martes, 18 de octubre de 2011

¿PORQUE NO TODAS LAS RELIGIONES SON IGUALES?

Se piensa que todas las religiones son buenas. Todas -salvo degeneraciones extrañas que son como la excepción que confirma la regla- llevan al hombre a hacer cosas buenas, exaltan sentimientos positivos y satisfacen en mayor o menor medida la necesidad de trascendencia que todos tenemos. En el fondo, da igual una que otra. Además, ¿por qué no puede haber varias religiones verdaderas?

Es cierto que uno tiene que ser de espíritu abierto, y apreciar todo lo positivo que haya en las diversas religiones, que es sustancialmente diferente que decir que existen varias religiones verdaderas: si solamente hay un Dios, no puede haber más que una verdad divina, y una sola religión verdadera.

La sensatez en la decisión humana sobre la religión no estará, por tanto, en elegir la religión que a uno le guste o le satisfaga más, sino más bien en acertar con la verdadera, que sólo puede ser una. Porque una cosa es tener una mente abierta y otra, bien distinta, pensar que cada uno puede hacerse una religión a su gusto, y no preocuparse mucho puesto que todas van a ser verdaderas. Ya dijo Chesterton que tener una mente abierta es como tener la boca abierta: no es un fin, sino un medio. Y el fin -decía con sentido del humor- es cerrar la boca sobre algo sólido.

Como cristiano que soy, creo que el cristianismo es la religión verdadera. Porque si uno no cree que su fe es la verdadera, lo que le sucede entonces, sencillamente, es que no tiene fe.

Lógicamente, creer que el cristianismo es la religión verdadera no implica imponerla a los demás, ni menospreciar la fe de otros, ni nada parecido. Es más, la fe cristiana bien entendida exige ese respeto a la libertad de los demás.

Ahora bien, la adhesión a la verdad cristiana no es como el reconocimiento de un principio matemático. La revelación de Dios se despliega como la vida misma, y toda verdad parcial no tiene por qué ser un completo error.

Muchas religiones tendrán una parte que será verdad y otra que contendrá errores (excepto la verdadera, que, lógicamente, no contendrá errores). Por esta razón, la Iglesia Católica -lo ha recordado el Concilio Vaticano II- nada rechaza de lo que en otras religiones hay de verdadero y de santo. Considera con sincero respeto los modos de obrar y de vivir, los preceptos y doctrinas que, aunque discrepan en muchos puntos de lo que ella profesa y enseña, no pocas veces reflejan un destello de aquella Verdad que ilumina a todos los hombres.

¿Y por qué la religión cristiana va a ser la verdadera?
Para responder esta pregunta, se pueden aportar pruebas sólidas, racionales y convincentes, pero nunca serán pruebas aplastantes e irresistibles. Además, no todas las verdades son demostrables, y menos aún para quien entiende por 'demostración' algo que ha de estar atado indefectiblemente a la ciencia experimental.

Digamos -no es muy académico- que es como si Dios no quisiera obligarnos a creer. Dios respeta la dignidad de la persona humana, que Él mismo ha creado, y que debe regirse por su propia determinación. Dios jamás coacciona (además, si fuera algo tan evidente como la luz del sol, no haría falta demostrar nada: ni tú estarías leyendo esto ni yo ahora escribiéndolo).

Para creer, hace falta una decisión libre de la voluntad: la fe es a la vez un don de Dios y un acto libre. Y nadie se rinde ante una demostración no totalmente evidente (algunos, ni siquiera ante las evidentes), si hay una disposición contraria de la voluntad.

En este caso, sugiero, para comprensión de la lectura, comentar algunas de las razones que pueden hacer comprender mejor porque la religión cristiana es la verdadera. No pretendo hacerlo de modo exhaustivo ni tremendamente riguroso: se trata simplemente de arrojar un poco de luz sobre el asunto, resolviendo algunas dudas, o bien fortaleciendo convicciones que ya se tiene: sólo intento hacer más verosímil la verdad.

