viernes, 26 de febrero de 2010

CONOCIENDO LA IGLESIA PRIMITIVA I

CAPITULO I


Llenos del Espíritu Santo (caps. 1-3)
y fueron todos llenos del Espíritu Santo (2:4).

I. "ESPERAD LA PROMESA" (capítulo 1)

1. Recibiréis Poder (1: 1-11)
a. El primer tratado (1:1). Esta frase evidente­mente se refiere al tercer Evangelio, que también fue escrito por Lucas. De esto no puede haber ninguna duda razonable. Los dos libros están dirigidos a Teófilo, a quien no se menciona en ninguna otra parte del Nuevo Testa­mento. Tal vez haya sido un cliente rico de Lucas, que pagó el costo de la publicación de estos dos volúmenes. Son los libros más largos del Nuevo Testamento.

La palabra "comenzó" en este versículo es significa­tiva. El Evangelio de Lucas cuenta lo que Jesús comenzó "a hacer y a enseñar-sus obras y sus palabras. El libro de los Hechos relata lo que siguió haciendo por medio del Espíritu Santo y por sus discípulos.

b. Seréis bautizados con el Espíritu Santo (1:2-5). El Evangelio de Lucas termina con la ascensión de Jesu­cristo-hasta el día en que "fue llevado arriba." El libro de los Hechos principia con el mismo suceso.

Las apariciones de Jesús después de su resurrección siguieron por un período de "cuarenta días" (v. 3). Este es el único lugar en el Nuevo Testamento donde se de­clara esto. Siendo que la fiesta del Pentecostés llegó cincuenta días después de la pascua de los hebreos conclui­mos que los discípulos esperaron la llegada del Espíritu Santo como diez días.

Jesús fue muy explícito en su mandamiento a los discípulos de no salir de Jerusalén hasta haber recibido "la promesa del Padre" (v. 4). Sin ser llenos del Espíritu no estarían preparados para llevar a cabo la Gran Comi­sión (Mateo 28: 19-20).

Juan bautizó con agua. Pero los discípulos de Jesús estaban para ser "bautizados con el Espíritu Santo" (v. 5). Este es el bautismo cristiano distintivo. ¿Por qué en­tonces se pone tanto énfasis hoy sobre el bautismo con agua y hay un silencio completo sobre el bautismo con el Espíritu Santo?

c. Seréis testigos (1:6-8). Las mentes de los dis­cípulos todavía estaban fijas en un reino terrenal del Mesías: "Señor, ¿restaurarás el reino a Israel en este tiempo?" El les señaló la cosa que era importante-la venida del Espíritu Santo.

Hechos 1:8 es el versículo clave del libro. Nos da a la vez el poder y el programa de la Iglesia de Jesucristo. El poder es el Espíritu Santo; el programa es la evange­lización del mundo. Sin éste, aquél es cosa vana. Nadie puede estar lleno del Espíritu Santo y no tener a la mis­ma vez un interés en la evangelización del mundo. Este versículo nos da además un bosquejo con tres puntos del libro: 1. Testificando en Jerusalén (capítulos 1-7); II. Testificando por toda Judea y en Samaria (ca­pítulos 8-12); II. Testificando en el mundo de los gen­tiles (capítulos 13-28).

d. Fue alzado arriba (1:9-11). Este relato de la ascensión es más grande que el anterior (Lucas 24:50-51). Dice cómo dos visitantes angelicales aseguraron a los discípulos curiosos que "este mismo Jesús" (v. 11) volvería algún día. Esta es una promesa preciosa de la Segunda Venida.

2. Un Aposento Alto (1: 12-26)

a. En oración y ruego (1: 12-14). Tal como se decla­ra también en Lucas 24:52, los discípulos volvieron a Jerusalén inmediatamente después de la ascensión. En Lucas 24:50 dice que este suceso tuvo lugar en Betania. Aquí dice, "el monte que se llama del Olivar" (v. 12). Pero como la aldea de Betania está situada en la bajada oriental del monte del Olivar, no hay contradicción es­pecialmente si traducimos "a" en Lucas como "hacia." "Camino de un día de reposo," era como una milla, y esto es aproximadamente la distancia desde la muralla oriental de Jerusalén hasta la cumbre del monte del Oli­var.

Al llegar a la ciudad los discípulos "subieron al apo­sento alto" (v. 13). Esta era la residencia temporal de los once apóstoles, que se nombran aquí. Con excepción de Judas Iscariote, quien ya había muerto, esta lista es casi exactamente igual a la dada en los Evangelios sinópticos (Mateo 10: 2-4; Marcos 3:16-19; Lucas 6:14-16). So­lamente será necesario relacionar a "Judas hermano de Jacobo" en los relatos de Lucas con "Tadeo" en las demás listas. Siendo que muchos de los personajes del Nuevo Testamento se designan por dos o tres nombres, esta identificación no es difícil.

