viernes, 21 de mayo de 2010

UNA CIEGA QUE VEIA LA GLORIA DE DIOS


Frances Jane Crosby conocida generalmente como Fanny Crosby, fue una de las compositoras de himnos más prolíficas de la historia protestante, habiendo escrito más de ocho mil canciones, a pesar de haber quedado ciega a poco de su nacimiento. Durante el transcurso de su vida llegó a ser una de las mujeres más conocidas de Estados Unidos.

Hoy en día, la mayoría de los himnarios americanos contienen parte de su trabajo. Algunas de sus canciones más conocidas son Blessed Assurance, Jesus Is Tenderly Calling You Home, Praise Him , y To God be the Glory.

Debido a que algunos editores de su época eran rehacios a la idea de incluir tantos himnos de una sola persona en sus himnarios, Crosby utilizó casi 100 diversos seudónimos durante su carrera.

Vida y carrera tempranas

Fanny Crosby nació en Southeast, en el condado de Putnam, New York el 24 de marzo de 1820 en el seno de una familia muy pobre. Sus Padres se llamaban John y Mercy Crosby.

Cuando tenía unas seis semanas de edad sufrió una inflamación en sus ojos. Debido a que el medico de la familia no se encontraba, siguieron la recomendación de un vecino quien sugirió a los padres de la niña que le aplicaran unos fomentos. El procedimiento agravó la inflamación quedando como resultado una ceguera permanente.

Su padre murió cuando ella tenía solo un año de edad, así que quedó al cuidado de su madre y su abuela. Estas mujeres, devotas creyentes, educaron a Fanny en los principios protestantes.

Cuando Fanny creció, pasó a formar parte activa de la Iglesia Metodista Episcopal en la ciudad de Nueva York. A edad de quince años, se enroló en la Escuela para ciegos de Nueva York donde estuvo durante siete años. Allí aprendió a cantar, a tocar el piano y la guitarra.

En 1843 fue a Washington donde se sumó a un grupo que hacía lobby para apoyar la educación para los ciegos. Desde 1847 hasta 1858, Crosby se desempeñó como profesora de Inglés e Historia en una escuela en Nueva York.

En 1858 se casó con Alexander Van Alstyne, un jóven músico y maestro, también ciego. Tuvieron una hija que falleció durante la infancia. Alexander, su esposo, falleció en Julio de 1902.

Su ceguera

Crosby nunca se demostró amargura debido a su incapacidad. En la edad de nueve ella escribió estos versos sobre su condición:

"Oh una qué alma feliz soy
aunque no puedo ver;
He resuelto que en este mundo
contenta estaré.
Cuántas bendiciones disfruto,
que otra gente no ..."

Ella comentó más adelante:

“Creo que fue la providencia de Dios que sea ciega toda la vida y le agradezco por esta gracia. Si la vista terrenal perfecta me fuera ofrecida mañana, no la aceptaría. Puede ser que no hubiera cantado los himnos de alabanza a Dios si otras cosas hermosas o interesantes me hubieran distraído”

“Cuando llegue al cielo, lo primero que veré gustosa será el rostro de mi Salvador”

Ella componía sus poemas e himnos enteramente en su mente y después los dictaba a otra persona para que los escribiera. Solía crear y guardar en su memoria de a doce himnos antes de dictarlos.

Crosby escribió el primer himno en 1863 para el compositor Guillermo B. Bradbury, músico respetado y editor. Fue titulado There's a Cry from Macedonia.

A través de los años escribió para Bradbury y otros compositores, incluyendo Philip Phillips, Hubert P. Main, Dr. Lowry, Dr. W. H. Doane, Ira D. Sankey, Philip P. Bliss, Mr. W. F. Sherwin, and Phoebe Knapp. Para el fin de su carrera había escrito más de ocho mil obras.