Un sorprendente desarrollo
Podemos empezar, por ejemplo, por considerar lo que ha supuesto el cristianismo en la historia de la humanidad. Piensen cómo, en los primeros siglos, la fe cristiana se abrió camino en el Imperio Romano de forma prodigiosa. El cristianismo recibió un tratamiento tremendamente hostil. Hubo una represión brutal, con persecuciones sangrientas, y con todo el peso de la autoridad imperial en su contra durante muchísimo tiempo (unos dos siglos).

Es necesario pensar también que la religión entonces predominante era una amalgama de cultos idolátricos, enormemente indulgentes, en su mayor parte, con todas las debilidades humanas. Tal era el mundo que debían transformar. Un mundo cuyos dominadores no tenían interés alguno en que cambiara. Y la fe cristiana se abrió paso sin armas, sin fuerza, sin violencia de ninguna clase. Y, pese a esas objetivas dificultades, los cristianos eran cada vez más.

Lograr que la religión cristiana se arraigase, se extendiera y se perpetuara; lograr la conversión de aquel enorme y poderoso imperio, y cambiar la faz de la tierra de esa manera, y todo a partir de doce predicadores pobres e ignorantes, faltos de elocuencia y de cualquier prestigio social, enviados por otro hombre que había sido condenado a morir en una cruz, que era la muerte más afrentosa de aquellos tiempos... Sin duda para el que no crea en los milagros de los evangelios, me pregunto si no sería éste milagro suficiente. Algo absolutamente singular en la historia de la humanidad.

Jesús de Nazareth
Sin embargo, la pregunta básica sobre la identidad de la religión cristiana se centra en su fundador, en quién es Jesús de Nazareth.
El primer trazo característico de la figura de Jesucristo -señala André Léonard- es que afirma ser de condición divina. Esto es absolutamente único en la historia de la humanidad. Es el único hombre que, en su sano juicio, ha reivindicado ser igual a Dios. Y recalco lo de reivindicado porque, como veremos, esta pretensión no es en modo alguno signo de jactancia humana, sino que, al contrario, va acompañada de la mayor humildad.

Los grandes fundadores de religiones, como Confucio, Lao-Tse, Buda y Mahoma, jamás tuvieron pretensiones semejantes. Mahoma se decía profeta de Allah, Buda afirmó que había sido iluminado, y Confucio y Lao-Tse predicaron una sabiduría. Sin embargo,

LA INQUISICION

El término Inquisición hace referencia a varias instituciones dedicadas a la supresión de la herejía mayoritariamente en el seno de la Iglesia Católica, aunque también hubo un tribunal del mismo género entre el calvinismo y otras denominaciones protestantes. La herejía en la era medieval muchas veces se castigaba con la pena de muerte, y de ésta se derivan todas las demás. La Inquisición medieval fue fundada en 1184 en la zona de Languedoc (en el sur de Francia) para combatir la herejía de los cátaros o albigenses, que en 1249 se implantó también en el reino de Aragón (fue la primera Inquisición estatal) y que en la Edad Moderna, con la unión de Aragón con Castilla, fue extendida a ésta con el nombre de Inquisición española (1478-1821), bajo control directo de la monarquía hispánica, cuyo ámbito de acción se extendió después a América; la Inquisición portuguesa (1536-1821) y la Inquisición romana (1542-1965). Aunque en los países de mayoría protestante también hubo persecuciones, en este caso contra católicos, contra reformadores radicales como los anabaptistas y contra supuestos practicantes de brujería, los tribunales se constituían en el marco del poder real o local, generalmente ad-hoc para cada caso concreto, y no constituyeron una institución específica.

En los comienzos de la Iglesia la pena habitual por herejía era la excomunión. Cuando los emperadores romanos convierten el cristianismo en religión estatal en el siglo IV, los herejes empiezan a considerarse enemigos del Estado. En su momento San Agustín aprobó con reservas la acción del Estado contra los herejes, aunque la Iglesia en general desaprobaba en ese momento los castigos físicos.

