).

Si las Escrituras inspiradas pueden proporcionar semejante totalidad de conocimiento, entonces no hay necesidad de alguna "luz interior" que nos muestre la verdad acerca de Dios. Pero ¡cuántas veces la gente habla de sus sentimientos y experiencias personales como la fuente de su conocimiento de Dios! Si es suficiente una aceptación con fe de la palabra inspirada de Dios para equipar completamente a alguien en la vida cristiana, entonces no hay necesidad alguna de ningún otro poder de justicia en nuestra vida. Si hay tal necesidad, es evidente que la palabra de Dios no nos ha equipado completamente, como promete Pablo que lo hará. Sostener la Biblia en nuestras manos y creer que es realmente la palabra del Espíritu de Dios, requiere bastante fe. Los israelitas estaban tan razonablemente interesados en lo que la palabra de Dios tenía que decir, como muchos "cristianos" hoy en día. Todos necesitamos reflexionar en Hebreos 4:2:

"Porque también a nosotros se nos ha anunciado la buena nueva como a ellos [Israel en el desierto]; pero no les aprovechó el oír la palabra, por no ir acompañada de fe en los que la oyeron".

En vez de desarrollar una fe completa en el poder de la palabra/espíritu de Dios, es mucho más atractivo tomar un atajo espiritual: razonar que súbitamente viene un poder de justicia sobre nosotros, el cual nos hará aceptables a Dios, en vez de tener que experimentar los esfuerzos de poner nuestra vida en obediencia a la palabra de Dios, y por este medio dejar que el Espíritu de Dios verdaderamente influya en nuestro corazón.

La renuencia a aceptar el enorme poder espiritual que está en la palabra de Dios, ha llevado a muchos "cristianos" a cuestionar si todas las Escrituras son totalmente inspiradas por Dios. Han sugerido que gran parte de lo que leemos en la Biblia no fueron más que las opiniones personales de los escritores. Pero Pedro elimina eficazmente tan confuso razonamiento:

"Tenemos también la palabra profética más segura, a la cual hacéis bien en estar atentos... entendiendo primero esto [¡esto es vital!], que ninguna profecía de la Escritura es de interpretación privada, porque nunca la profecía fue traída por voluntad humana, sino que los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo" (2 P. 1:19-21).

"Primero", debemos creer que la Biblia es inspirada. Por esta razón, hemos hecho de esto la cláusula fundamental de la Declaración de Fe Cristadelfiana. La doctrina de la inspiración es enfatizada a menudo en el texto de la Biblia (por ejemplo: Mt. 15:4; Mr. 12:36; Hch. 1:16; 28:25; He. 3:7; 9:8; 10:15).

LOS ESCRITORES DE LA BIBLIA

Por consiguiente, una sólida creencia en la total inspiración de las Escrituras es vital. Los hombres que escribieron la Biblia fueron guiados irresistiblemente por el Espíritu que los inspiraba, de manera que sus palabras no eran suyas. Siendo la palabra de Dios la Verdad (Jn.17:17), que proporciona reprensión y corrección (2 Ti. 3:16,17), no es sorprendente que sea impopular para muchas personas, porque la Verdad hiere. El profeta Jeremías sufrió mucha oposición por proclamar las palabras que le inspiró Dios, así que determinó no escribir o publicar las palabras que le fueron dadas. Pero debido a que la escritura de la palabra de Dios es el resultado de su voluntad, más bien que del deseo humano, él fue "llevado por el Espíritu Santo", de modo que no tenía elección en el asunto. "Cada día he sido escarnecido, cada cual se burla de mí... y dije: No me acordaré más de él, ni hablaré más en su nombre; no obstante, había en mi corazón como un fuego ardiente metido en mis huesos; traté de sufrirlo y no pude" (Jer. 20: 7,9). Pedro describe esta idea de los escritores de la Biblia "llevados" (la Versión Reina-Valera 1960 traduce "inspirados") con la misma palabra griega usada en Hechos 27:17,27 acerca de un barco siendo llevado por el viento, fuera de control.

Asimismo, cuando Balaam estaba determinado a maldecir a Israel. el Espíritu de Dios le hizo pronunciar, en cambio, una bendición sobre ellos (Nm. 24:1-13 compárese con Dt. 23:5). El no pudo ‘escapar’ de la palabra de Dios (Nm. 22:12 Heb.)

Un sorprendente número de hombres a los cuales inspiró Dios para que declararan su palabra, pasaron por períodos en que eran renuentes a hacerlo. La lista es impresionante:

-Moisés (Ex. 4:10)

-Jeremías (Jer. 1:6)

-Ezequiel (Ez. 3:14)

-Jonás (Jo. 1:2,3)

-Pablo (Hch. 18:9)

-Timoteo (1 Ti. 4:6-14)

-Balaam (Nm. 22:24)

Todo esto confirma lo que aprendimos en 2 Pedro 1:19-21, que la palabra de Dios no es la opinión personal de los hombres, sino el resultado de hombres que fueron inspirados para escribir lo que les fue revelado. El profeta Amós reflexionó: "Si habla Jehová el Señor, ¿quién no profetizará?" (Amós 3:8). En algunas ocasiones Moisés perdió el sentido de su propia personalidad, tan fuerte era su inspiración de parte de Dios: "Todos estos mandamientos que Jehová ha dicho a Moisés" (Nm. 15:22,23); en realidad, estas palabras las dijo el propio Moisés (versículo 17). Jeremías habló "de parte de Jehová" y también Yahvé habló "por boca de Jeremías" (2 Cr. 36:12,22). Esto muestra la relación estrecha entre Dios y los hombres por medio de quienes hablaba. La boca de ellos era Su boca. Hay muchas textos en los escritos de los profetas donde es difícil determinar si los pronombres personales se refieren a Dios o al profeta (Ej., Jer. 17:13-15); tan estrecha era la manifestación de Dios por medio de ellos. "El principio de la palabra de Jehová por medio de Oseas" (Oseas 1:2) es el prefacio de Su mandato a Oseas para que vaya y muestre el amor de Dios hacia el Israel infiel, casándose y viviendo con una mujer indigna. Oseas fue la palabra de Dios a los hombres, como fue tan supremamente el Señor Jesús, "la palabra hecha carne", y nosotros de la misma manera debemos poner en práctica el espíritu que está en la palabra de Dios.

