jueves, 30 de enero de 2014

Evangélicos y católicos en la vida pública

1- Introducción

Pocos años atrás habría sido difícil de concebir en Latinoamérica algún tipo de trabajo práctico en común entre católicos y evangélicos. Crecientemente, sin embargo, uno puede encontrarse con algo semejante, aunque se trate de pasos tímidos y por temas muy puntuales. Se ha tratado, en efecto, de tópicos como la oposición al aborto o de aspectos de la legislación sobre la familia. No es extraño que eso ocurra, pues los desafíos que se enfrenta son similares. Algunas políticas públicas respecto de la homosexualidad, por ejemplo, han tenido efectos similares para instituciones de educación católicas y evangélicas. Hace ya casi tres décadas el teólogo bautista Timothy George acuñó la expresión “ecumenismo de trincheras” para designar el tipo de trabajo nacido en ese escenario. Pero dicho “ecumenismo de trincheras” no es tan nuevo. La experiencia de los regímenes totalitarios del siglo XX, por ejemplo, muestra un amplio abanico de experiencias similares. El luterano Bonhoeffer escribiendo su Ética en un monasterio benedictino está lejos de ser algo excepcional. Dicho texto combina además, de un modo que en cualquier época necesitamos, la respuesta a un dilema urgente con el enraizamiento en todo un modo cristiano de pensar sobre la vida pública. Quien se inicia en tal modo de pensar deja de estar simplemente en trincheras, y comprende que puede haber una reflexión común en torno a un sinfín de materias, desde nuestro uso del dinero hasta las dificultades de vivir de modo fiel en un mundo pluralista.
Todo esto parece significativo. Creo que no sólo lo parece, sino que lo es. Pero debe al mismo tiempo ser visto con alguna cautela: el hecho de enfrentar un mismo obstáculo, así como el hecho de juntos poder obtener mejores resultados, no vuelve homogéneas dos creencias; ni siquiera alcanza a ser un motivo suficiente para efectivamente hacer algo juntos (salvo que uno que se haya entregado de antemano a la eficiencia como único criterio, pero en ese caso seguramente no se estará en condiciones de corregir el rumbo de nuestra cultura). Por lo demás, si la cuestión se agotara en alianzas estratégicas, tendría un sentido similar el escribir sobre “evangélicos y musulmanes en la vida pública” o sobre “católicos y judíos” en la vida pública. Y tales fenómenos por supuesto también existen, y hay niveles en que pueden requerir de un impulso mayor. Pero lo que aquí intento abordar es algo cualitativamente distinto de ese tipo de alianzas.
La razón por la que es algo cualitativamente distinto, se encuentra en el hecho de que los problemas que hoy enfrentamos guardan cierta relación con el momento histórico en que se produjo la separación de la cristiandad occidental. En efecto, hay dos fenómenos del siglo XVI y XVII que en gran medida siguen configurando el escenario actual: el surgimiento de confesiones rivales (e incapaces de imponerse por la fuerza la una sobre la otra), pero el surgimiento paralelo de un Estado que precisamente en tal escenario de división asume un papel inédito. Enrique VIII, un personaje bien representativo de ese doble escenario, es alguien cuya voracidad no se agota en haber dado muerte a Tomás Moro, el patrono de los gobernantes y políticos católicos, sino que desde un primer minuto es más bien un “asesino ecuménico”. En un mismo día de julio de 1540, por ejemplo, decidió decapitar a tres católicos y tres evangélicos. Un actor fundamental de la división confesional se nos revela así como un ejemplo paradigmático del ascendente poder estatal y su actitud ante toda creencia cristiana robusta.
Eso nos recuerda que muchos problemas contemporáneos parten precisamente en una encrucijada singular: el surgimiento del poder secular moderno se encuentra estrechamente vinculado con la división de la cristiandad. Esto no significa que la Reforma protestante sea un fenómeno deplorable o innecesario por el que sus herederos debamos sentir profunda vergüenza; pero sí significa que si reconocemos la Reforma como una necesidad, podemos tener que aprender a verla como una “trágica necesidad”. Verlo como una “trágica necesidad” no implica ni remotamente pensar que todo lo que ha venido después deba ser considerado catastrófico, que deba tenerse una imagen puramente negativa de la modernidad. Pero sí puede contribuir a recuperar una mirada receptiva respecto de la comunidad de convicciones que existía. Para ilustrar dicha comunidad de convicciones que subsiste en medio de la lucha confesional, C. S. Lewis nos invita a considerar a un católico y un evangélico martirizados: el ya mencionado Tomás Moro, ejecutado por Enrique VIII en 1535, y William Tyndale, la primera persona en haber traducido la Biblia del hebreo y griego al inglés, ejecutado el año siguiente por las autoridades imperiales:
Excepto en la teología, no deben ser mirados como representantes, respectivamente, de un orden antiguo y un orden nuevo. Intelectualmente ambos pertenecían al mundo nuevo: ambos eran filólogos griegos (Tyndale también hebraísta) y ambos despreciaban arrogante y tal vez ignorantemente la Edad Media. Y si suponemos (lo cual es bastante dudoso) que en ese momento se estaba reemplazando un orden feudal por un sistema económico y social más duro, tanto Moro como Tyndale pertenecían al orden antiguo. [...] Ambos exigían que las pretensiones del “hombre de negocios” estuvieran totalmente subordinadas a la ética cristiana tradicional. Ambos rechazaron la anulación del matrimonio del rey. A ellos mismos lo que tenían en común ciertamente les debe haber parecido un mero “factor común”: pero hubiera sido suficiente, si el mundo hubiera seguido al menos eso, para cambiar todo el rumbo de nuestra historia.
Pero recordar esto no puede ser para encerrarnos en la simple queja o nostalgia respecto de lo que habría ocurrido “si el mundo hubiera seguido al menos eso”. Más bien tenemos que preguntarnos qué podría ocurrir si hoy se encontraran un Tomás Moro y un William Tyndale: tras la experiencia de una época moderna en que han estado separados, ¿en qué campos podrían volver a trabajar en común? ¿Qué deberían aprender de cómo ha actuado el otro entretanto? ¿De qué trampas se deben cuidar si buscan trabajar juntos? Ante el creciente trabajo conjunto en muchas partes del mundo, requerimos detenernos a reflexionar detenidamente al respecto.

¿Somos cristianos los evangélicos?

¿Te has preguntado alguna vez por qué crees en Cristo? ¿Y te has preguntado qué encontrarías si hicieses esa pregunta en tu iglesia? Yo sí. Y la razón de escribir esta reflexión está afirmada precisamente en los resultados que obtuve. No he realizado una encuesta claramente formulada -supongo que si alguien lo hiciera sería magnífico. Lo que sí he hecho es dedicarme a preguntar ocasionalmente a mis hermanos y conocidos (de distintas denominaciones e iglesias evangélicas), y he hallado una abundante variedad de respuestas.

