domingo, 21 de noviembre de 2010

PRINCIPIOS BASICOS DE LA BIBLIA

2.1  EL ESPIRITU DE DIOS

Como Dios es un ser real y personal que tiene sentimientos y emociones, se espera que tenga algún medio de compartir sus deseos y sentimientos con nosotros, sus hijos, y de actuar en nuestra vida de una manera que sea consecuente con su carácter. Dios hace todas estas cosas por medio de su "espíritu". Si deseamos conocer a Dios y tener una relación activa con Él, necesitamos saber qué es este "espíritu de Dios" y cómo funciona.

No es fácil definir exactamente lo que significa la palabra "espíritu". Por ejemplo, si Ud. ha ido a una boda, podría comentar: "¡Allí había un magnífico espíritu!". Con esto Ud. quiere decir que el ambiente era bueno; de algún modo todo lo referente a la boda era bueno; todos estaban bien vestidos; la comida era exquisita; la gente conversaba con amabilidad; la novia se veía hermosa, etc. Todas estas diversas cosas formaban el ‘espíritu de la boda’. Asimismo, el espíritu de Dios de algún modo resume todo lo referente a Él. La palabra hebrea que en el Antiguo Testamento se tradujo como "espíritu", significa literalmente "aliento" o "poder"; de este modo, el espíritu de Dios es Su "respiración", la esencia misma de Dios, que refleja su mente. En el Estudio 4.3 daremos ejemplos de cómo se emplea la palabra "espíritu" en relación con la mente o disposición de una persona. Que el espíritu no se refiere solamente al simple poder de Dios es evidente por Romanos 15:19: "El poder del Espíritu de Dios".

Es una enseñanza común de la Biblia que la forma de pensar de un hombre se expresa en sus acciones (Pr. 23:7; Mt. 12:34); un poco de reflexión sobre nuestras propias acciones confirmará esto. Pensamos en algo y entonces lo hacemos. Nuestro "espíritu" o mente puede reflejarse en el hecho de que tenemos hambre y deseamos alimento. Vemos un plátano que está disponible en la cocina; ese deseo del "espíritu" se traduce entonces en acción: tomamos el plátano, lo pelamos y comemos. Este sencillo ejemplo muestra por qué la palabra hebrea para "espíritu" significa tanto el aliento o mente como también el poder. Nuestro espíritu, lo esencial de nosotros, recurre a nuestros pensamientos y, por consiguiente, también a las acciones que tomamos para expresar aquellos pensamientos o disposiciones que hay dentro de nosotros. En una escala mucho más gloriosa, el espíritu de Dios es igual; es el poder por el cual Él da a conocer su ser esencial, su disposición y propósito. Dios piensa y, por consiguiente, hace cosas: "Ciertamente se hará de la manera que lo he pensado, y será confirmado como lo he determinado" (Is. 14:24).

EL PODER DE DIOS

Muchos pasajes identifican claramente al Espíritu de Dios con su poder. A fin de crear la tierra, "el Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas. Y dijo Dios: Sea la luz; y fue la luz" (Gn. 1:2,3).

El Espíritu de Dios era el poder por el cual se hicieron todas las cosas, por ejemplo, la luz. "Su espíritu adornó los cielos; su mano creó la serpiente tortuosa" (Job 26:13). "Por la palabra de Jehová fueron hechos los cielos, y todo el ejército de ellos por el aliento de su boca" (Sal. 33:6). Por lo tanto al Espíritu de Dios se le describe como:

-su aliento

-su palabra

-su dedo

-su mano.

Por consiguiente, es su poder por el cual ejecuta todas las cosas. De este modo, los creyentes nacen de nuevo por la voluntad de Dios (Jn. 1:13), la cual es por su Espíritu (Jn. 3:3-5). El espíritu pone la voluntad de Dios en acción. Hablando de toda la creación natural, leemos: "Envías tu Espíritu, son creados, y [así] renuevas la faz de la tierra" (Sal. 104:30). Este espíritu/poder es también el sostenedor de todas las cosas, así como también el medio por el cual fueron creadas. Es fácil darse cuenta de que esta vida trágica se tambalea sin este aporte activo del Espíritu de Dios. A Job, un hombre que se cansó de esta vida, le recordó de esto otro profeta: "Si él [Dios]... recogiese así su espíritu y su aliento, toda carne perecería juntamente, y el hombre volvería al polvo" (Job 34:14,15). Cuando David estaba saliendo de un estado de depresión similar, le pidió a Dios que continuara sosteniéndolo con este espíritu, es decir, que preservara su vida (Sal. 51:12).

