Los objetos voladores llamados OVNIs constituyen un atractivo enigma para quienes los hemos visto en la distancia. No hay duda alguna de que este es un tema que genera mucho interés. Nuestra naturaleza gusta de aquello que está cubierto por algún tipo de misterio. ¿Qué son? ¿Cómo funcionan? ¿Qué pretenden sus tripulantes de nosotros? Estas son preguntas que todos nos hacemos, y hasta el momento han quedado sin una segura contestación.
Algunos, como el señor Enrique Castillo, nos aseveran que son de carácter mecánico; otros aseveran que son astrales o celestes. En estos artículos no nos proponemos contestar la pregunta de cómo funcionan, más bien la de qué son y qué buscan o pretenden sus tripulantes con nosotros. La prudencia nos indica que sin claras evidencias, lo único que podríamos hacer sería especular, cosa que no nos interesa realizar.
Estamos muy conscientes de que cualquier tipo de aseveración firme y categórica debe estar fundamentada en una base sólida y confiable. Mi fundamento como legítimo profeta del Señor es la Sagrada Escritura, libro este que contiene la Palabra de Dios. El gran apóstol Pedro, refiriéndose al Canon Sagrado, nos dice y exhorta del siguiente modo: “Tenemos también la palabra profética más segura, a la cual hacéis bien en estar atentos como a una antorcha que alumbra en lugar oscuro, hasta que el día esclarezca...” (2 P. 1:19).
En el transcurso de los años la Biblia nos ha demostrado su confiabilidad. Un libro que nos enseña conceptos científicos muchísimos años antes de su descubrimiento, y que nos habla de eventos históricos con miles de años de antelación a su acontecer, es obviamente muy confiable. Muchos con mentalidades científicas pretenden oponerse a ella tratando con sus argumentos de destruirla, pero están “dando palos al aire” y de ese modo perdiendo su tiempo y, sobre todo, sus almas, porque: “...Y le dijo: Yo soy Jesús, a quien tú persigues; dura cosa te es dar coces contra el aguijón” (Hch. 9:5). Es por todos nosotros conocido lo cambiante que es la ciencia. Esta cambia tanto y tanto que si la comparamos con la Biblia podemos concluir que es definitivamente desconfiable.
¿Qué son los OVNIs?
Muchas personas que han visto los OVNIs en distintas partes del planeta se preguntan: ¿Qué son los OVNIs? Este servidor puede decirte que independientemente de cuál sea su naturaleza (tecnológica o astral), tenemos que estar de acuerdo en que son medios de transportación, conforme lo declara la Escritura. Los platillos y objetos voladores que se están viendo por todo el planeta son medios de transportación angélicos.
Ya te hemos dicho que el rebelde ángel Luzbel (Satanás) y sus huestes —una tercera parte de la población angélica, quienes lo siguieron en su rebelión— fueron arrojados por el Arcángel Miguel a este planeta (Ap. 12:7-9). A estas alturas el amigo lector debe estar en pleno conocimiento de que los llamados extraterrestres, indudablemente, son ángeles rebeldes que fueron lanzados al fondo del mar con sus coches o aparatos voladores. Este planeta estaba cubierto de agua, y nos dice Génesis que cuando Dios creó al hombre, separó las aguas de las aguas, y en los lugares secos colocó a su criatura (el hombre); mientras que en los mares (que constituyen tres cuartas partes del planeta Tierra) prevalece Satanás. Por esto no ha de sorprendernos las noticias que nos llegan por parte de los estudiosos de la ovnilogía, cuando estos declaran que ven entrar y salir aparatos voladores al fondo del mar. Son miles y miles los testimonios a este respecto.
Podemos estar completamente seguros de que los OVNIs no son otra cosa que medios de transportación angélicos. Los que se dejan ver con frecuencia son los de Lucifer (Satanás) y sus ángeles, y debemos rechazarlos. Sin embargo, la realidad es que Miguel o Cristo y sus ángeles fieles poseen también aparatos voladores que les permiten recorrer enormes distancias en el espacio en cuestión de minutos. No olvidemos que Dios es el Padre de la ciencia y la tecnología.
