sábado, 20 de marzo de 2010

CUIDADO CON LA APOSTASIA

La apostasía que viene

Tanto el apóstol Pablo como el apóstol Pedro advierten acerca de la apostasía que sobrevendrá en los postreros tiempos. Ambos nos dan claras señales que es preciso tener en cuenta porque ellas se están empezando a cumplir ante nuestros ojos.

Eliseo Apablaza F.

En 2ª Tesalonicenses 2:3 leemos: “Nadie os engañe en ninguna manera; porque no vendrá (el Señor) sin que antes venga la apostasía, y se manifieste el hombre de pecado, el hijo de perdición.” Aquí el apóstol está hablando acerca de la venida de nuestro Señor Jesucristo. En la época en que Pablo escribió esta epístola, parecía muy inminente la venida del Señor, y muchos estaban vendiendo sus posesiones y dejando sus trabajos.

Pablo se había referido a ello en la primera epístola a esta misma iglesia, pero al ver las medidas extremas que los hermanos estaban tomando, les hace aquí una advertencia. ¿Qué vendrá antes de que el Señor regrese? La apostasía. Y luego también, más o menos en el mismo tiempo, y como una culminación de la apostasía, se va a manifestar «el hombre de pecado, el hijo de perdición». Más abajo, en el versículo 8 y 9 dice: «aquel inicuo» ¿Quién es ése? Es el anticristo.

Por tanto, no nos extrañemos de estar comenzando a ver hoy la apostasía, porque ella es la antesala del regreso de nuestro Señor Jesucristo.

En este ambiente que tenemos aquí, en esta reunión preciosa, parece muy fuera de lugar hablar de la apostasía, porque nosotros de verdad hemos sido bendecidos; hemos sido traídos a la casa de Dios. A nosotros nos pueden sonar muy raras estas palabras. La apostasía... ¿de qué apostasía me habla, si estamos mirando al Señor, si la gloria del Señor ha descendido? Parece un tema extraño en este ambiente. Sin embargo, no lo es, si miramos el mundo cristiano de hoy en día.

La cristiandad está comenzando a vivir los días de la apostasía.

Tiempos peligrosos

En 2ª a Timoteo, capítulo 3, se nos muestra en qué consiste esta apostasía de los postreros días: «También debes saber esto: que en los postreros días vendrán tiempos peligrosos». La palabra ‘peligrosos’ se puede traducir también como ‘trabajados’.

Tiempos trabajados. Es decir, tiempos donde hay que esforzarse. Tiempos cansadores. Los postreros tiempos para los cristianos serán tiempos de agotamiento, en que parece que hay un gran peso sobre el corazón que impide caminar con agilidad, con prestancia. Tiempos trabajados, porque cuesta mantener la fe, porque el gozo de la salvación pareciera que rápidamente se pierde, porque cuesta caminar en santidad, porque el ambiente está corrompido, porque el pecado ha sobreabundado.

Los cristianos de los postreros días deben saber esto: por causa de la apostasía, el amor de muchos se enfriará y será difícil caminar. Son tiempos peligrosos, agobiantes.

Intelectualmente desarrollados

En el versículo 2 se comienza a explicar por qué serán tiempos trabajados o peligrosos: «Porque habrá hombres amadores de sí mismos». Ellos son idólatras, y el principal fetiche en su idolatría son ellos mismos. Ellos tienen un altar en su corazón donde se inclinan ante su propia figura.

Luego dice: «avaros». En otra versión dice así la frase completa: «Amadores de sí mismos y del dinero». En vez de ‘avaros’ dice ‘y del dinero’. ¿Conoce a alguno de éstos usted? Puede que tengan mucho, pero no se conforman con lo que tienen. Pese a su mucho dinero, no tienen paz, no hallan descanso. El dinero es para ellos un ídolo.

También dice que son vanagloriosos. Vanagloriosos, que buscan el aplauso, que buscan aparecer ante los demás. No aceptan sufrir, les gusta el placer, aman gozar de los deleites del pecado.

«Hombres soberbios», dice luego. Éstos no se inclinan ante nadie. Los soberbios son altivos, orgullosos; son duros. Su corazón es más duro que la piedra, es como el pedernal. Tocarlos a ellos es como tocar un vidrio. Se mantienen siempre muy erguidos aunque la vida los golpee. Pueden estar derrotados, pero siguen siendo soberbios. Pueden estar al borde de la muerte, pero siguen muy erguidos. Esos son los hombres de los postreros días, tanto los vanagloriosos como los soberbios.

