jueves, 15 de julio de 2010

EVANGELISMO TEOCENTRICO 5-6

CAPÍTULO 6



DIOS Y EL PROPÓSITO DEL EVANGELISMO

No nos precipitemos a la conclusión de que no existe el universalismo cristiano. Ciertamente es la mayor realidad. El Cristianismo es una religión universal y requiere evangelismo universal. El Universalismo en la antigua dispensación La antigua dispensación se distingue principalmente de la nueva en que aquella fue nacionalista y esta universal. Por otro lado, al mismo principio de la nueva Dispensación la iglesia fue comisionada y capacitada para traer el Evangelio a todas las naciones del mundo. Tanto el Antiguo como el Nuevo Testamento son la revelación propia de Dios. El Dios que se reveló en ambos es el mismo. La idea modernista de que Jehová era un Dios tribal, o cuanto menos nacional, es pura imaginación. Dios creó la raza humana, prometió un Salvador a toda la raza caída. Y porque es el Dios de toda la tierra y el único Dios, el Dios del Antiguo Testamento reclama reconocimiento y aceptación universal. "Mirad a mí y sed salvos todos los términos de la tierra; pues yo soy Dios y ninguno más" (Isaías 45:22).

El nacimiento de Cristo y el Universalismo El universalismo se declaró en la muerte de Cristo. Sin embargo, su nacimiento fue una evidencia del predeterminado universalismo de la nueva Era. Esto se expresa en la frase escritural de que nació en el "cumplimiento del tiempo" (Gálatas 4:4) Dios puso en el corazón de Alejandro el Grande hacer del griego el lenguaje de la literatura en toda la tierra. Esto explica porque el Nuevo Testamento, aunque escrito mayormente por judíos, lo tenemos en griego. Una lengua común no podía dejar de ser un auxiliar para la evangelización de las naciones. Por otra parte, Dios había dispersado a Israel entre muchos pueblos. La muerte de Cristo y el Universalismo Toda la historia Sagrada se junta alrededor de la cruz de Cristo que marca el fin de la vieja Dispensación y el principio de la nueva. La antigua Dispensación fue la sombra; la nueva es la verdad, en el sentido de realidad. La ley ceremonial, particularmente la que se refería a los sacrificios, significaba el derramamiento de la sangre expiatoria de Cristo en el Calvario; por tanto, por su muerte Cristo abolió la ley ceremonial.

Cuando la sangre de Cristo fue vertida, se rompió el velo del templo en dos, como señal de que la ley ceremonial estaba anulada y que desde entonces en adelante todo creyente en Cristo podía entrar y pedir confiadamente al Trono de la Gracia sin la mediación de un sacerdote humano o un nuevo sacrificio para el pecado. Si la muerte de Cristo reclama universalismo, esta muerte debe ser el tema central del Evangelio proclamado universalmente. La exaltación de Cristo y el Evangelismo Por su levantamiento de entre los muertos, Dios Padre expresó su aprobación a la obra mediatoria del Hijo. La muerte de Cristo y su resurrección constituyen un solo tema. No sólo el Cristo glorificado ordenó a sus discípulos la evangelización universal, sino que fue Él quien, exaltado a la diestra de Dios, derramó sobre su Iglesia el Espíritu Santo para capacitarla a fin de que hiciera discípulos en todas las naciones (Mateo 28:19).

Pentecostés y el Universalismo Desde la misma caída del hombre hubo sólo un camino de salvación. Todos los que creyeron en Cristo fueron miembros de su cuerpo, la Iglesia. Respecto a la salvación, la única diferencia entre los santos de la vieja dispensación y los de la nueva, es que los primeros fueron salvos por fe en Cristo en Profecía; y los últimos son salvos por fe en el Cristo de la historia. El derramamiento del Espíritu Santo sobre la Iglesia fue la transición del nacionalismo al universalismo. El Señor les mandó no solamente predicar a las naciones, sino hacer discípulos en las naciones. En Babel y en Jerusalén Dios sobrenaturalmente hizo que se hablaran diversas lenguas. Un solo mensaje fue predicado en muchas lenguas; el Evangelio, por la Palabra de Dios que es viva y eficaz (Hebreos 4:12).

El Espíritu de Dios trajo hombres de todas las naciones debajo del cielo a la Iglesia única de Cristo. Pentecostés impulsa al universalismo y a la unidad. El Universalismo y la Iglesia Apostólica Para los creyentes judíos había sido grabado en sus corazones el hecho de que ellos eran el pueblo escogido por Dios, que les era casi imposible comprender que la muralla de separación entre ellos y los gentiles había sido derribada "Él es nuestra paz, que de ambos pueblos hizo uno, derribando la pared intermedia de separación" (Efesios 2:14) y que en Cristo Jesús, no hay ni judío ni griego (Gálatas 3:28).

Por esa razón, Dios en varias ocasiones recordó a la Iglesia apostólica su deber de predicar el Evangelio a los gentiles, así como a los judíos. El Universalismo y la Iglesia en la actualidad Más de diecinueve siglos han pasado desde que la Iglesia Cristiana fue comisionada y capacitada para evangelizar al mundo y todavía esta obra no ha sido completada. Si se acusa a la Iglesia histórica de descuido o indolencia; no puede dejar de reconocer su culpabilidad. Uno de los factores ha sido su falta de santidad. La Iglesia no ha sido consciente de la presencia divina como debiera haber sido. Si hubiese vivido siempre en plena conciencia del amor infinito de Dios; de la elección soberana de Dios; el pacto de Gracia; de la soberana comisión de Dios; y de la verdad que el Dios de la Biblia es el único y verdadero Dios viviente, por tanto, Dios de toda la tierra, habría sido más incomparablemente activa en la difusión del Evangelio. Por el motivo que sea, durante los siglos XIX y XX todas las ramas cristianas han sido más activas que nunca en la evangelización mundial.

