lunes, 23 de mayo de 2011

PRINCIPIOS BASICOS DE LA BIBLICA

7.3 EL LUGAR DE CRISTO EN EL PLAN DE DIOS

Dios no decide sus planes en forma improvisada, ideando partes extras para su propósito a medida que se desarrolla la historia humana. Dios tenía formulado un plan completo desde el principio mismo de la creación (Jn. 1:1). Por lo tanto, su deseo de tener un Hijo estaba en su plan desde el principio. Él amaba ese Hijo antes de que naciera tal como los padres pueden amar a un hijo aún en el vientre materno. La totalidad del Antiguo Testamento revela diferentes aspectos del plan de salvación de Dios en Cristo.
Hemos demostrado frecuentemente que por medio de las promesas, las profecías de los profetas, y los tipos de la ley de Moisés, el Antiguo Testamento está constantemente revelando el propósito de Dios en Cristo. Fue por motivo del conocimiento de Dios de que Él tendría un Hijo que Él también efectuó la creación (He. 1:1,2, texto griego; En la versión del Rey Jaime en inglés la palabra "por" se traduce mejor como "por motivo de"). Fue por motivo de Cristo que Dios permitió las edades de la historia humana (He. 1:2, texto griego). Se desprende que la revelación de Dios al hombre en el transcurso de los años, tal como se consigna en el Antiguo Testamento, está llena de referencias a Cristo.
Es difícil que nosotros podamos entender completamente la supremacía de Cristo y su inmensa y fundamental importancia para Dios. Por lo tanto, es correcto decir que Cristo existió en la mente y propósito de Dios desde el principio, aunque él sólo llegó a existir físicamente por medio de su nacimiento de María. Hebreos 1:4-7,13,14 recalca que Cristo no era un ángel; mientras que en su vida mortal, él era inferior a los ángeles (He. 2:7), fue exaltado a un honor mucho más grande que el de ellos, en vista de que él era el "Hijo unigénito" de Dios (Jn. 3:16). Cristo no existió como un "espíritu" antes de su nacimiento. 1 Pedro 1:20 resume la posición: Cristo fue "destinado desde antes de la fundación del mundo, pero manifestado en los postreros tiempos".
Jesús era el pivote central del evangelio, que Dios "había prometido antes por sus profetas en las santas Escrituras, acerca de su hijo, nuestro Señor Jesucristo, que era del linaje [creado por procreación] de David según la carne, que fue declarado Hijo de Dios con poder, según el Espíritu de Santidad, por la resurrección de entre los muertos" (Ro. 1:1-4).
Esto resume la historia de Cristo:
1. Prometido en el Antiguo Testamento –es decir, en el plan de Dios.
2. Creado como una persona física por medio del nacimiento virginal, como una simiente de David.
3. Debido a su carácter perfecto ("el Espíritu de Santidad") mostrado durante su vida mortal
4. Fue resucitado, y por medio de la predicación inspirada de los apóstoles, él nuevamente fue declarado públicamente como el Hijo de Dios.
LA PRECOGNICIÓN DE DIOS
Recibiremos considerable ayuda en nuestra apreciación de cuán plenamente estaba Cristo en la mente de Dios en el principio, aunque no existía físicamente, si podemos aceptar el hecho de que Dios conoce todas las cosas que ocurrirán en el "futuro"; él tiene ‘precognición’ completa. Por lo tanto, Dios puede hablar y pensar acerca de cosas que no existen, como si existieran. Tal es la totalidad de su conocimiento del futuro. Estrictamente, no hay en hebreo una palabra para ‘promesa’ –ni siquiera una; con seguridad la palabra de promesa de Dios se cumplirá. Lo que Él dice es como si ha sucedido. Dios "llama las cosas que no son, como si fuesen" (Ro. 4:17). Por lo tanto, él puede declarar "lo por venir desde el principio, y desde la antigüedad lo que aún no era hecho... [diciendo] mi consejo permanecerá, y haré todo lo que quiero" (Is. 46:10. Debido a esto, Dios puede hablar de los muertos como si estuvieran vivos antes de nacer, y puede hablar de hombres como si estuvieran vivos antes de nacer. El puede hablar de un día venidero como si ha venido.
