martes, 14 de agosto de 2012

DISCIPULOS ¿FALSOS O VERDADEROS?

La esencia de prédicas para leer en menos de 5 minutos…
Hace pocos días se nos hizo pedazos el corazón cuando supimos de una niña de 7 años, Andry Lemus Vásquez, del Petén, que fue violada y asesinada. Nos encontramos nuevamente con otra de estas experiencias que enlutan a nuestras nación, y nos hacen ver que hay personas que pueden tener cara de “normales”, así entre comillas, pueden tener cara de buena gente, pero detrás de esas caras nos encontramos con un violador, un asesino. Por lo general, las personas que abusan de los niños, los pedófilos,  son personas que viven vidas muy comunes y corrientes, a veces hasta visten como religiosos, y por eso es una lástima encontrarnos en esta época, en la cual estamos viendo muchos disfraces, gente que se disfraza de distintas maneras.
El Periódico ilustró con una máscara antigases esta noticia en su carátula del sábado, que tituló “El hombre del disfraz”. Este hombre del disfraz  es, precisamente, James Holmes, un hombre joven, 24 años de edad. Nació en el Estado de Tennessee y residía en el barrio de Aurora, en las afueras de Denver, Colorado. Ingresó en junio de2011 ala Universidad de Colorado, estudiaba el doctorado de neurociencia. Y uno piensa  que personas que alcanzan altos niveles académicos, están liberados de los malos modales, de las malas costumbres, pero ¡sorpresa!
Aquí hay un hombre aspirando a una maestría en neurociencia en una universidad prestigiosa, sin embargo, las autoridades lo calificaron  como un individuo trastornado, mientras sus vecinos lo describieron como solitario. He ahí la importancia de ser una persona gregaria, que se congregue, que esté entre gente que busca la verdad y que busca a Dios.La misma Bibliadice “No dejen de congregarse, como algunos tienen por costumbre”, porque un leño fuera de la hoguera se apaga. Holmes no figura en ninguna lista de terroristas. No tenía antecedentes penales, ni en San Diego ni en Denver, salvo una multa de tránsito. La noche del jueves Holmes pasó inadvertido, ya que algunos fanáticos del filme iban disfrazados de los personajes. Él acudió vestido de negro, guantes, el cabello pintado de rojo y una máscara. Desde el 9-11, ese país ha sufrido lo que no se imaginaron jamás, y todo por personas que llevan un disfraz, una máscara. No es esta la única nación que está sufriendo a causa de personas enmascaradas.
Hace muchos años el escritor inglés William Shakespeare dijo que “El mundo es un teatro y los humanos los actores”. Todos los que estamos en este mundo hemos aprendido a guardar las apariencias. Hemos aprendido a ponernos máscaras para vivir cada día en distintas circunstancias. Nos ponemos máscaras cuando entramos al mundo de los negocios de empresarios responsables, cumplidores, genuinos, legítimos, auténticos y en el camino  hay algunos que resultan vendiendo productos que no son genuinos, que no son auténticos.
En Malasia me llevaron a hacer un tour por el centro de la ciudad, entré a una calle de mercado en la que habían tiendas, tiendas y tiendas y la gran mayoría estaban llenas de relojes de marcas conocidas – Carpier, Rolex y otras-, todos estaban entre 30 y 40 dólares, ¿cómo se puede explicar que un reloj que puede costar doce, quince, veinte mil dólares lo estén vendiendo a ese precio? ¿Sabe por qué? Porque son falsos y dan, como decimos en nuestro país, “el pegón”. Y por eso hay quienes andan con su Rolex falso, de cuarenta dólares. “Diga no a la piratería”, frase que se ha hecho popular en el mundo comercial, porque todo se falsifica.
La gente aprende a ponerse máscaras. Suena el timbre de la casa de unos parientes que en ese momento están en una discusión intensa, está peleando el hombre y la mujer, se acaban de decir hasta de qué se van a morir, acaban de insultar a toda la parentela de cada uno. En eso oyen el timbre y resulta que es el líder de la célula, que pasa a visitarlos. En ese momento se ponen una máscara de paz, de armonía, de tranquilidad, y aquellos rostros endurecidos, iracundos, agresivos se vuelven rostros de cristianos amables, controlados, serenos. Abre la puerta y ambos con una máscara de cristiandad. – Hermano, que gusto verlo, que bendición tenerlo entre nosotros. Pase adelante a este oasis en el que nosotros vivimos.
