jueves, 30 de agosto de 2012
martes, 14 de agosto de 2012
DISCIPULOS ¿FALSOS O VERDADEROS?
La esencia de prédicas para leer en menos de 5 minutos…
Hace pocos días se nos hizo pedazos
el corazón cuando supimos de una niña de 7 años, Andry Lemus Vásquez,
del Petén, que fue violada y asesinada. Nos encontramos nuevamente con
otra de estas experiencias que enlutan a nuestras nación, y nos hacen
ver que hay personas que pueden tener cara de “normales”, así entre
comillas, pueden tener cara de buena gente, pero detrás de esas caras
nos encontramos con un violador, un asesino. Por lo general, las
personas que abusan de los niños, los pedófilos, son personas que viven
vidas muy comunes y corrientes, a veces hasta visten como religiosos, y
por eso es una lástima encontrarnos en esta época, en la cual estamos
viendo muchos disfraces, gente que se disfraza de distintas maneras.
El Periódico ilustró con una máscara
antigases esta noticia en su carátula del sábado, que tituló “El hombre
del disfraz”. Este hombre del disfraz es, precisamente, James Holmes,
un hombre joven, 24 años de edad. Nació en el Estado de Tennessee y
residía en el barrio de Aurora, en las afueras de Denver, Colorado.
Ingresó en junio de2011 ala Universidad de Colorado, estudiaba el
doctorado de neurociencia. Y uno piensa que personas que alcanzan altos
niveles académicos, están liberados de los malos modales, de las malas
costumbres, pero ¡sorpresa!
Aquí hay un hombre aspirando a una
maestría en neurociencia en una universidad prestigiosa, sin embargo,
las autoridades lo calificaron como un individuo trastornado, mientras
sus vecinos lo describieron como solitario. He ahí la importancia de ser
una persona gregaria, que se congregue, que esté entre gente que busca
la verdad y que busca a Dios.La misma Bibliadice “No dejen de
congregarse, como algunos tienen por costumbre”, porque un leño fuera de
la hoguera se apaga. Holmes no figura en ninguna lista de terroristas.
No tenía antecedentes penales, ni en San Diego ni en Denver, salvo una
multa de tránsito. La noche del jueves Holmes pasó inadvertido, ya que
algunos fanáticos del filme iban disfrazados de los personajes. Él
acudió vestido de negro, guantes, el cabello pintado de rojo y una
máscara. Desde el 9-11, ese país ha sufrido lo que no se imaginaron
jamás, y todo por personas que llevan un disfraz, una máscara. No es
esta la única nación que está sufriendo a causa de personas
enmascaradas.
Hace muchos años el escritor inglés
William Shakespeare dijo que “El mundo es un teatro y los humanos los
actores”. Todos los que estamos en este mundo hemos aprendido a guardar
las apariencias. Hemos aprendido a ponernos máscaras para vivir cada día
en distintas circunstancias. Nos ponemos máscaras cuando entramos al
mundo de los negocios de empresarios responsables, cumplidores,
genuinos, legítimos, auténticos y en el camino hay algunos que resultan
vendiendo productos que no son genuinos, que no son auténticos.
En Malasia me llevaron a hacer un tour
por el centro de la ciudad, entré a una calle de mercado en la que
habían tiendas, tiendas y tiendas y la gran mayoría estaban llenas de
relojes de marcas conocidas – Carpier, Rolex y otras-, todos estaban
entre 30 y 40 dólares, ¿cómo se puede explicar que un reloj que puede
costar doce, quince, veinte mil dólares lo estén vendiendo a ese precio?
¿Sabe por qué? Porque son falsos y dan, como decimos en nuestro país,
“el pegón”. Y por eso hay quienes andan con su Rolex falso, de cuarenta
dólares. “Diga no a la piratería”, frase que se ha hecho popular en el
mundo comercial, porque todo se falsifica.
La gente aprende a ponerse máscaras.
Suena el timbre de la casa de unos parientes que en ese momento están
en una discusión intensa, está peleando el hombre y la mujer, se acaban
de decir hasta de qué se van a morir, acaban de insultar a toda la
parentela de cada uno. En eso oyen el timbre y resulta que es el líder
de la célula, que pasa a visitarlos. En ese momento se ponen una máscara
de paz, de armonía, de tranquilidad, y aquellos rostros endurecidos,
iracundos, agresivos se vuelven rostros de cristianos amables,
controlados, serenos. Abre la puerta y ambos con una máscara de
cristiandad. – Hermano, que gusto verlo, que bendición tenerlo entre
nosotros. Pase adelante a este oasis en el que nosotros vivimos.