Junto con éstos en la oración había varias mujeres, incluyendo María la madre de Jesús, y sus hermanos (v. 14). Este último hecho es de interés especial, puesto que en Juan 7:5 se dice que sus hermanos no creían en él. Evidentemente su resurrección los convenció. Pablo menciona la aparición de Jesús a Santiago (1 Corintios 15:7), quien regularmente está identificado como her­mano de Cristo.

b. Matías (1: 15-26). Aquí dice que el número to­tal de discípulos que esperaban en obediencia el manda­miento de Jesús "eran como ciento veinte" (v. 15). Pa­blo menciona que "más de quinientos hermanos" habían visto a Jesús después de su resurrección. ¿Habrá más de la cuarta parte de los miembros de nuestras iglesias hoy que obedecen el mandamiento de Cristo de ser llenos del Espíritu?

Pedro sintió interés por llenar la vacante en el círcu­lo apostólico causado por la ausencia de Judas. Así que les habló. Primeramente llamó su atención a la muerte trágica del traidor. La descripción dada aquí (v. 18) difiere notablemente de la que se presenta en Mateo 27:5, donde dice que Judas "fue y se ahorcó." Pero se pueden armonizar los relatos considerando que Judas se ahorcó en un árbol cerca de la orilla de un pre­cipicio al sur de Jerusalén. Si la rama del árbol o la cuer­da se rompió, fácilmente se habrá despedazado el cuer­po del traidor en las rústicas rocas de abajo. Tampoco hay contradicción entre las dos razones del nombre "campo de sangre" (v. 19; Mateo 27:6-8). Las dos explicaciones bien podían ser conocidas en el tiempo de Lucas: una (la de Mateo) aceptada por los gobernadores judíos, y la otra (dada aquí) contada popu­larmente.

Pedro sugirió lo que consideró ser cualidades de un apóstol. Debía ser uno que había estado con Jesús desde el principio de su ministerio público y que tam­bién le había visto después de su resurrección (v. 21-22).

Los apóstoles nombraron dos candidatos y oraron que el Señor escogiera entre ellos (v. 24). Matías fue ele­gido, pero no se menciona otra vez en el Nuevo Testa­mento. Pablo llegó a ser el gran apóstol de la Iglesia Primitiva. Y después del Pentecostés no se menciona la idea de echar suertes.

II. EL DIA DEL PENTECOSTES (capítulo 2)

1. Fueron Todos Llenos (2:1-13)

a. Llenos del Espíritu Santo (2:1-4). "El día de Pentecostés" (20:16) es el nombre del Nuevo Testamen­to para la "Fiesta de las Semanas" del Antiguo Testa­mento (Deuteronomio 16:10). Se llamaba así porque su­cedía siete semanas después de la Fiesta de las Primi­cias (Levítico 23:10), que simbolizaba la Resurrección. "Pentecostés" viene de la palabra griega que quiere de­cir "cincuenta." Este nombre se adoptó porque la fies­ta tuvo lugar cincuenta días después de las cosechas (Le­vítico 23:16). Era una de las tres grandes fiestas anuales a la que cada varón tenía que asistir (Deuteronomio 16:16). Las otras dos eran la de los Panes sin Levadura (la Pascua de los hebreos) y la Fiesta de los Taber­náculos. Se dice que esta era la fiesta más popular, pues­to que la Pascua tenía lugar al principio de la primave­ra, cuando el Mediterráneo todavía era un poco peligro­so para cruzar. De aquí que vinieran más judíos de la Dispersión para la Fiesta de Pentecostés (véase v. 5).

Cuando los discípulos estaban "todos unánimes" (v. 1) -en el aposento alto de 1: 33-de repente un estruendo como de un viento recio llenó la casa. Esto fue seguido por un fuego que hinchió el cuarto. Y sobre cada presen­te se asentó una lengua como de fuego. Todos fueron llenos del Espíritu Santo y comenzaron a "hablar en otras lenguas" (v. 4).

¿Por qué toda esta manifestación espectacular? Tal vez parte de la respuesta, a lo menos, se halle al notar un paralelo en el Antiguo Testamento. Los judíos creían que la Fiesta de Pentecostés era para conmemorar la promulgación de la ley en Sinaí. La descripción de este suceso dice que en el tercer día "vinieron truenos y re­lámpagos y espesa nube sobre el monte y sonido de bo­cina muy fuerte. Todo el monte se estremecía en gran manera" (Éxodo 19:16-18).