Crosby fue una de las mujeres más famosas de su tiempo y se reunía a menudo con los Presidentes, generales y otros dignatarios. Ella tocó el himno Safe in the Arms of Jesus durante el funeral del Presidente Grant en 1885. En sus últimos años era se transformó también en una locutora muy popular.

El 12 de febrero de 1915 la anciana Fanny Crosby entregó su alma al Señor y fue sepultada en la ladera de la montaña en Bridgeport, Connecticut. Su devoción sorprende a través de las épocas. Su vida ha sido un ejemplo de piedad para toda una nación.

Escribio 442 cantos e Himnos todos para la alabanza a Dios

Fuente: Daniel E. Dañeiluk. http://www.biografas.blogspot.com/

CANON DEL NUEVO TESTAMENTO

Para el exégeta bíblico, no solo es importante establecer cuál es el texto más original de la Escritura y analizar la historia interna de los diversos libros, sino también trazar los límites de la Palabra escrita, reconociendo por qué hay diferencia entre la  INSPIRACIÓN de los libros canónicos y la de los demás ( CANON). Aunque para hacer tal estudio es necesario valerse de inferencias en ciertas épocas, cuando el conocimiento de los datos es escaso, los rasgos generales del establecimiento del canon son claramente discernibles.

 
El Período Apostólico

Jesús y los primeros cristianos no carecían de Escrituras; contaban con el Antiguo Testamento (Mc 12.24) y citaron de las tres divisiones reconocidas por el judaísmo (p. ej., Lc 24.44).

Convencida de la autoridad absoluta de Jesucristo y del Espíritu que Él envió, la Iglesia vio «cristianamente» las antiguas Escrituras; pues al lado del Antiguo Testamento apareció una norma superior. Para Pablo (1 Co 9.9, 13s; 11.23ss; 1 Ts 4.15), un dicho del Señor Jesús decidía tan categóricamente como una cita escritural toda cuestión de doctrina o ética. Desde luego, estas palabras del Señor no eran citas de ningún documento, puesto que los Evangelios aún no se habían escrito.

Al mismo tiempo, se desarrolló una nueva manifestación de autoridad. Pablo, al verse obligado a decidir sobre algún asunto, apeló a su calidad de comisionado por Jesucristo, poseedor del Espíritu divino (1 Co 7.25, 40; Gl 1.1, 7ss), y en esto no difirió de otros doctores apostólicos (Heb 13.18s; 3 Jn 5–10, 12; Ap 1.1–3). Esta autoridad fue viviente, actualizada en el mensaje, y no una garantía de status canónico para sus escritos. Pablo esperaba que sus cartas se leyeran en voz alta en las iglesias (p. ej., 1 Ts 5.26s), lo cual no implicaba que estos escritos (cf. Heb 11.32; 1 P 5.14) se colocaran al mismo nivel del Antiguo Testamento (aun Ap 22.18s no contradice esta regla).

Aunque la interpretación de 2 P 3.16 es discutida, el texto no parece enseñar que a las epístolas paulinas se les atribuye igual valor que a las Escrituras veterotestamentarias. En cuanto a la colección del corpus paulino, es probable que se llevara a cabo ca. 80–85 d.C. en Asia Menor, y que de una vez gozara de gran prestigio. (Misteriosamente este prestigio menguó en el siglo II.) No obstante, a fines del siglo I no existía el concepto de «canon escritural», como si la lista de los libros sagrados estuviera completa. La existencia de 1) una tradición oral y 2) apóstoles, profetas y sus discípulos hacía innecesario tal canon.

 
Los Padres Apostólicos

A finales del siglo I los primeros autores postapostólicos equiparaban la autoridad de «las Escrituras» (o Antiguo Testamento) y «los dichos del Señor Jesús», o «las palabras de los santos profetas» y «el mandamiento del Señor transmitido por los apóstoles» (1 Clemente 13.1s; 46.2–3, 7–8.). De igual manera, Ignacio de Antioquía nombró «los profetas [del Antiguo Testamento]» como antídoto contra la herejía, pero sobre todo «el evangelio» (Esmirna 7.2). Con todo, no hicieron referencia a ninguna forma escrita de los dichos de Cristo, y aunque en diferentes partes conocían algún Evangelio, no existía ninguna colección completa de  EVANGELIOS.