¿Por qué crees que Cristo es Dios? Hay quienes se confiesan cristianos porque las enseñanzas de Cristo son un ejemplo de moralidad y buena conducta. Otros afirman con mayor fuerza su creencia en Cristo porque los sanó de alguna enfermedad. Otros, porque fueron prosperados económicamente a pesar de tener un pasado de pobreza. Otros, porque experimentaron un cambio de vida radical, ya sea porque salieron del alcoholismo, la drogadicción, o porque hubo un cambio en la familia, etc. Y un segmento no menor cree en él por haber tenido alguna especie de ‘experiencia espiritual’.

No me opongo a ninguna de estas razones. De hecho, considero que algunas más que otras son tremendamente significativas. He visto cómo personas han experimentado cambios radicales de vida, y también sanidades verificables. Por otra parte, me parece algo débil la argumentación de fe a partir de la prosperidad material, lo mismo que las experiencias espirituales –porque lo primero no es signo de una obra de Dios, y lo segundo puede ser un interesante relato, pero tampoco implica que sea Dios quien lo haga. Y la razón acerca del mensaje moral de Jesús es conflictiva, porque puedo cumplir toda su enseñanza sin haber creído quién fue él realmente. Y es precisamente a partir de este punto que quiero elaborar mi reflexión.

Ninguna de las personas con las que he conversado el tema, ni una sola, nadie –lo enfatizo radicalmente porque yo mismo me asombré- respondió que creía en Cristo porque fuese el Hijo de Dios, o Dios encarnado, o cualquier referencia similar a la doctrina de la deidad de Cristo. Y esto me preocupó totalmente. Pues está claro que Jesús sanó, cambió vidas, dejó una gran enseñanza para sus seguidores, incluso que prospera y que también puede brindar cierta experiencia espiritual. Pero hay que entender que ninguna de estas cosas es concluyente con respecto a su deidad. Cristo no es Dios porque sane, pues también hallamos esta clase de suceso en otras creencias. Tampoco porque prospere, pues de hecho la prosperidad económica se da abundantemente fuera de las iglesias también. Para qué hablar de las experiencias espiritualistas-místicas, las hay en muchas otras religiones. Y su enseñanza fue concluyente y significativa, pero solo fue parte de lo que él hizo, no de lo que es. Tal vez, el único argumento fuerte pudiese ser el cambio radical de vida, pero sigue sin ser una razón concluyente.

Un pastor al que estimo mucho suele decir que Cristo no trajo un mensaje, sino que Él mismo es el mensaje. En muchas ocasiones pareciera ser que se cree en él por lo que trajo e hizo, y no por quién Él fue. Ahí está la cuestión de fondo. Todas las razones, y unas más que otras, indican que se cree en Cristo por lo que hace, pero ninguna de ellas indica que se cree en Cristo por quien es.

Vuelvo a señalar que esto no se trata de desacreditar lo que Dios hace, para nada. La Biblia está llena de llamados a reconocer la obra bondadosa de Dios en favor de sus hijos. Pero, sin duda alguna, está mucho más repleta de llamados a creer en Dios no por lo que hace, sino por quien es Él.

Evangélicos y política. ¿Qué hacer?

A lo largo y ancho del continente, los cristianos evangélicos viven momentos de agitación, confusión, tentación y manipulación en su relación con la vida política. Este hecho se ve acentuado en tiempos de elecciones, cuando las coaliciones políticas están ansiosas de conseguir apoyo de un sector social numeroso, y cuando los creyentes se ven tentados a precisamente usarse a sí mismos como moneda de cambio. A los procesos eleccionarios que viven muchos de nuestros países, se une el hecho de que atravesamos grandes cambios culturales: los desafíos de hoy son muy distintos del tiempo en el que la Guerra Fría dictaba las coordenadas políticas y en que la oposición al catolicismo romano parecía para algunos evangélicos una suficiente hoja de ruta. Estos cambios y la desorientación que traen, así como el bochornoso actuar de muchos creyentes en política,  pueden llevar a que muchos evangélicos pierdan todo interés por la misma. Pero no es eso lo que queremos. Esperamos, por el contrario, que los diez puntos que siguen (y los links que ahí encontrarán a artículos donde hemos desarrollado más los diversos puntos) puedan ofrecer alguna orientación, para hacer más fecundo nuestro aporte político a los países que habitamos. No se trata aquí de ofrecer lineamientos para un movimiento político, sino más bien de recordar criterios que cristianos de variadas tendencias políticas debieran tener en cuenta a la hora de actuar políticamente.
1. Preocupémonos. Está muy bien que en la órbita de nuestras preocupaciones se encuentre la actividad política, cuya naturaleza es atender al bien de los hombres; no a todo bien del hombre, pero sí del hombre completo. El cristianismo no es una secta gnóstica que busque retirarse del mundo, sino que implica responsabilidad por un mundo caído pero creado como bueno. La actividad política no tiene como fin intrínseco el redimirlo, y es bueno tener un claro control de nuestras expectativas sobre la misma. Pero dicho control de expectativas no debe hacernos olvidar que en este mundo somos tanto peregrinos como ciudadanos. Busquemos el bien de la ciudad.
2. Seamos atrevidos y cuidadosos. Esas cualidades no suelen ir de la mano, pero debemos cultivarlas. Debemos ser atrevidos, pues solo tiene sentido participar si se va a enriquecer la vida pública con algo más que frases hechas. Tal enriquecimiento muchas veces pasa por sostener posiciones culturalmente impopulares, por instalar en la discusión temas que a pocos han importado. Pero debemos ser cuidadosos: también las creencias firmes pueden y deben ser planteadas de un modo que no nos haga parte de la política convertida en espectáculo. Hay que atreverse sin ser “atrevido”, pues demasiados creyentes tienden a confundir arrojo y valentía con impertinencia y desatino. Con eso se pone en juego no sólo la credibilidad de sus propias convicciones políticas, sino también la credibilidad del conjunto del testimonio cristiano. El cristianismo no entra a la arena pública a negociar sus convicciones, en el sentido de considerarlas transables a cambio de algo; pero la vida pública sí es un espacio de deliberación y orientación de los participantes al mutuo entendimiento. Quien no quiere el cuidado que eso implica, tampoco debe querer el atrevimiento.
3. Cultivemos independencia de juicio. La caza del voto evangélico nos hace participar de un sistema de clientelismo y mercado electoral que daña tanto a la iglesia como a la vida pública. Cierto complejo de inferioridad lleva con facilidad a que busquemos reconocimiento, volviéndonos presa fácil de ofertas que por lo de más constituyen migajas. ¿Por cuánto tiempo tendremos que seguir viendo iglesias interesadas en “promesas de x al mundo evangélico”? Poco importa si se cumplen o no, lo que importa es cómo perdemos de vista el bien común, cómo nos convertimos en grupo de interés, cómo confundimos el ser ciudadanos con ser grupo de lobby. Si no se deja esto de lado, las iglesias seguirán siendo para los políticos como la amante despreciable que se busca sólo para el momento. ¿Cómo corregir eso? No hay nada como saber que ya tenemos un Soberano, cuyo dominio no se limita a los resultados de una elección democrática y del cual somos embajadores. Estar satisfechos con la aceptación ante Dios es el primer paso para liberarse de esa búsqueda de reconocimiento. Con esa independencia se podrá desarrollar una mirada crítica ante tantos programas y partidos que circunstancialmente pueden acercarse al cristianismo, pero que no pueden constituir nuestra lealtad última. Solo si la independencia nace de tal raíz, nos podremos liberar del vicioso esfuerzo por mostrar independencia mediante una actitud puramente disidente. En esa actitud de mera disidencia, después de todo, confluyen tanto evangélicos de una izquierda puramente antisistema como evangélicos de un conservadurismo de solas negaciones (“no al aborto”, “no al matrimonio homosexual”).

