lunes, 26 de julio de 2010

REFLEXIONEMOS


CURSO INTENSIVO DE HOMILETICA

EL TEMA Y EL TEXTO

¿Debe predicarse sobre temas o sobre textos? ¿Debe elegirse primero el tema y después el texto, o viceversa?

Es imposible responder a estas preguntas de un modo concreto dando reglas absolutas. En algunos casos, cuando el predicador tiene un tema definido, sintiendo que debe predicar sobre aquel asunto; el tema precederá a la elección de texto. Pero en otros casos, cuando el tema es sugerido como resultado de meditación personal de la Sagrada Escritura, será el texto el que precederá y sugerirá el tema al predicador.

¿Es fácil encontrar textos para predicar? Permítasenos citar otra vez a Spurgeon, quien dice: "No es que falten, sino que son demasiado abundantes; es como si a un amante de las flores se le pusiera en un magnífico jardín con permiso para coger y llevarse una sola flor; no sabría cuál coger que fuera mejor. Así me ha pasado a mí —dice el gran predicador— al tratar de buscar un texto para un sermón. He pasado horas y horas escogiendo un texto entre muchos lamentando que hubiera tan sólo un domingo cada siete días."

¿Cómo llegar a determinar el texto que se debe escoger, sobre todo cuando no se tiene antes escogido el tema del sermón? Se puede establecer esta regla, también de Spurgeon: "Cuando un pasaje de la Escritura nos da como un cordial abrazo, no debemos buscar más lejos. Cuando un texto se apodera de nosotros, podemos decir que aquél es el mensaje de Dios para nuestra congregación. Como un pez, podéis picar muchos cebos; pero, una vez tragado el anzuelo, no vagaréis ya más. Así, cuando un texto nos cautiva, podemos estar ciertos de que a nuestra vez lo hemos conquistado, y ya entonces podemos hacernos el ánimo con toda confianza de predicar sobre él. O, haciendo uso de otro símil, tomáis muchos textos en la mano y os esforzáis en romperlos: los amartilláis con toda vuestra fuerza, pero os afanáis inútilmente; al fin encontráis uno que se desmorona al primer golpe, y los diferentes pedazos lanzan chispas al caer, y veis las joyas más radiantes brillando en su interior. Crece a vuestra vista, a semejanza de la semilla de la fábula que se desarrolló en un árbol, mientras que el observador lo miraba. Os encanta y fascina, u os hace caer de rodillas abrumándoos con la carga del Señor. Sabed, entonces, que éste es el mensaje que el Señor quiere que promulguéis, y estando ciertos de esto, os posesionaréis tanto de tal pasaje, que no podréis descansar hasta que, hallándoos completamente sometidos a su influencia, prediquéis sobre él como el Señor os inspire que habléis."

FORMULACIÓN DEL TEMA

Una vez elegido el texto, es indispensable concretarlo en un tema, si no se posee ya de antemano.

El tema es el resumen del texto y del sermón concretado en una corta sentencia. Ha de ser, por tanto, no solamente la esencia del texto, sino el lazo de unión de los diversos pensamientos que entrarán en el sermón. Hay una gran ventaja en poseer un tema para el arreglo del sermón. Se ha dicho que el tema es el sermón condensado, y el sermón es el tema desarrollado.

El tema fomenta la unidad del discurso, y si los argumentos, explicaciones y aplicaciones son adecuados, permanece el tema como nota dominante sobre la mente.

El tema ayuda para dar intensidad y firmeza al sermón y mantener el discurso dentro de los límites razonables. Por esto es preferible tener el tema limitado y bien definido y no demasiado amplio.

Predicar un sermón sin tema, es como tirar sin blanco.

EL TEMA Y EL TITULO

Una vez escogido el tema, o sea, el asunto sobre el cual desea el servidor de Dios predicar a una congregación, debe formular dicho tema en un título. Muchos predicadores y libros de Homilética confun¬den el tema con el título. Al autor le ocurrió esto por un tiempo. A veces, y hasta cierto punto, no existe diferencia entre ambas cosas, pero a veces el título no es más que la puerta del tema o asunto, el cual no puede ser expresado plenamente por el título, por dos motivos:

a) Porque el título del sermón ha de ser exageradamente breve, y por tal razón no puede a veces contener todos los pensamientos o partes que el predicador desea desarrollar en su tema.

b) Porque, sobre todo en estos tiempos de abun¬dante publicidad, ha de ser el título del sermón especialmente chocante y atractivo, para despertar la atención e intrigar al público. Esto pone al predicador en el peligro de formular su tema en un título que se aparte del asunto del cual realmente quiere tratar. En otras palabras: que sirva tan sólo de excusa o motivo para llamar la atención y no de verdadera base al mensaje. En tal caso se expone a que el público, sintiéndose defraudado, pierda confianza al predicador.