En respuesta al resurgimiento de la herejía de forma organizada, se produce en el siglo XII en el sur de Francia un cambio de opinión dirigida contra la doctrina albigense, la cual no coincidía con los puntos de vista de la Iglesia católica con relación al matrimonio y otras instituciones de la sociedad. Como reacción, el papa Inocencio III organizó una cruzada contra los albigenses promulgando una legislación punitiva contra ellos. Sin embargo, los esfuerzos iniciales destinados a someter la herejía no estuvieron bien coordinados y fueron ineficaces

La Inquisición romana, también llamada Congregación del Santo Oficio, fue creada en 1542, ante la amenaza del protestantismo, por el Papa Pablo III. Se trataba de un organismo bastante diferente de la Inquisición medieval, ya que era una congregación permanente de cardenales y otros prelados que no dependía del control episcopal. Su ámbito de acción se extendía a toda la Iglesia Católica. Su principal tarea fue desmantelar y atacar a las organizaciones, corrientes de pensamiento y posturas religiosas que socavaran la integridad de la fe católica, y examinar y proscribir los libros que se considerasen ofensivos para la ortodoxia.

Al comienzo, la actividad de la Inquisición romana se restringió a Italia, pero cuando Gian Pietro Caraffa fue elegido Papa como Pablo IV, en 1555, comenzó a perseguir a numerosos sospechosos de heterodoxia, entre los que se encontraban varios miembros de la jerarquía eclesiástica, como el cardenal inglés Reginald Pole. En 1600 fue juzgado, condenado y ejecutado el filósofo Giordano Bruno. En 1633 fue procesado y condenado Galileo Galilei.

En 1965 el papa Pablo VI reorganizó el Santo Oficio, denominándolo Congregación para la Doctrina de la Fe.
Galileo ante el Santo Oficio, por Joseph-Nicolas Robert-Fleury (siglo XIX).

 Inquisición portuguesa

En Portugal, donde se habían refugiado numerosos judíos españoles luego de la expulsión de 1492, el rey Manuel I, presionado por sus suegros, los Reyes Católicos, decretó la expulsión de los judíos que no se convirtieran al cristianismo en 1497. Esto produjo numerosas conversiones al catolicismo.

La Inquisición portuguesa fue establecida en Portugal en 1536 por el rey Juan III. En un principio, la Inquisición portuguesa estaba bajo la autoridad del papa, pero en 1539, el rey nombró inquisidor mayor a su propio hermano, Don Enrique. Finalmente, en 1547, el papa terminó aceptando que la Inquisición dependiese de la corona portuguesa.
El primer auto de fe tuvo lugar en Lisboa el 20 de septiembre de 1540, en 1560 se establece un tribunal de la Inquisición en Goa. Fue abolida por las Cortes Generales en 1821.

Inquisición y brujería

En 2004 se publicaron las "Actas del simposio internacional: La inquisición",[4] [5] gracias a la apertura de los archivos secretos de la Congregación para la Doctrina de la Fe ordenada por Juan Pablo II en 1998. En estas actas se recoge toda la documentación sobre los procesos inquisitoriales en la Europa católica donde regía el Vaticano en el campo espiritual. Desmitifica una parte del genocidio en países como España por brujería, exagerados por la exitosa campaña protestante (ver Leyenda Negra de la Inquisición Española) para mejorar su oposición al Imperio español de la época.

Primero es necesario comentar que se inició como un fenómeno popular, la aparición de la figura de la bruja poseída por el diablo, y así se irían ajusticiando por la población local. En 1484, Inocencio VIII da por oficial la existencia de la brujería por medio de la bula Summis desideratis affectibus:
Ha llegado a nuestros oídos que gran número de personas de ambos sexos no evitan el fornicar con los demonios, íncubos y súcubos; y que mediante sus brujerías, hechizos y conjuros, sofocan, extinguen y hacen perecer la fecundidad de las mujeres, la propagación de los animales, la mies de la tierra.