viernes, 10 de enero de 2014

FANNY CROSBY


 Fanny Crosby (24 de marzo, 1820 - 12 de febrero, 1915) fue una letrista, poeta y compositora estadounidense, y una figura prominente durante su tiempo de vida.

A finales del siglo XIX, fue "un nombre muy conocido"1 en Estado Unidos y "una de las figuras más destacadas de la vida evangélica estadounidense".

Reconocida por sus himnos y canciones cristianas, Crosby ha sido considerada "la principal compositora de himnos del período de la música gospel", y ha sido nombrada como la "reina de las compositoras Gospel". Hoy en día docenas de sus himnos continúan siendo retomados por el evangelismo protestante en todo el mundo.
 
Crosby ha sido considerada una de las más prolíficas compositoras de himnos en toda la historia, habiendo escrito más de 8.000. Así mismo, se estima que se han hecho más de 100 millones de copias de sus canciones impresas. En 1975 fue incluida en el Salón de la Fama de la Música Gospel en 1975.


Se estima que Crosby también escribió más de 1.000 poemas seculares, y publicó cuatro libros de poesía, así como dos autobiografías que fueron best-seller en la época. Además, Crosby co-escribió varias canciones populares seculares, así como canciones políticas y patrióticas, y al menos cinco cantatas sobre temas bíblicos. Crosby también participó en misiones cristianas, y era conocida por su oratoria.


Himnos Selectos

  • "All the Way My Savior Leads Me"--1875, música por Robert Wadsworth Lowry
  • "Blessed Assurance"--1873, música por Phoebe Knapp
  • "The Bright Forever"--1871, música por Hubert P. Main
  • "Close to Thee"--1874, música por Silas J. Vail
  • "Eye Hath Not Seen"--1890, música por George C. Stebbins
  • "He Hideth My Soul"--1890, música por William J. Kirkpatrick
  • "More Like Jesus"
  • "I Am Thine, O Lord (Draw Me Nearer)"--1875, música por W. Howard Doane
  • "Jesus Is Tenderly Calling You Home (Jesus is Calling)"--1883, música por George C. Stebbins
  • "My Savior First of All"--1891, música por John R. Sweney
  • "Near the Cross"--1869, música por W. Howard Doane
  • "Pass Me Not, O Gentle Saviour"--1868, música por W. Howard Doane
  • "Praise Him! Praise Him! Jesus, Our Blessed Redeemer!"--1869, música por Chester G. Allen
  • "Redeemed, How I Love to Proclaim It!"--1882, William J. Kirkpatrick
  • "Rescue the Perishing"--1869, música por W. Howard Doane
  • "Safe in the Arms of Jesus"--1868, música por W. Howard Doane
  • "Saved by Grace"--1891, música por George C. Stebbins
  • "Savior, More Than Life to Me"--1875, música por W. Howard Doane
  • "Take the World, But Give Me Jesus"--1879, música por John R. Sweney
  • "Tell Me the Story of Jesus"--1880, música por John R. Sweney
  • "To God Be the Glory"--1875, música por W. Howard Doane
  • "Unsearchable Riches"--1882, música por John R. Sweney

HISTORIA DEL HIMNO LEMA DE LA REFORMA

Martín Lutero, el líder de la Reforma Evangélica o Protestante, escribió la letra y la música del famoso himno “Castillo Fuerte es Nuestro Dios”, que se constituyó en el Himno Lema de la Reforma. 
Lutero era músico desde la cuna. Como niño tenía una voz esplendorosa para cantar. Su entretenimiento favorito era tomar su laúd (instrumento de cuerda) todos los días después de haber comido y apartarse por media hora para tocar y cantar.”

Mientras él estaba estudiando en una escuela del Monasterio Franciscano siendo muy joven, muchas veces usó su magnífica voz para cantar frente a las ventanas de los ricos de aquella época con el fin de obtener limosnas y poder dárselas a los pobres. Lutero exclamaba: “A quien no le guste la música, nunca podrá ser mi amigo.”

El dijo que la música era un “don (regalo de Dios) y una gracia de Dios y esto podía hacer huir a Satanás y hacer que el hombre olvidara todo enojo”. Su deseo era componer himnos para que el mensaje de Dios fuese propagado por medio del canto. El deseaba que todos sus compatriotas tuviesen himnos y leyesen la Biblia en su propia lengua. Al leer la Biblia oirían la voz de Dios y al cantar himnos, ellos hablarían con Dios.
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Lutero cantando y tocando el laúd junto a su familia.
  Antes de Martín Lutero, la música era usada solamente por los sacerdotes de las iglesias o coros selectos en latín. Pero el gran Reformador introdujo al mundo la himnología congregacional. El primer himnario evangélico o protestante fue publicado en Wittenberg, Alemania, en 1524. Este libro tenía  tan sólo 8 himnos, 4 de ellos escritos por Martín Lutero.

En poco tiempo la demanda de este libro fue grande. La gente aprendió y cantó los himnos con mucho entusiasmo y Alemania llegó a ser un “mar de cantos”. En esta forma, Martín Lutero vino a ser aceptado y reconocido como el padre de la himnología congregacional.