Otra pieza de evidencia de esto es que los escritores de la Biblia se daban cuenta de que no entendían plenamente lo que estaban escribiendo. Ellos "indagaron" acerca de la interpretación correcta: "A estos se les reveló que no para sí mismos, sino para nosotros, administraban las cosas" que ellos escribieron (1P. 1: 9-12). Las palabras textuales que escribieron no eran suyas sino de Dios, y ellos deseaban entender mejor las cosas que registraban para Él. Los siguientes proveen ejemplos obvios: Daniel (Dn. 12:8-10), Zacarías (Zc. 4:4-13), Pedro (Hch. 10:17). De la misma manera, el niño Samuel no conocía a Yahvé pero aun así habló su palabra (1 Samuel 3:7).

Si estos hombres eran inspirados sólo en parte, entonces no tenemos acceso a la verdadera palabra o Espíritu de Dios. Si lo que ellos escribieron era realmente la palabra de Dios, entonces se sobrentiende que ellos tenían que ser absorbidos completamente por el Espíritu de Dios durante el período de inspiración. De otro modo, el producto no habría sido la palabra de Dios en su pureza. Una aceptación de que la palabra de Dios es completamente suya, nos proporciona más motivación para leerla y obedecerla. "Sumamente pura es tu palabra, y la ama tu siervo" (Sal. 119:140).

De este modo, los libros de la Biblia son la obra de Dios por medio de su Espíritu, más bien que la literatura de los hombres. La verdad de esto se muestra cuando se considera cómo se refiere el Nuevo Testamento a los escritos del Antiguo Testamento:

-Mateo 2:5 habla de cómo fue "escrito por el profeta". Dios estaba escribiendo por medio de ellos. La Versión Revisada en Inglés emplea siempre en el margen la palabra "por medio de" cuando describe cómo escribió Dios por los profetas.

-Mateo 2:15 cita de Miqueas, pero dice: "Que dijo el Señor por el profeta..." De la misma manera Hebreos 2:6: "Alguien [en realidad, David] testificó en cierto lugar..." La persona del profeta es irrelevante comparada con el hecho de que es la palabra de Dios la que Él habló. Hay otros ejemplos en los cuales el nombre del profeta es suprimido como para mostrar que no es importante (Mt. 1:22; 2:23; 21:4).

-"El Espíritu Santo habló antes por boca de David" (Hch. 1:16. Así es como Pedro citó de los Salmos. (compárese con He. 3:7).

-"Bien habló el Espíritu Santo por medio del profeta Isaías" (Hch. 28:25. Así fue como Pablo citó a Isaías). Lucas 3:4 habla de "el libro de las palabras de Isaías", más bien que de tan sólo "el libro de Isaías".

Por lo tanto, los autores humanos de la Biblia eran relativamente poco importantes para los primeros cristianos; lo importante era el hecho de que sus palabras habían sido inspiradas por el Espíritu de Dios.

Concluiremos esta sección con una lista de versículos que muestran que el Espíritu de Dios se nos revela por medio de Su palabra escrita:

–Jesús dijo claramente: "Las palabras que yo os he hablado son Espíritu" (Jn. 6:63); El hablaba bajo la inspiración de Dios (Jn. 17:8; 14:10).

–Se nos describe naciendo de nuevo tanto del Espíritu (Jn. 3:3-5) como de la palabra de Dios (1 P. 1:23).

–"Las palabras que Jehová de los ejércitos enviaba por su Espíritu, por medio de los profetas" (Zac. 7:12).

–La declaración "yo derramaré mi espíritu sobre vosotros, y os haré saber mis palabras" (Prov. 1:23). asocia un verdadero entendimiento de la palabra de Dios con la acción de su Espíritu sobre nosotros. Leer el libro sin entendimiento, de nada vale, debido a que no se nos está revelando el espíritu/mente de Dios.

–Hay paralelos entre el Espíritu de Dios y su palabra en muchos pasajes: "El Espíritu mío que está sobre ti, y mis palabras que puse en tu boca" (Isaías 59:21); "Por tu palabra y conforme a tu corazón [espíritu]" (2 Sam. 7:21); "Y pondré dentro de vosotros [dentro de vuestro corazón, según el contexto] mi Espíritu"; "Daré mi ley... en su corazón" (Ez. 36:27; Jer. 31:33).

Dios es su espíritu (Jn. 4:24), y Dios es su palabra ("el verbo era Dios"); evidentemente se deduce que, por consiguiente, sus palabras reflejan su Espíritu. Nuestra actitud ante la palabra de Dios es nuestra actitud hacia Él. Porque esa palabra es pura, la amamos (Sal. 119:140); cuando desobedecemos los mandamientos estamos despreciando la palabra de Dios (Am. 2:4). Aquí es donde creer en la inspiración tiene un efecto práctico poderoso.

EL PODER DE LA PALABRA DE DIOS

El Espíritu de Dios se refiere no sólo a su mente/disposición, sino también al poder por el cual expresa esos pensamientos; por lo tanto, podemos estar confiados en que su palabra/espíritu no es tan sólo una declaración de su mente; hay también un poder dinámico en esa palabra.

Con una verdadera apreciación de ese poder, deberíamos estar ansiosos de utilizarlo; cualquier sentimiento de turbación en relación con esto se debería eliminar con nuestro conocimiento de que la obediencia a la palabra de Dios, nos dará el poder que necesitamos para librarnos rápidamente de las pequeñeces de esta vida y avanzar hacia la salvación. Con mucha experiencia en esto, Pablo escribió:

"Porque no me avergüenzo del evangelio [la palabra], porque es poder de Dios para salvación" (Ro. 1:16).

Por lo tanto, el estudio bíblico y su aplicación en nuestra vida es un proceso dinámico. Esto no tiene relación con el enfoque frío y académico de los teólogos como tampoco con el ‘cristianismo’ conformista de muchas iglesias, cuando citan brevemente algunos pasajes; pero hacen esfuerzo alguno por entenderlos y aplicarlos. "La palabra de Dios es viva y eficaz"; "La palabra de su poder [de Dios]" (He. 1:3;4:12). "La palabra de Dios... actúa en vosotros los creyentes" (1 Tes. 2:13). Por medio de la palabra, Dios obra activamente en la mente de los verdaderos creyentes, cada hora del día.