Sin embargo, triste es decirlo: Aún hoy día no puede ser afirmado que la Iglesia haya comprendido el pleno significado del Universalismo cristiano. Basta citar una prueba: Los protestantes liberales creen que tratar de evangelizar a un judío es insultarle a él y a su religión. El Judaísmo y el Cristianismo son estimados como igualmente válidos o algo así. "Considerad, pues hermanos, vuestra vocación y ved que no hay muchos sabios según la carne, ni muchos poderosos, ni muchos nobles, sino que lo necio del mundo escogió Dios para avergonzar a lo sabio; y lo débil del mundo escogió Dios para avergonzar a lo fuerte" (1ª Corintios 1:26-28) Todos necesitamos igualmente ser salvos, del mismo modo que lo fue el malhechor clavado a la diestra del Salvador en el Calvario, como pobres pecadores, merecedores de la maldición divina.


CAPÍTULO 7:



DIOS Y LA URGENCIA DEL EVANGELISMO

La heterodoxia VERSUS la urgencia del Evangelismo Cualquier doctrina de un período de prueba después de la muerte, tiende a disminuir la importancia del Evangelismo antes de la muerte. Durante toda la historia del Cristianismo ha habido quienes han argüido que no habiendo salvación fuera de Cristo es injusto de parte de Dios condenar a perdición eterna a los que nunca oyeron de Cristo durante su estancia en la tierra. Se olvidó la verdad de que la entera raza humana, habiendo pecado en Adán, merece el infierno. El castigo de cualquier pecado cometido por el hombre es la muerte eterna. Tampoco se tuvo en consideración la declaración de Jesús "Aquel siervo que, conociendo la voluntad de su señor, no se preparó ni hizo conforme a su voluntad, recibirá muchos azotes. Pero el que sin conocerla hizo cosas dignas de azotes, será azotado poco, porque a todo aquel a quien se haya dado mucho, mucho se le demandará, y al que mucho se le haya confiado, más se le pedirá. (Lucas 12:47-48).

Cristo declara en su palabra que "El que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que se niega a creer en el Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios está sobre él" (Juan 3: 36), que en el día del juicio sentenciará a los injustos al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles (Mateo 25: 41-46) y que es aquel un lugar donde el gusano no muere y el fuego nunca se apaga (Marcos 9:44) Esto hace la predicación del Evangelio, a los no salvos, extremadamente urgente. Si se nos objeta que tanto los Testigos de Jehová como los Adventistas del Séptimo Día muestran un excelente celo misionero, la respuesta es que ellos se preocupan más del proselitismo que de la evangelización. Su propaganda tiene por objeto, más que proclamar el Evangelio escritural de salvación, difundir sus peculiares aberraciones del Cristianismo histórico. En la escena teológica de nuestros días, ha aparecido con gran fuerza el resurgimiento de un error que confundió al Cristianismo ya en los días de orígenes y que desapareció cerca de la mitad de la tercera centuria, es la herejía de la salvación universal.

Casi todos los teólogos liberales de ciertas denominaciones la aceptan, y aún el neo-ortodoxo Karl Barth, considerado como el teólogo más influyentes de nuestros días, la enseña; aunque no con perfecta consistencia. Hay finalmente otra herejía, muchos que se llaman cristianos están negando que el Cristianismo sea la única religión verdadera, que Jesucristo sea el único salvador, y que la salvación sea por gracia de Dios, con exclusión de mérito humano. La Ortodoxia y el Evangelismo urgente Nadie puede venir a mí, si el Padre, que me envió no lo atrae.." (Juan 6: 44) "Yo soy el camino, la verdad y la vida; nadie viene al Padre sino por mí" (Juan 14:6). "Y nadie puede llamar a Jesús Señor sino por el Espíritu Santo" (1ª Corintios 12:3).

Precisamente porque el amor de Dios es infinito los que se resisten a aceptarlo merecen el peor infierno. Puesto que el amor de Dios es infinito, es un pecado de infinitas proporciones burlarse de Él. Dios ha manifestado su amor infinito enviando a su Hijo unigénito al mundo a morir por los impíos (Romanos 5:6); y con amor infinito asegura a los pecadores, por todas partes, que Él quiere que todos los hombres sean salvos (1ª Timoteo 2:4) y "que ninguno perezca, sino que todos vengan al arrepentimiento" (2ª Pedro 3:9) Por lo tanto, rechazar semejante amor es incurrir en el castigo de eterno destierro de la presencia de Dios. Responder a Él con fe y amor es hallar la Vida Eterna.

Nada puede ser más urgente que hacer esta elección. La vuelta de Cristo y la urgencia del Evangelismo El hecho de que Cristo no volverá hasta que el Evangelio haya sido predicado a todas las naciones, significa un fuerte llamamiento al Evangelismo. Por la predicación del Evangelio, la Iglesia hace una contribución indispensable a la Venida de Cristo, y cuando todas las cosas hayan sido sujetadas al Hijo, Él también se sujetará a aquel que le sujetó a Él todas las cosas, para que Dios sea todo en todos (1ª Corintios 15:28) Por tanto, lo que por encima de todo hace al Evangelismo cristiano en gran manera urgente, es porque contribuye a apresurar el día cuando Dios recibirá toda la gloria debida a su grande y santo nombre.

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