Hacia 150 d.C., sin embargo, Papías, el autor de 2 Clemente y otros escritores patentizan conocer varios Evangelios, los cuales figuraban, según parece, entre los cuatro incluidos en nuestro canon. Hacia 170, Taciano compuso una narración continua de la vida de Jesús (Diatessaron) en la que utilizó estos cuatro, sin excluir materia apócrifa. Conscientes de la distancia que los separaba de los tiempos apostólicos, los cristianos se dieron cuenta de la necesidad de definir un segundo canon. Al principio (Justino Mártir, ca. 155, propuso leer los «recuerdos de los apóstoles» en los cultos) este canon constaba solo de Evangelios, pero no tardó en formarse un segundo núcleo (escritos apostólicos).

 
La Influencia de Marción

El semignóstico Marción rompió con la iglesia en Roma (ca. 150); repudiaba el Antiguo Testamento con su «Dios vengador de la justicia» y quería sustituirlo por «el Dios de Jesucristo» y un nuevo canon en dos partes: un Evangelio (Lucas, mutilado) y diez cartas paulinas (se excluyeron las pastorales). Esta acción de un hereje aceleró la formación del canon eclesiástico, ya en marcha. Hacia 160–180 las iglesias corrigieron la lista, añadiéndole los otros tres Evangelios de uso popular, y Hechos y Apocalipsis; así llegaron a trece las cartas paulinas.

 
De Ireneo a Eusebio

En su Contra las herejías (ca. 185), Ireneo citó como canónicos veintidós escritos del nuestro Nuevo Testamento, más el Pastor de Hermas, pero tenía reservas respecto a Hebreos, 3 Juan, 2 Pedro, Santiago y Judas. Impugna las aparentes revelaciones esotéricas de sus opositores, subrayando la derivación apostólica de las tradiciones eclesiásticas. En África, Tertuliano confirmó casi la misma lista y se empeñó en que se consagrara el canon de los Evangelios aunque no el de las Epístolas; otro tanto hizo al respecto Hipólito de Roma, discípulo de Ireneo.

De Roma procedió también el canon del Fragmento Muratoriano (ca. 195), el cual no se limitaba a una simple enumeración de los libros; traía datos sobre el autor y los destinatarios de los libros incluidos y explicaba por qué se rechazaron otros libros (p. ej., las Epístolas de «Pablo» a los laodiceos y a los alejandrinos). Incluyó, cosa curiosa, la Sabiduría de Salomón y el Apocalipsis de Pedro; este y el Pastor, no obstante, se recomendaban más para la lectura particular que para el culto. De nuestro canon actual solo faltaban Hebreos, 1 y 2 Pedro, Santiago y 3 Juan. El Nuevo Testamento no era todavía una unidad cerrada: en la época de Eusebio (ca. 320) los Padres citaban a veces como Escritura dichos de Jesús no consignados en nuestros Evangelios, Evangelios no canónicos (p. ej., De los hebreos), la Epístola de Bernabé, 1 Clemente, la Didajé, los Hechos de Pablo, el Pastor y el Apocalipsis de Pedro.

 
La Fijación Del Canon

Con la creciente divulgación de los diferentes escritos, y con más tiempo para conocer a fondo su valor relativo, tanto el ala oriental como la occidental de la cristiandad fijaron el canon que conocemos hoy. En el Oriente, el documento decisivo fue la trigésimo novena Carta pascual de Atanasio (367), con una lista idéntica. Excepcionalmente, las iglesias de habla siríaca siguieron un proceso más lento para llegar al canon actual.