En el Estudio 4.3 veremos que el espíritu que se nos da a nosotros y a toda la creación es lo que sostiene nuestra vida. Tenemos el "aliento de espíritu de vida" dentro de nosotros (Gn. 7:22) que nos da Dios al nacer (Sal. 104:30; Gn. 2:7). Esto lo hace ser el "Dios de los espíritus de toda carne" (Nm. 27:16 compárese He. 12:9). Debido a que Dios es la fuerza vital que sostiene a toda la creación, su espíritu está presente en todas partes. David reconoció que por medio de su espíritu Dios estaba constantemente presente con él adondequiera que fuese, y por medio de ese espíritu/poder Él podía conocer cada rincón de la mente y pensamiento de David. De este modo el Espíritu de Dios es el medio por el cual Él está presente en todas partes, aunque personalmente está ubicado en el cielo.

"Tú has conocido mi sentarme y mi levantarme; has entendido desde lejos mis pensamientos... ¿A dónde me iré de tu Espíritu? ¿Y a dónde huiré de tu presencia? Si... habitare en el extremo del mar, aun allí... me asirá tu diestra [es decir, por medio del Espíritu]" (Sal. 139:2,7,9,10).

Un entendimiento apropiado de este tema nos revela a Dios como un ser poderoso y activo. Mucha gente ha crecido con una vaga "creencia" en Dios, pero en realidad "Dios" es sólo un concepto en su mente, una caja negra en una parte del cerebro. Un entendimiento del Dios verdadero y de su muy efectiva presencia alrededor nuestro por medio de su Espíritu, puede cambiar totalmente nuestro concepto de la vida. Estamos rodeados por el Espíritu, que constantemente da testimonio de sus acciones, y nos revela a Dios. David encontró el estímulo de todo esto absolutamente sobrecogedor: "Tal conocimiento es demasiado maravilloso para mi; alto es, no lo puedo comprender" (Sal. 139:6). No obstante, semejante conocimiento trae responsabilidades; tenemos que aceptar que nuestros pensamientos y acciones están totalmente abiertos a la vista de Dios. Al examinar nuestra posición ante Él, especialmente cuando pensamos en el bautismo, necesitamos tener esto presente. Las majestuosas palabras de Dios a Jeremías también se aplican a nosotros: "¿Se ocultará alguno, dice Jehová, en escondrijos que yo no lo vea? ¿No lleno yo, dice Jehová, el cielo y la tierra?" (Jer. 23:24).

EL ESPÍRITU SANTO

Hemos visto que el Espíritu de Dios es un concepto inmenso que es necesario captar; es su mente y disposición, y también el poder por el cual Él pone sus pensamientos en acción. "Porque cual es su pensamiento en su corazón, tal es él" (Prov. 23:7); y así, Dios es lo que son sus pensamientos, en ese sentido Él es lo que su Espíritu es (Juan 4:24), aunque esto no significa que Dios no es una persona (véase Digresión 1). Para ayudarnos a tratar de abordar esta inmensidad del Espíritu de Dios, a veces leemos acerca de su "Espíritu Santo".

El término "Espíritu Santo" aparece casi exclusivamente en el Nuevo Testamento. Esto es equivalente a las frases "Espíritu de Dios" o "Espíritu de Jehová" que se encuentran en el Antiguo Testamento. Esto es evidente en pasajes tales como Hechos 2, que relata el derramamiento del Espíritu Santo sobre los apóstoles en el día de Pentecostés. Pedro explicó que esto fue un cumplimiento de la profecía de Joel, en donde Dios lo describe como el derramamiento de "mi Espíritu" (Hch. 2:17). El principal cumplimiento de esto será cuando Jesús regrese (Is. 32:15,16). También Lucas 4:1 consigna que Jesús "lleno del Espíritu Santo", regresó del Jordán; después, en el mismo capítulo, Jesús relaciona esto con Isaías 61: "El Espíritu de Jehová el Señor está sobre mí". En ambos casos (y en muchos otros) se equipara al Espíritu Santo con el término antiguo testamentario "el Espíritu de Dios".

Note, también, cómo en los siguientes pasajes se hace un paralelo entre el Espíritu Santo y el poder de Dios:

-"El Espíritu Santo vendrá sobre ti [María], y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra" (Lc. 1:35).

-"...el poder del Espíritu Santo... con potencia de señales y prodigios, en el poder del Espíritu de Dios" (Ro. 15:13,19).

-"[La predicación de] nuestro evangelio... llegó a vosotros... en poder, en el Espíritu Santo" (1 Ts. 1:5).

-Se habló de la promesa de conferir el Espíritu Santo a los discípulos, indicando que sería "investidos de poder desde lo alto" (Lc. 24:49).

-A Jesús mismo se le "ungió con el Espíritu Santo y con poder" (Hechos 10:38).

-Pablo podía respaldar su predicación con un innegable despliegue del poder de Dios: "... mi palabra... mi predicación fue... con demostración del Espíritu y de poder" (1 Co. 2:4).

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