Es rara la vez que se encuentra un individuo como Lutero que escriba la música y la letra de sus himnos inspirados. De sus 37 himnos, el más conocido es “Castillo Fuerte es Nuestro Dios”. Tiene un mensaje que posee virtud, gracia y eficacia, toda la Iglesia Evangélica o Protestante lo ha cantado desde esa fecha hasta hoy día.

Mientras Lutero vivía, sus enemigos decían que toda Alemania estaba aceptando y aprendiendo sus doctrinas por medio de sus himnos. Acusaban a los himnos de ser los que “destruían más almas que aun los libros o sermones escritos por él”.

Se cree que fue durante el cautiverio en el castillo de Wartburgo que Lutero se inspiro y escribió este hermoso himno. Sus amigos lo llevaron y le escondieron en la fortaleza de Wartburgo para protegerlo de sus enemigos.

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Castillo de Wartburgo donde Lutero se
inspiró y escribió su famoso himno.

Lutero, seguía con la traducción de Los Salmos y compuso un tomo de sermones y una multitud de otros escritos. Por casi un año exhortaba, enseñaba, reprendía y tronaba desde un escondite en las montañas. Posiblemente encontró en aquel castillo un lugar de seguridad y ayuda, lo que le inspiró a escribir y a reflexionar en la seguridad y ayuda que Dios era para él.

Este himno entrega un mensaje de seguridad en tiempos de prueba por parte del enemigo de nuestra almas y es de gran aliento para aquellos trances difíciles de la vida.

Martín Lutero se inspiró en el salmo 46 para escribir el himno clásico de la Reforma Evangélica o Protestante “Castillo Fuerte es Nuestro Dios”.

. He aquí la letra de este himno según la traducción española del poeta y eclesiástico Juan Bautista Cabrera:

Letra:

1. Castillo fuerte es nuestro Dios,
defensa y buen escudo.
Con su poder nos librará
En este trance agudo.
Con furia y con afán
acósanos Satán;
por armas deja ver
astucia y gran poder;
cual él no hay en la tierra.


2. Nuestro valor es nada aquí,
con él todo es perdido.
Más por nosotros pugnará
de Dios el Escogido.
¿Sabéis quién es? Jesús,
El que venció en la cruz,
Señor de Sabaoth,
Y, pues Él sólo es Dios,
Él triunfa en la batalla.


3. Aunque estén demonios mil
prontos a devorarnos,
no temeremos, porque Dios
sabrá aun prosperarnos.
Que muestre su vigor
Satán y su furor
Dañarnos no podrá
pues condenado es ya
por la Palabra santa.



LA ADOPCION DE HIJOS DE DIOS



El caso de Jesús de Nazareth:

1.      Recibir la adopción de hijos (gálatas 4:5), es una meta alcanzable  a la que todo aquel creyente que quiera dejar de ser un extranjero o advenedizo (como los hay muchísimos en las iglesias), y verdaderamente pasar a formar parte de la familia de Dios (Efesios 2:19), debiera aspirar y estar dispuesto a perseguir con diligencia, esmero y obediencia. A esta meta no se llega de manera automática, instantánea, sino que se requiere hacer cambios sustanciales en nuestra manera de vivir. Es un proceso de transformación que va desde  la predestinación hasta la restitución de la gloria de Dios (Romanos 8:29-30), en esta vida.

2.     Consideremos el caso de Jesús para entender correctamente este asunto. Cuando Jesús tenía 12 años, ya sabía quién era, de dónde venía, y cuál era su misión. Tenía suficiente sabiduría como para maravillar a los doctores de la ley con su inteligencia y sus respuestas (Lucas 2:41-49), y quizá desde ese momento, ya se había dado cuenta que el pueblo de Israel estaba como ovejas sin pastor, así que bien podría haber iniciado en ese tiempo su ministerio.

3.     ¿Qué clase de ministerio hubiera desarrollado Jesús de haberse lanzado a esa obra a los doce años de edad? Todavía no contaba con el perfeccionamiento indispensable para ser aprobado como ministro de Dios, todavía no recibía el reconocimiento de hijo amado en quien Dios tiene complacencia, y tampoco había sido ungido con poder y autoridad de lo alto para realizar la obra. Comparándolo con lo que verdaderamente hizo al esperar dieciocho años más, podemos concluir que no hubiera tenido relevancia significativa. Sucede lo contrario con muchos “ministros de Dios” que, con muy buenas intenciones pero improvisadamente, sin la aprobación del Padre, sin Su reconocimiento, sin Su unción, se lanzan a hacer la obra. Creen ser hijos y ministros aprobados, pero no son ni lo uno ni lo otro.

4.     Jesús sabía que era hijo de Dios, que era Dios, y también  que era un ser humano necesitado de perfeccionamiento a través de aflicciones (Hebreos 2:10) y obediencia (Hebreos 5:8). ¿Cuáles aflicciones? Las naturales de la vida humana, que son comunes a todos nosotros, y obediencia tanto a Su Padre celestial como a sus padres naturales (Lucas 2:51). Nosotros también somos hijos de Dios en cuanto nuestro origen, pero no en cuanto a nuestra naturaleza espiritual actual. Somos dioses (Juan 10:34), solo que estamos destituidos de aquella gloria (Romanos 3:23),  y el camino para que seamos perfeccionados en esta vida al igual que Jesús –no en la otra-, a fin de que seamos restituidos con la gloria que el Padre le dio a Jesús (Juan 17:22) es el mismo: Llevar una vida que le agrade, y luego aflicciones tribulaciones.

5.     Jesús el hombre natural, recibió la adopción de hijo de Dios en el Jordán, cuando el Padre lo declaró públicamente. Es decir que Jesús –antes de ese reconocimiento del Padre- ya había agradado al Padre con su estilo de vida de lo cotidiano, no fue porque Él hiciera algo  extraordinario para llamar la atención del Padre. Esta etapa del proceso en aras de recibir algún día la adopción de hijos, es indispensable que nosotros la aprobemos en lo cotidiano, aprendiendo a vivir conforme a los pequeños mandamientos de Jesús, deshaciéndonos de los mandamientos de la ley, que son débiles e ineficaces y a nadie pueden perfeccionar (Hebreos 7:18-19).

6.     Enseguida de ser reconocido como hijo de Dios, el Espíritu llevó a Jesús al desierto, hacia la vivencia de otra etapa de perfeccionamiento; y después de haber aprobado ese otro examen, fue ungido con poder, y empezó su ministerio. Después, no antes. Muchos de nosotros hacemos las cosas al revés de como las hizo Jesús: Queremos hacer la obra del ministerio para agradar al Padre. Pero ¿qué clase de obra podremos hacer, sin antes haber sido adoptados como hijos, sin antes haber sido perfeccionados por aflicción y obediencia, sin antes haber sido ungidos con poder de lo alto? Esperar, no salir todavía (Hechos 1:4 y 8). Pero un supuesto “celo” por las almas perdidas nos impide obedecer esta orden. No podemos esperar a que pasen muchos días, ni pocos, quizá cuarenta.

