Jesucristo, Nuestro Defensor
Realmente
como seres humanos pecadores, no teníamos acceso al Padre Celestial,
por nuestro pecado y mala manera de vivir estábamos destituidos de la
gloria de Dios, así lo dice el libro de romanos, Por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios. Pero Jesucristo el hijo de Dios descendió del cielo y se hizo hombre, vino a esta tierra a reconciliarnos con el Padre Celestial, a enseñarnos el camino
y la forma de vida que le agrada a Dios: obediencia en todo,
santificación ante todo, humillación ante Dios; reconocer que él es
soberano y el Dios creador, démosle el lugar que Dios merece en nuestra
vida y Dios hará el resto restaurando nuestro ser interior.
1ª Juan 2:1 Yo los quiero a ustedes como a hijos. Por eso les escribo esta carta, para que no pequen. Pero si alguno peca, Jesucristo es justo y nos defiende ante Dios el Padre.
Es altamente consoladora la enseñanza del apóstol Juan sobre el pecado.
Por una parte nos exhorta a que no pequemos; más por otra nos advierte
que ni el pecado continuo, ni tampoco el que eventualmente peca pueda
sobrevenir, como se reconozca humildemente, es un obstáculo insuperable
para la salud eterna. Si nosotros no merecemos el perdón de nuestros
pecados, ABOGADO TENEMOS ANTE EL
PADRE que nos hace merecedores, como Redentor, y ahora nos alcanza,
como Intercesor, Jesucristo Dios hijo el pago con su sangre nuestra
salvación y el mismo habla cara a cara ante el Padre Celestial y da
testimonio el mismo que ya vive en nuestro corazón, accionando el perdón redentor de Dios y su misericordia sobre todos nosotros. Es por eso que decimos que es por gracia.
1ª Juan 2:2 Dios perdona nuestros pecados, y los de todo el mundo, porque Cristo se ofreció voluntariamente para morir por nosotros.
Dios nos perdona gracias a Jesucristo que se ofreció voluntariamente en
sacrificio para perdón de nuestros pecados; EL ES PROPICIACIÓN: todo
Jesucristo es no sólo propiciador o propiciatorio, sino PROPICIACIÓN. Es
de notar la conexión que sugiere Juan entre la intercesión de Cristo
como Abogado y la propiciación terrestre de Cristo Redentor. (Cf.
Rom_8:34; Heb_6:19-20; Heb_7:24-25.) Cristo, hecho hombre y ya
glorificado ante el Padre, no es sólo nuestro Redentor, sino también
nuestro Abogado. Ambos conceptos, de Redentor y de Abogado, se resumen
en el de Mediador. Por eso decimos que no hay otro nombre dado a los
hombres en el cual podamos encontrar el perdón, la salvación y la vida
eterna, solo en Jesús el hijo de Dios.
1ª Juan 2:3 Nosotros sabemos que conocemos a Dios porque obedecemos sus mandamientos. 4 Si alguien dice: Yo soy amigo de Dios, y no lo obedece, es un mentiroso y no dice la verdad. 5 En cambio, el que obedece lo que Dios ordena, de veras sabe amar como Dios ama, y puede estar seguro de que es amigo de Dios. 6 El que dice que es amigo de Dios debe vivir como vivió Jesús.
Todo aquel que dice conocer a Dios; o dice ser amigo de Dios obedece
sus mandamientos, busca en todo momento consagrar su vida para la gloria
de Dios y busca agradarlo en todo, no solo en parte, no, en todo, no es
como algunos que obedecen a medias solo lo que les conviene, pero Juan
es claro en decir que son mentirosos aquellos que hace lo contrario de
lo que Dios manda.
El conocimiento de Jesucristo, LA
CARIDAD DE DIOS y la observancia de sus MANDAMIENTOS, si en sentido
precisivo son cosas distintas, en sentido plenario y profundo son para
Juan una misma realidad; y esta triple realidad es el criterio y la
manifestación de nuestra comunión con Dios. Por esto puede afirmar Juan que EN ESTO SABEMOS QUE LE HEMOS CONOCIDO, SI GUARDÁREMOS SUS MANDAMIENTOS. Es que no habla de un conocimiento abstracto,
frío y superficial, sino de un conocimiento interno, cálido y
penetrante, de una verdadera comunión vital de nuestra inteligencia con
la mente y la verdad de Dios. Una relación íntima con el Padre Celestial
a través de Jesucristo.
Es por eso que debemos de buscar que nuestra vida sea trasformada por el poder de Dios y nos ayude a vivir como lo hizo
Jesucristo, nos amó hasta el final a pesar der todo, el mismo estando
en la cruz antes de morir clamo al padre e intercedió por todos
nosotros, diciendo: PADRE PERDONALOS PORQUE NO SABEN LO QUE HACEN, en
ese momento la sangre derramada por el Cordero Santo paso a limpiarnos y
darnos perdón, salvación y vida eterna. Y al subir al cielo se sentó a la derecha del Padre que es donde él está intercediendo por nosotros como nuestro abogado y defensor personal
¿Ya le entregaste tu corazón a Jesús?
¿Que estas esperando? Si ya lo hiciste vive en obediencia consagrando
tu vida cada día para la gloria de Dios, la misma palabra de Dios dice
el que crea estar limpio; siga limpiándose, este es un proceso de toda
una vida en obediencia buscando agradar a Dios y llegar a la meta como siervo aprobado.
Dios te bendiga hoy y siempre.
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