Mientras se desarrolla el Mundial de fútbol en Brasil, un trabajador brasileño realiza un arriesgado trabajo, y puede decirse sin duda alguna que su vida pende de un hilo y que su futuro está totalmente en las manos de Jesús.
Este trabajador hace rapel por una fina cuerda que desciende desde la palma extendida de la mano
del emblemático Cristo Redentor en Río de Janeiro. Aparentemente
realiza con toda normalidad su arriesgado trabajo sin inmutarse.
La labor que realiza se debe a que la estatua ha sido sometida a varias reparaciones después que fuese alcanzada por un rayo el pasado mes de enero, que le rompió el dedo medio de la mano derecha.
La impresionante construcción alcanza en su cima casi 800 metros por encima del nivel del mar (unos 792), lo que hace que cualquier reparación o tarea de limpieza que se realice en ella suponga una tarea vertiginosa.
La estatua Cristo Redentor o Cristo de Corcovado es una imagen de
38 metros de Jesús de Nazaret, sin contar el pedestal de 8 metros, con
los brazos abiertos mostrando a la ciudad de Río de Janeiro, en Brasil.
Su base está situada a 710 metros sobre el nivel del mar en el Parque
Nacional de la Tijuca, en la cima del cerro del Corcovado.
Considerada la estatua Art decó más grande en el mundo, es reconocida como una de Las Nuevas Siete Maravillas del Mundo Moderno junto a Machu Picchu, la Gran Muralla China,
el Coliseo de Roma, el Taj Mahal, Chichén Itzá y Petra. Es la única de
ellas que no ha sido declarada Patrimonio de la Humanidad, la más
reciente y la más votada de las siete en la elección.
Para un poco de perspectiva de la altura, le dejamos con una foto panorámica de la estatua entera con Río de fondo.
jueves, 26 de junio de 2014
sábado, 21 de junio de 2014
Del camino angosto al espacioso
“Entrad por la puerta estrecha; porque ancha es la puerta, y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos son los que entran por ella; porque estrecha es la puerta, y angosto el camino que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan.”
Mateo 7:13-14 (Reina-Valera 1960)
He leído un sin número de veces este
pasaje bíblico, sin embargo fue hasta hace poco que reflexionando Dios
me dio luz sobre cómo aplicarlo perfectamente.
El día que decidimos entregarle nuestra
vida al Señor comenzamos a andar por ese camino angosto, ese camino
angosto que nos evitaba el inmiscuirnos en aquellas cosas que pasaron de
ser “buenas” a “malas” en el sentido que entendimos que habían cosas
que antes hacíamos que nos parecían buenas, pero que ahora con Cristo en
nuestra vida nos dimos cuenta que no eran del agrado de Dios. Fue así
como comenzamos a hacer de aquel camino ancho o espacioso un camino angosto pues nuestra intención era agradar a Dios y no a nosotros mismos.
Empezamos a
andar por ese camino angosto, en donde caminábamos de puntillas, con
mucho cuidado, examinando todo, reteniendo lo bueno y desechando lo
malo, ese camino angosto era el perfecto, el que Dios quería que
anduviéramos, ese camino angosto se evitaba de muchas cosas que parecían
“inofensivas” pero que al evaluarlas nos dábamos cuenta que no valía la
pena de practicarlas, porque no honraban a Dios.
Caminar por esa camino angosto nos hacia
felices, pues el hecho de saber que agradábamos a Dios hasta en lo
mínimo nos hacia sentirnos orgullosos de ser llamados sus hijos.
Lastimosamente con el caminar del tiempo fuimos haciendo de ese camino angosto uno más espacioso. Comenzamos a permitirnos cosas que antes no nos permitíamos, comenzamos a dejar de caminar con cautela y comenzamos a ampliar el camino, aquello que antes nos parecía malo o equivocado nos comenzó a parecer
normal y hasta bueno, aquello de lo que antes sentía dolor de cometer
comenzó a convertirse en rutina en nuestra vida y poco a poco el dolor
por hacer lo malo se fue perdiendo de nuestra vida, fue así como sin
darnos cuenta fuimos haciendo más espacioso el camino por el que debíamos andar.
Si antes evitabas hacer o decir ciertas
cosas solo por agradar a Dios y hoy en día haces sin ninguna pena lo que
antes evitabas tengo que decirte que dejaste de caminar por el camino angosto y en su lugar estás dando pasos en el camino espacioso.
Hay que ser sinceros, todos en algún momento de nuestra vida nos desviamos del camino, dejamos de andar por el camino
angosto y comenzamos a andar por el especioso, ese que está lleno de
cosas que desagradan a Dios pero que humanamente ya no reprochamos,
porque ahora a diferencia de antes lo vemos “normal” basados muchas
veces en que “todos lo hacen”.
Cuando tu comienzas a hacer las cosas que todos hacen y comienzas a ponerle etiqueta de permitido a todo, entonces dejaste de andar por el camino angosto, porque el camino angosto no se permite muchas cosas, al contrario es un camino en donde todo se examina y lo que no honra a Dios se desecha. El camino
angosto es difícil de andar porque la mayoría tilda ese camino de
“religiosidad” o “fanatismo” esos términos que el diablo usa para tratar
de hacer ver lo bueno malo.