Por consiguiente, el evangelio que Ud. está aprendiendo, es el verdadero poder de Dios; si Ud. se lo permite, puede obrar en su vida para transformarlo en un hijo de Dios, mostrando, hasta cierto grado, el espíritu/mente de Dios en esta vida, preparándolo para el cambio a la naturaleza espiritual de Dios, lo cual ocurrirá al regreso de Cristo (2 P. 1:4). La predicación de Pablo fue "con demostración del Espíritu y de poder" (1 Co. 2:4).

Estamos rodeados de aquellos que tienen una fe parcial en la Biblia como palabra de Dios, a pesar de sus afirmaciones de compromiso con Cristo. En forma similar, afirman creer en Dios, y no obstante no aceptan que Él es una persona real. Al negar la inspiración total de la Escritura y su supremacía sobre nuestros sentimientos y convicciones, están negando el poder de Dios. Las palabras de 2 Timoteo 3:5 vienen a la mente: "Que tendrán apariencia de piedad, pero negarán la eficacia de ella", es decir, el poder de la palabra del evangelio.

El mundo se mofa de nuestro fundamentalismo (Ud. seguramente no cree de ese modo, ¿verdad?), y así también ocurrió con Pablo y su grupo de predicadores: "Porque la palabra de la cruz es locura a los que se pierden; pero a los que se salvan, esto es, a nosotros, es poder de Dios" (1 Co. 1:18).

Teniendo presente todo esto, ¿no podemos acaso sostener la Biblia en nuestras manos con una creciente medida de respeto, y leerla cada vez con más avidez para entender y obedecer?

LA ACTITUD DEL PUEBLO DE DIOS HACIA SU PALABRA

Una sensitiva lectura de los anales bíblicos indica que los escritores de la Biblia no sólo reconocieron que escribían bajo inspiración, sino que también aceptaron como inspirados a otros escritores de la Biblia. El Señor Jesús destaca en esto. Cuando él citó de los Salmos de David, dio comienzo con la palabras: "David en el Espíritu..." (Mt. 22:43), mostrando su reconocimiento del hecho de que las palabras de David eran inspiradas. Jesús también habló de los "escritos" de Moisés (Jn. 5:45-47), mostrando que él creía que Moisés literalmente escribió el Pentateuco. Algunos críticos de la Biblia han dudado en cuanto a si Moisés sabía escribir, pero la actitud de Cristo claramente contradice su punto de vista. El se refirió a los escritos de Moisés como "el mandamiento de Dios" (Mr. 7:8,9). También se afirma que gran parte del Antiguo Testamento es mito, pero nunca Jesús ni Pablo lo consideraron así. Jesús se refirió a la reina de Seba como un hecho histórico aceptado (Mt. 12:42); él no dijo: "Según cuenta la historia de la reina de Seba..."

La actitud de los apóstoles era idéntica a la de su Señor. Pedro la compendió al decir que su experiencia personal de oír con sus propios oídos las palabras de Cristo quedaba eclipsada ante "la palabra profética más segura" (2 P. 1:19-21). Pedro creía que las epístolas de Pablo eran "Escritura", tanto como "las otras Escrituras", una frase que se usaba normalmente en relación a los escritos del Antiguo Testamento. De modo que Pedro consideraba las epístolas de Pablo de tanta autoridad como el Antiguo Testamento.

En los Hechos, las epístolas y Apocalipsis hay muchas alusiones a los evangelios (ver por ejemplo Hch. 13:51; Mt. 10:14), indicando que no sólo eran todos inspirados por el mismo Espíritu, sino que también los escritores del Nuevo Testamento los consideraban inspirados. En 1 Timoteo 5:18, Pablo cita por igual como "Escritura" a Deuteronomio 25:4 (en el Antiguo Testamento) y a Lucas 10:7. Pablo se esfuerza por dejar en claro que su mensaje provenía de Cristo, no de sí mismo (Gál. 1:11,12; 1 Co. 2:13; 11:23; 15:3). Los otros apóstoles también reconocieron esto; de modo que Santiago 4:5 cita las palabras de Pablo en Gálatas 5:17 como "Escritura".

Dios nos ha hablado en Cristo; por lo tanto, no hay necesidad de ninguna revelación adicional (Hebreos 1:2). Se puede observar que la Biblia alude a otros escritos inspirados que al presente no se hallan disponibles (por ejemplo, el libro de Jaser, las Crónicas del Profeta Natán, de Elías, de Pablo a los Corintios; además, la tercera epístola de Juan implica que él había escrito otra carta a la iglesia, la cual no se ha preservado, y que Diótrefes había rehusado obedecer). ¿por qué no se han preservado estos escritos para nosotros? Evidentemente porque no eran pertinentes para nosotros.

A veces se afirma que a los libros del Nuevo Testamento se les aceptó como inspirados sólo paulatinamente, pero el hecho de que los apóstoles consideraban mutuamente sus escritos como inspirados, desmiente esto categóricamente. Había un don milagroso del Espíritu, que se empleaba para probar si las epístolas y palabras que se afirmaba eran inspiradas, lo fueran realmente (1 Co. 14:37; 1 Jn. 4:1; Ap. 2:2). Esto significa que las epístolas inspiradas se aceptaban inmediatamente como tal. Si hubiese alguna selección humana, sin guía divina, en la composición de nuestra Biblia, entonces el libro no tendría ninguna autoridad.

DIEZ RAZONES PARA HUIR DE UNA IGLESIA

Estimado hermano, no cabe duda que la asistencia a una congregación, es de importancia vital para todos los creyentes (Hebreos 10:25). Es en la congregación donde tenemos comunión y participación en actividades espirituales que nos edifican. Hoy son muchas las razones que la gente tiene para asistir a una iglesia, algunos prefieren música agradable, otros buscan experimentar sensaciones extáticas, y otros quieren sentirse bien escuchando cosas que les gusta escuchar. Ninguna de estas cosas deben ser las razones de nuestra asistencias a los cultos, sin embargo, el triste estado del evangelicalismo actual presenta a las personas un espejismo extraño de métodos y formas atractivas de cultos cristianos con el propósito de captar gente incauta. Muchas iglesias y sus líderes con su "visión de crecimiento" opinan que tienen el método más efectivo para hacer crecer la iglesia y llenarla, sin que eso implique necesariamente la extensión del reino de Dios. Por lo cual, presentamos diez de las muchas razones que debemos tener en cuenta, para evitar asistir a alguna de estas iglesias.