El Dr. J. H. Jowett dice: "Tengo la convicción de que ningún sermón está en condiciones de ser escrito totalmente, y aún menos predicado, mientras no podamos expresar su tema en una sola oración gramatical breve, que sea a la vez vigorosa y tan clara como el cristal. Yo encuentro que la formulación de esa oración gramatical constituye la labor más difícil, más exigente y más fructífera de toda mi preparación. El hecho de obligarse uno a formular esa oración desechando cada palabra imprecisa, áspera o ambigua, disciplinando el pensamiento hasta encontrar los términos que definan el tema con escrupulosa exactitud, constituye uno de los factores más vitales y esenciales de la hechura del sermón. Y no creo que ningún sermón pueda ser esbozado, ni predicado, mientras esa frase no haya surgido en la mente del predicador con la claridad de luna llena en noche despejada".

Es afortunado el predicador que puede encontrar un título que, al par que suficientemente interesante, breve y sugestivo, para ser puesto en la pizarra de anuncios, en el boletín de la iglesia o en la prensa pública, sea a la vez tan expresivo y completo que no necesite una segunda formulación del tema para uso del predicador, sino que título y tema se confundan en una sola cosa, abriendo la puerta al predicador para una eficaz y fructuosa exposición de alguna de las grandes verdades del Evangelio.

Conviene que el tema o el título que se formule sea intrigante, de modo que despierte el deseo de conocer lo que se oculta detrás del mismo, o sea, a ver cómo lo desarrollará el predicador. Observad cuan intrigantes son los títulos de ciertas novelas y películas mundanas. Debemos imitar en ello hasta cierto punto a los hijos de este siglo, que son "más sagaces que los hijos de luz", pero sin caer en exageraciones. En Norteamérica, donde los temas son generalmente anunciados por medio de un cartel en las afueras de las iglesias, pueden observarse muchos títulos de sermones ingeniosísimos.

UN PENSAMIENTO CONCRETO

El tema ha de ser corto, pero claro y expresivo. Un tema largo pierde toda su gracia y atractivo. Cierto predicador anunció el siguiente tema “Las opiniones falsas que los hombres se forman acerca de los juicios de Dios permite sobre nuestros prójimos y las opiniones rectas que se deben formar sobre tales juicios». Con el anuncio de tal tema, el predicador casi podía haberse ahorrado el sermón. "El peligro de juicios erróneos" habría sido mucho más acertado para este mismo asunto, porque este tema no detalla lo que el predicador va a decir, sino que despierta interés por saber lo que dirá.

Cuando el sermón es textual el tema debe ser tan dependiente del texto que ha de contener el principal pensamiento del mismo.

EJEMPLO: Para Rom. 12:2: "Alistados contra lo que nos rodea".

Cuando es para un sermón expositivo o sea, para la exposición de un pasaje o historia bíblica, el tema debe hacer énfasis sobre algún asunto del pasaje, que sea la clave y base de la historia y su aplicación.

EJEMPLO: Sobre Juan 9:25: "La confesión del ciego".

"La historia del ciego" sería un tema demasiado vago.

Poner por tema a Lucas 15:7: "El hambre del alma", sería más adecuado que "El hambre del Hijo Pródigo". ¿Por qué? Consideremos ambos temas. En el primer caso la palabra "confesión" es un juicio y comentario del predicador que da base para un buen sermón acerca del deber de confesar nosotros a Cris¬to. En cambio, "El hambre del Hijo Pródigo" no introduce nada nuevo. Es cosa harto sabida que el pródigo tenía hambre física, pero al decir "Hombre del alma", nos permite aplicar el texto al caso espiritual.

El tema ha de ser una expresión completa que una las múltiples ideas de un texto.

He aquí algunos ejemplos de temas adecuados:

1) Sintéticos:

"La dádiva de Dios a nosotros y la nuestra la El": Tit. 2:14.

"El tentado pecador y el tentado Salvador": Hebr. 2:18.

2) De frases escriturales:

"Las fuentes de salud": Is. 12:3.

"Traerá el hombre provecho a Dios": Job 22:2.

"¿A quién iremos?": Juan 6:58.

3) Paradójicos:

"Deberes que resultan privilegios": Sal. 119:54.

"Religión sin hacer la voluntad de Dios": Ma¬teo 7:21.

"La eficacia de virtudes pasivas": Apoc. 1:9.

"Luz el resultado de la vida": Juan 1:4.

"El gozo de la abnegación": 2.° Crón. 29:27.

"Maravilla en sitio peligroso": Luc. 8:25.

"Lo incomprensible en el testimonio cristia¬no"; Hech. 4:20.

Recomendamos al lector leer estos textos y consi¬derarlos a la luz del tema. Aunque no damos el sermón correspondiente a cada uno de estos temas, pues esto es tarea de próximos capítulos, verá cómo el tema le despierta ideas sobre cada texto.