 Características

En la Europa central, se vio especialmente agravada por varios motivos:
Entonces se puede hablar de dos regiones diferenciadas según la fuerza de la brujería:
  • Alemania, Suiza, la Región del Jura, los Países Bajos españoles, Francia e Inglaterra, donde hubo una brutalidad excepcional
  • Los países nórdicos, orientales y mediterráneos especialmente, la caza de brujas fue algo tardío, sin fuerza y poco importante demográficamente.

 La brujería en España

En España, durante los tres siglos que dura especialmente, prácticamente la mayoría de los casos se someten al proceso de la Inquisición local de forma regulada y documentada. Aunque sería el último país en abandonar la cruel figura de la Inquisición, ya hacía mucho tiempo que no ejecutaba a muerte a supuestas brujas; se ejecuta a la última en 1611, la adolescente catalana Magdalena Duer. Los últimos casos son en uno de los cantones suizos con Anne Goldin en Glarus, 1782 (es la última ejecución en Europa occidental) o en Polonia en 1793.

A diferencia de otros países europeos como Alemania o Reino Unido, en el caso español los juicios por brujería de la Inquisición eran juicios con un proceso legal, documentados y organizados por el Estado, aunque todos los países usaron la tortura como medio habitual. La pena más común era la abjuración de levi, con destierro de seis años de la ciudad donde viviera; la absolución era frecuente. Era significativa la suposición de que las supuestas brujas habían bebido vino y estaban enfermas de modorra. Con la confesión del brujo, la inquisición advertía:
Que no procede en estos casos por solo la forma de ser brujos y hacer los dichos daños, si no testifican de haberlos visto hacer algunos daños, porque muchas veces lo que dicen han visto y hecho les sucede en sueños y juzgan se hallaron en cuerpo y lo vieron e hicieron con los que testiffican y les figura el demonio cuerpos fantasiosos de aquellos que dicen vieron sin haberlos visto ni hallándose allí para que hagan esos daños de inflamar en peligro a los que no tienen culpa.
Julio Caro Baroja afirma en El señor Inquisidor y otras vidas por oficio:
Los inquisidores eran más juristas que humanistas y teólogos. La jurisprudencia más o menos secreta que podían estudiar era grande, casi tan grande como el escepticismo de muchos de ellos, acostumbrados a ver imposturas y engaños en cantidad de actos hechiceriles. En el siglo XVII los españoles, por otra parte, no tenían mucha fama como magos y hechiceros. Alguien sostuvo —con clara animadversión hacia el país— que el diablo no se fiaba de sus habitantes.

LOS APOSTOLES Y PROFETAS DE HOY

LOS OVNIS Y LAS NUBES

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Los objetos voladores llamados OVNIs constituyen un atractivo enigma para quienes los hemos visto en la distancia.  No hay duda alguna de que este es un tema que genera mucho interés.  Nuestra naturaleza gusta de aquello que está cubierto por algún tipo de misterio.  ¿Qué son?  ¿Cómo funcionan?  ¿Qué pretenden sus tripulantes de nosotros?  Estas son preguntas que todos nos hacemos, y hasta el momento han quedado sin una segura contestación. 
 
Algunos, como el señor Enrique Castillo, nos aseveran que son de carácter mecánico; otros aseveran que son astrales o celestes.  En estos artículos no nos proponemos contestar la pregunta de cómo funcionan, más bien la de qué son y qué buscan o pretenden sus tripulantes con nosotros.  La prudencia nos indica que sin claras evidencias, lo único que podríamos hacer sería especular, cosa que no nos interesa realizar.
 
Estamos muy conscientes de que cualquier tipo de aseveración firme y categórica debe estar fundamentada en una base sólida y confiable.  Mi fundamento como legítimo profeta del Señor es la Sagrada Escritura, libro este que contiene la Palabra de Dios.  El gran apóstol Pedro, refiriéndose al Canon Sagrado, nos dice y exhorta del siguiente modo:  “Tenemos también la palabra profética más segura, a la cual hacéis bien en estar atentos como a una antorcha que alumbra en lugar oscuro, hasta que el día esclarezca...” (2 P. 1:19).
 