Luego dice más abajo: «implacables ... crueles, aborrecedores de lo bueno». Si nosotros tuviéramos que resumir en qué se parecen todos estos hombres aquí descritos, podríamos decir que son personas fuertes intelectualmente, autosuficientes, exitosas, personas que tienen una mente muy hábil. Ellos conocen las ciencias, han alcanzado altas etapas en los estudios. Ellos consideran que la fe es vana, creen que el hombre se basta a sí mismo, y que, aun si Dios existiera, no necesitarían de él.

Ellos han llenado los colegios y las universidades. Nuestros jóvenes están siendo víctimas de su incredulidad, de su altivez, de su vanidad, de su ateísmo, de su humanismo. Nuestros jóvenes y niños están recibiendo la semilla de muerte en sus mentes. Están siendo conducidos por sus filosofías extrañas y huecas sutilezas: la Nueva Era, el humanismo, las filosofías orientales.

¡Oh, es una pesada carga soportarlos a ellos con su pedantería! Son impíos. Se burlan de los que creen, de los que esperan en Dios. Ellos son los burladores que dicen: «Desde el principio de la Creación las cosas han sido igual. ¿Dónde está la promesa de su advenimiento?» –refiriéndose a Cristo. Ellos se ríen, se burlan. Tienen teorías para explicar todas las cosas; con su vana palabrería envuelven a los incautos para hacer creer que sus teorías son válidas, que sus demostraciones están comprobadas, que sus asertos son correctos. ¡Oh, la vanamente llamada ciencia, que ha vuelto engreídos a los hombres, como si sus principios fueran irrefutables! Son los adoradores de la ciencia.

Son los intelectualmente desarrollados. También están éstos en los ambientes cristianos. Son los teólogos, los doctores de la ley, que se llenan la mente con teorías, tratando de explicar lo inexplicable. Son los que tratan con una mente finita de entender a un Dios infinito. Y están diseminados por toda la cristiandad. Escriben gruesos libros, y tienen cátedra en los principales lugares de instrucción religiosa.

Tal vez a todo este grupo lo podemos resumir bajo esta característica: tienen un alma desarrollada, una mente fuerte. Ellos no creen a la Palabra, no le creen al Señor. Conocen muchas cosas acerca de Dios, pero no conocen a Dios. Conocen muchas cosas acerca de Jesús; sin embargo, se dan el vano lujo de dudar de su deidad, de su resurrección, de su nacimiento virginal, de sus milagros. Ellos ostentan la vanidad de poner en duda las sanas palabras de Dios reveladas en las Escrituras.

Tenemos que denunciarlo: la apostasía ya está llegando. Estamos viéndonos rodeados de ella.

Una invasión de sensualidad

Pero también otra gran característica de la apostasía que se está manifestando consiste en una expresión de sensualidad, de lascivia, de concupiscencia. Esta es otra caterva de falsos maestros que introducen herejías destructoras. En 2 Pedro 2:2 dice: «Y muchos seguirán sus disoluciones». Es decir, sus prácticas lascivas. En el verso 3 dice «Y por avaricia –de nuevo la avaricia– harán mercadería de vosotros». ¿Conoce usted a alguno de éstos? Si no los conoce, los conocerá muy luego. Hombres que, por avaricia, harán mercadería de los cristianos. Muchos han descubierto que los cristianos son un poder adquisitivo considerable. Los cristianos pueden comprar muchos libros, pueden comprar mucha música, los cristianos necesitan viajar. Entonces, hay librerías que hacen negocio con los cristianos, hay músicos que hacen negocio con los cristianos, hay empresas ‘cristianas’ que hacen negocio de los cristianos.

Mercadería, tráfico, comercio. «Sobre los tales» –dice la palabra inspirada– “ya de largo tiempo la condenación no se tarda y su perdición no se duerme». Hermanos: ¿saben ustedes cuánto dinero se puede recoger en un estadio lleno de cristianos pagando su entrada? ... ¡Oh, pero no quiero decir más de eso! ... ¡No quiero decir más de eso! ¿Cuánto dinero puede ganar un escritor si escribe un libro que se vende por millones? ... «Harán mercadería de vosotros». ¿Sabía usted que hay libros que se escriben no porque Dios haya dicho una palabra para su pueblo, sino porque la industria editorial lo necesita? Entonces los escritores cristianos forman grupos de trabajo y escriben el libro en el más breve plazo.