Hace muchos años cuando estudiaba un
curso de pedagogía en una de las universidades del país, tratamos un
tema que se llamó La escuela, un lugar peligroso. Y concluimos con que
en la escuela muchos de los niños aprenden a ponerse máscaras, porque
precisamente cuando la maestra sale de la clase todos se desatan y
juegan, se molestan, pelean, bromean. De repente alguien dice: ¡aguas,
aguas! ahí viene “la vieja”. La maestra entra a su clase y se sorprende
de tener un grupo de veinte, veinticinco, treinta alumnos bien sentados,
callados, atentos, con cara de angelitos. ¿Por qué? Porque se han
puesto la máscara de buenos estudiantes. Al salir algunos de ellos ya
adolescentes son los que andan peleando en las calles del centro de la
ciudad contra alumnos de otros establecimientos que cargan mochilas,
pero llenas de piedras.
Las mascaradas. El
mundo es un teatro y los humanos los actores. Estaba escribiendo y en
eso me recordé del poema que leí hace mucho tiempo. Se llama “Reír
llorando” del poeta mexicano Juan de Dios Peza, que nos cuenta la
historia del actor llamado Garrik, que hacía reír a todos, buscado por
personajes y gente sencilla que sufría de depresiones, pero él mismo no
podía vencer su tristeza que escondía detrás de esa máscara. Decide un
día buscar un médico, quien le recomienda tener una familia, una
compañera, riquezas, diversión, viajes, pero todo lo tenía. Y por último
lo manda a visitar a Garrik, seguro que él tendría la receta, pero le
contesta que él mismo es ese personaje y que sela cambie. Concluye de
esta manera: “¡Cuántas veces al reír se llora! ¡Nadie en lo alegre de
la risa fíe, porque en los seres que el dolor devora, el alma gime
cuando el rostro ríe! Si se muere la fe, si huye la calma, si sólo
abrojos nuestra planta pisa, lanza a la faz la tempestad del alma, un
relámpago triste:la sonrisa. El carnaval del mundo engaña tanto, que las
vidas son breves mascaradas; aquí aprendemos a reír con llanto y
también a llorar con carcajadas”.
Qué interesante. Usted y yo sabemos que
la vida es una mascarada. Muchas veces nosotros estamos con la gente,
pero estamos actuando. No tenemos una imagen genuina, legítima, tenemos
que aprender a discernir los espíritus, a leer la mirada de la gente, a
leer entre líneas lo que se nos dice, porque a veces lo que vemos es una
máscara y no un rostro genuino y real. Por supuesto, desde niños
disfrutamos eso de las máscaras, se recuerdan de niños de aquel programa
en que el protagonista era un vaquero que salía con su caballo blanco
llamado Plata, su indio acompañante llamado Toro ¿cómo se llamaba? El
Llanero Solitario. Las máscaras siguen, no solo en nuestra época, hoy
hay máscaras, muchas más máscaras en los teatros, en los cines.
Las universidades han tomado para sí
algunas de las frases célebres de nuestro Señor Jesucristo. Y
precisamente una de esas frases célebres es la que encontramos en el
libro de Juan 8:31-32 “Jesús se dirigió entonces a los judíos que habían creído en él. Subraye creído en él. No eran judíos enemigos de Cristo, eran creyentes de Jesús, eran discípulos de Jesús. Y a estos creyentes les dijo: —Si se mantienen fieles a mis enseñanzas, serán realmente mis discípulos. Lo
que está infiriendo es que hay discípulos que realmente no son sus
discípulos. Hay algunos que están con Jesús, pero realmente no están con
Jesús, como le ha tocado a usted en la vida. Se ha encontrado con
personas que están con usted, que realmente no están con usted, están
con usted pero le están moviendo la silla, están con usted pero están
complotando contra usted, están con usted pero están buscando la manera
de dañarlo, de destruirlo. Y Jesucristo lo sabía. Y dice el versículo 32
Y conocerán la verdad, y la verdad los hará libres”. La
Universidad de San Carlos de Guatemala, la universidad más antigua de
toda América, la Universidad Mariano Gálvez y muchas más la usan. Y conocerán la verdad, y la verdad los hará libres.
