sábado, 11 de septiembre de 2010

EVANGELISMO TEOCENTRICO

CAPÍTULO 9


DIOS Y EL PROPÓSITO DEL EVANGELISMO


¿Cuál es el propósito del evangelismo? Su más alto y último fin no es el bienestar de los hombres, ni su eterna bendición, sino la gloria de Dios. La salvación de las almas El hombre es inmortal, tiene un destino eterno, pero este destino no es el mismo para todos. Depende en si creerá o no en aquel cuyo nombre es "sobre todo nombre debajo del cielo" por el cual únicamente los hombres pueden ser salvos (Hechos 4:12) Es asunto de suprema importancia que todos los hombres conozcan este nombre; y conseguir esto es la tarea del evangelismo. Pablo iba tan lejos en sacrificio propio que pudo llegar a decir: "Por lo cual, siendo libre de todos me he hecho siervo de todos para ganar a mayor número. Me he hecho a los judíos como judío para ganar a los judíos, me he hecho débil a los débiles para ganar a los débiles; a todos me he hecho de todo, para que de todos modos salve a algunos (1ª de Corintios 9:12-22).

Deseó ser separado del mismo ser de Cristo, si con ello la nación judía, sus parientes según la carne, hubiesen podido ser llevados a Cristo (Romanos 9:3) El señor Jesús se declaró a sí mismo el buen Pastor que ama de tal modo a sus ovejas que está dispuesto a dar su vida por ellas (Juan 10:11). Tan grande era la "anchura, altura y profundidad" (Efesios 3:18-19) de su amor, que murió por los impíos (Romanos 5:6) Esto significa que consintió en favor de ello, no solamente la separación temporal de su cuerpo y su alma después de horribles sufrimientos, sino el ser desamparado de Dios, como lo son los pecadores que merecen el infierno. El crecimiento de la Iglesia de Cristo La Iglesia no es muy apreciada hoy día. Las gentes de fuera lo mejor que piensan de ella es: una institución benéfica, aunque no muy útil.

Aún muchos evangélicos, miembros de la propia iglesia, la consideran una institución temporal e inferior, que ha de ser substituida por el Reino que Cristo vino a establecer en su primera Venida; pero como el pueblo judío le desechó como Rey a pospuesto hasta su Segunda Venida. La Iglesia Católica yerra al enseñar que la membresía en la Iglesia es requisito indispensable para la salvación. La membresía de la Iglesia ha de ser la normal y necesaria consecuencia de la salvación. Los evangelistas protestantes están en un serio error si menosprecian la membresía de la Iglesia invitando a los pecadores solamente a acercarse a Cristo y hacerse miembros de algún grupo que no es propiamente una iglesia. La venida del Reino de Cristo El Evangelio que Jesús predicó, se llama el "Evangelio del Reino" (Mateo 4:23).

Los teólogos distinguen entre el Reino de su Gracia y el Reinado de su poder. El primero es representado por la Iglesia. La confesión de Fe de Westminster define la Iglesia de Cristo como "El Reino del Señor Jesucristo" (XV-II) El Reinado del poder de Cristo se extiende sobre todas las cosas del Universo: "Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra", -dijo- (Mateo 28:18) Los teólogos hablan a menudo del "Reino de la gloria de Cristo", quieren significar el último reconocimiento universal de Cristo como rey, el día cuando todos los reinos serán puestos por estrado de sus pies (1ª Corintios 15:23). Un propósito significativo del Evangelismo es la declaración del Reino de la Gracia, por la conversión de los pecadores y su adición a la Iglesia. Debemos persuadir a los hombres a que reconozcan a Cristo como Rey en todos los aspectos de la vida humana. Nuestra edad es una época de secularismo.

La vida se divide en dos compartimentos herméticamente cerrados entre sí: lo religioso y lo secular. La religión no se relaciona con los negocios, la política y la vida diaria. Sin embargo, el reino de Cristo no se extiende solamente sobre la Iglesia, sino sobre la sociedad en todas sus ramificaciones. "Enseñadles a que guarden todas las cosas que yo os he enseñado" (Mateo 28:20) Dos tipo de Totalitarismo han estado luchando por la supremacía, por un lado el Estado Totalitario, por el otro, la Iglesia Totalitaria. Ambos son inmensos males, y ¡ay de la humanidad si ambos hicieran causa común! Pero al lado de estos vanos intentos totalitarios hay un verdadero Gobernante y Señor, que es "cabeza de la Iglesia" (Colosenses 1:18) Su nombre es: El Cristo de Dios.