El esclavo no tiene derechos:

7.     Los esclavos no pueden recibir la herencia, pues esta es únicamente para los hijos de la libre (Gálatas 4:1-2, 24-25 y 30). Bien claro está que Abraham tuvo 2 hijos: Uno de la libre, otro de la esclava. Y el hijo de la esclava fue echado fuera, se le trató como esclavo, aunque también era hijo de Abraham. Es lo mismo hoy: Aunque nosotros creamos que somos hijos de Dios, y por lo tanto herederos de las promesas, mientras estemos sometidos a la ley, somos hijos de esclavitud (Agar), y por lo tanto, no podemos heredar las riquezas del reino: Ninguna gracia, ninguna verdad, ningún tesoro espiritual, ningún galardón.

8.    Yo sé que la intención del corazón de los ministros es buena y está puesta en Jesús; pero lamentablemente nos pasa lo mismo que a los hebreos: Tenemos los ojos puestos en la ley (Hebreos 12:1-2), y nuestros pies caminan por la ley en sentido opuesto al camino que es Jesús, el único camino que nos podría llevar al Padre.  Despojémonos de la fuerza que la ley le da al pecado sobre nosotros (1ª. a Corintios 15:56), aprendiendo a sujetar nuestras buenas intenciones a la voluntad expresa de Dios, y deshaciéndonos de la ley para ser hallados en Él (Filipenses 3:8).

9.     Desde hace casi dos mil años, el Padre nos ha estado diciendo que las ofrendas estipuladas en la ley, nunca le agradaron, ninguna. Esa es la razón por la que le preparó cuerpo a Jesús (Hebreos 10:4-8). El sacrificio de Jesús sí le agradó a entera satisfacción, tanto así que Jesús es suficiente, y por ende, ya no es necesaria ninguna ofrenda conforme a la ley, ninguna.

10.Pero ¿Qué fue lo que sucedió con los hebreos después de recibida la carta? La mayoría de ellos continuó –ya no digo “deslizándose”- (Hebreos 2:1) sino cayendo de picada en las obras de la ley, y haciendo caer a otros, porque los hijos de las tinieblas fueron -y siguen siendo hoy-, más astutos y más numerosos que los pocos mansos a los cuales sí les resplandece la gloria del evangelio de Cristo. Por eso es que durante estos 20 siglos la iglesia católica y sus hijas las iglesias cristianas (Apocalipsis 17:5), le han estado presentando a Dios ofrendas estipuladas en la ley. Abominaciones. Quienes verdaderamente sean Su pueblo, tendrán que salir de ese sistema de esclavitud tiránico (Apocalipsis 18:4).

11.  Si nosotros seguimos actuando según nuestras mejores ideas, o tomando lo que fue la verdad de la ley -que ya no es la verdad presente- (2ª. de Pedro 1:12), locamente hacemos, y estamos acarreando para nosotros mismos un desastre peor que si nos quedáramos quietos, sin hacer nada. Ejemplos de esto para nuestra enseñanza, los encontramos muy claramente expuestos en el antiguo testamento: Éxodo 32:5-7, Levítico 10:1-2,  1er. Libro de Samuel 13:8-13 y 15:23, Jeremías 18:15. Cuando hacemos “para Dios” lo que Él no nos ha mandado expresamente, o de manera diferente a como Él lo ha mandado, estamos ofreciendo fuego extraño.

Las evidencias del esclavo:

12. Algunas de las acciones injustas y actos impíos que demuestran con evidencia nuestra condición de que todavía somos esclavos, son:

1.      Vivir todavía devolviendo ojo por ojo (Mateo 5:45),
2.     Preferir un salario de deuda por ser diezmador (Romanos 4:4), en vez de ir en pos de la bendición de gracia para los hijos,
3.     Apagar al Espíritu (1ª. a Tesalonicenses 5:19), impedir las lenguas (1ª. a Corintios 14:39), no recibir alguna de las manifestaciones del Espíritu (1ª. a Corintios 12:7-11),
4.     Usar ilegítimamente la ley para aplicársela a quienes ya habían sido redimidos de esa maldición (1ª. a Timoteo 1:7-10, Gálatas 3.13),
6.     Edificar la iglesia según nuestras propias y mejores ideas (1ª. a Corintios 1:25, Jeremías 18:15, Salmo 92:5, 94:11 y 139:17, Efesios 4:17 y 2ª. a Corintios 4:4),
7.     Suprimir ministerios constituidos por Jesús (Efesios 4:11) y puestos por Dios en la iglesia (1ª. a Corintios 12:28-30), o menospreciar a los menos honrosos (1ª. a Corintios 12:23-25).
8.    No ser prosperados en todo, en esta vida, más que los diezmadores (Romanos 5:17),
9.     Seguir actuando impíamente (Judas 1:15).
10.Seguir siendo esclavos  de la ley y del pecado (Romanos 8:15ª, 1ª. a Corintios 15:56), continuar bajo su señorío (Romanos 6:14),

Primera evidencia:
13. Ojo por ojo. La primera evidencia se manifiesta en quienes todavía no han salido del yugo de la esclavitud impuesta por la ley, que le da fuerza al pecado sobre ellos  (1ª. a Corintios 15:56). Una de las primeras enseñanzas que se debieran impartir en la iglesia, es esta con la cual verdaderamente se cumpliría con una parte importantísima de la Gran Comisión: Enseñarles a guardar las cosas que Él ha mandado (Mateo 28:20).

14. Para llegar algún día a ser hijo del Padre que está en los cielos (Mateo 5:45), es necesario ya no devolver ojo por ojo, cosa que sí pueden seguir haciendo los que están bajo el yugo de la ley, porque la ley se los permite, porque la ley fue instituida para darle fuerza al pecado, para tenernos confinados y encerrados en ella, y entregarnos a Cristo cuando viniese la fe (Gálatas 3:23).

15. Junto con el cambio relativo a este punto, están todos los demás  pequeños mandamientos de Jesús, los cuales sustituyen a los mandamientos de la ley de Dios, porque los perfecciona. Las palabras “Pero yo os digo: . . . . . . . .” quita el paño viejo y pone uno nuevo. El vino viejo de la ley, Jesús no lo vierte en el odre de su nuevo pacto. ¿Por qué nosotros sí lo hacemos?