Razón #1

Si en tu iglesia te han dicho que debes "pactar" con Dios usando tu dinero, a cambio de recibir algún beneficio físico o material, será mejor que salgas de ese lugar. Los pactos financieros son prácticas antibíblicas para sacar dinero a la gente. Recuerda que tu dinero no puede convencer a Dios. ( Véase, Romanos 9:15, 16)

Razón #2

Si en tu iglesia te han predicado que solo debes declarar las cosas para que te sucedan, te están isinuando que ya no debes orar, huye de ese lugar. La "confesión positiva" es una práctica antibíblica. (Véase Mateo 7:7, 8)

Razón #3

Si te dijeron que te falta fe para que Dios te sane o si tienes alguna carencia material, es porque no confías en Dios lo suficiente como para que bendiga, sería bueno que no asistas más a ese lugar. No te están predicando el evangelio de la cruz, sino un evangelio materialista. (Véase, Filipenses 4:11, 12)

Razón #4

Si en tu iglesia te dijeron que si siembras 100 recibirás infedectiblemente 300, te están engañando, o mejor dicho te están estafando, huye de este lugar. (Véase, 2Corintios 9:7, 8) Nótese que en el v. 10 lo que abunda no es el dinero sino los frutos de justicia.

Razón #5

Si en tu congregación algún predicador dijo: "Dios me dice que debes entregarme tu reloj o tu celular, etc". Te están ministrando delincuentes disfrazados como ministros del evangelio, escapa mientras puedas de ese lugar. (Véase, Hechos 20:33-35)

Razón #6

Si te enseñaron que (a pesar de ser creyente y teniendo la presencia del Espíritu Santo morando en tu vida como garantía de la salvación) pueden pesar sobre ti maldiciones terribles a causa de los pecados de tus antepasados, están invalidando y haciendo ineficaz la obra expiatoria de Cristo a favor de tu vida. La doctrina de las maldiciones generacionales son altamente peligrosas, pues pretenden atarte al pasado de los demás. (Véase, Ezequiel 18:19, 20. igualmente véase, Gálatas 3:13, 14)

Razón #7

Si algún predicador en tu congregación, movido por una "revelación" pretende ordenar nuevos ministros para el ministerio dentro de la iglesia, usando su clásica muletilla: "El Señor me dijo que tu serás el próximo pastor..." Están desechando las Escrituras sobre los requisitos para el ministerio de los siervos de Dios. (Véase, 1Timoteo 3:1-13. Igualmente véase, Tito 1:5-9).

Razón #8

Si en tu iglesia te han explicado que para tener "sanidad interior" debes remover del pasado, los recuerdo perturbadores que provocaron aquel daño emocional, transportarlos al presente para poder efectuar el perdón de la persona que causó ese daño, sin que necesariamente esa persona esté presente, te están enseñando psicoanálisis, por tu bien, huye de esa iglesia. (Véase, Efesios 4:22, 23. Igualmente véase, 2Corintios 5:17 y 10:5).

Razón #9

Si en tu congregación te han enseñado que para tener mayor autoridad espiritual y mayor profundidad en cuanto al conocimiento de las cosas espirituales, necesitan "apóstoles y profetas" modernos, huye de ese lugar, pues la autoridad espiritual de la iglesia no es antropocéntrica sino cristocéntrica. La autoridad de la Iglesia reside en la persona gloriosa de Jesucristo y no en el hombre. (Véase, Efesios 1:19-23 y 2:20)

Razón #10

Si te dijeron que el método de Dios en cuanto al crecimiento numérico de una iglesia, es el G12 (gobierno de 12) o alguna otra forma inventada por un hombre, no les creas, pues el verdadero gobierno de 12, solamente lo puede ejercer Dios. Atribuirle al hombre este gobierno es blasfemo. (Véase, Lucas 22:30. Igualmente véase, Apocalipsis 21:10-14)

(Se recomienda a todos los lectores corroborar cada argumento con los pasajes bíblicos citados.)

martes, 23 de noviembre de 2010

¿Como està su accion evangelizadora?



pedidos a: pedidos@chick.com
es@chick.com


¿Está preparado para hablarles de Cristo a los Testigos de Jehová que tocan a la puerta de su casa?


Ellos son personas trabajadoras y sinceras que van de puerta en puerta difundiendo un evangelio falso. Pero aunque son sinceros, están perdidos espiritualmente. La Sociedad Atalaya les ha enseñado a rechazar la salvación que podemos tener en Jesucristo.

¿No desearía a veces poder alejarlos de sus argumentos memorizados y mostrarles la que la Biblia realmente enseña?

Este pequeño libro expone con amor los errored de esta religión, presentando preguntas que los Testigos de Jehová no pueden responder. Ya no les cierre la puerta diciendo: "No me interesa". Aprenda cuáles son las preguntas que los hará pensar, de modo que usted pueda presentarles con eficacia el verdadero evangelio.

También incluye información acerca de las numerosas profecías no cumplidas de esta religión, además:

Los 144,000

El castigo eterno

La divinidad y la resurrección de Cristo

El Espíritu Santo

La Trinidad

El nombre "Jehová"

Dar sangre

Su llave al Reino

¡y mucho más!

Es también un valioso recurso que le ayudará a instruir a sus amigos o familiares que están siendo reclutados por esta religión.

SOBRE EL PURGATORIO CATOLICO

UNA RESPUESTA A MIS AMIGOS CATOLICOS ROMANOS

La Biblia nunca habla de un lugar adonde uno puede ir para ser purificado de su pecado. Más bien habla de una Persona a quien podemos acudir para ser purificados: Jesucristo. Dios nos dice que quienes rehusan confiar en Cristo para ser limpiados de sus pecados, son condenados: El que cree en él no se pierde; pero el que no cree ya se ha condenado, por no creerle al Hijo Unico de Dios (Juan 3:18). Hay sólo dos posibilidades de elección: El que cree al Hijo vive de vida eterna; pero el que se niega a creer no conocerá la vida, siendo merecedor de la cólera de Dios (Juan 3:36; vea también Apocalipsis 20:15; Lucas 16:19-31, especialmente el versículo 26). Cualquiera que acepte a Cristo es salvado completamente: Ahora, pues, se acabó esta condenación para aquellos que están en Cristo Jesús (Romanos 8:1). Al decir que no hay condenación, ciertamente elimina las llamas del purgatorio.

