Dios te mandó a tomar lo que te dio, no a sacar conclusiones
¿Saben
cuál es el problema de los cristianos? Dicen la palabra de fe pero no
la piensan. Dicen: “todo me saldrá bien”, pero por dentro se dicen a sí
mismos: “Ni Dios me saca de
esto…” Y tú “te casas con tus pensamientos”. Algunos se tienen que
“divorciar de sus pensamientos”; otros tienen que “dejar a su amante”,
porque están casados con los pensamientos de Dios, pero cada tanto “se
acuestan con los pensamientos negativos”: “me va a ir todo mal…” y
después vuelven con la esposa: “todo lo puedo en Cristo que me
fortalece”, y así viven continuamente.
Cuando
sos rico en tu mente, toda tu realidad exterior terminará obedeciendo a
tu realidad interior; que son los pensamientos de Dios
¿Recuerdan la historia de Josué y Caleb cuando estaban por entrar a la tierra prometida? El pueblo vivía permanentemente entre dos pensamientos.
Israel sale de Egipto con todo el oro, están por entrar a la Tierra Prometida, Dios le dijo a Moisés: “envía hombres que reconozcan la tierra, la cual yo doy a los hijos de Israel”.
Y mandan a doce espías para que
investiguen la tierra, allí había de todo, era una tierra fructífera,
que les brindaba todas las posibilidades para progresar y tener una vida
placentera. Pero también había
hombres gigantes que al verlos, los espías se sintieron intimidados y
disminuidos, por eso dijeron: “y éramos nosotros a nuestro parecer, como
langostas, y así les parecíamos a ellos”. Y el resultado final fue que el pueblo dijo: “no vamos a entrar”.
Cuando Jesús resucitó, la primera que lo
vio fue María Magdalena y fue a avisar a los discípulos y entonces
Pedro y Juan salieron corriendo. Juan al ser más joven llega primero
porque es veloz.
La fe es veloz para creerle rápido a Dios, para levantarme rápido, para reaccionar rápido, para decidir rápido, ¡para arrebatar rápido!¡Hay que estar activo!
Pero Juan no entró, Pedro sí entró. Pedro representa la otra fase de la fe:
¡El riesgo! Necesitamos gente
arriesgada que se anime a entrar a la tumba oscura, para luego hablar de
la resurrección ¡Hay que correr con alguien!
Los israelitas aunque ya no eran
esclavos, tenían marcado en el corazón la mente de esclavos. Egipto
representa el sistema que te quiere para él, que te genera altivez
y soberbia; para destruirte la infancia, la niñez, la pubertad, la
juventud, toda tu vida. Ellos aún estaban atados a ese sistema, por eso
querían volver atrás.
La voz del espíritu debe ser más fuerte que la voz del alma
Allí estaban también Josué y
Caleb, los cuales habían participado en la exploración de la tierra.
Ellos dijeron: “la tierra que recorrimos y exploramos es increíblemente
buena (llena de frutos, los racimos pesaban de cuatro a cinco kilos,
también había leche y miel).
Ellos dijeron: “Si el Señor
se agradare de nosotros, nos hará entrar en ella. Así que no se rebelen
contra el Señor ni tengan miedo de la gente que habita en esa tierra
(gigantes) ¡porque son pan comido! No tienen quién los proteja, porque
el Señor está de parte nuestra. Así que, ¡avancemos!”
Tu espíritu siempre sabe algo que tu mente no puede capturar.
Muchas veces estamos en apuros, perseguidos, y por nuestra cabeza pasan un montón de ideas o frases totalmente diferentes a las de nuestro espíritu.
El alma quiere gobernar nuestro
ser. Cuando esto ocurre somos almáticos, porque el alma le quiere decir a
nuestro espíritu lo que debe “sentir”, “creer”, “decir”, etc., y
termina aprisionando al espíritu, lo ahoga y lo ata. Esto explica que
cuando tenemos problemas emocionales nuestro espíritu sea aprisionado y
no podamos adorar, orar, ni servir a Dios con libertad.
Entonces se debe “cortar” o “separar”
el alma del espíritu (He.4.12), para que así el espíritu pueda gobernar
y sea fortalecido para que tome control de nuestra alma.
¿Quiere decir entonces que mi alma no
sirve? Por el contrario: debo amar a Dios con toda mi alma, mi hambre
espiritual nace también en el alma, cuando escucho, la Palabra entra por mi alma hasta mi espíritu.
Hay gente que vendrá “con mala onda” y
te hablará de los gigantes, pero hay algo que tú puedes hacer:
rechazarlos y no bloquearte a través de esos pensamientos de derrota.
No permitas que los problemas te
bloqueen. Permite que tu espíritu comience a hablar más fuerte, ¿sabes
por qué hay gigantes en el lugar que Dios te prometió? ¡Para que cuiden
la tierra que ya es tuya!
Poderoso es Dios para derribar esas fortalezas mentales y que seamos libres
Cuando alguien llegue con un espíritu
negativo, dile: “No me hables más de lo negativo, sé que no tengo
suficiente dinero, ni tengo trabajo, sé que estoy enfermo, lo he visto;
pero me niego a hablar de eso porque mi mente dice una cosa pero mi
espíritu dice otra:
“Dentro de poco voy a tener la victoria, que no estoy desamparado, porque Cristo está conmigo”
Tienes que dejar a tu amante mental porque estás casado con los pensamientos de Dios. “Todo lo justo, todo lo bueno, todo lo puro, todo lo que es digno de alabanza, en esto pensad”. Tú puedes declarar
y gritar en una reunión, pero si no tienes una mentalidad de fe, una
mentalidad de milagro, una mentalidad de gloria, entonces no vas a salir
de la pobreza, porque la pobreza es: estrechez mental y la escasez: es
falta de recursos externos.
La escasez se alimenta de la pobreza.
Porque la pobreza es una maldición mental de estrechez, que alimenta a
la escasez. Por eso, lo primero que Dios hace es enriquecerte la mente.
Caleb y Josué entraron a la tierra
prometida, vieron a los gigantes pero se negaron a hablar de ellos
porque los gigantes les recordaban el pasado: “Egipto” y eso les
imposibilitaba ver lo que venía por delante. Dios nos ha dado un
espíritu de poder, de amor y de dominio propio; para tomar todo lo que
pisemos.
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