miércoles, 31 de agosto de 2011

HERMENEUTICA Y SUS RELACIONES

ANALOGIA Y HERMENEUTICA: HACIA UNA EPISTEMOLOGIA
 ANALOGICA PARA EL TEXTO NARRATIVO BIBLICO
Y SU TEOLOGIA
George Reyes 
Introducción
      Como observa Chaves Tesser (1999:7), en el discurso o pensamiento crítico contemporáneo es posible  ahora no sólo oír o leer neologismos y muchos otros términos equívocos,  sino también constatar diferentes tendencias, por ejemplo, literarias, sociales, sicológicas, científicas con las que, queramos o no, debemos aprender a convivir y  dialogar críticamente.  El caso es igual en el campo de la hermenéutica.  No es por casualidad, entonces,  que desde su propio contexto el hermeneuta francés,  Paul Ricoeur (2003),  se haya referido al conflicto que puede detectarse  hoy entre las diversas hermenéuticas; es que cada tendencia en ese campo,  es articulada y practicada según la mentalidad epistemológica prevaleciente hasta la fecha,  a la que cada intérprete se incline, sea ésta moderna o posmoderna.1   
        Aunque de ambas  epistemologías ―moderna y posmoderna―  nos podríamos beneficiar,2 ellas tienden respectivamente hacia un duro fundacionismo  y antifundacionismo epistemológico que,   entre otras cosas,  promueve la voluntad de poder e impide frecuentemente el diálogo en la tarea de interpretación. ¿Cómo, pues, beneficiarse críticamente  en la interpretación bíblica3  de los aportes valederos de ambas? ¿Cómo evitar en ella  la tendencia dura univocista-objetivista totalitaria y la equivocista-subjetivista  escepticista,  que caracteriza respectivamente a la moderna y posmoderna?     
       Considero que en la hermenéutica bíblica la respuesta no puede ser otra que ésta:   mediante la exploración y aplicación al texto sagrado de ese modelo que procura prudencialmente colocarse en  el punto intermedio  de las dos tendencias epistemológicas anteriores,  pero sin predominio de ninguna de ellas;4 la razón fundamental es porque, además de ayudarnos a  superar  los dos extremos anteriores,  este modelo nos permite una objetividad suficiente para poder así   recuperar aquello que habría intentado comunicar el autor,  aunque no como lo quisiéramos;  así, además,  nos ayudaría  a  identificar  una verdad textual que haga mejor justicia al texto.  Este modelo es el analógico, el cual empieza  a ganar hoy un espacio cada vez mayor  en diversas ramas del saber. 5  Luego, el resultado sería una hermenéutica analógica bíblica que, entre otras cosas,  reconoce y acepta la injerencia natural de la subjetividad en ella y provee una salida viable que urge en nuestros tiempos posmodernos.      
        Mediante un diálogo constructivo y crítico, en este ensayo me propongo  explorar brevemente ese modelo  epistemológico anterior,  orientado a la interpretación del texto bíblico narrativo. Para ello analizo primeramente la propuesta hermenéutico-analógica en el campo filosófico, tal como  la expone Mauricio Beuchot, profesor de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Autónoma de México (UNAM), investigador de esa misma casa de estudios y pionero de la propuesta analógica en América Latina.    Seguidamente,  exploro  lo que sería una hermenéutica analógica bíblica.  Finalmente,  con base a este modelo, y a modo de conclusión,  formulo  algunas implicaciones  generales del modelo analógico en relación con el texto narrativo.

Mauricio Beuchot: Un nuevo modelo
de epistemología hermenéutica
       Frente a la crisis de la epistemología univocista  cientificista positivista moderna todo parece  indicar que el mundo occidental actualmente marcha hacia otra extrema promovida por la cultura posmoderna. Esta es la equivocista  responsable del relativismo nihilista que va  predominando cada vez más en nuestra sociedad occidental.6    Frente a esta tendencia epistemológica,  Beuchot (2005ab cp. 1996) propone que la mejor alternativa que se pueda dar  es  una epistemología hermenéutica analógica, aunque,  aclara él, ésta se caracteriza por ser preponderantemente abierta.7  Con base a esta epistemología, prosigue Beuchot,  es posible no sólo acercarse más a la verdad textual, sino también restringir las interpretaciones infinitas que se alejan cada vez más de esa verdad. 8  

EL LLAMADO

Por Rick Joyner
clip_image002Muchos de los errores que devaluaron el respaldo del ministerio profético surgieron de la confusión de distinguir entre ser llamado y ser comisionado. Como vemos en el libro de los Hechos, Pablo fue llamado como apóstol varios años antes de ser comisionado a ese ministerio. Estimamos que ese tiempo fue entre ocho y catorce años. Queda claro en Hechos y por las cartas de Pablo que pasó esos años preparándose y durante ese tiempo ministró como profeta, maestro o ambos.
Si se está preguntando por qué aún no fue comisionado, entonces no lo ha sido. Cuando ocurre en realidad, queda claro que viene de Dios y no sólo de los hombres. Hasta ese momento estamos entrenándonos y cuanto más significativo sea nuestro llamado, más intenso, prolongado y duro será el entrenamiento.

Cada profeta en las Escrituras era único. Existen factores en común, pero el Señor que hizo cada copo de nieve diferente, ama la diversidad y se relaciona con sus hijos de una manera única y personal. Por esta razón no debemos copiar a nadie más. Podemos aprender de otros, pero debemos enfocarnos en el Señor, buscando su gloria para ser transformados a su imagen, si queremos llegar a ser aquello para lo cual fuimos creados.