 
Conclusión

La inclusión en el canon de ciertos documentos solo representó el reconocimiento eclesiástico de una autoridad ya inherente a ellos. En este sentido, la Iglesia no «formó» el canon; lo descubrió. Existieron tres criterios de canonicidad: 1) Atribución a un apóstol. Hubo excepciones. Por ejemplo, Marcos y Lucas se aceptaron como autores íntimamente asociados con los apóstoles. 2) Uso eclesiástico, o sea, reconocido por una iglesia prominente o por una mayoría de iglesias. 3) Conformidad con las normas de la sana doctrina. Sobre esta base había incertidumbre al principio respecto al cuarto Evangelio, pero luego se aceptó; en cambio, el Evangelio de Pedro, a pesar de su atribución apostólica, Serapión de Antioquía lo rechazó como docético.

En el siglo XVI, tanto la iglesia romana como el protestantismo reafirmaron, tras largo debate, su adherencia a la norma tradicional. Hoy ciertos teólogos liberales de ambas comuniones proponen que se establezca un «canon dentro del canon» y que se vuelva a excluir 2 Pedro, Apocalipsis, etc. El evangélico, sin embargo, al mismo tiempo que da más importancia a los criterios 2) y 3) que al 1), abraza el canon antiguo como la expresión escrita del plan de Dios, autoritativa, suficiente y plenamente inspirada.

INDUCCION A LA HERMENEUTICA BIBLICA


Lucas 14:27.

El que no lleva su cruz, y viene en pos de mí, no puede ser mi discípulo.

A veces pensamos, que después de habernos entregado a Cristo, allí termino todo, consumado es, y en realidad no nos equivocamos, el sacrificio de Jesús, abarca todo, pero es un ahora ,pero todavía no, el resto depende de nosotros mismos,

Allí en la entrega a Jesús es donde recién empieza nuestro camino, es un camino de gozo, paz y libertad, absoluta, pero tambien un camino, estrecho, lleno de responsabilidades, de sacrificios, escollos, espinos, y encrucijadas, los ejemplos los tenemos en todos nuestros antecesores, la vida de Jesús, de Pedro, Pablo, Esteban,Juan,Timoteo, Lidia, Dorcas, tantos que Dios levanto para su gloria, cuando leo la vida de ellos en la Biblia, su andar, sus senderos, sus sacrificios, su lealtad, su renuncia, su fidelidad, su entrega, entonces comprendí, que no es tan dura aquí mi cruz.Jesus dijo mi yugo es fácil , y ligera mi carga, comprendí en mi andar que tambien esto es un bello entendimiento, que por amor a Jesús, es una cruz que uno después de todo puede llevar.¡Gloria a Dios!

Y la esposa dice ven. Apocalipsis 22:16-17.

¡Que invitación! El Espíritu y la esposa dicen ven.

¡Que sublime llamado!. Bienaventurado aquel que acude sin demora, sin peros, sin titubeos, consagrando toda su vida a Jesús, Bienaventurados, felices, los que son llamados a las bodas, limpiémonos de toda contaminación, de toda duda, de raíces malas, de falta de

perdón, de impaciencias, de altanerías, de vanidades, y corramos con paciencia, hasta la meta del supremo llamamiento Santo ¡Amen

Colosenses 1:27.

Cristo en nosotros, esperanza de gloria.

Que maravilloso ,que la hermosa esperanza, la poseemos con el hecho de haber creído, y al creer nos rendimos a los pies de Jesucristo, si Cristo habita en nuestros corazones, va a brotar Cristo a través de nosotros, de nuestras palabras, nuestros hechos, propósitos acciones, intenciones, como dice en 1 de Corintios 13. El amor es sufrido, benigno, lleno de buenos frutos de amor y de justicia, el amor no se envanece, no busca lo suyo, no se irrita, en 1 de Juan 2:9 Si no amamos a los hermanos estamos en tinieblas. Las tinieblas van desapareciendo, Cristo se manifiesta, aparece la luz, se llenan de amor nuestros corazones.¡Aleluya!