DESARROLLO DEL TEMA

Una vez que el predicador ha concretado el asunto y el objeto de su sermón en una frase que se llama tema, la cuestión inmediata es cómo debe tratar el asunto para lograr el objeto que se propone. ¿Qué cosas tiene que decir y en qué orden ha de ir expresándolas? A este efecto transcribimos literalmente lo que dice el Dr. Herrick Johnson en su libro El Ministro Ideal:

"El tratamiento del asunto significa plan, plan de algún género que agrupa todo para formar un organismo, que colocará las partes en orden hacia un clímax, y presentará una sucesión natural y ordena¬da que excluya todo lo que no sea a propósito, y que haga que las diferentes líneas vayan creciendo en color, según convergen al foco ardiente, que es la exhortación final. Esto es esencial para la eficacia del sermón. En la misma medida que el plan sea claro, comprensivo y acumulativo, el sermón hará mayor impresión a los oyentes."

Y Spurgeon dice: "Nuestros pensamientos deben ser bien ordenados según las reglas propias de la arquitectura mental. No nos es permitido que pongamos inferencias prácticas como base, y doctrinas como piedras superiores; ni metáforas como cimiento y proposiciones encima de ellas; es decir, no debemos poner primero las verdades de mayor importancia, y por último las inferiores, a semejanza de un anticlímax, sino que los pensamientos deben subir y ascender de modo que una escalera de enseñanza conduzca a otra, que una puerta de raciocinio se comunique con otra, y que todo eleve al oyente hasta un cuarto, digámoslo así, desde cuyas ventanas se pueda ver la verdad resplandeciendo con la luz de Dios. Al predicar, guardad un lugar a propósito para todo pensamiento respectivamente, y tened cuidado de que todo ocupe su propio lugar. Nunca dejéis que los pensamientos caigan de vuestros labios atrabancadamente, ni que se precipiten como una masa confusa, sino hacedlos marchar como una tropa de soldados. El orden, que es la primera ley celestial, no debe ser descuidado por los embajadores del Cielo.'

Esto requiere por lo regular una gran cantidad de trabajo. Con alguna frecuencia un plan relampaguea en la mente como una inspiración, y el sermón se formula en pocos instantes, por lo menos en forma de bosquejo o esqueleto; pero la inteligencia de ordinario no trabaja con rapidez eléctrica, y sólo después de un trabajo duro el bosquejo va alcanzando su forma satisfactoria. A veces hay una lucha larga con la oscuridad y confusión de ideas. El pen¬samiento parece nadar en el caos, apareciendo una idea aquí, otra allá, sin conexión, o se presentan ideas muy buenas pero que no vienen a propósito para el tema y hay que rehusarlas o diferirlas para un sermón de otro tema. Sin embargo, el trabajo persistente y la meditación sacará el orden del caos y por fin un número considerable de las ideas surgidas durante la meditación serán aptas para entrar en un plan armónico basado en el tema y su texto.

Tal vez el predicador se sienta inclinado en alguna ocasión a renunciar al uso de un plan, por razón de la dificultad en prepararlo. Parece tanto más sencillo seguir adelante diciendo buenas cosas, formu¬lando argumentos y lanzando exhortaciones que no tienen mucha relación entre sí, sino que cada una engarza con la otra por la frase final, que da origen a otro párrafo con ideas totalmente diferentes.

Esto puede admitirse en la conversación, cuando nos dedicamos a «anunciar el Evangelio» a otras personas. Pero en el pulpito nunca. Los oyentes no recibirán una impresión tan profunda y perdurable del sermón si éste no sigue un plan mejor que un simple conjunto de buenas ideas.

Es verdad que Dios se ha servido a veces de los medios más humildes para realizar su gran obra de salvación de almas, y sermones sin orden lógico no han sido siempre sin fruto, pero tal modo de proceder no es aconsejable en modo alguno cuando pue¬de haber un propósito y una ordenación clara del sermón. Una aglomeración de pensamientos buenos puede compararse a una turba que trata de apoderarse de cierta fortaleza; puede tener éxito en algunas ocasiones, pero no podrá obrar jamás con la eficacia de un ejército en el que cada hombre ocupa su lugar.

Un plan es necesario en todas las cosas: un arquitecto no principia a edificar sin antes haber trazado un plano; un ingeniero civil no lanza sus brigadas al azar sobre las montañas sin haber antes ideado por dónde debe pasar el camino que se propone construir. El predicador no debe lanzarse a trazar el camino que se propone hacer llegar hasta el mismo corazón de sus oyentes, sin plan, excepto en casos especiales en que tal preparación haya sido de todo punto imposible, y la inspiración del Espíritu suple la imposibilidad del predicador; pero aun en tales casos de improvisación, los predicadores convenientemente educados o experimentados suelen recibir la inspiración en forma de un plan rápidamente concebido y en cuyo desarrollo puede notarse el poder de lo Alto. La misma ayuda y poder puede notarse en el desarrollo de un sermón formulado con más tiempo y oración, la cual el estudio de ningún modo puede ni debe suplir.