Caminando en sensibilidad y obediencia al Señor

Esto nos lleva hacia otra verdad básica sobre lo profético: cada persona, Iglesia o situación en la que ministraremos, es única. Quienes reciben una palabra y luego tratan de aplicarla a cada situación o a todas las personas, en el mejor de los casos provocarán confusión. Aún cuando el Señor les habló a las siete iglesias en Apocalipsis, tuvo una palabra diferente para cada una. Todo esto existe en la misma área general y al mismo tiempo, pero todas son diferentes y todas necesitan una palabra diferente. En lugar de enfocarse sólo en nosotros mismos y en que nuestro mensaje sea verdadero, necesitamos enfocarnos mucho más en los que ministramos y ser sensibles a sus necesidades.

Esto no es negar el hecho que algunas palabras puedan ser para la Iglesia en general, como la palabra que Agabo entregó en Hechos sobre la hambruna sobre todo el mundo. Es obvio que esta es una palabra que todas las iglesias necesitaban oír. Sin embargo, la mayoría de las palabras que recibimos no se podrán aplican universalmente, por eso debemos ser aún más sensibles para saber cómo aplicarlas y cuándo entregarlas. Esto requiere una obediencia constante al Señor.

En las próximas semanas trataremos varios ejemplos sobre cómo la gente recibe revelaciones y también cómo se pueden interpretar o aplicar mal, para que otros no cometan los mismos errores. La Biblia es cándida en esto y también debemos serlo si queremos recibir una mayor autoridad y revelación. En la intensidad creciente de los tiempos, las voces proféticas maduras y confiables serán cada vez más importantes.

Hasta que sea comisionado como profeta, es libre para equivocarse y aprender de esos errores. Aquellos que piensan que no se pueden equivocar, están en un engaño peligroso. Aún los profetas comisionados y maduros cometen errores y si piensan que están por encima de ellos, los cometerán con toda seguridad. Vemos en parte, conocemos en parte y profetizamos en parte (1 Corintios 13:9). Aún la revelación parcial puede ser extremadamente útil, pero siempre deja espacio para la humildad, demostrada por una apertura para los demás y por la necesidad de buscar constantemente al Señor. Ambas son esenciales para todos los que quieren mantenerse verdaderos en el Señor.

LA RELIGION Y LA POLITICA

En ocasiones podríamos pensar que la religión y la política son asuntos diametralmente opuestos, dado que el imaginario colectivo asume que a una le concierne la espiritualidad y el alma del ser humano de manera integral y la otra, es proclive a las cuestiones netamente terrenales, siendo que esta idea se ajusta al quehacer de nuestros representantes políticos, la ambición material y el desinterés de su profesión por un servicio social. Sin embargo, esto no es así, ambas coinciden en un punto, la estructura de la institución tanto eclesiástica como política depende del funcionamiento de una burocracia que implica jerarquías, así como también al interior de cada una, hay corrientes ideológicas que están en pugna por alcanzar ya sea el poder divino o el poder material, respectivamente. En estas últimas fechas la realidad ha demostrado que la religión católica y la política que se práctica en nuestro país guarda una relación casi perversa, desdibujándose así la línea entre lo espiritual y lo terrenal.

Sin duda Juan Pablo II representaba tres tipos de autoridad, la legal como Jefe de Estado que trae detrás toda una burocracia eclesial; la carismática que, en la obra de Max Weber el sentido del carisma depende más del grupo de seguidores que de las cualidades que pudiera tener un hombre, es decir, aquí los miles de fieles se guían por la fe y por el hecho de creer que el Papa es el Vicario de Cristo en la tierra, siendo así que su carisma se basa en la personalización de la divinidad, por ello no es de extrañarse que después del entierro los mismos fieles pidiesen la canonización de Karol Wojtyla y por último, encarnó una autoridad tradicional que consiste en la pretensión de la misma persona por refrendar esta autoridad por diversos medios, en este caso el Papa se vio favorecido con la creencia por parte de los feligreses de que existen virtudes en la santidad de las normas, esto fue muy claro al utilizar los medios de comunicación y realizar los viajes para ratificar al catolicismo en otros países, estar en contacto con los fieles confirmando su fe y al tanto de lo que ocurría en las diócesis o arquidiócesis de cada nación a la que visitaba.

La exaltación de estas formas de autoridad que caracterizaron a Juan Pablo II se enfatizaron aún más después de su muerte y fue, oportunamente aprovechada por las instituciones fácticas de nuestro país: las empresariales y las políticas. Precisamente el día 7 de abril que se realizó el juicio de procedencia en la Cámara de Diputados por el desafuero de Andrés Manuel López Obrador por el presunto desacato de una orden judicial, el Consejo Nacional de Comunicación auspiciado por el clero organizó para ese mismo día el recorrido del papamóvil de la Sede Apostólica a la Basílica de Guadalupe, una especie de veneración a un medio de transporte que rayó en el fanatismo y que la intención principal fue desviar la atención de un acontecimiento político que, más allá de estar de acuerdo o no con las propuestas políticas de López Obrador, demostró que el recinto del Congreso de la Unión está amordazado por el PRI y el PAN que, manipulando políticamente la legalidad, la justicia y el Estado de derecho, ambicionan implantar un sistema bipartidista en el que no existan otras opciones políticas, lo que significa la mutilación de la democracia a la que supuestamente habíamos accedido con el gobierno del cambio.