«Por avaricia harán mercadería de vosotros». Sin embargo, sobre ellos «la condenación no se tarda, y su perdición no se duerme».

Dios no perdonó

Luego dice que Dios no perdonó a los ángeles que pecaron. Los ángeles estaban muy cerca de Dios, rodeaban su trono, eran perfectos y hermosos, alababan a Dios con melodías preciosas. Pero cuando los ángeles pecaron, dice en el verso 4, ¿qué hizo Dios con ellos?: «...arrojándolos al infierno, los entregó a prisiones de oscuridad, para ser reservados al juicio». Los ángeles que pecaron fueron condenados a prisiones de oscuridad.

En los días de Noé, ¿qué pasó? Verso 5: «Dios no perdonó». Dios no perdonó al mundo antiguo en los días de Noé. Por eso trajo el diluvio sobre el mundo de los impíos. No perdonó al mundo antiguo, no perdonó a los ángeles. ¿A quiénes tampoco perdonó? En el verso 6: «No perdonó a Sodoma y Gomorra, reduciéndolas a ceniza y poniéndolas de ejemplo a los que habían de vivir impíamente».

Podemos hacernos la siguiente pregunta: El Dios que no perdonó a los ángeles, ni tampoco al mundo antiguo, ni perdonó a Sodoma y Gomorra, ¿perdonará al mundo actual, a la cristiandad apóstata? ¿La perdonará? El verso 9 dice: «Sabe el Señor librar de tentación a los piadosos y reservar a los injustos para ser castigados en el día del juicio». Estas dos cosas Dios las sabe hacer muy bien. Lo ha hecho en el pasado, lo hará en el futuro, y lo hace en el presente también.

¿En cuál lado estamos nosotros? ¿En el de los piadosos o en el de los injustos? Si estás en el de los piadosos, entonces el Señor sabrá librarte de la tentación. Sabemos lo que es cuando el Señor libra de una tentación. Tu pie ya resbalaba, y el Señor te cogió. Tu boca ya se apresuraba para caer, para proferir maldición y mentira, y el Señor te la cerró. Tu corazón amenazaba con extraviarse en pos de los ídolos, y el Señor te retuvo. Tu pie ya se iba por la senda del mal y sentiste que alguien te tiraba la rienda. ¡Ese es nuestro Dios, que sabe librar de tentación a los piadosos!

Pero él reserva ... Mire, la palabra ‘reserva’, ¿qué significa? Es como que él los aparta. Les dice: «Quédense aquí un rato. Aquí esperen. Todavía no, pero esperen». «Los reserva para ser castigados en el día del juicio».

Esta clase de gente que se está introduciendo en la cristiandad, son gente de conducta nefanda. «Abrumado por la nefanda conducta de los malvados». Esa palabra ‘nefanda’... Es la conducta depravada de los malvados allí en Sodoma y Gomorra.

Nosotros no tenemos que escandalizarnos de estas cosas, porque Sodoma y Gomorra están a nuestro alrededor hoy día.

Algunos ejemplos

Hace poco en Estados Unidos, la Corte Suprema de Justicia, decidió anular dos normas que ponían restricciones a la pornografía infantil en Internet. La Corte Suprema de Estados Unidos está posibilitando de esta manera que la gente pervertida explote sexualmente a los niños y las imágenes de esas perversiones aparezcan en Internet. ¡Por seis votos contra tres! ¡Hay seis hombres allí que pagarán por su pecado! «De largo tiempo su condenación no se tarda y su perdición no se duerme».

Recientemente tres jueces echaron por tierra la posibilidad de bloquear en las Bibliotecas Públicas el acceso a la pornografía en Internet. Es decir, cualquier niño norteamericano podrá, desde la Biblioteca de su pueblo, acceder a Internet y ver allí lo que quiera. Ha aparecido también un libro escrito por Judith Levin, en que ella defiende los «derechos sexuales» de los niños. Se inspira en la legislación de Holanda, donde el año 90, el Parlamento legalizó el sexo entre adultos y niños desde los doce años de edad, «siempre y cuando haya un consentimiento mutuo». ¿Qué creen ustedes que está pasando a partir de esta legislación? ¿Qué creen ustedes que ocurrirá con estos libros que se están publicando?

La relajación de muchos cristianos

Nos llegó una noticia sobre un evangelista norteamericano. Se divorció por segunda vez. Él dijo que la anulación de su matrimonio surgió «como consecuencia de los acontecimientos que ocurrieron antes del matrimonio y de una situación más allá de su control, y que no había cuestiones morales implicadas en el asunto». Y agregó que, a pesar de los problemas personales, su ministerio era muy exitoso, que en enero había «disfrutado» una cruzada, la más grande en la historia de su ministerio, una campaña de cinco días donde asistieron unas 30.000 personas y donde unas 15.000 personas aceptaron al Señor. (Sin comentarios).