Otro pasaje que claramente excluye la idea del purgatorio es: No me acordaré más de sus errores ni de sus pecados (Hebreos 10:17). Si, como dice la Biblia, Dios no se acuerda de los pecados de quienes están en Cristo, entonces El no los castiga por esos pecados. De lo contrario, significaría que Cristo no pagó completamente por ellos, y que Dios el Padre todavía los recuerda (vea también Romanos 5:8-11; Hebreos 10:14-18; Salmos 103:12).

El que no cree que Cristo le ha salvado por completo, no ha confiado totalmente en Cristo para que lo salve. Es decir, no cree que el sacrificio de Cristo haya pagado por todos sus pecados, y piensa que él mismo debe pagar por algunos de ellos. Sin embargo, somos salvos cuando dejamos de confiar en lo que podemos hacer, y confiamos en Cristo para que nos salve.

La idea de que el sacrificio de Cristo no es suficiente para limpiarnos de todos nuestros pecados condenaría a un gran pecador -como el ladrón que fue crucificado al lado de Cristo- a sufrir por largo tiempo en el purgatorio, ¡o quizá por toda la eternidad en el infierno! Pero, no hay nada que no haya sido cubierto por la muerte de Cristo en la cruz. Cuando el ladrón puso su confianza en Cristo, éste le dijo: En verdad, te digo que hoy mismo estarás conmigo en el paraíso (Lucas 23:43).

Si existiera el purgatorio y la misa ayudara a la gente a salir de él, los ricos tendrían gran ventaja al poder pagar misas para acortar su sufrimiento. Los pobres, en cambio, dependerían de la misericordia de algún sacerdote que dijera ocasionalmente una misa gratis por ellos. Un ex-sacerdote escribió: "Si realmente creyéramos que la misa salvaría a la gente de las llamas del purgatorio, ¿haríamos que pagaran por ello? Yo salvaría aun a un perro si viera uno en un incendio, y ¡ni siquiera se me ocurriría pedir que me pagaran!"

Evidentemente el purgatorio fue una idea pagana. Virgilio, poeta latino pagano que vivió de 70-19 a.C., en sus escritos separó las almas de los muertos en tres diferentes lugares: Uno para los buenos, otro para los condenados, y un tercero donde los que no eran tan malos podían pagar por sus pecados. Puesto que la idea del purgatorio existió fuera de la iglesia antes de que se introdujera en la iglesia, es probable que fuera incluida por medio del contacto con paganos como Virgilio. En la iglesia hubo una gran intromisión de ideas no bíblicas alrededor del año 300 d.C., cuando el emperador romano Constantino aceptó muchos paganos como miembros de la iglesia.

En todo caso, la Biblia no menciona el purgatorio. Sin embargo, algunos tratan de hacer que la idea suene bíblica refiriéndose a 2 Macabeos 12:41-45, uno de los libros apócrifos escritos entre los períodos del Antiguo y del Nuevo Testamento. Estos libros nunca fueron aceptados como parte del Antiguo Testamento hebreo, ni son citados en el Nuevo Testamento, pero están incluidos en la Biblia católica, aunque generalmente con una explicación de que pertenecen a una categoría de menor inspiración. Aparte de este pasaje en 2 Macabeos, la Iglesia Católica usa muy poco los apócrifos para apoyar una posición doctrinal.

Es importante notar que este pasaje en ningún momento habla del purgatorio, sino que en realidad condena la idolatría, particularmente la práctica de usar pequeñas imágenes en una cadena o collar. Después de una batalla se descubrió que algunos soldados hebreos llevaban estos objetos; cuando sus compañeros los vieron, se dieron cuenta de que habían muerto en el pecado de la idolatría. Ellos entonces aconsejaron que se orara por sus almas. La posición católica romana es que la oración por ellos habría sido innecesaria si hubieran estado en el cielo, e inútil si hubieran estado en el infierno; por tanto, debe haber otro lugar. La lógica parece buena, pero el resultado contradice la clara enseñanza de la Escritura inspirada. Ciertamente, es un argumento muy débil contradecir la Escritura inspirada con una respuesta filosófica, basada en una inferencia aparente de los libros apócrifos. La misma palabra "apócrifos", que proviene de la palabra griega que significa oculto, ha llegado a tener el significado de "falso" o "de dudosa paternidad literaria".

domingo, 21 de noviembre de 2010

ADORADORES

PRINCIPIOS BASICOS DE LA BIBLIA

2.1  EL ESPIRITU DE DIOS

Como Dios es un ser real y personal que tiene sentimientos y emociones, se espera que tenga algún medio de compartir sus deseos y sentimientos con nosotros, sus hijos, y de actuar en nuestra vida de una manera que sea consecuente con su carácter. Dios hace todas estas cosas por medio de su "espíritu". Si deseamos conocer a Dios y tener una relación activa con Él, necesitamos saber qué es este "espíritu de Dios" y cómo funciona.

No es fácil definir exactamente lo que significa la palabra "espíritu". Por ejemplo, si Ud. ha ido a una boda, podría comentar: "¡Allí había un magnífico espíritu!". Con esto Ud. quiere decir que el ambiente era bueno; de algún modo todo lo referente a la boda era bueno; todos estaban bien vestidos; la comida era exquisita; la gente conversaba con amabilidad; la novia se veía hermosa, etc. Todas estas diversas cosas formaban el ‘espíritu de la boda’. Asimismo, el espíritu de Dios de algún modo resume todo lo referente a Él. La palabra hebrea que en el Antiguo Testamento se tradujo como "espíritu", significa literalmente "aliento" o "poder"; de este modo, el espíritu de Dios es Su "respiración", la esencia misma de Dios, que refleja su mente. En el Estudio 4.3 daremos ejemplos de cómo se emplea la palabra "espíritu" en relación con la mente o disposición de una persona. Que el espíritu no se refiere solamente al simple poder de Dios es evidente por Romanos 15:19: "El poder del Espíritu de Dios".