¿De qué maneras puede formularse el plan de un sermón una vez decidido el asunto o tema que se va a tratar?

TEMAS PARA JOVENES

TEMA: “HABLEMOS DE MUSICA”.



TEXTO: SAN JUAN 4: 23



INTRODUCCION:

Hablar de la música es hablar de Dios, pues la música fue creada por El y para El, y en su infinita misericordia nos ha dado a nosotros el privilegio de poderla entonar.

Pero como en toda creación de Dios, el enemigo siempre ha querido mezclar lo santo con lo profano, el ha levantado mucha música que lejos de alabarlo, lejos de exaltar el Nombre de Dios, lo pisotea o blasfema contra El, es ahí en donde entra nuestro papel, el cual seria de examinar que música estoy escuchando o que música estoy entonando, y si esa música realmente esta exaltando a Dios y si realmente mi intención es glorificarlo.

Es por esa razón que en esta hora quiera hablarte de ¿Cuál es la música que agrada a Dios?.

¿Qué es la Música?

1. Melodía, ritmo y armonía, combinados.

2. Sucesión de sonidos modulados para recrear el oído.

3. Concierto de instrumentos o voces, o de ambas cosas a la vez.

4. Arte de combinar los sonidos de la voz humana o de los instrumentos, o de unos y otros a la vez, de suerte que produzcan deleite, conmoviendo la sensibilidad, ya sea alegre, ya tristemente.

¿CUÁL ES LA MÚSICA QUE AGRADA A DIOS?

Alguien podría decir que es difícil acertar en cuanto a cual es la música que agrada a Dios, porque tendríamos que ser Dios para poderlo decir. Pero desde mi humilde punto de vista creo que hay ciertas características que la música que ha de agradar a Dios debería tener, entre ellas:

AQUELLA QUE ES VERDADERA. (San Juan 4: 23)

Tu puedes hacerte una idea de cual es la música que le agrada a Dios, pero muchas veces podemos hacernos un falso concepto, creyendo que algo agrada a Dios y a lo mejor no es así.

La Música Verdadera es aquella que muestra la verdad, Jesús dijo: “Yo soy la verdad”, entonces la música que agrada a Dios es aquella que muestra Jesús como una alternativa a tu vida que puede transformarte por completo, es aquella que reconoce el poder de Dios y no solo lo reconoce sino que también lo exalta. Cuando esto esta presente en la música es obvio que es agradable delante de Dios.

AQUELLA QUE ES AUTENTICA. (1 Samuel 16:7)

Esto quiere decir que es aquella que nace del corazón, aquella que sale de lo profundo de nuestro ser y se siente. Muchos pueden exteriorizar santidad y muchas cosas mas espirituales. Pero la música que realmente agrada a Dios es aquella que trasmite pasión porque es auténtica y te lleva a la ministración.

La Música que es autentica para Dios es aquella que se siente, nuestro espíritu da testimonio de eso al ser sensible a esta clase de música.

AQUELLA QUE ES REFLEXIVA. ()

La alabanza que nos lleva a la reflexión y a reconocer tanto lo que Dios es como lo que Dios hace en nuestra vida, esa alabanza es la que realmente agrada a Dios. Tu puedes cantar muy lindo y tu canción puede sonar muy bien, pero sino nos lleva a la reflexión entonces se esta perdiendo el propósito de la alabanza.

AQUELLA QUE ES PRACTICA Y NO SOLO TEORICA. (Romanos 12: 1)

A Dios le agrada mas la practica que la teoría en nuestra vida. Yo puedo cantar muy lindo pero si mi vida no es una vida de alabanza constante a Dios, ¿De que sirve?, sabias que la alabanza que agrada a Dios es aquella que se practica, es vivir lo que canto, es poner en practica lo que entono.

Dios se agrada de aquellos siervos que nos ministran en alabanza pero que tienen un testimonio digno de imitar, que no solo cantan sino que también alaban a Dios con su forma de vivir. El rey David era un ejemplo de Música practica, el vivía lo que cantaba, de hecho muchas de los salmos que escribió los vivió en carne propia y era agradable delante de Dios, no por nada la Biblia dice que David era un hombre conforme al corazón de Dios.

LA MÚSICA DE HOY EN DÍA.

A comparación de hace algunas décadas, la música ha cambiado en ritmos. Antes que nada quiero dejar bien en claro que no estoy en contra de ningún ritmo, genero, etc. Tampoco estoy a favor de todos, la verdad es que el Espíritu Santo que esta dentro de ti es el que te guía a elegir que música escuchar y que música te edificara y exaltara el Nombre de Dios.