En el transcurso de los años la Biblia nos ha demostrado su confiabilidad.  Un libro que nos enseña conceptos científicos muchísimos años antes de su descubrimiento, y que nos habla de eventos históricos con miles de años de antelación a su acontecer, es obviamente muy confiable.  Muchos con mentalidades científicas pretenden oponerse a ella tratando con sus argumentos de destruirla, pero están “dando palos al aire” y de ese modo perdiendo su tiempo y, sobre todo, sus almas, porque:  “...Y le dijo:  Yo soy Jesús, a quien tú persigues; dura cosa te es dar coces contra el aguijón” (Hch. 9:5).  Es por todos nosotros conocido lo cambiante que es la ciencia.  Esta cambia tanto y tanto que si la comparamos con la Biblia podemos concluir que es definitivamente desconfiable.

¿Qué son los OVNIs?

 
 
Muchas personas que han visto los OVNIs en distintas partes del planeta se preguntan:  ¿Qué son los OVNIs?  Este servidor puede decirte que independientemente de cuál sea su naturaleza (tecnológica o astral), tenemos que estar de acuerdo en que son medios de transportación, conforme lo declara la Escritura.  Los platillos y objetos voladores que se están viendo por todo el planeta son medios de transportación angélicos.

Ya te hemos dicho que el rebelde ángel Luzbel (Satanás) y sus huestes —una tercera parte de la población angélica, quienes lo siguieron en su rebelión— fueron arrojados por el Arcángel Miguel a este planeta (Ap. 12:7-9).  A estas alturas el amigo lector debe estar en pleno conocimiento de que los llamados extraterrestres, indudablemente, son ángeles rebeldes que fueron lanzados al fondo del mar con sus coches o aparatos voladores.  Este planeta estaba cubierto de agua, y nos dice Génesis que cuando Dios creó al hombre, separó las aguas de las aguas, y en los lugares secos colocó a su criatura (el hombre); mientras que en los mares (que constituyen tres cuartas partes del planeta Tierra) prevalece Satanás.  Por esto no ha de sorprendernos las noticias que nos llegan por parte de los estudiosos de la ovnilogía, cuando estos declaran que ven entrar y salir aparatos voladores al fondo del mar.  Son miles y miles los testimonios a este respecto.
 
Podemos estar completamente seguros de que los OVNIs no son otra cosa que medios de transportación angélicos.  Los que se dejan ver con frecuencia son los de Lucifer (Satanás) y sus ángeles, y debemos rechazarlos.  Sin embargo, la realidad es que Miguel o Cristo y sus ángeles fieles poseen también aparatos voladores que les permiten recorrer enormes distancias en el espacio en cuestión de minutos.  No olvidemos que Dios es el Padre de la ciencia y la tecnología.
  
El hombre de este siglo ha creado un sinnúmero de vehículos y métodos para transportarse.  Pero podemos decir que el hombre crea porque fue hecho a imagen y semejanza de Dios, quien es el Creador.  Y si el hombre, que es menos facultado que los ángeles (Hebreos 2:6-7), ha logrado inventar aviones, y hasta naves espaciales que le han permitido llegar a la luna, no ha de extrañarnos que los ángeles, quienes poseen mayor facultad, inventen y posean aparatos voladores con una tecnología tan superior, que son capaces de viajar a velocidades extraordinarias y hacer virajes inimaginables para la limitada mente y tecnología humana.
 