Es una enseñanza común de la Biblia que la forma de pensar de un hombre se expresa en sus acciones (Pr. 23:7; Mt. 12:34); un poco de reflexión sobre nuestras propias acciones confirmará esto. Pensamos en algo y entonces lo hacemos. Nuestro "espíritu" o mente puede reflejarse en el hecho de que tenemos hambre y deseamos alimento. Vemos un plátano que está disponible en la cocina; ese deseo del "espíritu" se traduce entonces en acción: tomamos el plátano, lo pelamos y comemos. Este sencillo ejemplo muestra por qué la palabra hebrea para "espíritu" significa tanto el aliento o mente como también el poder. Nuestro espíritu, lo esencial de nosotros, recurre a nuestros pensamientos y, por consiguiente, también a las acciones que tomamos para expresar aquellos pensamientos o disposiciones que hay dentro de nosotros. En una escala mucho más gloriosa, el espíritu de Dios es igual; es el poder por el cual Él da a conocer su ser esencial, su disposición y propósito. Dios piensa y, por consiguiente, hace cosas: "Ciertamente se hará de la manera que lo he pensado, y será confirmado como lo he determinado" (Is. 14:24).

EL PODER DE DIOS

Muchos pasajes identifican claramente al Espíritu de Dios con su poder. A fin de crear la tierra, "el Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas. Y dijo Dios: Sea la luz; y fue la luz" (Gn. 1:2,3).

El Espíritu de Dios era el poder por el cual se hicieron todas las cosas, por ejemplo, la luz. "Su espíritu adornó los cielos; su mano creó la serpiente tortuosa" (Job 26:13). "Por la palabra de Jehová fueron hechos los cielos, y todo el ejército de ellos por el aliento de su boca" (Sal. 33:6). Por lo tanto al Espíritu de Dios se le describe como:

-su aliento

-su palabra

-su dedo

-su mano.

Por consiguiente, es su poder por el cual ejecuta todas las cosas. De este modo, los creyentes nacen de nuevo por la voluntad de Dios (Jn. 1:13), la cual es por su Espíritu (Jn. 3:3-5). El espíritu pone la voluntad de Dios en acción. Hablando de toda la creación natural, leemos: "Envías tu Espíritu, son creados, y [así] renuevas la faz de la tierra" (Sal. 104:30). Este espíritu/poder es también el sostenedor de todas las cosas, así como también el medio por el cual fueron creadas. Es fácil darse cuenta de que esta vida trágica se tambalea sin este aporte activo del Espíritu de Dios. A Job, un hombre que se cansó de esta vida, le recordó de esto otro profeta: "Si él [Dios]... recogiese así su espíritu y su aliento, toda carne perecería juntamente, y el hombre volvería al polvo" (Job 34:14,15). Cuando David estaba saliendo de un estado de depresión similar, le pidió a Dios que continuara sosteniéndolo con este espíritu, es decir, que preservara su vida (Sal. 51:12).

En el Estudio 4.3 veremos que el espíritu que se nos da a nosotros y a toda la creación es lo que sostiene nuestra vida. Tenemos el "aliento de espíritu de vida" dentro de nosotros (Gn. 7:22) que nos da Dios al nacer (Sal. 104:30; Gn. 2:7). Esto lo hace ser el "Dios de los espíritus de toda carne" (Nm. 27:16 compárese He. 12:9). Debido a que Dios es la fuerza vital que sostiene a toda la creación, su espíritu está presente en todas partes. David reconoció que por medio de su espíritu Dios estaba constantemente presente con él adondequiera que fuese, y por medio de ese espíritu/poder Él podía conocer cada rincón de la mente y pensamiento de David. De este modo el Espíritu de Dios es el medio por el cual Él está presente en todas partes, aunque personalmente está ubicado en el cielo.

"Tú has conocido mi sentarme y mi levantarme; has entendido desde lejos mis pensamientos... ¿A dónde me iré de tu Espíritu? ¿Y a dónde huiré de tu presencia? Si... habitare en el extremo del mar, aun allí... me asirá tu diestra [es decir, por medio del Espíritu]" (Sal. 139:2,7,9,10).

Un entendimiento apropiado de este tema nos revela a Dios como un ser poderoso y activo. Mucha gente ha crecido con una vaga "creencia" en Dios, pero en realidad "Dios" es sólo un concepto en su mente, una caja negra en una parte del cerebro. Un entendimiento del Dios verdadero y de su muy efectiva presencia alrededor nuestro por medio de su Espíritu, puede cambiar totalmente nuestro concepto de la vida. Estamos rodeados por el Espíritu, que constantemente da testimonio de sus acciones, y nos revela a Dios. David encontró el estímulo de todo esto absolutamente sobrecogedor: "Tal conocimiento es demasiado maravilloso para mi; alto es, no lo puedo comprender" (Sal. 139:6). No obstante, semejante conocimiento trae responsabilidades; tenemos que aceptar que nuestros pensamientos y acciones están totalmente abiertos a la vista de Dios. Al examinar nuestra posición ante Él, especialmente cuando pensamos en el bautismo, necesitamos tener esto presente. Las majestuosas palabras de Dios a Jeremías también se aplican a nosotros: "¿Se ocultará alguno, dice Jehová, en escondrijos que yo no lo vea? ¿No lleno yo, dice Jehová, el cielo y la tierra?" (Jer. 23:24).

EL ESPÍRITU SANTO

Hemos visto que el Espíritu de Dios es un concepto inmenso que es necesario captar; es su mente y disposición, y también el poder por el cual Él pone sus pensamientos en acción. "Porque cual es su pensamiento en su corazón, tal es él" (Prov. 23:7); y así, Dios es lo que son sus pensamientos, en ese sentido Él es lo que su Espíritu es (Juan 4:24), aunque esto no significa que Dios no es una persona (véase Digresión 1). Para ayudarnos a tratar de abordar esta inmensidad del Espíritu de Dios, a veces leemos acerca de su "Espíritu Santo".

El término "Espíritu Santo" aparece casi exclusivamente en el Nuevo Testamento. Esto es equivalente a las frases "Espíritu de Dios" o "Espíritu de Jehová" que se encuentran en el Antiguo Testamento. Esto es evidente en pasajes tales como Hechos 2, que relata el derramamiento del Espíritu Santo sobre los apóstoles en el día de Pentecostés. Pedro explicó que esto fue un cumplimiento de la profecía de Joel, en donde Dios lo describe como el derramamiento de "mi Espíritu" (Hch. 2:17). El principal cumplimiento de esto será cuando Jesús regrese (Is. 32:15,16). También Lucas 4:1 consigna que Jesús "lleno del Espíritu Santo", regresó del Jordán; después, en el mismo capítulo, Jesús relaciona esto con Isaías 61: "El Espíritu de Jehová el Señor está sobre mí". En ambos casos (y en muchos otros) se equipara al Espíritu Santo con el término antiguo testamentario "el Espíritu de Dios".

