jueves, 17 de junio de 2010

EVANGELISMO TEOCENTRICO III

R.B. KWIPER

CAPÍTULO 3

LA ELECCIÓN SOBERANA DE DIOS Y EL EVANGELISMO

Desde la eternidad Dios ha ordenado todas las cosas que tiene que ocurrir. La elección es el propósito inmutable de Dios por el cual antes de la fundación del mundo, Él, por pura gracia, conforme a su voluntad buena y soberana, escogió de toda la raza humana que había caído por su propia culpa y destrucción, a un cierto número de personas para ser redimidas en Cristo, quien desde toda la eternidad fue designado como fundador y cabeza de los elegidos y fundamento de salvación. El amor soberano de la Elección La base de la Elección no radica en los elegidos, sino en Dios. La fe salvadora es un don de Dios a los elegidos por medio de la cual se realiza el propósito de su elección (Efesios 2:8) es una de sus consecuencias. Dios escogió "según el buen propósito de su voluntad" (Efesios 1:5)

La elección es incondicional. Dios decretó que ciertos hombres serían salvados por la fe en Cristo. Los teólogos de Westminster, tenían razón cuando afirmaban que los elegidos son designados particularmente y de, un modo inmutable, y que su número es tan ciertamente definido que no puede ser aumentado ni disminuido". Que nadie piense que Dios eligió a ciertas personas arbitrariamente para la salvación. Les escogió porque les amó. Romanos 8:29 dice: "A los que conoció a estos también predestinó para ser conformes a la imagen de su hijo". Si se pregunta ¿por qué Dios desde la Eternidad amó para la salvación a algunos hombres distinguiéndolos de otros? Nos toca humildemente confesar nuestra ignorancia. Más bien que hallar falta en Dios por su justo trato con ciertos pecadores que merecen el infierno, debemos adorarle por su amor eterno, gratuito, para otros que sólo merecían la condenación.

Que Dios escogió a los suyos en Cristo, debe significar que en el Consejo de Elección, Dios los vio como pertenecientes a Cristo; en otras palabras: que los escogió en el amor por el cual él ama al Hijo. El Evangelismo requerido por la Elección Se ha sugerido algunas veces que la elección hace superfluo el Evangelismo. "Si el decreto de elección es inmutable... ¿qué necesidad tienen del Evangelio? ¿No serán salvos los elegidos, ora que oigan el Evangelio o no?" Aunque la elección es desde la eternidad su realización es un proceso de tiempo. La soberanía de Dios no debe ser equiparada con su poder omnipotente. La pre-ordenación no es coacción, ni sustituye la libertad. Cada verdadero convertido se vuelve voluntariamente a Dios. Ésta buena disposición es seguramente un don de Dios concedido en el nuevo nacimiento.

Que nadie suponga que la soberanía del decreto de Dios se refiere sólo a los fines, con exclusión de medios. Dios no solamente decretó que cierto pecador heredaría la vida eterna, sino que su decreto implica que el tal pecador recibirá la vida eterna por su fe en Cristo y obtendrá esta fe por medio del Evangelio. La soberanía de Dios no puede ser imaginada eludiendo la responsabilidad del hombre. Todo aquel que acepta la Biblia con fe humilde, como infalible palabra de Dios, hará tanto el predicador del Evangelio debe decir al pecador, no meramente que la salvación es explícitamente por gracia soberana, sino también que a fin de ser salvo debe creer en Jesucristo como a Salvador y Señor. Por un lado, tiene que proclamar que la elección divina es segura para los salvos, por el otro lado debe advertir que "el que no cree en el Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios está sobre él" (Juan 3:36).