Segunda evidencia:
16. Recibir un salario de deuda por ser diezmador y no recibir el de la gracia para el hijo. El viejo pacto contiene un compromiso de Dios muy fascinante con aquellos que diezman (Malaquías 3:10), y aunque en la voluntad de Dios ya no está vigente el viejo pacto, Dios está obligado a cumplir este compromiso suyo con quienes todavía hoy se sometan a ese mandamiento, inclusive con los que creen seguir a Jesús y estar adheridos a la vid del nuevo pacto. Pero esas bendiciones por las cuales algunos ministros están muy satisfechos de ser empresarios, Dios se las está pagando como un salario de deuda, lo que se le debe pagar a un jornalero, a un esclavo; no como un salario de gracia para el hijo (Romanos 4:4).

Tercera evidencia:
17. Apagar al Espíritu. Esto es algo que solamente los esclavos se atreven a hacer (1ª. a Tesalonicenses 5:19, 2ª. a Corintios 3:11 y efesios 2:7), para justificar su falta de fe y ocultar su verdadera condición espiritual. En las iglesias existen muchos “cristianos” que no han recibido alguna manifestación del Espíritu  para provecho y edificación de los demás (1ª. a Corintios 12:7). Sería temerario afirmar que el Espíritu no le ha repartido porque no quiere hacerlo (v. 11), más bien puede ser porque no los han procurado (1ª. a Corintios 14:1) o han prohibido esas manifestaciones.

18.La escasa o totalmente nula manifestación de los dones del Espíritu en la congregación, son una evidencia de que no se ha recibido la adopción de hijos. Esto se comprueba en la permanente situación de infantilismo espiritual (Gálatas 4:1-2), porque después de tanto tiempo, y debiendo ser ya maestros, la mayoría de los cristianos –muchos ministros incluidos- necesitan todavía que se les vuelva a enseñar los rudimentos de la fe, y no se les puede dar alimento sólido (Hebreos 5:12-14 y 1ª. a Corintios 3:1-3).

Cuarta evidencia:
19. Usar ilegítimamente la ley. El uso legítimo de la ley es aplicársela a los transgresores y desobedientes, a los impíos y pecadores, etc. (1ª. a Timoteo 1:7-11). Es provechoso predicarles a los inconversos cuál es su situación delante de Dios a causa de sus transgresiones y desobediencias; pero una vez que ya han creído en Jesús como único mediador de salvación, y Le han aceptado y Le han recibido, ya no es legítimo volver a aplicarles ninguna ordenanza de la ley, porque ya han sido redimidos de esa maldición por Jesús en quien están creyendo (Gálatas 3:10 y 13).

20.           Muy equivocadamente se les convierte en  practicantes del judaísmo al volver  a someterlos al yugo de la ley; pero ¡qué casualidad! en aquellas cosas que son convenientes para que los ministros logren sus propósitos personales (Párrafo 36, numerales del 1-7).

Quinta evidencia:
21. Las diferencias. En el cuerpo de Cristo –que son las iglesias-, existen diferentes miembros y diferentes funciones, eso es lo correcto para que aprendamos a funcionar como cuerpo siendo miembros los unos de los otros, sirviéndonos unos a otros, sometiéndonos unos a los otros, supliéndonos unos a otros en nuestras deficiencias, carencias y limitaciones. Sin embargo, en este otro asunto sobre el que tanto nos ruega Dios (Juan 17:21 y Efesios 4:1-6), no deben existir diferencias, y si miramos que abundan tanto, esa es prueba contundente de niñez espiritual (1ª. a Corintios 3:1-4) y de esclavitud.

22.            Muchos líderes religiosos de hoy, al igual que los de cualquier generación pasada y futura, se dividen principalmente porque ponen en primer lugar sus dogmas y doctrinas, y al hacer esto, se muestra la  evidencia de que no han recibido la adopción de hijos.

23.            Por el contrario, los pocos que  son espirituales, ponen en primer lugar el anhelo de su Señor, y en consecuencia, hacen todo lo que diligentemente sea necesario por amarse los unos a los otros, servirse los unos a los otros, ser miembros los unos de los otros, suplirse los unos a los otros, soportarse con paciencia los unos a los otros; y cuando somos solícitos en obedecer a quien decimos es nuestro Señor, en guardar la unidad en el Espíritu, los dogmas y doctrinas pasan a un término secundario.

Sexta evidencia:
24.            Edificar la iglesia según nuestras propias y mejores ideas. Sabemos que lo insensato de Dios es más sabio que los hombres, (1ª. a Corintios 1:25), que debiéramos andar en Sus caminos y no en los nuestros (Jeremías 18:15), que las ideas que a nosotros se nos ocurren son vanidad (Salmo 94:11). Decimos que Sus pensamientos son profundos (Salmo 92:5), que Sus pensamientos son preciosos para nosotros (Salmo 139:17).

25.            Pero resulta que nosotros hacemos lo que se nos ocurre en nuestra muy ampliamente demostrada capacidad de imaginación inventiva, en vez de seguir las instrucciones claras y precisas del diseño que Jesús nos ha dado para edificar Su iglesia. A los hijos no les corresponde pensar ni el qué, ni el cómo, ni el cuándo. Entonces, ¿porqué seguir en la vanidad de nuestra mente, como cuando éramos gentiles? (Efesios 4:17) Respuesta: Porque la esencia gloriosa del evangelio de Cristo no nos ha resplandecido a causa de que el entendimiento está cegado (2ª. a Corintios 4:4) por leer a Moisés. Todo esto tan perjudicial se nos quitará cuando nos convirtamos de la ley a Jesús (2ª. a corintios 3:14-17). 

Séptima evidencia:
26.            Suprimir ministerios constituidos por Jesús (Efesios 4:11) y puestos por Dios en la iglesia (1ª. a Corintios 12:28-30) o menospreciarlos. Podemos tener muchas buenas razones humanas para eliminar los ministerios de apóstol y profeta: Que son rebeldes e insumisos, que se creen más que los demás, que . . . . . . lo que usted quiera. Ninguna razón es válida delante de Dios. ¿Acaso Él no conoce nuestra naturaleza humana? Y sin embargo, fue Él quien constituyó estos ministerios como Sus  herramientas indispensables para perfeccionar a los santos (Efesios 4:12).

27.En cuanto al ministerio de los maestros, claramente se ve que está relegado a funciones muy deficientes comparando lo que hacen con lo que debieran hacer, y a los pastores se les ha encomendado mucho de lo que no les corresponde. Usurpan funciones de otros, y por las múltiples ocupaciones a las cuales deben dedicarse, su función primera de sanar a las ovejas (Ezequiel 34:1-6) la realizan con mucha deficiencia.