A Anne Graham, una predicadora, hija de Billy Graham, se le ocurrió predicar contra el pecado en una congregación norteamericana, y específicamente denunció la homosexualidad como un pecado. Dijo que los ataques del 11 de septiembre eran un mensaje de Dios para Estados Unidos y que había que arrepentirse. Cuando estaba hablando esto, del coro que estaba detrás, se pararon ocho de los veinte integrantes, y salieron del lugar en un gesto de protesta por lo que ella estaba diciendo. Al día siguiente, Anne Graham recibió críticas en el diario local.

¡La apostasía ya viene!

«Tienen los ojos llenos de adulterio, no se sacian de pecar», -dice el verso 14 del capítulo 2- «seducen a las almas inconstantes, tienen el corazón habituado a la codicia, y son hijos de maldición. Han dejado el camino recto, y se han extraviado siguiendo el camino de Balaam hijo de Beor, el cual amó el premio de la maldad».

El camino de Balaam ... Y Judas agrega: “El camino de Caín... el error de Balaam... la contradicción de Coré.”

El evangelicalismo posmoderno: Una denuncia

El Señor Jesús no vendrá sin que antes se manifieste la apostasía, y el hombre de pecado, el inicuo. No hay oraciones que puedan detener la maldad, porque el pueblo de Dios se ha olvidado de orar, de interceder, de clamar, de gemir. El pueblo de Dios está ‘de fiesta’. No tiene tiempo para la Palabra, ni para la oración, ni para el ayuno. No tiene tiempo para sentirse abrumado “por la nefanda conducta de los malvados”, como Lot.

Tengo aquí un documento. Voy a leer algunas partes. Ha sido publicado por la agencia de Noticias ICPress, de España. Es parte de una ponencia que hizo César Henríquez, en una convención en Venezuela hace un tiempo. Este hermano hace una denuncia: «Las iglesias cristianas están cayendo en las redes de la ‘posmodernidad’.

“La posmodernidad, esta cultura humanista, esta influencia mundana se está metiendo -dice él- en las iglesias evangélicas”. Henríquez es evangélico, y él dice esto de las iglesias evangélicas. Echa de menos los primeros tiempos cuando los cristianos «se reunían como iglesia para celebrar y vivir la fe de Jesucristo», en torno a Jesucristo. La reunión de la iglesia -dice él- en los primeros tiempos, en torno a Jesucristo, «orientaba su razón de ser, y era a la vez como un termómetro que permitía medir la fe de la iglesia». Pero ¿qué pasa ahora -dice- en la posmodernidad? En estos últimos diez años -dice- se han introducido cambios rápidos «en las rígidas liturgias anteriores», y se ha instalado un modelo de culto, que «ha uniformado a las iglesias de las diversas tradiciones». Antes era posible distinguir lo que era una iglesia tradicional de una iglesia de corte pentecostal, donde había mucha algarabía. Ahora -dice- se está globalizando todas las iglesias evangélicas en esto, en sus cultos. Desde los días de la llamada ‘renovación de la alabanza’, el culto «ha adquirido características de espectáculo y entretenimiento» ... «La sociedad posmoderna ha dejado atrás la cultura de la palabra y ha abrazado la cultura de la imagen» ... «Las megaiglesias posmodernas prefieren utilizar salas de cinematógrafos, donde tienen facilidades técnicas que requiere el espectáculo, utilizan músicos profesionales, juegos de luces, butacas cómodas» ... «El sermón ha dejado de ser el centro del culto, sustituido por la música y el canto».

Esa es una característica de la iglesia posmoderna: ha sustituido la palabra de Dios por la música y el canto.

«Otra característica -dice él- es la catarsis emocional» ... «Absolutiza los sentimientos. Las grandes concentraciones no son motivadas por ideas o proyectos, sino por la búsqueda de sensaciones colectivas. La alabanza, que ahora ocupa el 70% del tiempo del culto, se convierte en espacio de psicoterapia espiritual» ... «La espiritualidad se confunde con la emoción y la evasión de la realidad» ... «La Biblia se subordina a la experiencia. Esta producción y búsqueda de sensaciones y emociones puede ayudar a sentirse bien en el momento, pero no tiene ningún tipo de trascendencia en la vida» –agrega.