Hace muchos años cuando estudiaba un curso de pedagogía en una de las universidades del país, tratamos un tema que se llamó La escuela, un lugar peligroso. Y concluimos con que en la escuela muchos de los niños aprenden a ponerse máscaras, porque precisamente cuando la maestra sale de la clase todos se desatan y juegan, se molestan, pelean, bromean. De repente alguien dice: ¡aguas, aguas! ahí viene “la vieja”. La maestra entra a su clase y se sorprende de tener un grupo de veinte, veinticinco, treinta alumnos bien sentados, callados, atentos, con cara de angelitos. ¿Por qué? Porque se han puesto la máscara de buenos estudiantes. Al salir algunos de ellos ya adolescentes son los que andan peleando en las calles del centro de la ciudad contra alumnos de otros establecimientos que cargan mochilas, pero llenas de piedras.
Las mascaradas. El mundo es un teatro y los humanos los actores. Estaba escribiendo y en eso me recordé del poema que leí hace mucho tiempo. Se llama “Reír llorando” del poeta mexicano Juan de Dios Peza, que nos cuenta la historia del actor llamado Garrik, que hacía reír a todos, buscado por personajes y gente sencilla que sufría de depresiones, pero él mismo no podía vencer su tristeza que escondía detrás de esa máscara. Decide un día buscar un médico, quien le recomienda tener una familia, una compañera, riquezas, diversión, viajes, pero todo lo tenía. Y por último lo manda a visitar a Garrik, seguro que él tendría la receta, pero le contesta que él mismo es ese personaje y que sela cambie. Concluye de esta manera: “¡Cuántas veces al reír se llora!  ¡Nadie en lo alegre de la risa fíe, porque en los seres que el dolor devora, el alma gime cuando el rostro ríe! Si se muere la fe, si huye la calma, si sólo abrojos nuestra planta pisa, lanza a la faz la tempestad del alma, un relámpago triste:la sonrisa. El carnaval del mundo engaña tanto, que las vidas son breves mascaradas; aquí aprendemos a reír con llanto y también a llorar con carcajadas”.
Qué interesante. Usted y yo sabemos que la vida es una mascarada. Muchas veces nosotros estamos con la gente, pero estamos actuando. No tenemos una imagen genuina, legítima, tenemos que aprender a discernir los espíritus, a leer la mirada de la gente, a leer entre líneas lo que se nos dice, porque a veces lo que vemos es una máscara y no un rostro genuino y real. Por supuesto, desde niños disfrutamos eso de las máscaras, se recuerdan de niños de aquel programa en que el protagonista era un vaquero que salía con su caballo blanco llamado Plata, su indio acompañante llamado Toro ¿cómo se llamaba? El Llanero Solitario. Las máscaras siguen, no solo en nuestra época, hoy hay máscaras,  muchas más máscaras en los teatros, en los cines.
Las universidades han tomado para sí algunas de las frases célebres de nuestro Señor Jesucristo. Y precisamente una de esas frases célebres es la que encontramos en el libro de Juan 8:31-32 “Jesús se dirigió entonces a los judíos que habían creído en él.  Subraye creído en él. No eran judíos enemigos de Cristo, eran creyentes de Jesús, eran discípulos de Jesús. Y a estos creyentes les dijo: —Si se mantienen fieles a mis enseñanzas, serán realmente mis discípulos. Lo que está infiriendo es que hay discípulos que realmente no son sus discípulos. Hay algunos que están con Jesús, pero realmente no están con Jesús, como le ha tocado a usted en la vida. Se ha encontrado con personas que están con usted, que realmente no están con usted, están con usted pero le están moviendo la silla, están con usted pero están complotando contra usted, están con usted pero están buscando la manera de dañarlo, de destruirlo. Y Jesucristo lo sabía. Y dice el versículo 32 Y conocerán la verdad, y la verdad los hará libres”. La Universidad de San Carlos de Guatemala, la universidad más antigua de toda América, la Universidad Mariano Gálvez y muchas más la usan. Y  conocerán la verdad, y la verdad los hará libres.