¿Por qué la demostración divina? Porque Dios es­taba dando la ley a su pueblo y quería que estuvieran conscientes de su autoridad divina. Fue la inauguración de una nueva época. Semejante era el significado de este memorable Día de Pentecostés. Se iniciaba una nueva época: la del Es­píritu Santo. Dios presentó una ceremonia poderosa de inauguración. Pero no se asegura hoy día que todas ni aún que alguna de estas señales deben acompañar la venida del Espíritu Santo al corazón individual. La cosa esencial es: "Fueron todos llenos del Espíritu Santo."

Tal vez sea necesario decir una palabra más sobre el hablar en lenguas. Este fenómeno se menciona solamen­te dos veces más en los Hechos (10:46; 19:6) -aunque "lleno del Espíritu Santo" es la frase clave del libro. De los demás veinte y seis libros del Nuevo Testamento so­lamente uno hace referencia al hablar en lenguas. En I Corintios, capítulos 12-14, Pablo discute los dones es­pirituales, y particularmente el don de lenguas. Es evi­dente que los corintios estaban glorificando el ejercicio de este don causando así mucha confusión. Junto con esto había divisiones en la iglesia (capítulos 1-4), un ca­so notorio de la inmoralidad (capítulo 5), proceso de juicio entre los miembros de la iglesia (capítulo 6), embriaguez en la Santa Cena (capítulo 11) etcétera. De­be ser prueba de que el don de lenguas no era verdadera evidencia de la espiritualidad. El capítulo precioso del amor (1 Corintios 13) está puesto directamente en el centro de esta discusión de lenguas (1 Corintios 12-14) y es la respuesta de Dios a los problemas difíciles.

b. ¿Qué es esto? (2:5-13). La excitación hizo que un gran gentío se acercara. Como quince naciones dis­tintas estaban representadas en la multitud allí reunida. Sin embargo cada uno oyó a los discípulos hablar su pro­pia lengua. La sorpresa fue aún más grande siendo que los que hablaban eran galileos (v. 7). La gente de Gali­lea era considerada por los judíos de Judea como in­ferior en educación y en cultura. El gentío se dividía en "judíos" y "prosélitos" (v. 10). Estos eran los gentiles que habían sido convertidos al judaísmo.

Algunas de las personas estaban confundidas. Pre­guntaron: "¿Qué quiere decir esto?" (v. 12). Otras eran un tanto cínicas. Su veredicto fue: "Están llenos de mos­to" (v. 13).

2. Pedro. Alzó la Voz (2:14-36)

a. Esto es lo dicho (2:14-21). Pedro comenzó su sermón con una introducción doble. Primeramente negó la acusación de embriaguez (v. 15). Eran solamente las nueve de la mañana, y "los que se embriagan, de noche se embriagan" (I Tesalonicenses 5:7). En segundo lugar declaró: "Mas esto es lo dicho por el profeta Joel" (v. 16). Entonces citó Joel 2: 28-32a. El Pentecostés era el derramamiento del Espíritu profetizado por el profeta. "Los postreros días" (v. 17) quiere decir "los días del Mesías."

b. Matasteis. crucificándole (2:22-23). El ser­món mismo-después de la introducción anterior-está dividido en tres partes. Primero Pedro trata con la cru­cifixión de Jesús (vrs. 22-23), después con su resurrec­ción (vrs. 24-32), y finalmente con su exaltación (vrs. 33-36). Su conclusión es que Jesús es el Mesías (v.36).

Pedro señaló una paradoja interesante. Declaró que Jesús fue "entregado por el determinado consejo y anticipado conocimiento de Dios," pero a la misma vez afirmó: "prendisteis y matasteis por manos de inicuos, crucificándole" (v. 23). El hombre actúa por libre esco­gimiento y sin embargo Dios lleva a cabo su propósito eternal. La libertad humana y soberanía divina son dos hechos inescapables de toda nuestra actividad. Los dos están relacionados en la trama de nuestra vida diaria.

e. Dios levantó (2:24-32). La crucifixión era una parte íntegra-sí, la parte central-del plan de Dios de la redención. Pero sin la resurrección hubiera estado in­completa. La resurrección era la prueba de que el sacri­ficio de Jesús fue aceptado. Fue "entregado por nuestras transgresiones, y resucitado para nuestra justificación" (Romanos 4:25).