Note, también, cómo en los siguientes pasajes se hace un paralelo entre el Espíritu Santo y el poder de Dios:

-"El Espíritu Santo vendrá sobre ti [María], y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra" (Lc. 1:35).

-"...el poder del Espíritu Santo... con potencia de señales y prodigios, en el poder del Espíritu de Dios" (Ro. 15:13,19).

-"[La predicación de] nuestro evangelio... llegó a vosotros... en poder, en el Espíritu Santo" (1 Ts. 1:5).

-Se habló de la promesa de conferir el Espíritu Santo a los discípulos, indicando que sería "investidos de poder desde lo alto" (Lc. 24:49).

-A Jesús mismo se le "ungió con el Espíritu Santo y con poder" (Hechos 10:38).

-Pablo podía respaldar su predicación con un innegable despliegue del poder de Dios: "... mi palabra... mi predicación fue... con demostración del Espíritu y de poder" (1 Co. 2:4).

TEMAS PARA JOVENES

TEMA: “EL TIEMPO DE DIOS”

TEXTO: “Así que, arrepentíos y convertíos, para que sean borrados vuestros pecados; para que vengan de la presencia del Señor tiempos de refrigerio” (Hechos 3:19)

INTRODUCCIÓN:

Existen dos clases de tiempos estos son:

CHRONOS(gr.): Duración de tiempo, la cual podría ser un punto, lapso, espacio, período, un trecho; una cantidad, medida, duración, o longitud.  («sazones») sugiere clase de tiempo.

En otras palabras el tiempo Chornos es el tiempo que esta limitado por minutos, horas, días, semanas, meses, años, etc.

KAIROS(gr.): Tiempo oportuno, tiempo fijo, tiempo señalado, tiempo debido, tiempo definitivo, tiempo ocasional, tiempo apropiado para la acción.

En tras palabras es el tiempo perfecto de Dios, el cual no esta limitado por minutos, horas, días, semanas, meses, años, etc.

En esta hora queremos hablar un poco acerca de tiempo de Dios por lo menos en dos áreas básicas en nuestra vida como jóvenes:

I. EL TIEMPO DE DIOS PARA EL SERVICIO.

Un mal ejemplo de esperar el Tiempo de Dios fue el Rey Saúl, puesto que no espero a que Samuel fuera a ofrecer sacrificio, sino que el se adelanto a realizar un trabajo que no le correspondía. ( 1 Samuel 13: 8-10)

▸ Cuando fuimos llamados por el Señor cada uno de nosotros recibimos diferentes talentos de parte de El, pero es durante el caminar cristiano que nos iremos dando cuenta de los propósitos de Dios para con nuestra vida.

▸ Cuando por fin nos damos cuenta de los propósito de Dios para con nosotros, es ahí en donde tenemos que esperar pacientemente que ellos se cumplan, sin desesperarse, sino mas bien esperar el Tiempo perfecto de Dios.

▸ La pregunta después de algún tiempo sin ver la promesa de Dios cumplida en nuestra vida será: ¿Cómo sabré cual es el Tiempo de Dios? Es por eso que queremos darte unos puntos que serán de gran ayuda para entender que el tiempo de Dios esta cercano:

i. En un ministerio de Alabanza.

ii. En el liderazgo.

iii. En cualquier otro Ministerio.

Un ejemplo típico de esperar el tiempo de Dios para el servicio es el Rey David, puesto que sabían de antemano que había sido ungido como rey no quiso adelantarse al Tiempo de Dios, sino mas bien espero pacientemente que este se cumplieran, aun con la presiones que recibía de las personas que le rodeaban o de las circunstancias que vivía diariamente. (1 Samuel 16:13), ( 1 Samuel 24:4-7).

II. EL TIEMPO DE DIOS PARA EL NOVIAZGO.

▸ En el ámbito sentimental este punto toma gran importancia ya que todo joven anhela saber cuando es el Tiempo de Dios para pode llevar a cabo un noviazgo.

▸ Todo joven anhela que cuando este tiempo llegue sea perfecto y que no exista ningún equivocación, para que luego no se caiga en el fracaso.

▸ La mayoría de jóvenes que no esperaron el tiempo de Dios para el noviazgo caen en errores que muchas veces les cuesta hasta su vida espiritual, ya que al darse cuenta del fracaso que sufrieron en su noviazgo optan por: alejarse de los caminos de Dios, ser negativo al hablar del tema del amor, y algunos hasta optan por ya no entrometer a Dios en este asunto.

Antes esto la pregunta es: ¿Cómo saber el tiempo de Dios para el Noviazgo?

III. EL TIEMPO DE DIOS EN LO MATERIAL.

IV. EL TIEMPO DE DIOS PARA NUESTRAS PETICIONES VARIAS.

▸ Sanidad.

▸ Provisión.

▸ Sabiduría para tomar una decisión.

▸ Conversión de un Familiar, etc.

Algunos Pasos para entender y esperar el Tiempo de Dios son:

1. Permanecer en la presencia del Señor

1.1. En la intimidad (Oración y Alabanza).

1.2. En rectitud (Palabra).

1.3. Dispuestos a cumplir los planes de Dios.

2. ¿Qué logramos?

2.1. Identificar la voluntad perfecta de Dios.

2.2. Autoridad de Dios.

3. ¿Qué debemos hacer?

3.1. Permanecer atentos a la voz de Dios.

3.2. Depender de Dios para que nos muestre el camino por donde andar.

3.3. Confiar que Dios tiene todo planeado.

3.4. Ser fieles al cumplir el plan de Dios.

4. ¿Cuál debe ser nuestra actitud?

4.1. Estar dispuestos para ser tratados por Dios.

4.2. Disponernos para que Dios ajuste nuestros planes.

... Los hombres de Dios descubrieron que caminar con El es una experiencia nueva cada día...

4.3 Aceptar la soberana voluntad de Dios, aun cuando no la entendemos.

“LO QUE NO ENTIENDAS CON LA MENTE CAMINALO POR FE”

CONCLUSIÓN:

Esperar el Tiempo de Dios es lo mejor que puedes hacer, puesto que cuando se cumpla, las bendiciones serán la recompensa de tu paciencia al esperar, y estas bendiciones no serán pasajeras sino que permanentes. Entonces tu vida será una vida de victoria en Cristo Jesús, puesto que habrás aprendido a esperar en El.
El Señor me dijo:

“Te he puesto por fortaleza en mi pueblo, como al atalaya sobre una torre, para que conozcas y examines los caminos de ellos. A los líderes de las iglesias anunciarás lo que descubras”.