Tampoco vamos a ponernos en el punto de vista legalista y vamos a censurar la música que desde mi parecer no le agrada a Dios, eso dejémoselo a Juez Justo.

Pero mucha importancia tiene la música que escuchamos hoy en día, porque esta es la que nos enseña la manera de vivir el evangelio. Muchos no aceptan varios géneros de música porque los tilda de nada espiritual, pero yo me pongo a pensar que es lo que Dios dijera de una persona que aunque personalmente no me gusta el ritmo o el genero de su alabanza, lo hace con todo su corazón para Dios, ¿Te has preguntado eso?, cada quien tiene una forma de alabar a Dios, yo no te juzgare por la forma de cómo alabas a Dios, ni tu me juzgues por la forma como lo hago yo, pero el que si tiene potestad de saber si esa música esta llegando como olor fragante delante suya es Dios.

Muchos de nosotros perdemos nuestro tiempo en juzgar a “x” grupo, banda o cantante cristiano, pero creo que en el tema de la Música es difícil darle la razón a alguien que juzga, porque tendríamos que entrar en los corazones de la banda, grupo o cantante y examinar si esa alabanza por lindo o feo que suene esta siendo agradable a Dios. Por esa razón personalmente pienso que cada uno es libre de cómo prefiere alabar a Dios y edificarse en El, ¿Dónde veremos los resultados?, sencillo en la vida que testifique, es decir que en su forma de vivir el evangelio influye mucho lo que esta escuchando.

¿QUÉ ES LO QUE DIOS QUIERE?

Dios lejos de vernos pelear en el tema de los ritmos o géneros, quiere que lo busquemos y que lo exaltemos como el se lo merece: “en espíritu y en verdad”. Partiendo de eso puedo decir que Dios no ve lo que nuestros ojos humanos ven y no escucha lo que nuestros oídos humanos escuchan, sino mas bien el ve el corazón y la intención que hay en el.

La música es un tema en donde hay muchos puntos que tocar, pero lo importante de todo esto es reconocer estas cosas:

1. La música fue creada por Dios y para Dios.

2. Dios quiere que lo alabemos en espíritu y en verdad.

3. La alabanza que ve y oye Dios es la que sale de lo profundo de nuestro corazón.

4. Si lo que escuchas te edifica, entonces síguelo escuchando, sino, ¿Qué haces escuchando esa música que no te edifica?.

CONCLUSIÓN:

Que la música que escuches y entonces lleve como objetivo exaltar el Nombre de Dios y mas que entonar o escuchar alabanzas Dios quiere que tu vida sea una alabanza que llegue delante de El como olor fragante, la pregunta es: ¿Tu vida es una alabanza agradable a Dios?.

ESTUDIO DE APOCALIPSIS

Continuación

En el versículo 2 de este capitulo l3, se nos brinda mas detallas para identificar a la bestia y sus características.


"ERA SEMEJANTE AL LEOPARDO, PIES COMO DE OSO, SU BOCA COMO BOCA DE LEON". Es decir; un compuesto de tres de los imperios anteriores a Roma. El "leopardo" habla de Grecia, Dan.7:6; el "oso" de M.Persa Dan.7:5; y el "león" de Babilonia, en el símbolo, ya que "boca de león" nos habla del mismo Satanás, l.Ped.5:8; lo que queda corroborado en la parte final de este versículo y que es característica también de la segunda "Bestia" de Apoc.l3:ll; que "HABLABA COMO DRAGON".

El texto sigue así: "Y EL DRAGON LE DIO SU PODER Y SU TRONO, Y GRANDE AUTORIDAD( o "con un inmenso imperio") como dice Nueva Alianza.

Esto explica sobre el porque el Papado fue y es protagonista en todo el que hacer mundial. Por eso leemos en Apoc.l7:3, que esta iglesia tiene su asiento en la "bestia escarlata". Todo el reino de Satanás le fue entregado, es su imagen visible por medio del cual el diablo opera, como ya en parte lo vimos y comparamos con la historia. De ahí de la importancia de que se haga una "imagen" de esta bestia como veremos mas adelante, porque así, de esta manera recibe adoración el mismo Satanás(vers.4,l4). Cuando los habitantes de la tierra se unan a este poderoso sistema religioso, la imagen de la bestia estará completa, formada completamente y Satanás adorado, pues para eso el dio su trono, a cambio de adoración, vea Mat.4:8,9. Es asombroso el cumplimiento de esta profecía, pues desde el momento que la iglesia de Roma reconoció a Constantino y respeto sus decisiones, incluso en materia de doctrina, la iglesia comenzó a perfilarse como una potencia mundial.

La historia lo dice con estas palabras:

"Mientras la antigua metrópolis des imperio romano descendía al nivel de pequeña ciudad sin importancia, en el interior de sus muros se asentaban los fundamentos de una nueva potencia mundial.