Amigo lector, debes entender que la Biblia, el libro más confiable que tenemos a nuestro alcance, nos habla de medios de transportación.  A los fines de probar que indudablemente la Sagrada Escritura sí nos habla de métodos de transportación, colocaremos aquí una serie de versículos que de forma clara así lo señalan; medios estos que con toda propiedad podemos calificar de OVNIs; veamos:
 
“Y aconteció que yendo ellos y hablando, he aquí un carro de fuego con caballos de fuego apartó a los dos; y Elías subió al cielo en un torbellino.” (2 R. 2:11)
 
“Porque he aquí que Jehová vendrá con fuego, y sus carros como torbellino, para descargar su ira con furor, y su reprensión con llama de fuego.” (Is. 66:15)
 
“Y oró Eliseo, y dijo:  Te ruego, oh Jehová, que abras sus ojos para que vea.  Entonces Jehová abrió los ojos del criado, y miró; y he aquí que el monte estaba lleno de gente de a caballo, y de carros de fuego alrededor de Eliseo.” (2 R. 6:17)
 
“He aquí que subirá como nube, y su carro como torbellino; más ligeros son sus caballos que las águilas...” (Jer. 4:13)
 
“El escudo de sus valientes estará enrojecido, los varones de su ejército vestidos de grana; el carro como fuego de antorchas; el día que se prepare, temblarán las hayas.” (Nah. 2:3)
 
Indubitablemente estos versículos que señalan carros de fuego o de torbellino nos hablan de medios de transportación.  Y note el amigo lector lo próximo que os voy a señalar:  La palabra nube aparece más de cien veces en la Escritura, y en aproximadamente cincuenta ocasiones implica o se refiere a un medio de transportación; veamos algunos de ellos:

(11) “Y miré, y he aquí venía del norte un viento tempestuoso, y una gran nube, con un fuego envolvente, y alrededor de él un resplandor, y en medio del fuego algo que parecía como bronce refulgente, y en medio de ella la figura de cuatro seres vivientes.  Y esta era su apariencia:  había en ellos semejanza de hombre.”(Ez. 1:4-5)
 
“...He aquí que Jehová monta sobre una ligera nube, y entrará en Egipto...” (Is. 19:1)
 
“...y verán al Hijo del Hombre viniendo sobre las nubes del cielo, con poder y gran gloria.” (Mt. 24:30)
 
“Jesús le dijo:  Tú lo has dicho; y además os digo, que desde ahora veréis al Hijo del Hombre sentado a la diestra del poder de Dios, y viniendo en las nubes del cielo.” (Mt. 26:64)
 
“He aquí que viene con las nubes, y todo ojo le verá...” (Ap. 1:7)
 
“Entonces verán al Hijo del Hombre, que vendrá en una nube con poder y gran gloria.” (Lc. 21:27)
 
Es muy evidente que cada vez que en la Biblia se nos habla de la venida de nuestro Señor, siempre esa declaración viene acompañada de algo que sostiene a Jesús en el aire —pueden ser nubes o coches de fuego o caballos—.  Pero todo indica que Jesús vendrá en un medio de transportación.  Jesús no posee alas, ni tampoco los ángeles las poseen.  Eso es otra crasa distorsión de la Iglesia Católica-Romana.  Los ángeles sí necesitan vehículos de transportación por causa de su naturaleza.
 
 

Naturaleza de los Ángeles

 
 
Los ángeles son antropomórficos (con forma humana).  No existe una gran diferencia entre un ángel y un hombre (He. 2:6-7).  El hombre es hecho, al igual que los ángeles, a imagen de Dios —entiéndase de Miguel o Cristo—.  En una amplia y clara explicación bíblica de lo que es un ángel se nos enseña que son seres corporales similares a los hombres, aun cuando puedan ser sustancialmente superiores.  Pablo nos enseña en Primera de Corintios capítulo 15, versículos 38 al 41 que hay cuerpos terrenales y hay cuerpos celestiales, pero nótese cómo ambos, los terrenales y los celestiales, son tenidos por cuerpos.  Nadie crea en la falacia de que los ángeles son espíritus sin cuerpos; que son alados (con alas); y que se transmutan en semejanza de hombre cuando así lo desean.  No hay ninguna base bíblica para tal señalamiento.  La realidad es que los ángeles pueden determinar dejarse ver o no dejarse ver según su voluntad.  Pero el hecho de que se dejen ver o no se dejen ver no altera la realidad de su naturaleza corporal.  Veámoslo más bien desde el punto de vista de las vibraciones moleculares de sus organismos; pues tienen la potestad de compactarlas o separarlas para de ese modo hacerse visibles o invisibles ante nuestro órgano visual.  Un leve ajuste en sus vibraciones les permite dejarse ver ante el lente humano o no dejarse ver.  El sentido visual de los hombres ha perdido capacidad de percepción, y está limitado a ver materia compactada, no diluida o separada.  El sentido visual angélico sí permite que ellos, independientemente de las vibraciones que promuevan en su organismo, puedan verse entre sí siempre.
 