Esta palabra tiene su fundamento bíblico en Jeremías 6:27 y 5:5a.

LA DOCTRINA DE JESÚS

1 Nos dice el apóstol Juan que cuando venga alguien a nosotros, y no traiga la doctrina de Cristo, no le recibamos en casa, ni le digamos ¡bienvenido! para que no participemos de sus malas obras (2Juan 10-11). Esto implica el mandato de que debemos aprender a discernir lo que traen consigo los ministros visitantes.

2 Así que es necesario que conozcamos con toda certeza cuál es la doctrina de Cristo, para que estemos en condiciones de poder despedir a algunos antes de que crucen la puerta, es decir que no les permitamos el uso del púlpito en la iglesia para predicar.

3 Esta prohibición de Dios a través del apóstol Juan nos pone en una situación aparentemente difícil, pues sabemos que existe una gran diversidad de doctrinas que se oponen unas a otras, ya sean estas acerca del bautismo, de la salvación, de la expulsión de demonios, de la imposición de manos, del gobierno de la iglesia, etc. Cada una de las iglesias afirma que su propia doctrina es la correcta, significando que las demás están equivocadas, razón por la cual si nos guiáramos por ese precepto para determinar quién sí trae la doctrina de Cristo y quien no, tendríamos que hacer precisamente lo que hacen algunas iglesias: Recibir solamente a ministros de la misma denominación, bajo el supuesto de que nuestra doctrina es la correcta.

4 Lo anterior pareciera ser la solución adecuada, sin embargo eso ha traído como consecuencia que resulte imposible la reconciliación de unos que se llaman hijos de Dios con otros que también se autodenominan hijos de Dios, teniendo como consecuencia que el mundo no crea (Juan 17:21).

5 Por lo tanto, resulta un concepto errado considerar que la doctrina de Cristo consista en la postura que una iglesia equis tome sobre varios temas bíblicos. No obstante, viendo en las páginas de Internet, detectamos que la mayoría de las iglesias presenta en su página principal aquello en lo cual creen, lo que equivale a declarar “según nosotros, esta es la doctrina de Cristo”.

6 Considerando que lo antes expuesto podría estar equivocado, tenía yo entonces la inquietud de saber cuál pudiera ser la verdadera doctrina de Cristo. Recordé las palabras del apóstol Pablo cuando dice que “el reino de Dios no consiste en palabras, sino en poder” (1ª. Corintios 4:20), y esta otra: “la palabra de la cruz es poder de Dios para los que se salvan (1ª.Corintios 1:18).

7 Sin embargo, observamos que las iglesias no tienen el poder de Dios, con excepción de algunos pocos ministros que realizan cruzadas; muchos de los cuales no están sometidos a nadie. En esta situación, me veo impelido a considerar que las iglesias en general no tienen la doctrina de Cristo, por esa ausencia de poder.

8 Luego me encuentro en el libro de los Hechos un texto que viene a dar la respuesta a la inquietud planteada, porque tal como dijo Jesús: “El que busca, encuentra”. Dice en 13:12 que “entonces el procónsul Sergio Paulo, viendo lo que había sucedido, creyó, maravillado de la doctrina del Señor”. ¡Eureka! Me dije a mí mismo, aquí atrasito ha de estar un tremendo discurso de Pablo en el que explique completa y muy detalladamente en qué consiste la doctrina de Cristo. Así que me devolví unos cuantos versículos, para buscar esa elocuente predicación de Pablo. No importa cuán larga estuviera, yo la iba a leer de punta a punta para disipar toda duda al respecto.

9 ¿Pero qué fue lo que encontré? Ningún discurso, ninguna predicación, ninguna palabra de humana sabiduría o conocimiento respecto a los textos bíblicos. Ninguna erudición sobre hermenéutica, apologética, exégesis, etc., materias que resultan indispensables de aprobar en los institutos bíblicos contemporáneos para extenderles el título de ministro.

10 Lo que encontré fue el caso en el que el embajador del reino llamado Saulo, que es Pablo, lleno del Espíritu Santo, es decir lleno del poder de Dios, proclama un decreto de ceguera física contra el mago Elimas, por el cual “inmediatamente cayeron sobre él oscuridad y tinieblas”.

11 ¡Eso es! Aquí está comprobadísimo y declarado por la palabra que la doctrina del Señor no consiste en palabras, sino en poder de Dios. Falsas doctrinas de hombres, ¡están descubiertas! Simplemente pareciera que andamos todos perdidos en doctrinas humanas, sin que nos acompañe el poder de Dios, con señales, maravillas y prodigios, que es la verdadera doctrina de Jesús.

12 En una ocasión nos visitó un “evangelista”, ex boxeador, quien consiguió permiso del pastor de la casa para predicarnos, rogándole que por favor le ayudara, que le diera la oportunidad de predicar pues no traía ni cinco centavos para continuar con su viaje. Quizá el pastor hizo una obra de caridad; pero al costo de que toda la congregación participara de las malas obras de ese “evangelista” que no traía la doctrina de Cristo, pues solo vino con elocuencia y conocimiento; pero sin poder de Dios.

13 Así que volviendo con el planteamiento inicial acerca de cómo saber si alguien trae o no trae la doctrina de Cristo, esto ha quedado ahora totalmente resuelto: ¿Traes poder de Dios? Bienvenido hermano, pásale, y bendícenos con las manifestaciones de las riquezas en gloria de nuestro Dios. ¿No traes poder de Dios? Lo siento hermano, no te puedo recibir en la iglesia aunque seas muy elocuente, aunque traigas palabra bíblicamente correcta y muy entusiasta, inclusive aunque trajeras palabra de revelación y con mucha “unción”, porque nos contaminarías con tus maldades. Sigue tu camino, que te vaya bien, que el Señor tenga misericordia de ti para que no llegues a escuchar las palabras “Apártate de mí, maldito, no te conozco”.

14 Conclusiones: La falta de poder de Dios en un ministro, equivale a adulterar la doctrina del Señor. El poder de Dios es uno de los dos únicos ingredientes indispensables para que se pueda afirmar sin falsedad que traemos la doctrina de Cristo. El otro ingrediente para que la doctrina que trasmite una persona sea verdadera, es el amor fraternal no fingido.