¿Por qué está Jesús diciendo estas cosas? Lo dice porque entre sus discípulos sabía que había algunos que eran verdaderos y otros eran falsos. ¿Ha tenido en sus manos un billete falso? Hemos recibido alguna vez un billete falso y uno se siente mal, se siente engañado, se siente frustrado, enojado, pero no por eso agarra todos los billetes que tiene y los tira. Usted no puede concluir porque hay un billete falso todos los billetes son falsos, tampoco puede usted concluir porque hay un cristiano falsos todos los  cristianos son falsos. Porque hay un político deshonesto, todos los políticos son deshonestos. Tenemos que entender que existe lo falso solo cuando existe lo verdadero.
Y nosotros tenemos que buscar lo verdadero, aunque exista lo falso.
Un día a Jesús le dijeron sus discípulos: Señor, debemos de eliminar a estos que son falsos, ¿quieres que pidamos al Señor de los cielos que los castigue, que los queme, que los quite? Y el Señor les dijo: No, no. La cizaña tiene que crecer juntamente con el trigo. Demostrando que hay discípulos falsos y discípulos verdaderos. La cizaña se parece al trigo, son muy semejantes. Al verlos a simple vista son iguales, ¿qué es lo que los diferencia? ¿Qué es lo que diferencia al discípulo de Jesús falso del discípulo verdadero? Lo que diferencia a uno del otro es el contenido interior que lleva cada uno. Es el fruto que produce cada uno.
El trigo por un tiempo se parece a la cizaña porque no tiene peso. Y se mueven igual, cantan igual, andan por la calle con una Biblia igual, oran igual y van a la célula igual, hacen las cosas igual, pero la diferencia se nota cuando el trigo empieza a formar dentro de sus propias vidas el fruto. El trigo tiene peso cuando la espiga se vuelve llena de frutos. La cizaña solo es la espiga, pero no tiene fruto, no tiene contenido, no tiene valor. ¿Cómo se separa uno del otro a la hora de la cosecha? Se cortan juntos, se echan al molino y mientras flotan o se hunden en el agua se va notandola diferencia. Eltrigo por su peso no flota. Y el Señor se encargará, en su debido momento, de separar la cizaña del trigo, pero mientras tanto, usted y yo no podemos evitar que la cizaña crezca juntamente con el trigo.
¿Cómo sé que el que tengo a la par es trigo, cómo sé que el que tengo a la par es cizaña? ¿Cómo sé que el que tengo conmigo es un discípulo verdadero o es un discípulo falso? Porque las apariencias engañan.  ¿A quién no ha engañado alguien por sus apariencias? Me cuenta una señora: Llegué a la puerta de mi casa en mi auto. Se bajaron de otro unos jóvenes bien vestidos, bien parecidos y se me acercaron y así a simple vista me cayeron bien, hasta que me dijeron que les entregara mis cadenas, mis argollas, mi bolsa y se llevaron todo. Pero ella todavía seguía convencida de que eran jóvenes bien vestidos, hasta sentía cierto orgullo por haber sido asaltada por un grupo de jóvenes presentables, muy agradables. Las apariencias engañan.
Recuerdo a aquel hombre que iba en el subterráneo en Nueva York, La gente iba con abrigos, porque era un día frío, de pronto subió un hombre de esos vagos, charamileros con la evidente demostración que no se había bañado en muchos meses ni se había cambiadola ropa. Pasótocando a este distinguido caballero que iba muy bien vestido, muy bien trajeado, al toparlo inmediatamente el hombre dijo: Este me topó porque me quiso sacar la billetera y se tocó la bolsa donde la llevaba y dijo: Me sacó la billetera, inmediatamente corrió detrás de éste y le dijo: Dame mi billetera, me la acabas de robar. Y lo agarró del abrigo y a pesar del frío este vago no se dejó agarrar, dejó el abrigo y se fue corriendo.