El reconocimiento universal de su Reinado totalitario, es un propósito esencial del Evangelismo. La Gloria de Dios El último propósito de todas las cosas es la gloria de Dios. "Por Él para Él y en Él son creadas todas las cosas, al cual sea gloria por los siglos amén" (Romanos 11:35) La salvación de las almas, el crecimiento de la Iglesia de Cristo y aún la venida de su Reino por importantes que sean actualmente, representan tan sólo medios para un fin más alto; el más alto de todos: La gloria de Dios. El reconocimiento universal de su señorío será "la gloria de Dios el Padre" (Filipenses 2:11).

CAPÍTULO 10


DIOS Y SU AGENTE PARA EL EVANGELISMO


La Iglesia cristiana fue el agente nombrado por Dios para la evangelización del mundo. Sin embargo, al hacer esta afirmación, tenemos que medir bien el término "Iglesia". En este contexto hay dos referencias: la iglesia como organización, obrando por medio de sus oficiales especiales, y la Iglesia como un conjunto de creyentes, cada uno de los cuales tiene un oficio general o universal. La iglesia como una organización Cada iglesia tiene cierta medida de organización. La Biblia enseña claramente que el Evangelismo es tarea de la Iglesia organizada. La Iglesia empezó a existir en el jardín del Edén; sin embargo, grandes cambios tuvieron lugar en la Iglesia cuando el Espíritu Santo fue derramado sobre ella. Uno de estos cambios fue, como se ha dicho, la transición del nacionalismo al universalismo; otro, la separación de la Iglesia y el Estado, tenía que ser separada del Estado judío. De tal manera, en Pentecostés no se marca el nacimiento de la Iglesia cristiana como tal, marca el nacimiento de la organización Neo-testamentaria de la Iglesia. Es la Iglesia en este sentido, que capacitada por el Espíritu Santo, testificaría de Cristo en Jerusalén, en Samaria y hasta lo último de la tierra (Hechos 1:8).

El evangelista, no era un cuarto oficio en la iglesia apostólica en adición a los tres oficios de: anciano-presidente, anciano-maestro y diácono. Cristo, la cabeza de la iglesia, tiene los tres oficios de Rey, Profeta y Sacerdote, y los tres mencionados oficios le representan en este triple aspecto. Un cuarto oficio en la Iglesia, relacionado con los tres, es difícilmente imaginable. La iglesia es un agente organizado señalado por Dios para el Evangelismo, todos sus miembros tienen el deber de traer el Evangelio a los que no son salvos. La función de evangelista es puesta entre la función temporal de los apóstoles y profetas y la función permanente de los pastores y doctores. Desde la Reforma del Siglo XIX el Protestantismo ha enseñado que hay tres señales que distinguen la Iglesia de la falsa.

Estas son: la sana predicación de la Palabra de Dios; la administración de los sacramentos según los preceptos de Cristo, y el fiel ejercicio de la disciplina eclesiástica. Podemos decir que a estos tres principios podemos añadir un cuarto: La evangelización de los que no son salvos. El Evangelismo es la esencia de la verdadera iglesia. Ésta debe proveer la educación de evangelistas. La Iglesia como un organismo Cada creyente tiene el triple oficio de profeta, sacerdote y rey. Esto se declara en 1ª Pedro 2:9 "Vosotros sois generación escogida, real sacerdocio, gente santa pueblo adquirido; para que anunciéis las virtudes de Aquel que os ha llamado de las tinieblas a su luz admirable" Es el deber de todo sacerdote y rey en el sentido espiritual, proclamar las excelencias de su Salvador. Cada simple creyente es un agente ordenado de Dios para el Evangelismo, tiene que sembrar la semilla del Evangelio por doquiera.

Al hacer esto, el creyente no lo hace de un modo absolutamente particular, sino como un miembro del cuerpo de Cristo, que es la Iglesia. Lo que el creyente debe hacer como individuo debe hacerlo también en colaboración con otros creyentes. Ocurre muchas veces que campaña misioneras y de evangelismo son llevadas a cabo por iglesias o sociedades, independientes del control eclesiástico. Esto no debería de ser de un modo ordinario. Hay que hacer todo lo posible para persuadir a la Iglesia organizada a que realice su deber y lo realice bien. Tanto la Iglesia como una organización como la Iglesia en calidad de organismo, son agentes ordenador por Dios para la evangelización; no tienen que tropezar la una con la otra, pues son dos aspectos de la misma obra del cuerpo de Cristo.

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