28.           La eliminación de algunos ministerios, su deficiente desempeño, el menosprecio expresado por los miembros dignos hacia los menos decorosos, o el acaparamiento de otro, nos ha traído un costo espiritual muy alto, que es una situación permanente de infantilismo, la cual nos ha impedido que todos lleguemos a la unidad de la fe, a la estatura del varón perfecto (Efesios 4:13), en esta vida.

29.            En consecuencia, somos niños fluctuantes llevados por los vientos de la doctrina de los ministros “cristianos” que practican e imponen la religión judía, los cuales todavía son muchos dentro de las iglesias, que han introducido herejías destructoras, pero ya no encubiertamente, porque en la actualidad se encuentran bien posicionados en el liderazgo de las congregaciones. ¿Hay alguien que llore por ello? (Filipenses 3:18). No, más bien yo veo que se festeja.

30.           Estos ministros emplean con astucia las artimañas del error, la cual consiste básicamente en enseñarnos sumisión a la ley. Por eso el cuerpo no está bien concertado y unido, y si además todos los miembros se dedican a la misma actividad, no recibe crecimiento, no se edifica en el amor (Efesios 4:14-16).

Octava evidencia:
31. Los hijos deben ser más prosperados en todo que los esclavos diezmadores. Pero la realidad que está comprobada en las iglesias es que los diezmadores son más bendecidos económicamente por Dios, que aquellos que no diezman; y esto se toma como prueba de que Dios se agrada con los diezmadores, pero no es así (Hebreos 10:8).

32.            Dado que quienes no diezman son menos bendecidos económicamente por Dios que los diezmadores, e inclusive aquellos permanecen en una situación financiera similar a la de antes de que fueran a la iglesia,  esto comprueba que también ellos son esclavos de la ley por someterse a otras ordenanzas, y viven todavía en el temor (Romanos 8:15) por las amenazas de los ministros de la religión judía. Por eso es que no han recibido la adopción de hijos.

33.             Sabemos que las promesas del nuevo pacto son mejores que las del viejo pacto (Hebreos 8:6), también en este asunto de la economía; pero la abundancia de la gracia y el don de la justicia no pueden recibirlo los esclavos (Romanos 5:17).

APARIENCIAS QUE ENGAÑAN

Admitir que eres débil es lo que realmente te hace fuerte 

apariencias que engañanHace tiempo conocí una chica un poco particular, se vestía, maquillaba y pintaba de colores exageradamente llamativos, verde fosforescente, azul eléctrico, rojo, fucsia, naranja,  etc. Siempre era ruidosa, hablaba con un tono de  voz muy alto, era espontanea, nunca tenia vergüenza. Pensé que era una persona con  gran seguridad, pues exteriormente veía que no tenía ningún filtro y siempre estaba muy cómoda por cómo era, o eso era lo que su apariencia me hacía entender.
Un día me invitó a tomar un café, sin yo insistir, comenzó a mostrarme lo que guardaba en su corazón: “mi mama fue muy abusiva conmigo, cuando me disciplinaba me golpeaba tanto que hasta me hacía sangrar, también me maltrataba mucho verbalmente y a los 13 años comencé a tomar para evadir mi dolor, por eso le tengo mucho rencor a mi madre, luego comencé a trabajar en una cadena de comida rápida, a veces tenía turnos de noche y cuando regresaba mi mama me golpeaba porque pensaba que me estaba prostituyendo, mis padres constantemente me llamaban prostituta  cuando realmente no lo era, además de eso fui bulímica y tuve muchos trastornos, a veces me siento muy sola y aún mi pasado me hace daño”, en ese momento entendí que esa manera de ser tan extravagante era solo una coraza que ella usaba para ocultar todas sus inseguridades, realmente no era una persona muy segura de sí, al contrario era tan insegura que necesitaba constantemente llamar la atención. ¿Cuántas veces hemos juzgado a los demás por lo que aparentan ser? Así como los que parecen ser fuertes en su exterior a veces son débiles, así también los que parecen ser débiles muchas veces son más fuertes de lo que pensamos.  Y es que, para avergonzar a los sabios, Dios ha escogido a los que el mundo tiene por tontos; y para avergonzar a los fuertes, ha escogido a los que el mundo tiene por débiles. 1 Corintios 1:27 DHH. No te apresures a llamar débil o tonto fijándote por lo que ves, no sea que Dios te avergüence, pues nosotros juzgamos según las apariencias pero Dios juzga por el corazón.
Así tampoco, debemos calificar por el exterior, pues muchas veces muchos se fabrican apariencias para ocultar aquello que les atormenta y avergüenza, y hasta nosotros mismos muchas veces caemos en esto.
No debemos avergonzarnos de nuestras debilidades pues ellas nos hacen depender  más de Dios, así que deja las fachadas externas, ¿de qué sirve aparentar ser un buen esposo y padre, cariñoso y atento, cuando a puertas cerradas eres un abusivo y tirano con tu esposa e hijos?, ¿de qué sirve aparentar ser una esposa abnegada si al salir te acuestas con cualquiera?, ¿eres un joven que trabaja en la iglesia de día pero un fiestero de noche?, ¿no te da miedo decir lo que piensas, ni vestirte como lo haces o realmente quieres encubrir tus inseguridades?, ¿saludas a todos con besos y abrazos pero al salir hablas a sus espaldas?, ¿te ves al espejo y lo que ves es realmente el reflejo de quien eres? Tú puedes ocultar lo que realmente eres, y hasta te puedes engañar a ti mismo, pero a Dios no lo puedes engañar. David cometió muchos errores, adulterio, asesinato, engaños, pero aún así siempre encontraba el favor de Dios ¿Por qué?, porque admitía delante de Dios sus fallas, con corazón humilde y sincero se arrepentía, pero para poder arrepentirse hay que primero aceptar la falla. Pero te confesé mi pecado, y no te oculté mi maldad. Me dije: «Voy a confesar mis transgresiones al Señor»,  y tú perdonaste mi maldad y mi pecado. Selah Salmo 32:5.
¿Cuál es el objetivo de confesar el pecado delante de Dios?, ¿es acaso parte de una tradición con la que automáticamente quedaras libre de culpa? ¡No!, el objetivo es internalizar la falla y entender  que somos seres imperfectos que necesitan la ayuda de Dios para no caer en las seducciones que se nos presentan en el día a día.
Te invito a que hoy te quites tu disfraz, no te avergüences de tu secreto, avergüénzate mas bien por tenerlo encubierto, todos cometemos fallas, todos hemos hecho algo que delante de los ojos de Dios no está bien, Moisés asesinó a un egipcio, David cometió adulterio, Pedro negó a Jesús, Pablo persiguió y asesinó a muchos cristianos, Jonás huyó para no obedecer a Dios, todos sufrieron las consecuencias de sus actos, es cierto, pero Dios en su misericordia los perdonó. ¿Crees que ese no es el mismo Dios de hoy? ¿Acaso no podrá perdonarte a ti también? No creas que eres menos que otros por tus debilidades, eso es una mentira que Satanás quiere que creas para evitar tu sanidad.
El Alto y Majestuoso que vive en la eternidad,  el Santo, dice: Yo vivo en el lugar alto y santo con los de espíritu arrepentido y humilde. Restauro el espíritu destrozado del humilde y reavivo el valor de los que tienen un corazón arrepentido. Isaías 57:15 NTV.