«Y una tercera característica –dice este hermano– se expresa con la palabra inglesa de moda: ‘light’, que significa ligero, frívolo, liviano. La cultura ‘light’ de la posmodernidad expropia los contenidos fundamentales de las cosas, dejándolas en una vaciedad, repleta de incoherencias y provoca una vida sin compromisos ni complicaciones».

Cristianos que no se comprometen, ni se complican la vida. Ellos asisten a un show, a un espectáculo con mucha música, luces, colores, y una buena animación desde el frente, con una persona carismática que haga conmover las multitudes.

Sigo leyendo: «En esta cultura, el culto se vacía de sus contenidos fundamentales, para que pueda ser aceptado fácilmente. El evangelio se presenta como un producto que debe ser ofrecido en un formato que no espante a la clientela. Debe ser atractivo y llamativo, y vaciarse de todo aquello que signifique compromiso, sacrificio, esfuerzo y entrega.»

Primero, reemplaza la Palabra por la música y el canto. Luego, la vida cristiana se vacía de espiritualidad para transformarse en un ir y venir de emociones, en una búsqueda de sensaciones para llenar un momento, nada más. Y la tercera característica, es una iglesia ‘light’, que no se compromete. El evangelio es un producto: ofertas, bienestar, felicidad. No hay demandas, no hay compromiso, no hay cruz.

Luego, el hermano Henríquez hace un llamado. Dice: «Estamos obligados por el evangelio de Jesucristo a celebrar cultos proféticos ...» (¡proféticos!, que digan la verdad, que traigan la luz de Dios, que denuncien la mentira y la falsedad, que anuncien los juicios que van a venir) «... en el sentido de denunciar todo aquello que atenta contra la lógica del reino de Dios y a anunciar las posibilidades que Dios nos ofrece para ser instrumentos transformados para transformar». Y concluye: «Para que la propuesta salvadora del reino de Dios sea atractiva, no tenemos que trivializarla y exhibirla como producto, sino profundizarla, encarnarla con todas sus implicaciones y sus riesgos.» Hasta aquí la cita.

La vida cristiana es una vida de implicaciones, de compromisos, de riesgos, de cruz, de sufrimientos. No es vanidad, no es una cosa que toca la epidermis, los sentimientos y las emociones. La palabra de Dios penetra hasta partir el alma y el espíritu. La vida de Cristo vino para meterse dentro de nosotros. No para llenar un momento, un buen rato, para evadirnos momentáneamente de los problemas. ¿Esto que describe Henríquez es una excepción, o es la norma? Véalo usted mismo a su alrededor.

Esta es la apostasía que viene.

Acuérdate de Jesucristo

Hay una palabra en 2ª Timoteo 2:8-10, con la que iremos terminando. La primera frase que aparece en este versículo es: «Acuérdate de Jesucristo».

Hermanos, ¿está clara la frase? «Acuérdate de Jesucristo...». Sigamos leyendo: «... del linaje de David, resucitado de los muertos conforme a mi evangelio, en el cual sufro penalidades, hasta prisiones a modo de malhechor, mas la palabra de Dios no está presa. Por tanto, todo lo soporto por amor de los escogidos, para que ellos también obtengan la salvación que es en Cristo Jesús con gloria eterna».

2ª de Timoteo –ya sabemos– fue escrita en tiempos de apostasía. Pablo había sido dejado solo, le habían abandonado todos los de Asia, y en ese momento su corazón está afligido. ¡Si hemos leído esta epístola con detenimiento podemos percibir que su corazón está afligido! Le dice a Timoteo, su hijo amado en la fe: «Acuérdate de Jesucristo». Cuando todos le olvidan, cuando todos le han vuelto la espalda, cuando la iglesia se ha quedado sin Cristo, sin cruz; cuando surgen los Demas que aman al mundo, entonces él dice: «Acuérdate de Jesucristo... resucitado de los muertos conforme a mi evangelio».

Cristiandad, iglesia: ¡Cristo está vivo! ¡No lo ignoremos! ¡No tengamos sólo un slogan con su nombre! ¡No leamos sólo un versículo con su nombre! ¡Él ha resucitado de entre los muertos, y él está aquí! ¡Él debe gobernar la vida de la iglesia, él debe ser el centro de atracción, el motivo de las reuniones! ¡Cristo, y sólo Cristo tiene el primer lugar, Él es nuestro primer amor!