El hombre de este siglo ha creado un sinnúmero de vehículos y métodos para transportarse. Pero podemos decir que el hombre crea porque fue hecho a imagen y semejanza de Dios, quien es el Creador. Y si el hombre, que es menos facultado que los ángeles (Hebreos 2:6-7), ha logrado inventar aviones, y hasta naves espaciales que le han permitido llegar a la luna, no ha de extrañarnos que los ángeles, quienes poseen mayor facultad, inventen y posean aparatos voladores con una tecnología tan superior, que son capaces de viajar a velocidades extraordinarias y hacer virajes inimaginables para la limitada mente y tecnología humana.
Amigo lector, debes entender que la Biblia, el libro más confiable que tenemos a nuestro alcance, nos habla de medios de transportación. A los fines de probar que indudablemente la Sagrada Escritura sí nos habla de métodos de transportación, colocaremos aquí una serie de versículos que de forma clara así lo señalan; medios estos que con toda propiedad podemos calificar de OVNIs; veamos:
“Y aconteció que yendo ellos y hablando, he aquí un carro de fuego con caballos de fuego apartó a los dos; y Elías subió al cielo en un torbellino.” (2 R. 2:11)
“Porque he aquí que Jehová vendrá con fuego, y sus carros como torbellino, para descargar su ira con furor, y su reprensión con llama de fuego.” (Is. 66:15)
“Y oró Eliseo, y dijo: Te ruego, oh Jehová, que abras sus ojos para que vea. Entonces Jehová abrió los ojos del criado, y miró; y he aquí que el monte estaba lleno de gente de a caballo, y de carros de fuego alrededor de Eliseo.” (2 R. 6:17)
“He aquí que subirá como nube, y su carro como torbellino; más ligeros son sus caballos que las águilas...” (Jer. 4:13)
“El escudo de sus valientes estará enrojecido, los varones de su ejército vestidos de grana; el carro como fuego de antorchas; el día que se prepare, temblarán las hayas.” (Nah. 2:3)
Indubitablemente estos versículos que señalan carros de fuego o de torbellino nos hablan de medios de transportación. Y note el amigo lector lo próximo que os voy a señalar: La palabra nube aparece más de cien veces en la Escritura, y en aproximadamente cincuenta ocasiones implica o se refiere a un medio de transportación; veamos algunos de ellos:
(11) “Y miré, y he aquí venía del norte un viento tempestuoso, y una gran nube, con un fuego envolvente, y alrededor de él un resplandor, y en medio del fuego algo que parecía como bronce refulgente, y en medio de ella la figura de cuatro seres vivientes. Y esta era su apariencia: había en ellos semejanza de hombre.”(Ez. 1:4-5)
“...He aquí que Jehová monta sobre una ligera nube, y entrará en Egipto...” (Is. 19:1)
“...y verán al Hijo del Hombre viniendo sobre las nubes del cielo, con poder y gran gloria.” (Mt. 24:30)
“Jesús le dijo: Tú lo has dicho; y además os digo, que desde ahora veréis al Hijo del Hombre sentado a la diestra del poder de Dios, y viniendo en las nubes del cielo.” (Mt. 26:64)
“He aquí que viene con las nubes, y todo ojo le verá...” (Ap. 1:7)
“Entonces verán al Hijo del Hombre, que vendrá en una nube con poder y gran gloria.” (Lc. 21:27)
Es muy evidente que cada vez que en la Biblia se nos habla de la venida de nuestro Señor, siempre esa declaración viene acompañada de algo que sostiene a Jesús en el aire —pueden ser nubes o coches de fuego o caballos—. Pero todo indica que Jesús vendrá en un medio de transportación. Jesús no posee alas, ni tampoco los ángeles las poseen. Eso es otra crasa distorsión de la Iglesia Católica-Romana. Los ángeles sí necesitan vehículos de transportación por causa de su naturaleza.
