jueves, 10 de junio de 2010

CONFESION DE FE DE WETMINSTER

CAPITULO 4: DE LA CREACION



I. Agrado a Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo, (1) para la manifestación de la gloria de su poder, sabiduría y bondad eternas, (2) crear o hacer de la nada, en el principio, el mundo y todas las cosas que en él están, ya sean visibles o invisibles, en el lapso de seis días, y todas muy buenas. (3)

1. Hebreos 1:2; Juan 1:2,3; Génesis 1:2; Job 26:13 y 33:4.

2. Romanos 1:20; Jeremías 10:12; Salmo 104:24; Salmo 33:5,6.

3. (Génesis 1); Hebreos 11:3; Colosenses 1:16; Hechos 17:24.

II. Después que Dios hubo creado todas las demás criaturas, creo al hombre, varón y hembra, (1) con alma racional e inmortal, (2) dotados de conocimiento, rectitud y santidad verdadera, a la imagen de Dios, (3) teniendo la ley de Dios escrita en su corazón, (4) y capacitados para cumplirla; (5) sin embargo, con la posibilidad de que la transgredieran dejados a su libre albedrío que era mutable. (6) Además de esta ley escrita en su corazón, recibieron el mandato de no comer del árbol de la ciencia del bien y del mal, y mientras guardaron este mandamiento, fueron felices, gozando de comunión con Dios, (7) y teniendo dominio sobre las criaturas. (8)

1. Génesis 1:27.

2. Génesis 2:7 con Eclesiastés 12:7 y Lucas 23:43; Mateo 10:28.

3. Génesis 1:26; Colosenses 3:10; Efesios 4:24.

4. Romanos 2:14,15.

5. Eclesiastés 7:29.

6. Génesis 3:6; Eclesiastés 7:29.

7. Génesis 2:17; 3:8-11,23.

8. Génesis 1:26,28.


CAPITULO 5: DE LA PROVIDENCIA

I. Dios, el Gran Creador de todo, sostiene, (1) dirige, dispone, y gobierna a todas las criaturas, acciones y cosas, (2) desde la más grande hasta la más pequeña, (3) por su sabia y santa providencia, (4) conforme a su presciencia infalible (5) y al libre e inmutable consejo de su propia voluntad, (6) para la alabanza de la gloria de su sabiduría, poder, justicia, bondad y misericordia. (7)

1. Hebreos 1:3.

2. Daniel 4:34,35; Salmos 135:6; Hechos 17:25,26,28; Job 38,39,40 y 41

3. Mateo 10:29,30,31.

4. Proverbios 15:3; Salmos 145:17 y 104:24.

5. Hechos 15:18; Salmos 94:8-11.

6. Efesios 1:11; Salmos 33:10,11.

7. Efesios 3:10; Romanos 9:17; Salmos 145:7; Isaías 63:14; Génesis 45:7.

II. Aunque con respecto a la presciencia y decreto de Dios, quien es la primera, todas las cosas sucederán

inmutable e infaliblemente, (1) sin embargo, por la misma providencia las ha ordenado de tal manera, que sucederán conforme a la naturaleza de las causas secundarias, sea necesaria, libre o contingentemente. (2)

1. Hechos 2:23.

2. Génesis 8:22; Jeremías 31:35; Éxodo 21:13 con Deuteronomio 19:5; 1 Reyes 22:28,34; Isaías 10:6,7.

III. Dios en su providencia ordinaria hace uso de medios; (1) a pesar de esto, Él es libre para obrar sin ellos,

(2) sobre ellos (3) y contra ellos, según le plazca. (4)

1. Hechos 27:31,44; Oseas 2:21,22.

2. Oseas 1:7; Mateo 4:4; Job 34:10.

3. Romanos 4:19-21.

4. 2 Reyes 6:6; Daniel 3:27.

IV. El poder todopoderoso, la sabiduría inescrutable y la bondad infinita de Dios se manifiestan en su providencia de tal manera, que esta se extiende aún hasta la primera caída y a todos los otros pecados de los ángeles y de los hombres, (1) y esto no solo por un mero permiso, (2) sino que los ha unido a ella con la más sabia y poderosa atadura, (3) ordenándolos y gobernándolos en una administración múltiple para sus propios fines santos; (4) pero de tal modo, que lo pecaminoso procede solo de la criatura, y no de Dios, quien siendo justísimo y santísimo, no es, ni puede ser autor o aprobador del pecado. (5)

1. Romanos 11:32-34; 2 Samuel 24:1; 1 Crónicas 21:1; 1 Reyes 22:22,23; 1 Crónicas 10:4,13,14: 2 Samuel 16:10; Hechos 2:23; Hechos 4:27,28.

2. Hechos 14:16.

3. Salmos 76:10; 2 Reyes 19:28.

4. Génesis 1:20; Isaías 10:6,7,12.

5. 1 Juan 2:16; Salmos 50:21; Santiago 1:13,14,17.

V. El todo sabio, justo y benigno Dios, a menudo deja por algún tiempo a sus hijos en las tentaciones multiformes y en la corrupción de sus propios corazones, a fin de disciplinarlos por sus pecados anteriores o para descubrirlos la fuerza oculta de la corrupción y el doblez de sus corazones, para que sean humildes; (1) y para infundir en ellos el sentimiento de una dependencia de apoyo más íntima y constante en Él, y para hacerles más precavidos contra todas las ocasiones futuras del pecado, y para otros muchos fines santos y justos. (2)

1. 2 Crónicas 32:25,26,31; 2 Samuel 24:1.

2. 2 Corintios 12:7-9; Salmos 73; 77:1,10,12; Marcos 14:66-72 con Juan 21:15-17.

VI. En cuanto a aquellos hombres malvados e impíos a quienes Dios como juez justo ha cegado y endurecido a causa de sus pecados anteriores, (1) no solo les niega su gracia por la cual podrían haber alumbrado sus entendimientos y obrado en sus corazones, (2) sino también algunas veces les retira los dones que ya tenían, (3) y los expone a cosas como su corrupción, que da ocasión al pecado, (4) y a la vez les entrega a sus propias concupiscencias, a las tentaciones del mundo y al poder de Satanás; (5) por tanto sucede que se endurecen aún bajo los mismos medios que Dios emplea para suavizar a los demás.

1. Romanos 1:24,26,28 y 11:7,8.

2. Deuteronomio 29:4.

3. Mateo 13:12; Mateo 25:29.

4. Deuteronomio 2:30; 2 Reyes 8:12,13.

5. Salmos 81:11,12; 2 Tesalonicenses 2:10-12.

6. Éxodo 7:3; Éxodo 8:15,32; 2 Corintios 2:15,16; Isaías 8:14; 1 Pedro 2:7,8; Isaías 6:9,10 con Hechos 28:26,27.

VII. Así como la providencia de Dios alcanza, en general a todas las criaturas, así también de un modo especial cuida a su Iglesia y dispone todas las cosas para el bien de ella. (1)

1. 1 Timoteo 4:10; Amos 9:8,9; Romanos 8:28; Isaías 43:3-5,14.
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