¿Por qué está Jesús diciendo estas
cosas? Lo dice porque entre sus discípulos sabía que había algunos que
eran verdaderos y otros eran falsos. ¿Ha tenido en sus manos un billete
falso? Hemos recibido alguna vez un billete falso y uno se siente mal,
se siente engañado, se siente frustrado, enojado, pero no por eso agarra
todos los billetes que tiene y los tira. Usted no puede concluir porque
hay un billete falso todos los billetes son falsos, tampoco puede usted
concluir porque hay un cristiano falsos todos los cristianos son
falsos. Porque hay un político deshonesto, todos los políticos son
deshonestos. Tenemos que entender que existe lo falso solo cuando existe
lo verdadero.
Y nosotros tenemos que buscar lo verdadero, aunque exista lo falso.
Un día a Jesús le dijeron sus
discípulos: Señor, debemos de eliminar a estos que son falsos, ¿quieres
que pidamos al Señor de los cielos que los castigue, que los queme, que
los quite? Y el Señor les dijo: No, no. La cizaña tiene que crecer
juntamente con el trigo. Demostrando que hay discípulos falsos y
discípulos verdaderos. La cizaña se parece al trigo, son muy semejantes.
Al verlos a simple vista son iguales, ¿qué es lo que los diferencia?
¿Qué es lo que diferencia al discípulo de Jesús falso del discípulo
verdadero? Lo que diferencia a uno del otro es el contenido interior que
lleva cada uno. Es el fruto que produce cada uno.
El trigo por un tiempo se parece a la
cizaña porque no tiene peso. Y se mueven igual, cantan igual, andan por
la calle con una Biblia igual, oran igual y van a la célula igual, hacen
las cosas igual, pero la diferencia se nota cuando el trigo empieza a
formar dentro de sus propias vidas el fruto. El trigo tiene peso cuando
la espiga se vuelve llena de frutos. La cizaña solo es la espiga, pero
no tiene fruto, no tiene contenido, no tiene valor. ¿Cómo se separa uno
del otro a la hora de la cosecha? Se cortan juntos, se echan al molino y
mientras flotan o se hunden en el agua se va notandola diferencia.
Eltrigo por su peso no flota. Y el Señor se encargará, en su debido
momento, de separar la cizaña del trigo, pero mientras tanto, usted y yo
no podemos evitar que la cizaña crezca juntamente con el trigo.
¿Cómo sé que el que tengo a la par es
trigo, cómo sé que el que tengo a la par es cizaña? ¿Cómo sé que el que
tengo conmigo es un discípulo verdadero o es un discípulo falso? Porque
las apariencias engañan. ¿A quién no ha engañado alguien por sus
apariencias? Me cuenta una señora: Llegué a la puerta de mi casa en mi
auto. Se bajaron de otro unos jóvenes bien vestidos, bien parecidos y se
me acercaron y así a simple vista me cayeron bien, hasta que me dijeron
que les entregara mis cadenas, mis argollas, mi bolsa y se llevaron
todo. Pero ella todavía seguía convencida de que eran jóvenes bien
vestidos, hasta sentía cierto orgullo por haber sido asaltada por un
grupo de jóvenes presentables, muy agradables. Las apariencias engañan.
Recuerdo a aquel hombre que iba en el
subterráneo en Nueva York, La gente iba con abrigos, porque era un día
frío, de pronto subió un hombre de esos vagos, charamileros con la
evidente demostración que no se había bañado en muchos meses ni se había
cambiadola ropa. Pasótocando a este distinguido caballero que iba muy
bien vestido, muy bien trajeado, al toparlo inmediatamente el hombre
dijo: Este me topó porque me quiso sacar la billetera y se tocó la bolsa
donde la llevaba y dijo: Me sacó la billetera, inmediatamente corrió
detrás de éste y le dijo: Dame mi billetera, me la acabas de robar. Y lo
agarró del abrigo y a pesar del frío este vago no se dejó agarrar, dejó
el abrigo y se fue corriendo.
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