El "consejo", o palabra de Dios, había profetizado a Cristo desde el principio; él siempre estuvo en el propósito o ‘agrado’ de Dios. Por lo tanto, era cierto que en algún tiempo Cristo nacería físicamente; Dios cumpliría su declarado propósito en Cristo. La certeza de la precognición de Dios está, por lo tanto, reflejada en la seguridad de su palabra. El hebreo bíblico tiene un tiempo gramatical ‘profético perfecto’, que usa el tiempo pasado para describir cosas futuras que Dios ha prometido. Así David dijo: "Aquí está la casa de Jehová Dios" (Texto Hebreo, 1 Cr. 22:1), cuando en aquel tiempo el templo era solamente una promesa de Dios. Tanta era la fe en la promesa que David se atrevió a describir cosas futuras. La Escritura abunda en ejemplos de la precognición de Dios. Dios estaba tan seguro de que cumpliría las promesas que le hizo a Abraham, que le dijo: "A tu descendencia he dado esta tierra" (Texto Hebreo, Gn, 15:18), en una etapa en que Abraham ni siquiera tenía hijos. Durante este mismo período antes de que naciera la descendencia (Isaac/Cristo), Dios además prometió: "Te he puesto por padre de muchedumbre de gentes" (Gn. 17:5). Verdaderamente, Dios "llama las cosas que no son, como si fuesen".
De este modo Cristo habló durante su ministerio de cómo Dios "todas las cosas ha entregado en su mano [de Cristo]" (Jn. 3:35), aunque este no era el caso en aquel tiempo. "Todo lo sujetaste bajo sus pies [de Cristo]... pero todavía no vemos que todas las cosas le sean sujetas" (He. 2:8).
Dios habló acerca de su plan de salvación, que efectuaría por medio de Jesús,"por boca de sus santos profetas que fueron desde el principio" (Lc. 1:70). Como estaban tan intimamente vinculados al plan de Dios, se hablaba de estos hombres como si literalmente existieron en el principio, aunque evidentemente este no es el caso. En cambio podemos decir que los profetas estaban en el plan de Dios desde el principio. Jeremías es un ejemplo clásico: "Antes que te formase en el vientre te conocí, y antes que nacieses te santifiqué; te di por profeta a las naciones " (Jer. 1:5). De modo que Dios sabía todo acerca de Jeremías aun antes de la creación. De igual manera, Dios podía hablar de Ciro, el rey persa, antes del tiempo de su nacimiento, usando lenguaje que implica que entonces estaba en existencia. Hebreos 7:9,10 es otro ejemplo de este lenguaje de existencia que se usa para alguien que entonces no ha nacido.
De la misma manera que se habla de Jeremías y los profetas como si hubiesen existido aun antes de la creación, debido a su parte en el plan de Dios, así también se habla de los verdaderos creyentes como si en aquel tiempo hubiesen tenido existencia. Es evidente que en aquel tiempo nosotros no existíamos físicamente, exepto en la mente de Dios quien "nos salvó y llamó con llamamiento santo... según el propósito suyo y la gracia que nos fue dada en Cristo Jesús antes de los tiempos de los siglos" (2 Ti. 1:9). Dios "nos escogió en él [en Cristo] antes de la fundación del mundo... habiéndonos predestinado... según el puro afecto de su voluntad" (Ef. 1:4,5). La idea total de que Dios preconoce a las personas desde el principio, y que las ‘determinó’ (‘predestinò’) para salvación, indica que existieron en la mente de Dios en el principio (Ro. 8:27; 9:23).
A la luz de todo esto, no es sorprendente que se diga que Cristo, como la suma del propósito de Dios, existió desde el principio en la mente y plan de Dios, aunque físicamente eso no pudo haber ocurrido. El fue "el cordero que fue inmolado desde el principio del mundo" (Ap. 13:8). Jesús no murió entonces literalmente; él fue el "Cordero de Dios" sacrificado en la cruz cerca de 4000 años después (Jn. 1:29; 1 Co. 5:7). De la misma manera que Jesús fue escogido desde el principio (1 P. 1:20), así también fueron los creyentes (Ef. 1:4; en estos versículos se usó la misma palabra griega que se vertió como "escogió"). Nuestra dificultad para comprender todo esto se debe a que no podemos imaginar fácilmente cómo obra Dios aparte del concepto del tiempo. La ‘fe’ es la capacidad para ver las cosas desde el punto de vista de Dios, sin las restricciones del tiempo.

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