Parece tan raro que Pablo le diga: «Acuérdate de Jesucristo, resucitado de los muertos», como si Timoteo no lo hubiese sabido. Pero era necesario recordarle: «Timoteo, Jesucristo ha resucitado de entre los muertos. No te olvides de eso. Por él sufro penalidades, hasta prisiones a modo de malhechor». Pablo sufre penalidades, hasta prisiones. ¿Se han olvidado de eso los cristianos? ¿La iglesia de hoy es una iglesia sufriente o es una iglesia contemporizadora, una iglesia que se confabula con el pecado, que pasa de fiesta en fiesta, una viuda que se ha olvidado de sus vestidos de viudez? ¿Es la iglesia una mujer que se sienta como reina, como aquella Babilonia de Apocalipsis? (Ap.18:7).

No, la iglesia hoy sigue siendo como una viuda en la tierra. Su Amado está lejos. Lo único que ella quiere es el reencuentro con él. Si hay algo que la alegra es el recuerdo de su persona. ¿Qué es lo que nos alegra a nosotros? ¿Cuántos se han reunido hoy a partir el pan? ¿Es para ti una pesada carga acercarte a la mesa? ¿Es la reunión del partimiento del pan algo que se puede reemplazar por otra cosa? ¿Saben lo que significa el partimiento del pan? Es una reunión para esto: para acordarse de Jesucristo.

Iglesia, ¡acuérdate de Jesucristo! Acuérdate de sus dolores en la cruz, de su sufrimiento en Nazaret, de su humillación, de su rechazamiento.

Participando de su rechazamiento

«Si el mundo os aborrece, sabed que a mí me ha aborrecido antes que a vosotros. Si fuereis del mundo, el mundo amaría lo suyo, pero porque no sois del mundo, antes yo os elegí del mundo, por eso el mundo os aborrece» (Juan 15:18-19).

Esta frase es una rareza hoy, porque los cristianos se codean con los políticos, los cristianos hacen fuerza para cambiar las leyes de los países, los cristianos aparecen en los escenarios con los gobernantes, los grandes predicadores han vendido de alguna manera el testimonio de Cristo por causa de la honra humana. Los cristianos están perdiendo el sabor, la sal se está desvaneciendo. «A mí me aborreció el mundo, a vosotros os aborrecerán», dijo el Señor. «A mí me han perseguido, a vosotros os perseguirán».

Les hago una pregunta: Si Cristo fue rechazado y los cristianos de hoy son aceptados, ¿quién está mal? ¡Alguien está mal! ¿Estará Cristo mal? ¿Debió haberse hecho amigo de Pilato para escapar de la muerte? ¿O haberse congraciado con Herodes para no morir? Cristo está siendo olvidado en los propios ambientes cristianos.

Acordémonos de Jesucristo, nacido en Belén en un establo, criado como un niño pobre en Nazaret, ayudándole a su padre en las labores de su carpintería. Acordémonos de su bautismo en el Jordán, de la sencillez de su vida. No tenía dónde recostar la cabeza. Y su caminar por los caminos de Galilea, desconocido, anónimo, rehuyendo la popularidad. Recordémoslo viajando a Jerusalén la ciudad amada, la ciudad del gran Rey, que le rechazó, que le crucificó, que le humilló, y por la cual lloró.

Acordémonos de Jesucristo en el sepulcro, acordémonos de Jesucristo apareciéndose a esas mujeres el primer día de resurrección. Acordémonos de Jesucristo quien restaura a Pedro, y les dice a las mujeres que vayan a Galilea porque allí le verían. Recordemos a Jesucristo dándoles de comer a los discípulos a orillas de aquel mar, diciéndole a Pedro «¿me amas?”. Acordémonos de Jesucristo siendo rechazado.

No, el camino de los cristianos nunca será diferente, nunca será un camino de rosas. ¡No hay tal cosa como un cristianismo ‘light’! El cristianismo tiene cruz. La cruz donde el mundo me es crucificado a mí y yo soy crucificado al mundo, la cruz que hace separación entre los muertos y los que viven, la cruz que me ha despojado a mí de mi viejo hombre, la cruz que nos ha trasladado de muerte a vida.

Un cristianismo sin cruz es un cristianismo apóstata.

Hagamos preparativos

Hagamos preparativos para esperar al Señor, y no nos descuidemos, que la apostasía ya viene. El Señor nos libre de las oleadas de inmundicia, de perversión, y de incredulidad que sobrevendrán, y nos preserve sin mancha para el día de su gloriosa manifestación. Amén.

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