El obispo de Roma..."(Historia Universal por Carl Grimberg y Ragnar Svanstrons, "Edad Media" Tomo 4 pag,80, Ediciones Daimon para Circulo de Lectores), y en la pag.81 agrega:

"En la mayoría de sus funciones, el Papa había substituido al emperador."

Estos mismos historiadores pero en el tomo 3 "Roma" pag.348, dicen que desde Constantino(312 DC.)

"la iglesia cristiana ocupo el primer plano en la escena del mundo".

Y agregan:

"La iglesia se había convertido en un estado dentro del estado."

Luego en la pag,358 agregan:

"Desde tiempo atrás se desmoronaba el viejo mundo romano.

El futuro pertenecía ya a fuerzas nuevas: El cristianismo y los germanos".

Es asombroso el cumplimiento de las profecías, ya que los germanos son los diez reinos que se disgregaron de Roma, y esa "iglesia", el "cuerno pequeño" como ya hemos visto Dan.7:7,8,23,24;etc.

Otro historiador, Natalio Pizano dice:

"Destruido el imperio romano de occidente, quedo como reflejo de la autoridad imperial la figura del Papa, en quien los invasores germanos vieron, efectivamente, al heredero de la dignidad romana. El Papado cuya autoridad en el centro de Italia fue reconocida por reyes y emperadores".("Historia Moderna y contemporánea pag.5. l956 Ed. Estrada.

Los historiadores Sarthou y Lafont en Historia Edad Media pag.36. Ed.F.V.D (l953), escriben lo siguiente:

"Con la invasión de los bárbaros y la caída del imperio, todo un pasado se había derrumbado. Solo permaneció en pie la sólida organización de la iglesia cristiana.....La iglesia, en efecto, merced a la extensa red de sus obispos, se levanto en medio de las ruinas y pudo presentarce como heredera del Imperio."

Y en la pag.37 agregan:

"San León el grande(440-461) fue el primero de los grandes Papas y la figura mas considerable de Roma a mediado del siglo V. Después de conseguir la asombrosa retirada de Atila(455) llevo a tan alto grado el prestigio del Papado, que cuando se produjo, en 476, la caída lamentable del Imperio, el "sucesor de Pedro apareció naturalmente como el heredero de Augusto".

Luego con el edicto de Justiniano I a mediado del siglo VI, los Papas llevan ya funciones de jefes de estados, siendo el jefe indiscutido de toda la cristiandad y arbitro universal. Luego se forma el Santo Imperio Romano y gobierna por mas de mil años, y todo a pesar del pésimo testimonios de estos eclesiásticos, claro, el poder del Papado no estaba basado en una autoridad moral que le fuera propia, por el contrario, por la autoridad del Dragón. Esto explica el porque de tanta autoridad, que si fuera de Dios, tendría bases morales sobresalientes y lejos de lograr tanto éxito y dominio, cuando ni Jesucristo lo logro por estar este mundo bajo el "poder del maligno" l.Jn.5:l9. La identificación del "cuerno pequeño" de Dan.7 y la bestia de Apoc.l3, con la iglesia Católica Romana es indiscutible. Se lo profetiza en la Biblia y se lo confirma con la historia...es indiscutible. Caso probado.

Además se puede identificar al "cuerno pequeño" con la primera bestia y confirmar que es la iglesia de Roma, cuando también podemos identificarla con la "mujer rameras" de Apoc.l7 y con la Babilonia de Apoc.l8, y con LAODICEA finalmente.

Vea y compare: Dan.7:8,21,25; Apoc.l3:5-8; Apoc.l7:6,8; l8:2,4,20,24; vea también Apoc.3:l7; y comp. con Apoc.l8:7; e Is.47:8; etc..

Lo que quiero destacar es que este poder religioso esta sustentado por el "dragón" Apoc.l3:2; l7:3, etc. Ya vimos como este poder se extiende a todo el sistema religioso denominacional tal como lo conocemos hoy, formando la "imagen de la bestia" por medio de la cual se le rinde adoración al dragón.

CONFESION DE FE DE WESTMINSTER

CAPITULO 18: DE LA SEGURIDAD DE LA GRACIA Y DE LA SALVACIÓN


I. Aunque los hipócritas y otros hombres no regenerados pueden vanamente engañarse a sí mismos con esperanzas falsas y presunciones carnales de estar en el favor de Dios y en estado de salvación; (1) cuya esperanza perecerá; (2) sin embargo, los que creen verdaderamente en el Señor Jesús y le aman con sinceridad, esforzándose por andar con toda buena conciencia delante de él, pueden en esta vida, estar absolutamente seguros de que están en el estado de gracia, (3) y pueden regocijarse en la esperanza de la gloria de Dios; y tal esperanza nunca les hará avergonzarse.(4)

1. Job 8:13,14; Miqueas 3:11; Deuteronomio 29:19; Juan 8:41.

2. Mateo 7:22,23.

3. 1 Juan 2:3; 5:13 y 3:14,18,19,21,24.