¡Sigue adelante! Porque admitir que eres débil es lo que realmente te hace fuerte.

Con un golpe cancelaré lo que me torturó por 40 días

goliathLos “personal trainers”, los físicos culturistas, te ponen más peso para que liberes potencial. Cuando Dios no te mueve la montaña, no te sientas culpable, es que las fuerzas que Dios te va a dar por la fe te van a hacer saltarlas y atravesarlas en el nombre poderoso del Señor.
Goliat por cuarenta días desafió  a los israelitas, dos veces por día, ¿pero por qué lo repitió tantas veces? porque el diablo necesita intimidar, lo que el diablo te repite es porque no se va a cumplir; todo eso negativo no se va a cumplir porque el diablo siempre miente. La gente ungida es inteligente. Están a 100 metros de distancia David lo estudió; el gigante tenía espada, lanza, y jabalina. La espada: es cuerpo a cuerpo. La lanza: matar a dos metros y jabalina: para matar a la distancia. David pensó: “Le voy a pelear más lejos”, le cambió el escenario y  cada frase de David  iba en aumento:
“tengo que hablar cosas más grandes que las que hablé ayer. Los ungidos siempre hablamos para arriba, me va a dar sabiduría para detectar la falla del enemigo, va a haber una piedra para cada mes.
 David lo mató con la onda (una soga que se le ataba en los dedos) 160 km por hora puede ir un cascotazo, con el cayado lo distrajo.
El gigante tenía una armadura pesada, era grande no le podía errar. David pensó: “Dios me va a dar puntería con un sólo tiro lo voy a bajar. Él va a ungir mis manos para la batalla y mis dedos para la guerra”.
 Goliat lo maldijo por sus dioses. David se acordó que Jehová le dijo: “bendeciré a los que te bendijeren y maldeciré a los que te maldijeren”. Agarró las piedras y las escondió, ¡Dentro tuyo  hay armas de victoria!
Dios te va a dar ojos para detectar al enemigo y derrotarlo y tendrás la exactitud para hacerlo con un solo golpe.
La puntería que David tenía fue directo al huequito que el gigante tenía descubierto. Hay un lugar donde Dios te va a dar la victoria de entrada. Dios te va a dar autoridad con la Palabra de fe para derribar al gigante (la deuda, la enfermedad, las adicciones, el suicidio etc.)
 David tuvo que derribar otros gigantes: el papá y los hermanos lo rechazaron, cuando Samuel preguntó por los integrantes de la familia, porque iba a ungir a uno de ellos como rey, el papá hizo pasar a sus siete hijos y no mencionó a David, hasta que el profeta preguntó si tenía algún hijo más. Recién ahí el padre dijo: “queda aún el menor que apacienta las ovejas”.
David era “el pibe de los mandados” pero terminó trayendo la cabeza del gigante. Antes de ir a pelear preguntó qué le darían al que venciera al gigante y le dijeron: “prosperidad, la hija del rey, bendeciría al padre de la familia porque le sacaría todos los impuestos”. Y David dijo: “me lo repetís por favor”.
Te tienen que repetir lo bueno, “¡no quiero oír a Goliat, quiero oír lo que el rey preparó al que venza!”

Para vencer No tienes que:

1) competir con otros: con el único que tienes que competir es contigo mismo.
2) esperar que los demás suplan tus necesidades emocionales. A David su familia prácticamente no lo tenía en cuenta.
3) ponerte en víctima (al animalito que estaba en el altar lo acuchillaban) “si te pones en víctima alguien te va a acuchillar”.
4) reaccionar rápido en los conflictos. Entre el problema y la solución, en el medio a Dios le gusta hablarnos.
5) dejarte llevar por las cosas que pasan, sé libre de la gente.
Saúl le decía a David: “eres muy chico para ir a pelear”; pero David le dijo: “yo me enfrentaba con el oso y el león”. Saúl le pone su armadura: “su máscara”, sus propios gustos. Hay gente que te quiere dar consejos que ni a ellos les funcionan. Hay que sacarse todas las armaduras: del miedo, de la fanfarronería, de la histeria (todo esto alguien te lo puso).
Cuando David peleó con Goliat pensó: “Yo no vengo en el nombre de Saúl, ¡vengo en el nombre del rey, en la batalla invocó a Jehová de los Ejércitos!”
Con el sólo el 20% (5 piedras) trajo el 100% de la victoria. Mataba osos y seguía siendo pastor de ovejas. Cuando mató a Goliat tuvo una victoria que  lo ascendió.
Mi victoria va a inspirar a mi familia para que ellos también se animen.
“Era de hermoso parecer”: hay una unción que te hace hermoso-a: “el corazón alegre hermosea el rostro”, Dios te dice: “puedes estar mal  por fuera y por dentro, pero yo te voy a ordenar tu mundo interno que va a afectar tu mundo externo”. Dios va a hermosear nuestro mundo interno y externo. David era lindo por dentro, y por eso lo era por fuera.
Cuando Dios hizo al hombre dijo: “esto es muy bueno”: significa bello ¡qué lindo que me salió! Dios sabía que valía, Dios nunca te va a descartar, no pidas disculpas por ser único.
David dijo: “formidables, maravillosas son tus obras”. Cuando David le habló a Goliat, éste no vio a un jovencito, vio a un valiente. A Satanás aunque le cortes la cabeza no se va a entregar, pero hubo  israelitas que se animaron a pelear porque fueron inspirados por David, porque Goliat no es el destino final.
 Probablemente vas a parecer un “no apto” para algunas personas, pero estás ungido porque tienes el corazón de Dios. Los Goliat caminan pero los “Davides” corren. Es la gloria de Dios dentro tuyo, por eso, ponte una meta: “no voy a terminar este mes sin derribar al gigante. Al vicio le voy a cortar la cabeza”. Enójate contra la deuda, la pobreza, la enfermedad, Los Goliat vienen sin aviso previo, los Goliat son tu puerta de promoción. David agarró la cabeza de Goliat y la llevó a Jerusalén, se había quedado con la cabeza por varios meses. Tienes que traer a la presencia de Dios “una cabeza”. Estás ungido para traer testimonios a la presencia de Dios.