Todos los elegidos de Dios deben ser salvos, ninguno de ellos puede perecer; y el Evangelio es el medio por el cual Dios les concede la fe salvadora. "La fe viene por el oír y el oír por la Palabra de Dios" (Romanos 10:17) Es universal, porque Dios tiene sus elegidos en cada nación y en cada hogar. La Iglesia consiste en "elegidos de toda nación". Dios quiere que el Evangelio sea traído por todo el mundo, y en todo tiempo, a fin de que la suma total de los elegidos pueda ser reunida. La Escritura enseña que la elección fue para buenas obras. San Pedro dice: "Vosotros sois pueblo escogido, para que anunciéis las virtudes de aquel que os ha llamado de las tinieblas a su luz admirable"(1ª de Pedro 2:9) Dios escoge a ciertas personas no sólo para que puedan ir al cielo cuando mueran, sino para que sean sus testigos mientras que están sobre la tierra. La elección garantiza que el Evangelismo dará como resultado conversiones genuinas. La reprobación y la oferta del Evangelio Dios ha dejado a la otra parte de la Elección en su estado perdido, decretando su condenación a causa de sus pecados.

Este aspecto de la predestinación es conocido como reprobación. Ha sido argüido que esta doctrina contradice y excluye la sincera oferta universal del Evangelio. Tratando de refutar se ha argüido que el predicador humano no tiene manera de saber quienes son los elegidos y quienes no lo son, por tanto, no tiene otro recurso que proclamar el Evangelio a todos. Si Dios conoce infaliblemente quienes son sus elegidos y quienes no, de todos modos hace una oferta sincera de salvación a todos aquellos a quienes llega el anuncio del Evangelio. La palabra enseña la reprobación y la universalidad de la oferta del Evangelio. Estas enseñanzas no pueden ser reconciliadas, la una con la otra, por la razón humana. En lo que concierne a la lógica humana se excluyen mutuamente. No es la razón humana sino la infalible Palabra de Dios, la norma de la verdad. Esta Palabra contiene muchas paradojas aparentemente, el ejemplo clásico de la soberanía divina y la responsabilidad humana. Si alguien objeta aún, que con esto Dios obra con duplicidad, la respuesta es: Que Dios desea lo mismo, aunque por diferentes caminos y de un modo inexplicable para nosotros.

No es sorprendente que nuestros ojos sean cegados por la intensa luz divina, de modo que no podamos juzgar de un modo cierto como Dios quiere que todos sean salvos y sin embargo ha designado a todos los réprobos a eterna destrucción. Herman Bavinck negó, tanto que la fe sea la base de la elección como que el pecado sea el motivo de la reprobación, e insistió en que tanto la elección como el rechazamiento están fundados en la soberana y benéfica voluntad de Dios. Además afirmó "aunque el llamamiento de la salvación viene a ser privilegio de unos pocos... este (llamamiento) tiene sin embargo un gran valor y significado para los que lo desechan". La presentación de la Elección a los inconversos La verdad de la elección es primariamente para creyentes. El propósito resumido en los cánones de Dort dice: "El carácter y certeza de esta elección provee a los hijos de Dios un motivo adicional para humillación diaria ante Él para adorar la profundidad de su misericordia, para limpiarse del pecado y devolver agradecidos frutos de amor ardiente a Aquel que fue el primero en manifestar tan grande amor hacia ellos". Se debe hablar a la gente de "la casa de salvación", el fundamento de la cual es el divino decreto de elección, y la entrada es por Cristo, quien dijo: "Yo soy la puerta" (Juan 10:9) ¿Qué les señalarán, el fundamento o la puerta? Creer en el Señor Jesucristo.

Los no creyentes tienen que ser advertidos contra el peligro de hacer un mal uso de esta verdad y ser exhortados a atenderla de un modo conveniente. Debe decírseles que la Elección significa salvación por gracia divina. Que el mérito humano es excluido y que por lo tanto hay esperanza segura aún para el primero de los pecadores. Que la predestinación, lejos de excluir la responsabilidad humana la incluye de un modo definitivo, de manera que todos los que oyen la proclamación del Evangelio tiene el sagrado deber de creerlo. Puesto que la fe en Cristo es el fruto y la prueba de la elección, cualquiera que ha creído puede estar plenamente seguro de pertenecer al número de los elegidos. Que la casa a la cual se les invita a entrar tiene este fundamento eterno e inconmovible para todo aquel que entra; de modo que aún cuando todo el infierno les saltara no pueden perecer, sino que Dios les mantendrá seguros para que puedan heredar la vida eterna.

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