Dios quiere que dejemos de andar por el camino espacioso y volvamos al camino angosto, la voluntad de Dios es que examinemos todo y desechemos lo malo y nos volvamos hacia lo bueno. El camino angosto está lleno de prudencia, sabiduría y voluntad de agradar a Dios, nadie que quiera andar por el camino angosto lo va lograr sin estás tres cosas, porque se necesita valor para andar en el camino
que nadie quiere andar, ese camino de negación a uno mismo, ese camino
difícil pero que al final trae una recompensa que vale más que cualquier
regalo que el mundo y sus deseos te quieran dar.
Jesús dijo: “porque estrecha es la puerta, y angosto el camino que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan.” Mateo 7:14 (Reina-Valera 1960). Me llama mucho la atención de las últimas palabras de ese verso: “y pocos son los que la hallan”, eso quiere decir que son pocos los que no hacen
lo que todos hacen, sino que se dedican a hacer lo que Dios quiere que
hagan sin importar el desprecio, burla y odio de los demás.
¿Cuál es el camino por el que estás andando?, ¿Angosto?, ¿Espacioso?
¡Busquemos y encontremos el camino correcto que es el angosto y caminemos en el!
Autor: Enrique MonterrozaEscrito originalmente para www.destellodesugloria.org
Cuídate de tus emociones y deseos
Que difícil es controlar nuestras emociones, que complicado es tener esos nudos en la garganta que no podemos soltar, por miedo a las consecuencias, pero aun es más grande y buena la recompensa que se obtiene al saber tomar decisiones y saber actuar conforme
a la voluntad de Dios, pues a veces queremos imponer nuestros deseos,
creyendo que quien mejor que nosotros mismos para saber lo que nos
conviene, pero solo en realidad Dios nos conoce y nos da lo que en
realidad necesitamos.
El enemigo siempre nos va a querer
engañar, pintándonos pajaritos en el aire, confundiéndonos con falsas
emociones, con pensamientos y con coincidencias
que nos hacen pensar que es la voluntad de Dios y caemos en sus
trampas, eso sucede cuando no tenemos el discernimiento del Espíritu
Santo, cuando basamos los sentimientos y decisiones en nuestros propios
deseos y no en Dios.
Muchos jóvenes
hoy en día les cuesta esperar en Dios, viven en un desespero por tener a
alguien a su lado, cuando aun no son capaces de sostener una relación
solida con Dios, entonces difícilmente la tendrá con una pareja, como lo dice la palabra ¨El que no ama, no ha conocido a Dios; porque Dios es amor ¨ 1 Juan 4:8 (Reina-Valera 1960). Y si no amamos y vivimos conforme al amor de Dios, difícilmente vamos a llegar a conocer el verdadero amor en una persona.
Es que no cuesta entender que los planes que Dios tiene son mil veces mejores que los de nosotros. ¨Porque
yo sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros, dice Jehová,
pensamientos de paz, y no de mal, para daros el fin que esperáis.
Jeremías 29:11 (Reina-Valera 1960). Siempre
queremos vivir acelerados, tomando decisiones a la ligera, las cuales
traen consecuencias desastrosas e irremediables y por eso frecuentemente
andamos en desanimo y tristezas.
Somos nuevas criaturas en Cristo, no
podemos llevar el mismo ritmo de vida que teníamos en el mundo,
olvidemos de conseguir las cosas de la misma manera como lo hacíamos en
nuestra antigua vida, ¨ En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que está viciado conforme
a los deseos engañosos, y renovaos en el espíritu de vuestra mente, y
vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de
la verdad. Efesios 4:22-24 (Reina-Valera 1960).
Los deseos engaños son anhelos que nos
prometen algo falso, pues como no renovamos nuestros pensamientos, ni
renunciamos a ellos, estos se anidan en nuestra mente y cuando le damos
cabida se convierten en actos y luego de haberlos llegado a cabo es que
descubrimos que todo era una trampa del diablo, y hasta nos engañamos
nosotros mismos.
Lo ideal en estos casos es que nos metamos de lleno con Dios, hagamos al Espíritu Santo nuestro amigo, pues El nos dará el discernimiento, la revelación, la sabiduría e inteligencia, para controlar nuestras emociones, pensamientos y sentimientos. Antes de darle cabida a un fuerte sentimiento
y tomar una decisión, consultémosle a Dios, y si esa situación no trae
paz a tu corazón, es mejor que esperes en El y no hagas algo de lo que
después te puedas arrepentir. Piensa muy bien y analiza si los deseos
que tienes son productos de tu carnalidad o en realidad son anhelos que
provienen de Dios.
Dios cuando nos creo pensó en todo, en
nuestra anatomía, pensó en las cosas que necesitaríamos para vivir,
pensó en nuestros sueños, en los planes que tiene para nosotros, y
también pensó en la persona que va a colocar
a tu lado como ayuda idónea. Créeme a Dios no se le escapa nada, no
impongas tu voluntad por encima de la de EL, porque esta te puede
acarrear destrucción.
¨No os conforméis a este siglo,
sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento,
para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y
perfecta.¨
Romanos 12:2 (Reina-Valera 1960)
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