4. Romanos 5:2,5.

II. Esta seguridad no es una mera persuasión presuntuosa y probable, fundada en una esperanza falible; (1) sino que es una seguridad infalible de fe basada en la verdad divina de las promesas de salvación, (2) en la demostración interna de aquellas gracias a las cuales se refieren las promesas, (3) en el testimonio del Espíritu de adopción testificando a nuestro espíritu de que somos hijos de Dios; (4) este Espíritu es la garantía de nuestra herencia, y por EL cual somos sellados hasta el día de la redención.(5)

1. Hebreos 6:11,19.

2. Hebreos 6:17,18.

3. 2 Pedro 1:4,5,10.11; 1 Juan 2:3; 3:14; 2 Corintios 1:12.

4. Romanos 8:15,16.

5. Efesios 1:13,14; Efesios 4:30; 2 Corintios 1:21,22.

III. Esta seguridad infalible no corresponde completamente a la esencia de la fe, sino que un verdadero creyente puede esperar mucho tiempo y luchar con muchas dificultades antes de ser participante de tal seguridad; (1) sin embargo, siendo capacitado el creyente por el Espíritu Santo para conocer las cosas que le son dadas gratuitamente por Dios, puede alcanzarlas sin una revelación extraordinaria por el uso correcto de los medios ordinarios; (2) y por eso es el deber de cada uno ser diligente para asegurar su llamamiento y elección; (3) para que su corazón se ensanche en la paz y en el gozo del Espíritu Santo, en amor y gratitud a Dios, y en la fuerza y alegría de los deberes de la obediencia, que son los frutos propios de esta seguridad: (4) así de lejos está esta enseñanza de inducir a los hombres a la negligencia. (5)

1. Isaías 50:10; 1 Juan 5:13; Marcos 9:24; Salmos 88 y 77:1-12.

2. 1 Corintios 2:12; 1 Juan 4:13; Hebreos 6:11,12; Efesios 3:17,19.

3. 2 Pedro 1:10.

4. Romanos 5:1,2,5; 14:17; 15:13; Salmos 119:32 y 4:6,7; Efesios 1:3,4.

5. 1 Juan 2:1,2; Romanos 6:1,2; Tito 2:11,12,14; 2 Corintios 7:1; Romanos 8:1,12; 1 Juan 3:2,3; Salmos 130:4; 1 Juan 1:6,7.

IV. La seguridad de la salvación de los verdaderos creyentes puede ser, en diversas maneras, zarandeada, disminuida o interrumpida; por la negligencia en preservarla; por caer en algún pecado especial, que hiera la conciencia y contriste el Espíritu; por alguna tentación repentina o vehemente; por retirarlos Dios la luz de su rostro y permitiendo, aun a los que le temen, (1) que caminen en tinieblas, y que no tengan luz; sin embargo, nunca quedan totalmente destituidos de aquella simiente de Dios, y de la vida de fe, de aquel amor de Cristo y de los hermanos, de aquella sinceridad de corazón y conciencia del deber. De todo lo cual, por la operación del Espíritu, esta seguridad puede ser revivida en su debido tiempo; (2) y por todo lo cual, mientras tanto, los verdaderos creyentes son sostenidos para que no caigan en la desesperación total. (3)

1. Cantares 5:2,3,6; Salmos 51:8,12,14; Efesios 4:30,31; Salmos 77:1-10; Mateo 26:69-72; Salmos 31:22 y 8;

Isaías 50:10.

2. 1 Juan 3:9; Job 13:15; Lucas 22:32; Salmos 73:15 y 51:8,12; Isaías 50:10.

3. Miqueas 7:7-9, Jeremías 32:40; Isaías 54:7-10; Salmos 22:1; y Salmo 88.


CAPITULO 19: DE LA LEY DE DIOS

I. Dios dio a Adán una ley como un pacto de obras, por la que lo obligó a toda su posteridad a una obediencia personal, completa, exacta y perpetua; le prometió la vida por el cumplimiento de ella, y le amenazó con la muerte si la infringía; y le dio también el poder y la capacidad para guardarla. (1)

1. Génesis 1:26,27; 2:17; Romanos 2:14,15; 10:5; 5:12,19.

Véase Gálatas 3:10,12; Eclesiastés 7:29; Job 28:28.