Pedro citó (vrs. 25-28) Salmos 16:8-11. Mostró que estas palabras no podían ser aplicadas al escritor del salmo, porque el sepulcro de David estaba allí mismo en Jerusalén (v. 29). Más bien era una profecía de Cristo, cuyo cuerpo no vio corrupción (v. 31). Su resurrec­ción había sido completamente afirmada (v. 32).

d. Exaltado por la diestra de Dios (2:33-36). La glorificación o exaltación de Jesús "por la diestra de Dios" (v. 33), tenía que preceder al derramamiento del Espí­ritu Santo (Juan 7:39). David no había ascendido al cielo (v. 34). Pero Jesús sí, y por eso fue declarado "Se­ñor y Cristo" (v. 36). Los judíos habían crucificado a su Mesías.

3. Para Vosotros es la Promesa (2:37-41)

a. ¿Qué haremos? (2:37) El resultado del sermón de Pedro era la convicción del Espíritu. "Se compun­gieron" es una traducción débil del verbo fuerte katenygesan. Esto quiere decir "golpeado con violencia, atolon­drado, aturrullado." La gente gritó: "¿Qué haremos?"

b. Arrepentíos (2:38-40). La respuesta de Pedro a su pregunta fue un áspero "¡Arrepentíos!" Esto es lo que los judíos demandaban que hicieran los gentiles, pero los judíos mismos tenían que hacerlo. Es interesante no­tar que esto era la clave del ministerio de Juan el Bau­tista (Mateo 3:2) y que Jesús comenzó con la misma pa­labra (Mateo 4:17). Hoy día hay mucha necesidad toda­vía de este énfasis.

El verbo "arrepentirse" (matanoeo) literalmente quiere decir "cambiar la mente." Demasiado de lo que se llama arrepentimiento en nuestro día consiste en sen­tirse triste, derramar lágrimas, experimentar un des­canso emocional-y luego volver al mismo modo orgu­lloso y pecaminoso de vivir. El arrepentimiento verdadero es un cambio completo de la actitud de la persona hacia sí mismo, hacia Dios, hacia el pecado y hacia el mundo. Es más que un dolor; es dolerle lo suficiente para dejarlo.

Los buscadores arrepentidos estaban para ser bau­tizados en el nombre de Jesucristo (v. 38). Para los ju­díos esto quería decir aceptar a Jesús crucificado como su Mesías. (Cristo en el griego es el equivalente a Mesías en el hebreo). Con la "remisión de pecados" eran can­didatos para recibir "el don del Espíritu Santo." "Porque para vosotros es la promesa" (v. 39), pero también al­canza hasta nosotros.

c. Como tres mil personas (2:41). El resultado de esta primera predicación cristiana fue que "aquel día" como tres mil almas fueron añadidas al grupo pequeño de discípulos. La venida del Espíritu Santo había produ­cido un milagro sólido.

4. Perseveraban (2:42-47)

a. En el partimiento del pan (2:42-43, 46). No era una experiencia emocional en efervescencia que recibie­ron los nuevos convertidos: "Perseveraban en la doctrina de los apóstoles, en la comunión unos con otros, en el partimiento del pan y en las oraciones." Es probable que la primera frase se refiera a los períodos de instrucción (en el griego, "doctrinar" es "enseñar"), la segunda al servicio de comunión, y la tercera a los tiempos de ora­ción pública. Entretanto los apóstoles continuaban su ministerio milagroso (v. 43). Los discípulos todavía asis­tían a las horas de oración "en el templo" (v. 46; véa­se 3: 1), pero también tenían sus propios servicios en casas particulares.

b. En común todas las cosas (2:44-45). Muchas ve­ces se cree que la Iglesia Primitiva tenía en común todas las cosas. En efecto, a veces se le aplica la frase "comu­nismo cristiano." Pero un estudio cuidadoso del texto griego no sostiene esto. Literalmente el versículo 45 dice: "Y vendían (de vez en cuando) sus propiedades y sus bienes y los repartían (de vez en cuando) a todos según la necesidad de cada uno." En otras palabras, según la ne­cesidad, los que tenían propiedades las vendían. Esto es un cuadro de consagración cristiana, no de comunismo.

c. El Señor añadía (2:47). La última parte de este versículo dice clara y sencillamente en el griego: "Y el Señor añadía cada día a la iglesia los que estaban siendo salvos." La idea de predestinación divina que se sugiere en algunas versiones-"los que habían de ser sal­vos"-no tiene el apoyo del texto griego de este pa­saje. Todo lo que dice es que los que se convertían estaban siendo añadidos. ¡La nueva comunidad cristiana estaba viva y creciendo!

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