Es obvio que aun dentro de la esfera humana existen distintas capacidades para ver y para oír.  Y tenemos, también, por ejemplo, que la fauna felina, y aves como el búho, ven mejor en la oscuridad que el lente humano; y que el sentido auditivo de un perro es mucho mayor que el del hombre.  Aun entre los hombres mismos, como hemos dicho, hay algunos que ven más que otros, y unos que escuchan u oyen mejor que otros.
 
La Escritura nos enseña que el hombre ha sido menos dotado que los ángeles.  A Pablo le asiste toda la verdad cuando habla de que una es la gloria de los cuerpos celestiales y otra es la gloria de los cuerpos terrenales (1 Co. 15:40).  El poder comprender este asunto es muy necesario para que entendamos que la idea de seres incorpóreos no es bíblica en lo absoluto, es un ardid satánico para detener el anhelo del corazón por lo celeste.  Dicho de otro modo, se nos pinta la eternidad tan radicalmente distinta al mundo donde vivimos a los fines de que no deseemos nunca salir de este siglo.  Pero la gran realidad celeste es que la sociedad futura será como la presente, aunque mucho más brillante y clara que esta en que nos hayamos.  Marchamos hacia un mundo de absoluta luz.
 
La comprensión de este asunto aquí expuesto te llevará a entender lo ocurrido en Sodoma y Gomorra, donde entraron dos varones (ángeles) sin alas.  No es sostenible, bajo ningún concepto, la idea de que dejaron las alas a la puerta de la ciudad, más bien es que se manifestaron visiblemente tal como son dentro de su dimensión vibratoria.  Así también puedes comprender por qué el profeta Daniel cuando ve al ángel Gabriel lo proclama varón (Daniel 9:21), y por qué cuando ve venir a Cristo ante el Padre, expresó la frase:  “...he aquí, uno con semejanza de hijo de hombre” (Dn. 10:16).  Las ideas católicas han viabilizado conceptos antibíblicos de seres incorpóreos, habiéndolos heredado de la mitología helenística.  Recuerda, son puros engaños satánicos.  Dios hizo al hombre a Su imagen y semejanza, de manera, pues, que la imagen y semejanza de Dios en Cristo es la misma imagen que proyectan los ángeles.  El Jesús antropomórfico que ascendió a los cielos es el mismo Jesús antropomórfico que descenderá de los cielos conforme lo declara Hechos de los apóstoles, capítulo 1 y versículo 11.  Como Jesús ascendió sin alas —y va a volver según ascendió—, significa eso, entonces, que descenderá sin alas y necesitará un medio de transportación.  Se ha probado científicamente que después de la atmósfera de la Tierra, donde la fuerza de gravedad de esta termina, se cae en un vacío donde un avión no puede volar.  Solamente los artefactos de última invención pueden surcar el espacio en términos de trasladarse de un lugar a otro bajo esas condiciones.  Y si las cosas son así, llevamos al lector a preguntarse:  ¿Para qué sirven las alas?...  Obviamente para nada.
  
Amigo lector, te hemos probado que la Escritura sí habla de OVNIs o medios de transportación, porque Cristo mismo los utiliza.  Y con esto no pretendemos subestimar el gran poder de Dios, pero te recordamos que Dios decidió convertirse en criatura para convivir con sus criaturas, y como tal utiliza métodos de transportación.  Sobre esto hablaremos en nuestro próximo artículo.

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