Naturaleza de los Ángeles
Los ángeles son antropomórficos (con forma humana). No existe una gran diferencia entre un ángel y un hombre (He. 2:6-7). El hombre es hecho, al igual que los ángeles, a imagen de Dios —entiéndase de Miguel o Cristo—. En una amplia y clara explicación bíblica de lo que es un ángel se nos enseña que son seres corporales similares a los hombres, aun cuando puedan ser sustancialmente superiores. Pablo nos enseña en Primera de Corintios capítulo 15, versículos 38 al 41 que hay cuerpos terrenales y hay cuerpos celestiales, pero nótese cómo ambos, los terrenales y los celestiales, son tenidos por cuerpos. Nadie crea en la falacia de que los ángeles son espíritus sin cuerpos; que son alados (con alas); y que se transmutan en semejanza de hombre cuando así lo desean. No hay ninguna base bíblica para tal señalamiento. La realidad es que los ángeles pueden determinar dejarse ver o no dejarse ver según su voluntad. Pero el hecho de que se dejen ver o no se dejen ver no altera la realidad de su naturaleza corporal. Veámoslo más bien desde el punto de vista de las vibraciones moleculares de sus organismos; pues tienen la potestad de compactarlas o separarlas para de ese modo hacerse visibles o invisibles ante nuestro órgano visual. Un leve ajuste en sus vibraciones les permite dejarse ver ante el lente humano o no dejarse ver. El sentido visual de los hombres ha perdido capacidad de percepción, y está limitado a ver materia compactada, no diluida o separada. El sentido visual angélico sí permite que ellos, independientemente de las vibraciones que promuevan en su organismo, puedan verse entre sí siempre.
Es obvio que aun dentro de la esfera humana existen distintas capacidades para ver y para oír. Y tenemos, también, por ejemplo, que la fauna felina, y aves como el búho, ven mejor en la oscuridad que el lente humano; y que el sentido auditivo de un perro es mucho mayor que el del hombre. Aun entre los hombres mismos, como hemos dicho, hay algunos que ven más que otros, y unos que escuchan u oyen mejor que otros.
La Escritura nos enseña que el hombre ha sido menos dotado que los ángeles. A Pablo le asiste toda la verdad cuando habla de que una es la gloria de los cuerpos celestiales y otra es la gloria de los cuerpos terrenales (1 Co. 15:40). El poder comprender este asunto es muy necesario para que entendamos que la idea de seres incorpóreos no es bíblica en lo absoluto, es un ardid satánico para detener el anhelo del corazón por lo celeste. Dicho de otro modo, se nos pinta la eternidad tan radicalmente distinta al mundo donde vivimos a los fines de que no deseemos nunca salir de este siglo. Pero la gran realidad celeste es que la sociedad futura será como la presente, aunque mucho más brillante y clara que esta en que nos hayamos. Marchamos hacia un mundo de absoluta luz.
La comprensión de este asunto aquí expuesto te llevará a entender lo ocurrido en Sodoma y Gomorra, donde entraron dos varones (ángeles) sin alas. No es sostenible, bajo ningún concepto, la idea de que dejaron las alas a la puerta de la ciudad, más bien es que se manifestaron visiblemente tal como son dentro de su dimensión vibratoria. Así también puedes comprender por qué el profeta Daniel cuando ve al ángel Gabriel lo proclama varón (Daniel 9:21), y por qué cuando ve venir a Cristo ante el Padre, expresó la frase: “...he aquí, uno con semejanza de hijo de hombre” (Dn. 10:16). Las ideas católicas han viabilizado conceptos antibíblicos de seres incorpóreos, habiéndolos heredado de la mitología helenística. Recuerda, son puros engaños satánicos. Dios hizo al hombre a Su imagen y semejanza, de manera, pues, que la imagen y semejanza de Dios en Cristo es la misma imagen que proyectan los ángeles. El Jesús antropomórfico que ascendió a los cielos es el mismo Jesús antropomórfico que descenderá de los cielos conforme lo declara Hechos de los apóstoles, capítulo 1 y versículo 11. Como Jesús ascendió sin alas —y va a volver según ascendió—, significa eso, entonces, que descenderá sin alas y necesitará un medio de transportación. Se ha probado científicamente que después de la atmósfera de la Tierra, donde la fuerza de gravedad de esta termina, se cae en un vacío donde un avión no puede volar. Solamente los artefactos de última invención pueden surcar el espacio en términos de trasladarse de un lugar a otro bajo esas condiciones. Y si las cosas son así, llevamos al lector a preguntarse: ¿Para qué sirven las alas?... Obviamente para nada.
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