II. Esta ley, después de la caída de Adán, continuaba siendo una regla perfecta de rectitud; y como tal fue dada por Dios en el Monte Sinaí en diez mandamientos y escrita en dos tablas; (1) los cuatro primeros mandamientos contienen nuestros deberes para con Dios, y los otros seis, nuestros deberes para con los hombres. (2)

1. Santiago 1:25; 2:8; 10-12; Romanos 13:8,9; Deuteronomio 5:32 y 10:4; Éxodo 34:1.

2. Mateo 22:37-40.

III. Además de esta ley, comúnmente llamada ley moral, agradó a Dios dar al pueblo de Israel, como una iglesia menor, leyes ceremoniales que contenían varias ordenanzas típicas; en parte de adoración prefigurando a Cristo, sus gracias, acciones, sufrimientos y beneficios, (1) y en parte expresando diversas instrucciones sobre los deberes morales. (2) Todas aquellas leyes ceremoniales están abrogadas ahora bajo el Nuevo Testamento. (3)

1. Hebreos 10:1; Gálatas 4:1-3; Colosenses 2:17; Hebreos 9.

2. 1 Corintios 5:7; 2 Corintios 6:17; Judas 23.

3. Colosenses 2:14,16,17; Efesios 2:15,16; Daniel 9:27.

IV. A los israelitas como a un cuerpo político también les dio algunas leyes judiciales, que expiraron juntamente con el estado político de aquel pueblo, por lo que ahora no obligan a los otros pueblos, sino en lo que la justicia general de ellas lo requiera. (1)

1. Éxodo 21 y 22:1-29; Génesis 49:10; comparado con 1 Pedro 2:13,14; Mateo 5:17 con 38,39; 1 Corintios 9:8-10.

V. La ley moral obliga por siempre a todos, tanto a los justificados, como a los que no lo están, a la obediencia de ella; (1) y esto no sólo en consideración a la naturaleza de ella sino también con respecto a la autoridad de Dios, el Creador, quien la dio. (2) Cristo, en el evangelio, en ninguna manera abroga esta ley, sino que refuerza nuestra obligación de cumplirla. (3)

1. Romanos 13:8-10; Efesios 6:2; 1 Juan 2:3,4,7,8.

2. Santiago 2:10,11.

3. Mateo 5:17,19; Santiago 2:8; Romanos 3:31.

VI. Aunque los verdaderos creyentes no están bajo la ley como un pacto de obras para ser justificados o

condenados; (1) sin embargo, es de gran utilidad tanto para ellos como para otros; ya que como una regla de vida les informa de la voluntad de Dios y de sus deberes, les dirige y obliga a andar en conformidad con ella; (2) les descubre también la pecaminosa contaminación de su naturaleza, corazón y ida; (3) de tal manera, que cuando ellos se examinan delante de ella, puedan llegar a una convicción más profunda de su pecado, a sentir humillación por él y un odio contra él; (4) junto con una visión más clara de la necesidad que tienen de Cristo, y de la perfección de su obediencia. (5) También la ley moral es útil para los regenerados para restringir su corrupción, puesto que prohíbe el pecado; (6) y las amenazas de ella sirven para mostrar lo que merecen aún sus pecados, y qué aflicciones puedan esperar por ellos en esta vida; aún cuando estén libres de la maldición con que amenaza la ley. (7) Las promesas de ella, de un modo semejante, manifiestan a los regenerados que Dios aprueba la obediencia y cuáles son las bendiciones que deben esperar por el cumplimiento de la misma; (8) aunque no se deba a ellos por la ley como un pacto de obras; (9) así que, si un hombre hace lo bueno y deja de hacer lo malo porque la ley le manda aquello y le prohíbe esto, no es evidencia de que esté bajo la ley, sino bajo la gracia. (10)

1. Romanos 6:14 y 8:1; Gálatas 2:16; 3:13; 4:4,5; Hechos 13:39.

2. Romanos 7:12,22,25; Salmos 119:4-6; 1 Corintios 7:19; Gálatas 5:14,16; 18:23.

3. Romanos 7:7 y 3:20.

4. Romanos 7:9,14,24; Santiago 1:23-25.

5. Gálatas 3:24; Romanos 8:3,4 y 7:24.

6. Santiago 2:11; Salmos 119:101,104,128.

7. Esdras 9:13,14; Salmos 89:30-34.

8. Salmos 37:11 y 19:11; Levítico 26:1-14; con 2 Corintios 6:16; Efesios 6:2,3; Mateo 5:5.

9. Gálatas 2:16; Lucas 17:10.

10. Romanos 6:12,14; Hebreos 12:28,29; 1 Pedro 3:8-12; Salmos 34:12-16.

VII. Los usos de la ley ya mencionados, no son contrarios a la gracia del Evangelio, sino que concuerdan armoniosamente con él; (1) el Espíritu de Cristo subyuga y capacita la voluntad del hombre para que haga alegre y voluntariamente lo que requiere la voluntad de Dios, revelada en la ley. (2)

1. Gálatas 3:21.

2. Ezequiel 36:27; Hebreos 8:10; Jeremías 31:33.